DESTINOS INQUEBRANTABLES


Disclaimer: Nada del potterverso me pertenece, todo es de J.K Rowling.

Este fic pertenece al reto ''Tres palabras, tres personajes''


Bathilda Bagshot: historia.

Vernon Dursley: ambición.

Alice Longbottom: bebé.


I

SERENIDAD HISTÓRICA


Toda su vida había girado en torno a la historia, ya fuera mágica o muggle. Ya desde joven deseaba ser historiadora. Era su obsesión.

Deseaba poseer el conocimiento de los hechos pasados para poder deducir los del futuro, pues Bathilda Bagshot no creía en la adivinación por medio de los posos del té o bolas de cristal, si no que ella pensaba que la mejor manera de adivinación, a su parecer –que era el acertado–, era la historia. Desde su punto de vista, el ser humano siempre tropezaba dos o más veces con la misma piedra. Tendía a olvidar su pasado y, por ello, repetía acciones transcurridas tiempo atrás.

Había estado casada, pero había sido hace tanto tiempo que apenas recordaba el rostro de aquél que alguna vez fue su marido. Había estado enamorada de él, eso no lo dudaba, pero la historia acaparaba tanta de su atención que casi no le dejaba tiempo para él.

Su marido no se lo había reprochado nunca a la cara, pero ella lo notaba en sus preguntas sobre si volvería a quedarse levantada hasta tarde, o si necesitaba tener que hacer tantos viajes sin él.

Pasaron los años y la situación se hacía cada vez más insoportable. Ella acababa de empezar a escribir ''Una historia de magia'' que requería mucho más de su tiempo, y él empezó a conocer otras mujeres hasta que terminaron divorciándose.

Al principio, a Bathilda le dolió perderle, pero pronto la historia le sustituyó y se volcó completamente en ella.

Ahora, mientras observaba su muerte en aquellos fieros ojos serpentinos sentía una extraña calma.

La taza derramada de té en la mesa empezaba a resbalarse manchando el suelo, pero ella solo veía esos ojos rojos y las promesas de una paz absoluta inscrita en ellos.

Este la apuntaba con la varita sellando lo que sería el final de su historia. Y mientas un resplandor verdoso inundaba la habitación, Bathilda agarraba con fuerza su libro; aquello a lo que había dedicado toda su vida. Por encima de todo