Post Scriptum (P.S.)

Una paradoja sin sentido, redundante sí, pero lastimosamente cierto. Claro está, aquello no debería importante en lo absoluto, afirmas con certeza. Pero la realidad es impunemente verídica que lastima aquello que más valoras.

Tu orgullo.

¿Qué más si no es eso?, ¿qué otra cosas podría interponerse en tu monótona vida?; porque el orgullo te obliga hacer muchas cosas, que, estando deliberadamente libre de eso, no habrías hecho. El raciocinio concede un golpe de sabiduría a tu mente.

Volviendo al hecho de que estás ahí, a medianoche, en una destartalada banca y mirándote fijamente las manos. No me río, pero es cierto que la imagen que arrojas es la de una pobre alma abandonada; en cuanto rechinas los dientes se nota lo fastidiado que estás.

Kanda Yuu se encuentra esperando, porque eso es lo que haces, porque a pesar de llevar la gabardina que te identifica como un exorcista, no puedes evitar sentirte normal, 'condenadamente normal', propenso a algún ataque.

Porque Mugen es una katana, fin de la historia.

No hay conde, no hay guerra, por lo tanto no inocencia.

Nuestro vedado jardín utópico, señor exorcista.

.

.

Dicen que el hubiera no existe, tu reafirmas la suposición. Porque no es más que la simple consecuencia de estar más de 10 horas ahí sentado, esperando un milagro que de antemano sabes que no se hará. Los seres humanos son tan irracionales.

Sin embargo, no eres precisamente tu el que se halla en aquel parque, más bien tu cuerpo; tu mente es la que se ha despedido desde hace rato, retomando retazos inconexos del pasado; viviendo así un presente contradictorio.

La misma pregunta vuelve a tu mente, ¿desde cuándo eres tan débil?, ¿en qué parte del camino te has desviado?

Sabes, sería más fácil encontrar excusas para verlo, que estar ahí invocando quimeras.

Porque quieras o no, de antemano sabes que él se ha cansado de ser el que dé el primer paso.

.

.

Hay una parte de aquella carta que te inquieta.

El saber lo que puede o no suceder.

.

.

Sigues sin saber que hacer exactamente, aquella carta ha despertado en ti algo –no sabes el qué, precisamente–, te asfixia, y hace que algo tiemble dentro de ti. El mundo sigue sin verlo, pero tú sabes que algo mal.

La postdata en aquella misiva es lo que deseas de verdad. Tú y el destinatario.

–¡Joder!

Una última oportunidad para verlo, para verse.

.

.

P.S. Te extraño.

.

.

Lo único que Allen necesitaba era una respuesta tuya.


N/A: No tengo perdón, en vez de estar terminando Circo, estoy aquí; holgazaneando con una nebulosa, con el cerebro lleno de lenguaje C, funciones y células –sería tan bueno tener todo claro en estas cosas. Ya, espero que les guste, algo.

¿Reviews?