Devilish Kitty
Capitulo 1
"La boda" Por Ania
-Ania levántate ya es tarde- Me moví con mucho fastidio, y empecé a abrir los ojos que no se terminaban de acostumbrar a la luz del cuarto que mi mamá había prendido.
-apenas son las 6:00-
-se nota que no sabes que aún faltan muchas cosas y tienes que ayudar- mi madre era una de esas personas acomplejadas que quería que todo estuviera perfecto cuando ella lo ordenara y si eso no pasaba se ponía medio loca, para que eso no pasara no cause replica a su mandato–si mamá ya voy- fue lo único que le conteste antes de abandonar mi cómoda y calientita cama.
Ese día a era la boda de mi hermano Jordán, nos lo había anunciado unos meses atrás, su novia era alemana, la conoció en uno de sus viajes de "estudios" por Europa, nunca había hablado mucho con ella, solo sabía que se llamaba Lauren y tenía la misma edad que Jordán, las pocas veces que hablamos se había portado muy amable e interesada en las cosas que me gustaran, no por nada era psicóloga, tal vez mi mamá quería que le dijera si estaba loca o algo por el estilo.
-¿donde dejaste el vestido?-
-¿cuál?-
-el tuyo-
-está abajo-
-bueno ya metete a bañar y dile a Delia que te haga algo de desayunar- a esa hora no tenía muchas ganas de comer lago pero debía dejar conformidad a mi progenitora -si mamá, yo le digo-
Mi familia siempre había tenido dinero, a mí no me gustaba presumir de eso, sabía que éramos personas como cualquier otra, aunque, debo decir, había veces que si me aprovechaba del dinero que teníamos para comprarme alguno de mis caprichitos.
Como me lo ordeno mi madre, tome una toalla, ropa para cambiarme y fui al baño de mi habitación, la que siempre estaba tirada, en pocas palabras, era todo un desorden, pero un desorden donde encontraba todo lo que quería, una de las veces que habían limpiado mi habitación no encontraba nada y desde entonces las sirvientas saben que entran cuando es estrictamente necesario, cuido mucho mi privacidad.
El agua caliente que salía de la bañera hacia que me relajara un poco y que terminara de despertarme.
Termine rápido y a comparación de otros días no me arregle mucho ya en la tarde terminaría de hacerlo para verme "presentable" para la boda "el momento más importante en la vida de Jordán" según decía mi padre "desde ese momento dejaría de ver la vida como la ve ahora" para mi… ñoñadas. Eso del matrimonio nunca me había agradado del todo, ¿estar con una sola persona todo lo que resta de tu vida? Que aburrido, o por lo menos eso no era lo que tenía planeado para mi vida futura.
Pasaba de la 1:30 de la tarde. la ceremonia estaba programada para las 3:00, todo mundo corría a arreglarse o comían algo mientras ayudaban a acomodar los regalos que habían llegado previamente, ¿yo?, yo estaba en la cocina platicando con la hija de una sirvienta a la cual había conocido un día que vagueaba por el jardín de mi casa, la vi pasar y como no sabía quién era decidí seguirla hasta que logre que se detuviera:
-Hola soy Ania ¿tu cómo te llamas?- dijo algo en voz tan baja que no entendí –disculpa pero no te entendí –me llamo Sabrina- ella miraba hacia el suelo, yo solo tenía 7 años –¿te puedo preguntar algo?- ella solo alzo la vista pero su cara daba al piso -¿Por qué ves el piso? ¿Hay algo interesante?- ella seguía sin contestar nada-¿quieres venir a jugar conmigo?, estoy sola y no hay quien me haga compañía- por fin había alzado el rostro y se le veía feliz, fuimos a mi habitación y jugamos toda la tarde, así pasaron los años, nuestra amistad creció hasta que nos convertimos prácticamente en hermanas.
-¿Y cómo estuvo la fiesta de ayer?-
-muy divertida-
-¿en serio?
-sí fue genial, malo que no te dejaron ir-
-ya sabes cómo es la paranoica de mi madre- y como si la hubiera invocado entró por la puerta de la cocina –ya vete a cambiar no queremos que se nos haga tarde- sin reclamar fui por mi vestido, claro no sin antes despedirme de Sabrina. Mi vestido era un poco arriba de la rodilla, desgarrado de abajo, un poco escotado le la parte de arriba y la espalda, todo en color negro y era el único que había sido de mi agrado en esa tienda a la que me llevaron a la fuerza.
Entre a mi cuarto, cerré la puerta con seguro y las persianas de las ventanas, cambie mi pantalón de mezclilla entubado y mi playera negra por el vestido y unos tenis con agüetas rojas que combinaban con los accesorios que compre a escondidas, salí ya cambiada, mi cabello estaba pintado de negro y cortado por mí misma, lo había hecho al salir de la secundaria y mi madre casi se desmaya cuando vio mi nuevo look, lo cual no me importo, ya que esa era una de las pocas cosas que podía decidir, baje a la sala donde ya todos estaban prácticamente listos – ¿y ese cabello?- de nuevo con eso
–intentare hacerle algo- como estaba apurada por salir no dijo nada más del tema -bueno nosotros ya nos vamos tenemos que ir por tu tía al aeropuerto- bien de nuevo me dejarían sola –Marco te llevara en la camioneta a la iglesia- odiaba ir a ese lugar –¿forzosamente tengo que ir?- ella me respondió casi gritándome y con tono de "ya te dije unas cien mil veces" –si, tienes que ir, tu vas a entregar los anillos- no permitió que reprochara algo más y se fue con mi padre y uno de los choferes atrás.
Estaba completamente sola, parada cual maniquí en el umbral de la sala –que linda te vez – esa voz me hiso salir de mis pensamientos, era Sabrina –y están geniales tus tenis- oh gracias, si no hubiera sido por ti nunca me hubiera decidido- la mamá se Sabrina entro a la sala diciéndole a ella que le ayudara a limpiar la cocina –bueno, pues tengo que ir- solo asentí con la cabeza, regrese a mi habitación, peine mi cabello en dos coletas a la altura de mi cuello con un listón negro, los cabellos de arriba estaban muy cortos y no se acomodaban por nada del mundo, saque mi delineador y empecé a pasarlo por el contorno de mis ojos, un poco exagerado, tengo que admitirlo, pero a mí me gustaba, algo de sombras al mismo tono del lápiz y del vestido, mi fleco, prácticamente desde siempre había estado allí pero desde hacía unos años antes lo había dejado crecer más y cubría uno de mis ojos, solo lo hice un poco al lado.
Escuchaba la música de mi celular con los audífonos, mis uñas estaban pintadas de negro, tocaron la puerta y me hicieron dar un pequeño salto por el susto, era Marco, mi chofer, para avisarme que nos teníamos que ir –si gracias bajo en un momento- el salió cerrando la puerta, me apure a buscar las cosas que me hacían falta y fui hacia el jardín donde ya me esperaban, no sin antes tomar el bolso donde llevaba no solo los anillos sino las demás cosas que necesitaba, Marco abrió una de las puertas de aquella camioneta negra y me ayudo a subir ya que el vestido estorbaba un poco y no estaba acostumbrada a usar algo así -gracias- él solo agacho un poco su cabeza y cerró la puerta para después abordar el auto por el lado del conductor.
-Marco- él me miro por el espejo retrovisor –si dígame señorita- no me gustaba que me hablaran así, era demasiado formal –ya le dije que no llame señorita, dígame Ania, ese es mi nombre, llevas toda la vida llevándome y trayéndome a todas partes y aun no lo gras decirme Ania - el tipo solo rió un poco antes de contestarme –disculpe Ania ¿Qué desea?- lo único que pude hacer fue rodar un poco mis ojos y suspirar lentamente por la reacción del hombre – ¿no podríamos perdernos y no llegar a la misa?- movió su cabeza de un lado para otro –no Ania, su madre me ordeno que la llevara ahí y que por ningún motivo me desviara del camino- perfecto, mi madre ya sabía que quería escapar de tener que escuchar una ceremonia completamente aburrida e incluso tenía un guardia que me cuidaba, el cual estaba sentado del lado del copiloto con un traje negro y lentes del mismo color.
Llegamos a la iglesia, era un día excesivamente soleado de principios de Mayo, todo alrededor tenia jardines con flores de colores y en uno de ellos una fuente con agua muy cristalina, el guardia abrió la puerta y me ayudo a bajar, debido al sonido que había hecho al cerrar la puerta muchas miradas de la gente ahí presente se posaron sobre mí, camine hacia donde estaba una de mis tías que intentaba comunicarse con la madre de la novia, pero como hablaban alemán no entendía nada. Para escapar un poco de la presión que me rodeaba decidí aprender alemán ya que el inglés ya era muy conocido, aparte de que ya lo conocía prácticamente a la perfección y de lo cual mis padres estaban orgullosos pues habían sido ellos los encargados de enseñarme prácticamente desde el momento que respire.
En uno de los arboles más grandes y frondosos cerca de la entrada de la iglesia había un chico, no vestía de traje como todos los demás, llevaba un pantalón recto de mezclilla color negro, una playera roja y encima de esta un chaleco, de su pantalón colgaban unas cuantas cadenas que terminaban en su bolsa trasera, su cabello era corto de atrás y el fleco que llevaba le cubría uno de sus ojos, se veía realmente interesante, no creía que fuera a la boda hasta que una mujer de un vestido rosa le llamo –BILL!- bien por lo menos ya sabía el nombre de ese chico, el se acerco lentamente cubriendo su rostro del sol con un a mano – ¿qué pasa mamá?- supuse que era familiar de la novia ya que hablaban en alemán –ven apara acá, ya casi llega Lauren- el solo se quito los audífonos con algo de pesadez y asintió –si mamá-.
Mi hermano llego en el auto conducido por mi padre, el sacerdote salió de la iglesia para decirnos que entráramos por que la misa iba a dar inicio. Ese chico entro con su madre y con el que yo supuse era su papá. Como lo había dicho la señora, Lauren no tardo mucho en llegar, bajo de la limosina con un hermoso vestido blanco que brillaba mucho bajo el Sol, una larga cola levantada por uno par de niños, zapatillas plateadas, un pequeño tocado en la cabeza y su ramo de rosas blancas. Dentro, en la iglesia, yo estaba sentada en la primera banca enfrente del altar, después de todo yo tenía que dar los anillos, a mi hermano se le notaba muy nervioso, no dejaba de moverse, al entrar ella se empezó a escuchar una melodía proveniente de un órgano que estaba en un tipo segundo piso de la construcción.
La espera era eterna, ya no podía estar quieta, tenía que hacer algo o moriría de aburrimiento, siempre había sido algo hiperactiva, pero por fin el padre pidió que les llevara los anillos, mi tortura estaba casi por terminar, me levante de mi lugar con la cajita donde venían los aritos de oro, al regresar a mi lugar vi a ese chico que estaba parado justo atrás de mí, me observaba tan fijamente y su mirada era penetrante, hipnotizadora que casi me hace caer al intentar sentarme, aun sentía su mirada sobre mí, era muy pesada lo que hizo que esos últimos momentos de la misa se hicieran aun mas eternos que todo lo anterior.
Termino la boda, por lo menos la parte aburrida, los novios salieron de la iglesia y empezaron a aventarles arroz, se tomaron fotos con casi todo el mundo, incluyéndome, después subieron a la limosina con listones blancos como decoración para dirigirse al salón donde seria la fiesta. Mis padres y yo fuimos en la camioneta, mi mamá quería estar antes que nadie para recibir a los invitados y para que yo sirviera de traductor con la familia de Lauren.
Llegamos al lugar y no había nadie, las personas fueron llegando poco a poco, vi a las muchas tías que tenia y a mis molestas primas, también llegaba la familia de Lauren, eran un poco más humildes y la mayoría muy amables, a excepción de un señor ya mayor que me gritaba porque creía que no lo escuchaba. Ya que el lugar estaba casi lleno entraron los novios, ambos con una gran sonrisa en la cara, me gustaba ver a mi hermano así de feliz ya que en el último año nuestra comunicación casi nula se había transformado en una muy buena y parecida a la de unos amigos.
La mesa en la que me habían obligado a sentarme estaba casi junto a de mi hermano, muchos invitados se acercaron a felicitarlos y a darles sus mejores deseos, luego de una hora aproximadamente nos sentamos a comer, después ellos bailaron algo y le siguieron los demás, después de bailar con mis primas, como mi mamá me había obligado, regrese a la mesa a sentarme y tomar algo a escondidas, una pequeña copa de vino, no mucho de mi agrado pero suficiente para mí. Empezaba a anochecer y decidí salir al balcón que había hay para fumar un cigarrillo, al hacerlo note que no era la única que quería escapar por un rato, él estaba ahí.
Al escuchar que la puerta se abría, volteo y rápidamente bajo la mano donde tenía su cigarro encendido –perdón si te asuste- eso se lo dije en español – lo siento, olvide que hablas en alemán- volvió a llevar el tabaco a su boca –no importa, pensé que eras mamá- ese chico parecía demasiado interesante, quería platicar con él pero no sabía cómo – ¿no te dejan fumar?- al parecer se sorprendió un poco de que le hablara –no, ¿a ti si?- no, ni fumar ni tomar, me reprimen-. Había anochecido y hacia frio, comencé a temblar un poco y me di cuenta de que mi aliento se veía en el aire, él ya llevaba puesta una chamarra que se veía abrigadora – ¿tú también querías escapar?- me sorprendí un poco de que continuara la pequeña conversación que había iniciado –si, ya no soporto estar adentro y mucho menos que mi mamá me obligue a bailar con mis primas fastidiosas que se creen dueñas del mundo solo por el dinero que tienen sus padres- ya había encendido mi cigarro, Bill solo miraba como hablaba mientras tiraba la colilla del suyo –al parecer no eres como todas las demás chicas que están ahí dentro- ahora miraba hacia los jardines de aquel salón –pues creo que no, me gusta ser simplemente yo, hacer lo que me den ganas de hacer, lo puedes notar en mi cabello- moví la cabeza un poco para que lo viera pero él seguía viendo los jardines como si tuvieran algo que lo hechizara, tenía que seguir la conversación, quería saber más de él –y creo que tu tampoco eres como los demás- por fin pude hacer que pusiera atención en mi –pues creo que no, soy algo impulsivo y no me llevo bien con mucha gente en mi escuela porque dicen que parezco niña, por el maquillarme y eso-
-pues a mí no me lo parece, es mas creo que eres lindo- las malditas palabras habían salido solas de mi boca, era el peor momento para el vomito verbal pero para cuando reaccione ya no había nada que hacer para corregir lo que ya estaba hecho, en Bill como en mi apareció un pequeño sonrojo en las mejillas –bueno… gracias… tú también eres muy linda.
