WHITE COLLAR: Una lección de navidad.

— ¿Santa secreto? ¿Acaso somos unos chicos? — Pregunto Peter con incredulidad, tras escuchas la propuesta de Diana para hacer algo diferente para las fiestas de la oficina en ese año. Siempre se hacia una comida o alguna reunión aburrida con los agentes en algún bar popular de las cercanías, pero este año alguien había olvidado apartar presupuesto para ello y habían terminado sin celebración de la navidad.

Así que Peter a la fuerza metió la mano dentro de una caja, saco un papelito y pronto leyó el nombre del afortunado:

"NEAL"

— ¿enserio?, ¿no puedo sacar otro papel? — rogo Peter, no porque le desagradara la idea de darle un presente a Neal, si no porque lo conocía y sabia perfectamente que descifrar los gustos de su muchacho era todo un desafío.

— Lo siento jefe, conoce las reglas. — dijo Diana y se alejo con una clara sonrisa dibujada en el rostro, era bastante comido ver a Peter así de consternado.

— ¡Es 23 de Diciembre! ¿Dónde se supone que consiga un regalo? — grito Peter, y la oficina entera se le quedo mirando con esas sonrisas, no era común verlo así de desesperado por una tontería tan pequeña como un regalo. Y había sido una suerte que Neal no anduviera por ahí fisgoneando pues por eso, Peter tuvo oportunidad de pasarse toda la tarde buscando algo bueno en ebay.

Peter no estaba conforme con nada, había visto mucha ropa elegante de esa que le gustaba a Neal, pero con tan solo ver el precio se desanimo por completo, era increíble que una maldita corbata rebasara los 300 dólares, solo por sus adornos Luego reviso joyería, relojes, perfumes… pero nada parecía ser lo correcto para su muchacho, así que derrotado regreso a su casa y le comento el problema a su esposa, a veces Elizabeth tenia mejor tacto para esas cosas de los regalos.

— ¿Y que se supone que le voy a regalar? — seguía preguntando Peter— ¿Mas ropa?... A Neal, le gusta la ropa— comento El, no lo diría en voz alta pero Neal era como una chica para esas cosas, con un enorme closet de trajes (que claro, eran del difunto marido de June) y un buen gusto para las combinaciones.

— No lo creo, ya tiene mucha ropa… y lo ultimo que quiero, es seguir viéndolo pasar por mi oficina con un traje, a veces me aburre verlo con esa ropa. — comento Peter

— Pues entonces regale otro tipo de ropa, algo que le haga cambiar su estilo. — sugirió El

— Nooo, yo lo conozco… solo fingiría una sonrisa y diría… "Wow Peter, es… es muy bueno tu gusto por la moda, solo espero que me quede" y una semana después dirá… "No lo puedo usar, porque me aprieta… o no me queda" — decía Peter con su mejor imitación de los gestos Neal en su rostro.

— Entonces ropa no… ¿Qué mas le gusta a Neal?... ¿Una botella de vino?

— Podría ser, aun que no quiero sonar como su padre… pero me gustaría darle algo que le sirva de algo, y no algo que se acabe en media hora. — dijo Peter y El se soltó a reír a carcajadas.

— Cariño, si piensas así… entonces cuando tengamos hijos, te van a odiar jaja… mira, piensa en Neal como un niño que desea juguetes y no aburrida ropa… el es así, solo que con mejores gustos.

— ¿Sabes? No debería de darle nada, no es un angelito ¿sabes?... Y no estaría mal respetar la tradición de Santa y castigarlo sin un regalo, por ser un mal muchacho. — dijo Peter

— Amor, no digas eso… ambos sabemos que Neal ha tenido sus altas y sus bajas, pero ha cambiado… es un buen chico. — aseguro El

— Y ese es justo el problema, es tan… tan fresco que no se ni que regalarle. — confeso Peter, y sin que pudiera imaginárselo… Neal estaba en la misma situación,

Neal había pasado por la oficina mas temprano que Peter y Diana le dio a escoger el papel de su santa secreto y casualmente… le había tocado entregar su regalo a Peter, el problema era que le debía tanto, su libertad, su confianza y hasta su cariño. Así que igualmente no podía decir que era lo mejor para su mejor amigo, claro… después de Mozzie, a quien había pedido una reunión en su apartamento para que le ayudara.

— ¿Por qué no darle un arma? Parece que le gustan al federal. — comento Mozzie tras terminarse la decima copa de vino tinto.

— Peter es pacifista, prefiere usar los puños antes que disparar a alguien. — aseguro Neal, había estado ya en muchos casos de campo con el federal, como para no conocerlo.

— Bueno, no necesita usarla… el objetivo es que la tenga de regalo, lo que haga con ella no debería ser relevante. — aseguro Mozzie, haciendo evidente de nuevo su rechazo por Peter y su estatus como federal.

— Nooo, yo quiero darle algo valioso… algo que valga la pena. — murmuro Neal, al contrario de Peter el tenia un montón de ideas sobre regalos, pero u único problema era el financiero. No tenia mas que 30 dólares para comprarle algo y las cosas buenas que tenia en mente, no eran para nada baratas.

— Es una lastima que lo hayas perdido todo, seguro que hubieras encontrado algo caro y hermoso en lo que robamos antes. — dijo Mozzie, Neal frunció el seño al recordar todas las piezas de arte y oro que la policía le había confiscado cuando lo arrestaron la primera vez, si tan solo hubiera conocido a Peter antes, seguro que le habría guardado algo.

— Espera… Mozzie eres un genio. — exclamo Neal con emoción

— Lo se, pero… ¿de que hablas? — pregunto Mozzie, tenia confianza en sus consejos pero en este caso no le quedaba claro lo que había hecho para ayudar a Neal.

— No lo perdí todo, todavía tengo esto. — Y Neal se señalo la frente, para hacer referencia a su magnifico cerebro, el creador de planes maestros. El era Neal Caffrey, un famoso ladrón que siempre consiguió todo lo que quería, ¿Por qué no habría de hacerlo ahora?

El día de navidad llego finalmente, y en NY se podía respirar el ambiente de las fiestas encada rincón, como cuando Neal salió por su café italiano y el vendedor le puso una bonita tarjeta de navidad justo debajo del vaso, o cuando reviso su correspondencia y se encontró con un sobre de June, uno con el monto de 200 dólares en efectivo.

— Who, June se lucio esta vez. — murmuro Neal para si mismo, por lo menos ya no estaba en banca rota, ahora tenia un poquito de dinero con el que podría comprarse alguna cosilla, tal vez hasta el regalo de Peter.

Hablando de los regalos, Peter estaba metido en su propio dilema, ya llevaba toda la mañana en el centro comercial buscando sus regalos de navidad. Compro una bufanda purpura para Diana, un rastrillo eléctrico para Jones, y para Elizabeth un brazalete con el gravado de:

"TE AMO" en el centro.

Ahora el único problema era el regalo de Neal, estuvo vagando durante horas por todos los pasillos y no encontró nada de su agrado, las bufandas no le gustaban a Neal, mucho menos los guantes o las gorras. La ropa era demasiado cara para ser una opción, además Neal ya tenía demasiada ropa que vestir… y entonces pareció encontrar el regalo perfecto… Un oso de peluche blanco vestido con raje, y uno de esos gorros que tanto le gustaban a Neal.

— Eres perfecto, seguro que le vas a encantar. — dijo Peter con el peluche en la mano, lo contemplo por un minuto mas y luego lo metió al carrito. Para cuando llego a las cajas, había una fila enorme para pagar, así que se quedo leyendo una de las revistas de deportes del anaquel… y cuando se dio cuenta, alguien había saco el oso de peluche de su carrito.

— Oh no, no, no… eso no. — murmuro Peter desesperado y miro hacia todas partes en busca del oso, entonces vio que en la caja de a lado, que una chica lo estaba pagando ya. La mocosa había aprovechado que estaba distraído con la revista y saco el oso del carrito, y ahora ella ya lo había comprado.

— ¡Oye, ese era mío! — le grito Peter, ella se giro a verlo y le saco la lengua de manera muy infantil, era una odiosa y lo peor de todo… es que oso era el ultimo que tenían en la tienda, Peter acababa de perder el regalo perfecto… ¿ahora que iba a hacer?

Mientras tanto, Neal se dedico a visitar las tiendas de joyas del centro. En tres de ellas le preguntaron si buscaba anillo de matrimonio para su novia, en parte le dio risa de que las mujeres le siguieran viendo tan atractivo como para tener una chica, pero por otro lado, sintió una punzada en el corazón, todo por el recuerdo de Kate, ella era la única mujer (hasta el momento) con la que realmente llego a querer casarse.

Visitar tantas joyerías, le ayudo a comprender los sistemas de seguridad con tan solo verlos. Todos eran iguales, y podían ser desactivados cuando los empleados sacaban algo de las vitrinas. Así que para la cuarta joyería, ya era todo un experto en ello.

Neal se desabotono la camisa un poco, pues un buen ladrón siempre hacia uso de su imagen personal para el engaño. Camino como modelo de pasarela hasta el mostrador y vio como todas y cada una de las trabajadoras lo miraban con deseaban. Las analizo una por una con la mirada, hasta que encontró a la más débil… Una jovencita no mayor de los 25 años, con cabello castaño, piel pálida y unos hermosos pero inocentes ojos azules.

— Hola, ¿Tu podrías ayudarme con algo? — le pregunto, pero fue hasta que le mostro su hermosa sonrisa blanca que ella cayo rendida.

— Ho-Hola… estoy para ser-servirle señor. — La chica ni siquiera podía hablar correctamente, estaba babeando por Neal.

— Bien, hem… veras, perdí mi reloj en una reunión de negocios en… Francia, y estoy buscando… uno nuevo, algo bonito… ya sabes, que vaya conmigo. — Neal tenia la costumbre de lamerse discretamente los labios para llamar la atención, y la chica no dejaba de imaginarse sus labios unidos a los de este hermoso hombre.

— ¿puedo ver su-su muñeca? — pregunto en apenas un murmuro, Neal se alzo un poquito la manga de su saco y su camisa, y dejo que la chica le tomara la muñeca son sus manos, ella estaba realmente alucinada, como imaginándose un viaje tomados de la mano en algún prado hermoso.

— Yo, puedo mostrarle algunos relojes que creo… podrían gustarle — dijo ella, Neal asintió y la siguió hasta la ultima de las vitrinas, donde había un montón de relojes preciosos… algunos de oro normal, otros de oro bañado en plata, etc… era hermoso. Y Neal quedo tan deslumbrado que ni siquiera parpadeaba o quitaba su sonrisa estúpida, hacia mucho que no tenia su veneno tan cerca y oh cielo santo, se sentía tan bien.

Todos los relojes eran hermosos, pero entre todos, estaba aquel reloj de oro bañado con plata, brillaba como se tratase de la misma luz del sol y la imagen de Peter presumiendo tal maravilla, era absolutamente exquisita.

— Quiero ese. — Neal señalo el reloj y la chica no pudo evitar reírse en voz baja, era una elección única y bastante costosa para alguien que aun que fuera atractivo, era un simple chico.

— Ese cuesta 1000 000 dólares, señor.

— No importa, quisiera probármelo. — pidió Neal, la empleada suspiro pero le mostro el reloj con sumo cuidado, era una pieza bastante costosa. — ¿Podrías prestarme un espejo?, quisiera vérmelo puesto — mintió Neal y apenas la niña se fue a buscar el espejo, el se guardo el reloj en la bolsa del saco y se apresuro a salir de la tienda… la cosa fue que el policía de la puerta había visto lo que hizo, y lo detuvo antes de que se fuera.

— Caballero, muéstreme las bolsas del saco por favor. – pidió el hombre, aun que estaba seguro de lo que había visto, quería humillar a Neal, quien no tuvo mas opción que devolver el reloj… estaba en un montón de problemas.