Genero: Yaoi
Advertencia: Lemon leve.
Tipo: ¿erotico? xD
Nota: Por pedido de una amiga en otro foro ^.^
Titulo: Cruda realidad
Itachi&Sasuke
Las manos recorrían con lujuria la blanca piel, los suspiros ahogados al ser devorados los labios de aquel chiquillo que poco o nada se resistía bajo el cuerpo del mayor.
Deseando tanto aquello que su subconsciente le gritaba "alto, esta prohibido", pero su cuerpo hacia oídos sordos a aquellos gritos mudos. El contraste del color de sus cuerpos denotaba la experiencia y el camino transcurrido entre uno y otro en lo que llevaban de vida.
Sasuke, no podía resistirse al tacto de su hermano. Itachi, por más que lo deseara no podía frenar aquel instinto predador que invadía su cuerpo tan sólo al ver a su tonto hermano menor. Por eso, habían acabado de esa manera. Por eso, los hermanos Uchiha estaban cometiendo un gran pecado a escondidas de sus padres, pese a ser el acto de amor más puro que un ser humano pudiera experimentar en la tierra.
Las embestidas sin frenesí del mayor contra aquel único acceso al cuerpo de Sasuke, lograban invadirlo de gratas sensaciones, su cuerpo se arqueaba en busca de darle más acceso, para que se adentrara en él más profundo, quería que Itachi inundara de él cada recoveco que pudiera tener.
El tacto de las manos de Itachi, parecía estarse gravando a hierro fundido sobre cada milímetro de su piel que estas recorrían de su cuerpo. Los gemidos de ambos se ahogaban en la boca del contrario.
Aquel deseo insano estaba provocando estragos en el cuerpo del vengador, aquel recuerdo del pasado lo golpeaba con fuerza en sueños desde aquella noche que Itachi le traicionó…
—…suke —la voz de alguien llamándole, atrajo de nuevo a la realidad al Uchiha menor—. Sasuke, al fin hemos dado con el paradero de Itachi.
Sasuke abrió sus ojos, frente a él estaba una fogata, a su costado derecho quien lo devolvió a la cruda realidad, Juugo. A su derecha dormían Karin y Suigetsu.
—Cuando el sol salga, partiremos. —Respondió al de hebras naranjas, mientras se ponía en pie y se alejaba un poco de ellos.
Es tiempo de que pagues por haberme engañado,… por haber traicionado el amor que inocentemente te había ofrecido.
Con ese pensamiento en mente, el chidori resplandeció en su mano y el chillido de mil pájaros, rompió con el silencio de la madrugada. Ya nada lo pararía, Sasuke haría justicia contra al que amaba con su propia mano.
