Hola. Este es mi primer Fanfic de animé en mucho tiempo, espero lo disfruten. Cabe destacar que los personajes de esta historia pertenecen a la serie Sakura Card Captor, propiedad de CLAMP.

Sakura es la joven hija del jefe de policía de la ciudad de Tokio. AU.

Catch you, Catch me.

Capítulo #01: Rutina

Aburrido.

Eso fue lo primero que pensó al reflexionar sobre su día en la universidad. Aunque la verdad no era para nada nuevo. Nunca había algo nuevo. Los mismos salones, las mismas compañeras, la misma comida en la cafetería, los mismos chistes de Yamazaki… Y no es que fuera una chica amargada, al contrario, se caracterizaba por tener una sonrisa radiante que te hacía olvidar cualquier problema, o al menos eso le decía constantemente su profesora de secundaria. Es sólo que desde hacía unos meses, su vida se había vuelto más rutinaria de lo normal.

O quizás era sólo porque no tenía internet en su celular.

Porque para ella, Sakura Kinomoto, hija del jefe de policía de la ciudad de Tokio, tener si quiera un celular ya era bastante peligroso.

- ¿Por qué esa cara Sakura-chan?- Preguntó una voz a sus espaldas, y si no fuese porque ya se sabía ese meloso timbre de memoria, quizás se hubiese llevado la primera sorpresa en lo que parecían siglos-

- No pasa nada Yukito-san. Sólo me dejó un tanto agotada la clase de matemáticas- Sonrió dándose la vuelta para encontrarse con un par de orbes marrones- Yo que pensaba que no vería más números al terminar la secundaria.

Yukito Tsukishiro era unos años mayor que ella, pero lo conocía desde que ella cursaba primaria. Era compañero, y mejor amigo de su trabajólico hermano mayor, Touya Kinomoto. Era alto, buen mozo, de cabellos grises y tez blanca.

- ¿Qué te trae por la universidad? – Preguntó la chica.

- Pasé a una panadería que vende unos pastelillos deliciosos, Touya me invitó a tomar el té a tu casa, y pensé que sería bueno llevar algo. Y como quedaba cerca de aquí, me pareció buena idea pasar.- Sonrió.- Pensé que sería buena idea volver juntos a casa ¿no te parece?

- Ya veo.- Dijo fijando sus grandes ojos verdes en la bolsa que traía el joven en su mano izquierda.-

Aquello no fue casualidad, lo sabía muy bien. No existe la casualidad, sólo la necesidad. Eso le había dicho alguna vez su profesora Mizuki. Ya estaba más que acostumbrada a esos encuentros con su hermano, su vecino, Yukito o algún amigo de su padre. No volvía sola a casa nunca. Menos muy entrada la tarde.

- No tendrías que haberte molestado Yukito-san, puedo volver sola a casa.-

- Lo siento Sakura- Le dijo, entendiendo que la castaña tenía perfecto conocimiento de todo.- Tu padre me pidió el favor. Sé que es un poco incómodo, pero él está muy preocupado.

- Lo sé, pero a veces necesito tener mi espacio. Entiendo lo del móvil, lo de las cuentas en internet, pero de verdad, creo que no me haría nada mal tener la libertad de pasear por el parque, o quedarme hasta tarde en la biblioteca sin estar pensando que mi hermano estará esperándome hasta las tantas para llevarme a casa sana y salva.

El chico no se atrevió a responderle. Porque la entendía. Cada vez que su padre se veía involucrado en algún caso peligroso, la vida de la pequeña Sakura se veía reducida a una rutina abrumadora. Era un tanto triste. Sakura era una chica muy activa, buena en los deportes, alegre, y comprensiva –aunque un tanto torpe y despistada-

- Ya verás cómo tu padre atrapa a estos criminales, y volveremos a salir como antes.- Le aseguró al sentir que el silencio era demasiado incómodo y prolongado

-Sí, después de todo, mi padre es el mejor policía de Tokio- Sonrió, sintiéndose un poco mejor.

Yukito tenía razón. Aquella sensación de aburrimiento era sólo temporal. No sabía cómo lo hacía, pero él -como ningún otro- tenía ese don de darle una cierta tranquilidad.

-Touya me contó algo sobre el caso. Al parecer, la policía está tras una banda organizada de ladrones de bancos.- Agregó el joven.

- No suena como la gran cosa, algo más deben hacer como para que mi padre me tenga tan vigilada.- Respondió al mismo tiempo que hacía una seña a Yukito para que caminaran en dirección a la estación de metro.

- Creo que son un tanto violentos para sus ataques, el otro día leí en el periódico que llegó un aviso de bomba a la escuela Tomoeda. Y que efectivamente, el GOPE logró desactivar un artefacto explosivo.

- Yo también leí eso.- recordó.- Touya dijo que allí estudiaba la hija de un detective de renombre, y que por eso hubo mucho despliegue policial.

- Exacto, me parece que son bastante inteligentes. Porque mientras la policía hacía sus labores en la escuela, ellos robaron un banco. Yo creo que es por eso que tu padre quiere tener vigilada ¿no? Por si intentan usarte con fines perver—

El sonido de la música de un móvil los hizo reaccionar a pocos metros del andén que los llevaría a su hogar. Yukito se sorprendió al ver el remitente.

- ¿Señor Kinomoto? – Contestó- Sí, estoy con ella, estamos a punto de subirnos a— Entiendo.-

Colgó.

- Sakura-chan, tu padre dijo que por ningún motivo nos subiésemos a la máquina, y que nos vayamos a zona segura hasta que llegue el GOPE.

- ¿Aviso de bomba? –Inquirió ella.

- Sí, dicen que entre los andenes 9 y 12.- Respondió.- Vamos, la zona segura es por aquí.

Caminaron a paso apresurado, sin embargo, no corrieron. El Sr. Kinomoto les había mencionado que jamás debían ponerse a correr desesperados en lugares públicos, al presentarse este tipo de situaciones. Puesto que podían desatar histeria colectiva, y causar un sinfín de accidentes. La chica iba un tanto entusiasmada, porque aquello que estaba sucediendo no era para nada rutinario.

Y entonces lo vio.

Una corta cabellera color chocolate pasó frente a sus narices, en dirección contraria al flujo de gente. Acercándose despreocupadamente hacia los andenes que ya estaban siendo clausurados. Se giró para seguirle el paso, y se sorprendió al ver que nadie miraba en aquella dirección, que a nadie parecía preocuparle.

- ¿¡Sakura-chan a dónde vas!?

El joven gritó con preocupación al ver como Sakura salía corriendo en dirección a los andenes. No se percató, sin embargo, de las intenciones de la joven, la cual tenía sus orbes verdes fijos en la espalda de ese misterioso chico. Como era de suponer, el nivel de pánico de la gente era demasiado como para detenerse en pequeñeces como lo eran dos adolescentes corriendo en sentido contrario a la zona de seguridad.

- ¡Oye, tú…!- Gritó Sakura, y al ver que no era escuchada aceleró el paso.- ¿Por qué vas en esa dirección?

Y entonces lo alcanzó, lo tomó de la mano y lo obligó a darse la vuelta. Por un instante dejó de escuchar, dejó de sentir, todo para admirar el par de ojos ambarinos que la miraban con evidente sorpresa.

- ¿¡Pero que diabl—

- ¿Qué hacías corriendo hacia allá?- Lo interrumpió la chica.- ¿no te das cuenta que están evacuándonos a zona segura debido a un aviso de bomba?

El chico la miró estupefacto. ¿Quién era esa lunática? ¿de dónde había salido y qué estaba pensando cuando decidió perseguirlo?

-¿Y qué se supone que haces tú?- Le espetó frunciendo el ceño, sus ojos fijos en los verdes de ella-

- Te salvo la vida.- Reprochó ella.- ¿No te das cuenta que puede ser peligroso?

- Yo, est— Pues quería ayudar.- Dijo con evidente nerviosismo, sin embargo, la chica parecía más ingenua de lo que indicaba su rostro.

- No seas bobo, lo mejor que puedes hacer es dejar que hagan su trabajo.- Le sonrió.

- De todos modos no es de tu incumbencia- El joven fijo su vista en su mano, aún cubierta por la pequeña y cálida mano de la misteriosa chica. Antes de poder siquiera sonrojarse ante la situación, se movió bruscamente y se soltó del agarre.

- E—este, lo siento mucho. No me fijé que…-

Intentó disculparse, pero chico ya estaba lejos. No habiendo procesado del todo lo sucedido, decidió volver por donde vino. Yukito no debía estar para nada contento.

Finalmente, la bomba fue desactivada por el personal especial de la policía. Yukito logró encontrarse con Sakura en la zona de seguridad, luego de haberla estado buscando como loco. La vuelta a casa se podía resumir en un tremendo sermón por parte del peligris, aunque lo que más le preocupaba a la morena era la larga conversación que le esperaba a la hora de la cena, cuando Tsukishiro le contase a su hermano y a su padre lo sucedido en la estación. Bueno, al menos le había servido para salir un poco de la rutina.

Y además, el chico de la estación era lindo.

Llegaron a casa en lo canta un gallo, a pesar de lo repletas que estaban las calles. Cuando entraron a la residencia, lo primero que hizo la chica fue percibir un delicioso olor. Su comida favorita: Camarón frito. Saludó a su hermano, a su padre, y corrió a su lugar en la mesa, como lo hacía desde que tenía memoria. Ya irían a la mitad de la maravillosa cena hecha por su padre Fujitaka Kinomoto, que entre otra de sus grandes cualidades, era un excelente cocinero, cuando Touya habló.

- ¿Cómo estuvo el incidente en la estación?-

-La verdad estuvo bastante expedito, y cuando todo volvió a la normalidad no hubo tanto tránsito como lo esperaba.- Respondió Yukito.

- Ya veo.- Exclamó Fujitaka.

- Sin embargo, debo decir que pasé un gran susto.- Agregó, Sakura tragó pesado y fijó su mirada en lo que le restaba de comida.- Cuando íbamos de camino a la zona de seguridad, siguiendo a la perfección las indicaciones que nos dio, Sr. Kinomoto, Sakura salió corriendo en la dirección opuesta sin decirme nada, y no la pude encontrar hasta minutos después.

- ¿Qué se supone que hacías, Sakura?- Preguntó con notorio enojo su joven padre.

- No lo sé.- Dijo la chica, decidiendo que era mejor decir las cosas tal y como habían pasado.- Ibamos con Yukito caminando tranquilos hacia la zona de seguridad cuando de pronto vi un chico, debió haber tenido mi edad, corriendo en dirección al andén. Me llamó mucho la atención, y nadie parecía notar que se estaba poniendo en peligro.

Hizo una breve pausa.

- ¿Y entonces pusiste tu vida en un inminente peligro por seguir a un chico desconocido? ¿Siquiera sabes su nombre?

- N—No, pero de verdad me pareció extraño. Porque no llevaba uniforme de bombero, pero se dirigía al lugar dónde efectivamente había una bomba. Cuando lo alcancé me dijo que quería ayudar, pero yo le dije que ayudaba más poniéndose a salvo. Eso es todo.

- Deberías seguir tus propios consejos, monstruo.- Le dijo Touya

- ¡Hasta cuando Touya, madura!- Respondió al instante la ojiverde. Touya le decía así desde que tenía memoria.

- Basta los dos- Los interrumpió su padre- Sakura, me parece muy noble lo que hiciste, pero por favor, no pongas tu vida en peligro de nuevo ¿sí?- Sonrió.

Sakura asintió, y siguió comiendo. Fujitaka Kinomoto era un hombre excepcional. Se casó muy joven con Nadeshiko Amamiya, la madre de Sakura, quien tenía 16 años para ese entonces. Sin embargo, era imposible no caer bajo el encanto de Fujitaka. Era muy inteligente, gentil, comprensivo, tenía maravillosos dotes culinarios, un gran sentido de la honradez, y además era muy apuesto. Jamás lo había visto verdaderamente enojado, ni tampoco triste. Ni siquiera cuando ella, en un intento de ayudarlo en su trabajo (rellenar expedientes e informes) terminó por arruinar su computadora derramándole café.

Estaba lloviendo fuerte. Dos días habían pasado desde el incidente de la estación, y su vida había vuelto a la desagradable rutina –salvo por la lluvia, eso era nuevo- Maldijo internamente ser tan despistada y no haber visto el informe del tiempo por la mañana. Había salido abrigada, pero para nada preparada para la lluvia repentina que azotó la ciudad. Lo bueno era que quedaban menos de dos cuadras para llegar a esta pastelería que tanto le gustaba a Yukito, donde había quedado de juntarse con Touya, que para variar había conseguido un trabajo cerca de allí.

Pero lo vio, otra vez.

Un chico de cabellos oscuros, ojos ambarinos pasó frente a sus ojos, venía de la calle de enfrente. Traía unos vaqueros y una chaqueta gruesa verde, en su mano derecha sostenía un paraguas. Iba tan sólo unos metros más adelante.

"Esta es mi oportunidad de disculparme por lo de la otra vez, y presentarme como corresponde." Pensó al mismo tiempo que sus pies se movían en dirección al joven.

Él por su lado, no pareció notar la presencia de Sakura, si no que caminó con los ojos fijos adelante, hasta llegar a la esquina de un callejón, allí dobló. La chica se preguntaba por qué demonio había doblado a un callejón como ese, eran oscuros, y siempre olían a basura, pero a las finales no le dio mucha importancia. Dio la vuelta a la esquina, hizo un ademán por llamarle pero lo que vio la dejó muda.

- ¿Lo trajiste todo?- Preguntó el chico de los ojos ambar.

-No, el resto lo tiene Meilin. ¿crees que Eriol me permitiría entregarte todo el dinero? Sería muy arriesgado.-

- Claro, tienes razón. – Dijo recibiendo una pesada mochila, que podría ser fácilmente confundida con la mochila llena de libros de un estudiante universitario.

A lo único que atinó Sakura fue a agacharse y esconderse tras unos basureros. Allí, frente a sus grandes ojos verdes (que observaban por entremedio de ambos tarros) se estaba llevando a cabo un crimen. El joven en cuestión se había reunido con otro hombre, vestido completamente de negro, con capucha. Este le entregaba una mochila, y hablaban de dinero.

"Tienen que ser los ladrones de bancos." Se dijo. "Concuerda perfectamente con la descripción, vestido de negro completo, y hablan de mucho dinero. ¿Qué hago?"

Nunca en su vida había estado en una situación así, sentía la adrenalina correr por sus venas, además de un tanto de miedo. -Eran los ladrones que ponían bombas en todos lados después de todo- Lo primero que golpeó su mente fue llamar a la policía, pero luego razonó que haría mucho ruido. También podía ir corriendo a la comisaría más cercana, que quedaba a sólo unas cuadras hacia el Este, pero podrían irse y ella quedarse sin evidencia alguna –más que la vaga descripción del chico de ojos ambar, cuyo nombre desconocía.-

Pero puedo grabar, mi celular tiene cámara!"

Acto seguido, encendió la cámara de su móvil y en silencio capturó unas cuantas imágenes. Estaban hablando de dinero, de un próximo punto de encuentro y otro poco de cosas que no alcanzaba a escuchar del todo bien. Cuando ya creyó haber grabado lo suficiente, se levantó de su escondite, silenciosa.

- Bueno, la entrega está hecha, ya sabes qué hacer. – Dijo el hombre de negro.- Me pregunto cuándo va a ser el día que tu arriesgues el pellejo por todos nosotros.- Dicho eso último, comenzó su retirada. El joven castaño lo miró irse, apretó los puños y respondió, elevando un poco la voz.-

-Y tú sabes perfectamente bajo qué condiciones estoy yo metido en todo est—

Un ruido tras unos basureros los detuvo. No estaban solos.

- ¿Quién anda ahí?- Gritó el joven de ojos ambar.

Sakura creyó que iba a morir, decidió permanecer en su escondite, si hacía eso, pensarían que la que pisó una lata y chocó con los basureros no fue una persona, sino un gato callejero, muerto de hambre. Se quedó quieta unos instantes, cerró sus ojos con fuerza y agudizó el oído. Nada. No podía oir absolutamente nada, como si estuviese completamente sola. Se levantó sólo un poco, para asomar su cabeza por sobre los tarros de basura.

Nadie. Se habían ido, y ella, tenía evidencia de sus crímenes. Suspiró aliviada y sonrió triunfante, pensando en lo divertido que sería cuando la policía, con su ayuda, atrapara a los criminales y su vida se volviese un poco menos tortuosa. Antes que pudiese siquiera darse la vuelta.

Todo se volvió negro.


Eso fue bastante corto, a pesar de que me salieron muchas páginas en Word. Creo que me va a costar acostumbrarme al formato en el que se publican aquí las historias. Espero que hayan disfrutado, y si puede, dejenme una opinión (¿Review se dice?)

Como dato, soy Chilena, y acabé por escribir una sigla, "GOPE", que corresponde en mi país a Grupo de Operaciones Policiales Especiales. Y pues, son ellos los que actúan cuando algún simpático llama al alguna escuela diciendo que han puesto una bomba.