Fic
¡Hey Candy!
Por Mayra Exitosa
Introducción
Esta pequeña historia se encuentra ambientada en los años sesentas, donde una jovencita indecisa ante su modo de ver y vivir la vida, no es común a la de su entorno, ella siente otros deseos de que el mundo ideal sea para todos y no para unos cuantos de clase privilegiada, comparte y convive con los menos afortunados, y con aquellos a lo que no debe acercarse.
El ha vivido ajustado a un modo de vida, con personas que no dejan hacer las cosas por sí mismo, su familia de altos ingresos, es una de las más afortunadas al ser dueños de varias empresas en Norte América, su familia vivió en Europa, el nació allá, fue traído desde niño en colegios y estudio en Inglaterra, para después ocupar el liderazgo en las empresas de su familia.
Los padres de ambos tienen planes de que se conozcan, debido a la sociedad de sus inversiones sería muy conveniente que ellos se aceptaran en un futuro, sin embargo lo mantienen en secreto ambos padres, a tal grado que disimulan y hacen como si no sintieran eso en el fondo.
La pequeña cuenta con diez años, jugaba con algunos hijos de los amigos de sus padres, y mostraba como masticar chicle y hacer bombas gigantes, ya era dominado por ella. Sacaba la envoltura y mordía dos paquetes de chicle a toda velocidad para poder tener la elasticidad de formar una bomba y ganarle al hijo de los Mc Calen, quien presumía de poder hacerlo mejor al ser mayor que la pequeña.
En la entrada el socio mayoritario de los Mc Gregory, llegaba acompañado de su hijo William Jr, un joven alto delgado, de ojos azules, rubio muy serio, tratando de no mirar fijamente a nadie, al venir obligado y dejar su pasatiempo por acompañar a su padre a una frívola reunión de negocios disfrazada de picnic con la familia del socio principal de su padre,
- Mira hijo, allá están los jóvenes hijos de mis socios, si deseas puedes ir a presentarte, estaré en aquel lugar por si deseas acompañarme.
- Si, señor.
- Vamos deja esa seriedad, anda ve y relájate un poco, es una fiesta de jardín, a ti te encanta el aire libre.
- Si, señor.
William obedeciendo a su padre se fue caminado hacia los jóvenes que rodeaban a alguien, curioso se acercaba y era una niña de espaldas, con rizos rubios y en una competencia al parecer porque la animaban a que hiciera algo.
Los jóvenes al ver a William, lo reconocieron de inmediato como el hijo del socio mayoritario de sus padres y guardaban silencio al saber que él era mayor y todo un genio en las finanzas como su padre. Candy White Mc Gregory, inflaba su boca para darle al chicle forma de esfera, emocionada hacia sus ojos viscos por ver como cada que soplaba la bomba crecía, al sentir que era más grande que la de Peter Mcallen, alzo su vista notando que todos miraba tras de ella, asombrada giraba para ver quién era y enlazando la mirada al joven recién llegado, explotaba la bomba gigante de su boca. ¡Splach!
William apretaba las quijadas para no soltar una carcajada, no era bien visto burlarse de una señorita, aun que esta se embarrara toda, viéndose cómicamente, con la cara cubierta de goma de mascar rosa. Los que la rodeaban no hicieron eso, se vio tan graciosa que soltaron las carcajadas por ver la goma pegada por todo el rostro.
Ella no dejaba de ver al recién llegado y al escuchar las burlas y risas de los demás, salía corriendo avergonzada, pues quien la miraba, no se reía, parecía un tempano de hielo, al verla en ese estado tan vergonzoso. ¡Lo había asustado!
¡Hey Candy!
Por Mayra Exitosa
Capítulo I
Diez años después… La vida en Rosa…
Ya no era una niña, ahora era una mujer, el rock and roll, las personas divididas en colores y para mejor variedad… los hippies… Candy ya pensaba independiente a su familia, su hermano era un joven moderno con creencia militares y unido a su padre en los negocios, no fomentaban el racismo, pero tampoco lo apoyaban por temor al rechazo de las amistades, algunos compañeros de su hermano, se fueron al grupo ecologista de vida natural, quedando unidos en matrimonios libres con hijos desnudos, según las versiones de su madre.
Para ella la vida era normal, cuando estaba en la escuela notaba la separación de los colores de piel, mientras algunos bailaban rock and roll, la música, los bailes modernos y el escándalo de los hippies era la diversión para ella, no apoyaba en lo más mínimo su liberalismo y había comprobado como muchas mujeres se rendían ante esa libertad, pero al verlos drogarse y alucinar era realmente algo que no podía tolerar, si se identificaba un poco era por las bombas atómicas que el país detonaba y a lo que estaban la mayoría de los jóvenes en contra, pues se consideraba una pérdida de ambiental y degrado de la tierra. Muchos no apoyaban la cantidad de pruebas atómicas tan grandes que se hacían, pero grupos rebeldes como los hippies se oponían drásticamente creando caos en ciertos momentos, ante los lideres de los estados de la unión americana. Para Candy era una lucha difícil como el salón en contra del río, donde el rio era el gobierno y los salmones, eran los hippies.
- Mamá, estaré en casa de Paty
- Adelante hija, ten cuidado te espero antes del anochecer para la cena.
Escapar en autos con los amigos era la diversión de los jóvenes, los padres lo sabían y procuraban darse por desentendidos, eso beneficiaba a Candy, quien se desaparecía tomando una doble vida, uniéndose a los salmones o hippies en el beneficio de la ecología.
William Albert viajaba de nuevo a casa de los Mc Gregory, su padre lo había mandado ahí con la familia para descanso y que conviviera… con los hijos de ellos. Sin embrago, Albert deseaba escapar, liberarse de todo irse a la montaña más alta y respirar aire limpio, libre, había estado estudiando, se había graduado y por fin cuando se tomaría un descanso su padre lo inducia en los negocios, esta ocasión seguía siendo negocios para él al tener que estar con la familia de uno de sus socios.
El auto que manejaba, era una belleza, lo difícil de aquello no era el tráfico, sino los hippies manifestándose como siempre cubriendo las calles, pasando como si fueran jardines, gritando "Viva el amor, no a la guerra" con letreros y pancartas, símbolos de significado de amor, y otras novedades, de pronto vio una mujer con una pancarta, ella giraba y como un deja Vu, una mirada se volvió a enlazar, al sentirse descubiertos, Candy tomo un helado en cono de una de las mujeres y lo arrojaba al cristal del auto, impidiendo que la continuara viendo y por ende que la reconociera.
- ¿La pequeña?
La mente de Albert se fue aquel día hacía muchos años, cuando vio a la chica con la goma de mascar en el rostro, pensando que era imposible que estuviera ella con los hippies, bajaba del auto, y movía el helado en el cristal, siendo rodeado por otros con letreros que ya no dejaban buscar a la chica del gorrito café.
Candy por su parte, soltaba las pancartas, corría hacia los costados desocupados para escapar y poder regresar a su vestimenta original, metía su ropa en el bolso y corría a la heladería donde Paty y su novio escuchaban música.
- Candy, que bueno que llegas. Decidimos esperarte para pedir el helado.
- Si, ¿helado? Candy pensó en la mirada de aquel hombre, era él, definitivamente era él, que hacía en la ciudad, si tenía mucho de no venir estaba en… Europa.
- ¿De qué sabor lo pido, Candy?
- ¿Qué cosa?
Paty sorprendida notaba distraída y agitada a Candy, se levantaba y comentaba.
- ¿Te asustaste? ¿Qué te pasó Candy?
- No. Nada. ¿Por qué?
- Stear te pregunta sobre que sabor quieres tu helado.
- Oh lo siento, me distraje, mmm fresa, por favor.
En la casa de los Mc Gregory salían los padres a recibirlo, mandaban bajar el equipaje y asignaba la mejor habitación, con vista al lago, casualmente a un lado de la de su pequeña hija.
Deseando que sea de su agrado este nuevo fic, pequeño y de los años que... no conocí y que es bonito pensar en ellos, pido anticipadamente disculpas si la época no va muy definida a la historia o los conceptos, la idea es fiction y diversión...
Un abrazo a la Distancia
Mayra Exitosa
