Nuevo Año, nuevo fic! A diferencia de los otros dos, este no será muy extenso. Constará de tres partes, osea de tres capítulos, y espero que así sea. Es el primer fic "oscuro" que escribo, por tanto no habrá fluff ni risas. Centraré el fic en un amor enfermizo y obsesivo, algunas escenas pueden chocar, y si a alguien no le gusta esta temática le sugiere que no siga adelante. Esta primera parte es "ligera", pues sirve como introducción. Espero de corazón que os guste!
Shingeki no Kyojin no me pertenece.
Advertencias: AU, RIREN, RELACIÓN TÓXICA.
I will love you 'til the end of time
I would wait a million years
Promise you'll remember that you're mine
Baby can you see throught the tears
Love you more
That those bitches before
Say you'll remember, oh baby, say you'll remember, oh baby ooh
I will love you 'til the end of time
...
Blue Jeans, Lana del Rey
Muchas veces lo había imaginado, lo había deseado en tantas ocasiones que no comprendía por qué dudaba en ese preciso momento. Conocía las consecuencias y el riesgo al que se exponía. A ojos de los demás, sería un error, una equivocación o la peor decisión jamás tomada. Pero le bastó saber que le amaba para cruzar finalmente esa línea.
Encerrado en su dormitorio, Eren se encontraba sentado al borde de su cama con la cabeza agachada y las manos entrelazadas. Daba la sensación de estar rezando, pero él nunca había sido creyente... puede que por esa razón estuviera a punto de entrar en el infierno. ¿Sería su elección un castigo de Dios?
Sonriendo con pesar, se preguntó por qué justo ahora recordaba esas tonterías. Tenía miedo, pero al fin y al cabo, toda persona tenía miedo a algo, y él tenía miedo de la personaba que amaba. Ese era su castigo, y con gusto, cumpliría con el.
Levantándose de la cama, se agachó junto a ella y de debajo sacó una maleta. La tenía escondida desde hacía semanas, pero nunca se había atrevido a sacarla. Hoy era el día. Abriendo el armario, cogió las primeras prendas que vio y las metió en la maleta sin molestarse en colocarlas bien. No tenía mucho tiempo. Cogió su mochila y se la colgó en el hombro. Todo lo demás lo dejó tal y como estaba. No iba a perder el tiempo ordenando su habitación.
Antes de salir, echó un último vistazo al que había sido su refugio por diecisiete años. No estaba muy seguro de si regresaría algún día y abandonar su hogar le producía una especie de melancolía. Pero no podía echarse atrás. Dejando la puerta abierta —pues no tenía ningún sentido cerrarla—, avanzó hacia el salón y se detuvo frente a un mueble antiguo donde su padre guardaba su agenda. Arrancando una página en blanco, escribió lo siguiente:
Me he ido de casa. Llámame solo en caso de emergencia.
Estaré bien.
No le gustaba mentir, pero no se le ocurrió otra cosa. Mirando el reloj que había colgado en la pared, comprobó que todavía quedaba una hora para que llegase su padre de trabajar. Desconocía cual iba a ser la reacción de su padre al enterarse de que su propio hijo había escapado de casa, pero tampoco iba a quedarse para averiguarlo.
Con maleta en mano y mochila en el hombro, Eren salió de casa y cerró la puerta con llave. Ahora le quedaba por recorrer un largo camino, y no solo metafóricamente hablando. Levi vivía lejos, en la misma ciudad, pero en los barrios bajos. No era una zona muy transitada, y además era un sitio muy poco recomendable, incluso el transporte público hacía años que no hacía esa ruta. Pero a él no le importaba caminar casi una hora a pie.
Aún no había anochecido y aprovechando los últimos rayos de sol, se encaminó hacia su nuevo destino. Mientras caminaba, se percató de que nadie de su entorno estaba enterado de su decisión. Ninguno de ellos conocía a Levi ni el tipo de persona que era. Hubiera sido una completa locura hablarles a sus amigos sobre cómo se había enamorado de un criminal que le doblaba la edad. Se hubieran reído de él, y tras comprobar que era cierto, le habrían tachado de loco y le hubieran aconsejado que se olvidara de él. Eren prefirió ahorrarse todo eso.
Su padre seguramente le hubiera enviado al psicólogo y se hubiera culpado a si mismo por la decisión de su hijo. Eso también prefirió ahorrárselo.
Nadie podía entenderlo, y así ya estaba bien. No quería oír como le juzgaban sin entender sus sentimientos. Era su vida, y por tanto su elección.
Después de una hora recorriendo toda la ciudad, llegó a los suburbios de esta, donde la presencia de transeúntes era mínima y el aspecto de las viviendas era bastante deplorable. Recordando la vez que siguió a Levi a escondidas hasta su casa, se paseó por las calles intentando pasar desapercibido. Poniéndose la capucha de la sudadera, se dirigió con pasos veloces hacia donde vivía Levi.
Sin embargo, no había previsto que al llegar a ese edificio mal conservado y carente total de encanto, Levi no contestara cuando Eren llamó al interfono. Tras llamar cuatro veces, llegó a la conclusión de que aún no había llegado. Algo inquieto, se arrinconó en una esquina del portal y sentándose en el suelo, esperó.
Era una suerte que no fuera invierno, sino probablemente se hubiera congelado esperando en la intemperie por más de media hora. Estaba en un barrio peligroso, pero confió en que la oscuridad de la noche le sirviera de aliada. Agazapado y medio escondido resultaba casi imposible reparar en su figura. Después de mirar su móvil por enésima vez, oyó unos pasos acercarse, y al voltear el rostro, distinguió la silueta de Levi entre la oscuridad.
—¿Qué cojones haces aquí? —preguntó este atónito.
—Vine para estar contigo —respondió Eren poniéndose en pie.
Levi miró con incredulidad la maleta. Había tenido un día largo y no estaba de humor para aguantar las tonterías de ese mocoso.
—Largo de aquí.
Eren ya había supuesto que esa iba a ser su respuesta, así que fue directo al grano.
—Me he ido de casa —dijo, aunque no hiciera ninguna falta, pues se veía claramente.
—Enhorabuena, ya eres todo un rebelde —se burló sin pizca de gracia en su voz.
—¿Te acuerdas cuando te dije que lo dejaría todo por ti? —preguntó Eren sin sentirse ofendido por ese comentario—. Pues ya lo he hecho.
Levi maldijo la idiotez de ese niño. Jamás había conocido alguien tan terco e insensato. Si bien se sentía atraído por ese mocoso, en ningún momento de su miserable vida había considerado seriamente la posibilidad de estar con Eren. Él no pertenecía a ese mundo tan oscuro, y no entendía el...
De repente, una posible idea sobre sus verdaderos intenciones cruzó la mente de Levi.
—¿Crees sacarme de esta mierda? ¿Quieres hacerte el héroe salvándome? —se burló riendo cruelmente.
—No haré de nada eso. Yo... no soy nadie para juzgar tus actos —murmuró en voz baja—. Lo único que quiero es estar a tu lado.
—No seas estúpido —escupió con maldad—. No tienes ni idea de la vida que llevo.
—¡No me importa! ¡Te quiero!
—¡¿Y crees que eso sí importa?! ¿Cuál es tu intención? ¿Esperarme en casa con una sonrisa mientras yo regreso de deshacerme de un cadáver? —inquirió, empezando a perder los estribos.
—¡Pues si es necesario, sí! —exclamó con los nervios a flor de piel.
Levi hizo una mueca. Ese mocoso estaba acabando con todo su autocontrol. Dándose la vuelta, espetó:
—Lárgate.
—No.
—¡Eren! ¡No podemos estar juntos! —gritó Levi con furia.
—Yo sé que sí —le rebatió sin rendirse.
Su testarudez no conocía límites, y puesto que Eren no le daba importancia al hecho de que él era un criminal, optó por otra vía.
—Nunca he mantenido una relación como la que tú propones —explicó intentando calmarse—. Ni siquiera he mantenido relaciones "normales". No sé amar.
—Siempre hay una primera vez para todo —contestó Eren.
—Nuestra relación no sería de pétalos y arco-iris. Soy posesivo, controlador y frío.
—Puedo con ello.
—No serás feliz —advirtió Levi como amenaza.
—Nadie dijo que amar fuera sinónimo de felicidad —replicó audazmente.
—¿Por qué insistes en echar a perder tu vida?
—Porque te amo —respondió con simpleza.
Levi suspiró pero no replicó. Estaba cansado y no le apetecía seguir discutiendo sobre algo tan absurdo e inexistente como su relación amorosa. Era tarde y la noche no era segura en ese suburbio, y menos para Eren. A regañadientes, sacó la llave y abriendo la puerta, permitió que Eren pasara la noche con él.
Este tiró de la maleta todo satisfecho y con una amplia sonrisa. Levi le observó entrar inexpresivamente. El bloque solo constaba de tres pisos, y Levi vivía en el primero. Dado que el ascensor llevaba averiado desde hacía años, Eren tuvo que cargar con la maleta por las escaleras mientras el mayor iba por delante ignorándolo deliberadamente. Llegando al primer rellano, Levi abrió la puerta de su casa y dejó entrar a Eren quien llegó jadeando por el esfuerzo.
—Mañana cuando despiertes, te irás —dijo, nada más cerrar la puerta detrás suyo.
Eren asintió sin prestar mucha atención. Estaba demasiado ocupado contemplando el piso con asombro. Pese a formar parte de un bloque en mal estado, el interior del piso estaba impecable. Todo estaba en perfecto orden y la nitidez podía hasta olerse en el ambiente. Era un espacio muy reducido, pero se veía acogedor.
Esa noche, Eren durmió en el sofá. Levi le prohibió acercarse a su habitación, y en caso de que lo hiciera, el propio Levi alegó que no se responsabilizaba de sus actos. La amenaza quedó implícita, y el castaño no se atrevió a desobedecerle.
A la mañana siguiente, no obstante, Eren no se marchó. Levi, quien tenía trabaja por delante, le advirtió que cuando regresara, esperaba no encontrarlo allí. Este hizo oídos sordos y aguardó su llegada impaciente. Por razones obvias, cuando Levi entró en su piso, comprobó disgustado que el castaño no se había movido de allí y que encima tenía la desfachatez de recibirlo con una sonrisa.
—¡Te dije que te fueras esta mañana!
—¿Aún no lo entiendes? ¡Vine para estar contigo! —respondió Eren.
—¡No quiero que estés aquí! —exclamó sin mirarle.
—¡Podemos estar juntos! —insistió, ignorando el dolor que le causó oír esas palabras.
Con un rugido de rabia, Levi avanzó hacia Eren y agarrándolo por el cuello lo embistió contra la pared violentamente. Este gimió ante el golpe recibido en la cabeza.
—¡Deja de soñar! ¡Quítate de la cabeza ese estúpido cuento de hadas que te has inventado! —bramó, oprimiendo su agarre.
Eren apenas podía respirar, y aunque no lograra articular palabra, negó con la cabeza. No quería rendirse tan fácilmente. Su negativa no fue bien recibida.
—Dame un solo motivo para no ahogarte aquí y ahora —exigió Levi.
—Te... q-quiero —balbuceó Eren a duras penas.
En un arrebato de ira, Levi alzó el puño directo al rostro del castaño, pero en el último segundo se lo repensó y en su lugar, golpeó la pared con rabia.
—¿Es lo que quieres? —preguntó en tono serio. La fuerza con la que oprimía su cuello fue disminuyendo poco a poco.
—Quiero estar a tu lado.
—Eren —empezó, viéndose derrotado por esa ofuscada determinación—, sabes qué tipo de persona soy. Si te vas ahora, olvidaré todo esto. No quiero que arruines tu vida, por eso te doy la oportunidad de irte —Eren no dijo nada, ni tampoco se movió—. Si insistes en quedarte... luego no podrás regresar. Permanecerás a mi lado quieras o no —sentenció severamente—. Elige bien, y sobretodo no te arrepientes de tu elección.
Aun así, Levi supo su respuesta antes de oírla.
—Por muy doloroso que sea, te amaré hasta el fin de los tiempos.
—Estúpido mocoso.
Para fortuna o desgracia de los dos, así fue. Levi no le engañó respecto a lo dura que iba a ser su relación, y a petición del propio Eren, este lo mantenía informado de todos sus actos sin obviar ningún detalle. La primera vez no estuvo mentalmente preparado, la segunda vez tampoco, la tercera fue peor. Pero se convencía a si mismo de que terminaría acostumbrándose.
No fue así.
Sin embargo, los robos, los secuestros, las torturas, los asesinatos no eran nada comparado con el carácter de Levi. Eren agradeció que le advirtiera de que no era bueno para las relaciones, ni tampoco para amar.
Levi era extremadamente posesivo y controlador; no permitía que el castaño saliera de noche, tampoco que saliera de casa sin su permiso -alegando que era por su propia seguridad-, siempre quería saber qué hacía en todo momento y en varias ocasiones habían discutido por pequeños descuidos por parte de Eren.
Levi era demasiado orgulloso y nunca pedía perdón. Por lo que la reconciliación siempre quedaba a cargo del castaño. Debido a su temperamento y frialdad, Eren procuraba contentarlo con cualquier cosa.
Sabía de sobra que aquella no era una relación sana, y si tuviera que definirla de alguna manera, la calificaría de asfixiante y tormentosa. Cuando Levi fracasaba en algún cometido, se desquitaba con Eren, a veces incluso le culpaba a él y le aseguraba que estar con él era el mayor error que había cometido. Minutos después, caía agotado y era entonces cuando Eren le abrazaba y le acariciaba el pelo.
Otras veces, Levi se desahogaba de forma distinta. Con agresividad y sin avisar, Levi solía agarrarlo y donde quiera que estuvieran, lo poesía sin miramientos y sin esperar una respuesta por parte del castaño. Eren se dejaba hacer sin oponer resistencia, sin protestar y ofreciendo sin reservas lo que Levi ansiaba en ese momento.
Nunca hacían el amor, o por lo menos, Eren no lo consideraba así.
Más tarde, cuando ya había terminado, Levi le acurrucaba a su lado en la cama —a modo de disculpa—, y juntos caían dormidos.
Eren sentía como si viviera al borde un precipicio. Estar junto a Levi era una continua lucha por mantenerse en el límite, pues no podía retroceder ni avanzar. Estar sin Levi era como caer al vacío, su ausencia abría un abismo del que Eren se sentía preso y solo viéndolo de nuevo, conseguía salir de el.
Tres semanas habían transcurrido desde que Eren escapó de casa; las constantes llamadas de su padre parecían no tener fin, aunque él no contestaba a ninguna. Solo enviaba algún que otro mensaje diciéndole que estaba bien. Pero pronto se dio cuenta de que no solo su padre estaba preocupado por él. A finales de las vacaciones de verano, recibió tres mensajes de texto que rezaban lo siguiente:
Mikasa
Estoy muy preocupada por ti. Tú padre nos ha dicho que te fuiste de casa. Todos nos preguntamos a dónde has ido. Llámame. Espero que estés bien. 09:35
Armin
Eren, ¿dónde estás? No te vemos desde hace semanas. ¿Ha ocurrido algo con tu padre? Contesta por favor. 17:04
Jean
¿Dónde te has metido? ¡Has desaparecido sin decirnos nada! 23:12.
.
.
