Dissclaimer: Strike the blood no me pertenece, ni ninguno de sus personajes, solo me pertenece este fic.


Pesadilla: Sueño angustioso; preocupación grave y continua que siente alguien a causa de alguna adversidad.


De nuevo se encontraba en esa sala llena de tubos; todos los homúnculos frente a ella la miraban, no era difícil de comprender, al fin y al cabo no es que hubiese algo más interesante que mirar, solo probetas, cables y burbujas. Las luces del techo, de neón blanco, incidían en el cristal dándole un aspecto aún más antinatural al verde del amnios artificial que la rodeaba. Astarte ya había salido fuera un par de veces, pero como todo no había supuesto ninguna diferencia: estar dentro o estar fuera, ¿qué importaba?

Tal vez lo único que la hacía reaccionar era el dolor: las agujas clavadas en su cuerpo, o la oleada de energía que la había recorrido cuando Rhododactylos fue introducido como su familiar. Sí... conocía el dolor físico, pero no era importante, era algo casi rutinario en ese lugar, solo tenía que concentrarse en bloquear todo lo posible el sentido del tacto de su sistema. Ella era un homúnculo, el primero en ser receptor de un familiar; la energía que Rhododactylos robaba a otros familiares se convertía en su energía vital y el dolor solo era parte del proceso, de todos modos viviría poco tiempo ¿a quién le importaba el dolor? Tampoco la importaba vivir o morir, todos los organismos vivos nacían y morían, era natural, un hecho inevitable, ella no iba a ser la excepción.

El único ruido de ese lugar era el murmullo de las máquinas y los ventiladores en funcionamiento, tan solo el sonido de las burbujas de su tanque de suspensión acompañaba a Astarte en ese recipiente de cristal, pero, incluso a través de la gruesa pared transparente que la rodeaba, pudo escuchar cómo algo rompía la falsa calma, algo que no era una máquina.

Pasos.

Pasos apresurados que se acercaban cada vez más. El fuerte choque con el metal del suelo los hacía metálicos, profundos; formando una estela de resonancias, el primer paso no terminaba de escucharse cuando comenzaba el segundo, entremezclándose unos con otros.

Una de las burbujas pasó demasiado cerca de su cara obligándola a cerrar los ojos por instinto.

Hacía frío.

Estaba fuera del tubo, desnuda, empapada y con la carne de gallina por el aire que producían los ventiladores de la nave. Una mera reacción fisiológica ante el cambio y la diferencia de temperatura entre su cuerpo y el ambiente.

Escuchó un golpe sordo a sus espaldas y nuevamente el instinto actuó por ella, haciéndola girar para ver la causa.

Frío y silencio.

Pero allí no había nada, solo un gran ventilador parado; todo parecía haber desaparecido: los cables, los tubos... el ruido irregular de las burbujas atascado en sus oídos. Todo.

Frío, silencio y un olor pastoso.

En contraste con el olor antiséptico al que estaban acostumbradas, las fosas nasales de Astarte se vieron invadidas por algo desagradable; mientras, el sonido uniforme de la nave volvió a ser interrumpido, esta vez no eran las burbujas, sino un goteo. Muchas gotas, densas, pesadas, caían haciendo un ruido que parecía retumbar más que los pasos ya extintos, como si cayesen en sus oídos, incitando de nuevo a su instinto, a su curiosidad, a buscar el origen de esa disonancia.

Sangre.

Un mar de sangre se extendía ante ella. Sangre roja, brillante por las luces de neón, y pastosa, que se deslizaba con calma por el suelo. Sus ojos azules nadaron en él, en dirección contraria al curso escarlata que amenazaba con tocar su pálida piel.

Dolor.

Astarte estaba programada al igual que una máquina: podía regular su actividad fisiológica, reajustar y reactivar sus funciones biológicas, analizar lo que procesaban sus ojos... No estaba diseñada para fallar un diagnóstico, pero algo estaba mal con lo que: aunque el análisis no podía estar mal, su mente se negaba a procesar la información como cierta. Su sistema estaba cortocircuitando.

Sentía un fuerte dolor recorrerla, la sensación era similar a recibir un golpe en el pecho; el aire había escapado de sus pulmones, la fuerza del impacto la hacía tambalearse y sus sentidos estaban descoordinados. Astarte no podía reajustarse, ni analizar, estaba colapsada, su sistema buscaba una explicación sin éxito; nada ni nadie la había golpeado, pero no había ningún error: el dolor era real.

Su cuerpo no reaccionaba a su voluntad: los ojos llenos de lágrimas, las manos aferradas a su pecho contraído, estrujado por la angustia y el dolor, todo su ser temblando...

Su cuerpo no podía estar sintiendo dolor, ningún elemento físico estaba en contacto con ella, pero su mente insistía en sentirse atacada al ver la escena.

Asagi, Himeragi, Nina, Kanon, Kojou, Natsuki.

Todos muertos, tirados en el suelo, con sus cuerpos mutilados por el hacha de Rudolf cubierta de sangre. Sus ojos vacíos la miraban fijamente, y Astarte solo pudo retroceder unos pasos. Estaba asustada, conmocionada, abrumada por el dolor que su mente la hacía sentir en todo su ser.

Tuvo un sobresalto al chocar contra un cristal; la luz de neón que colgaba del techo se reflejó en las gruesas paredes que la rodeaban: había vuelto al tanque de suspensión.

Su cuerpo seguía sin obedecer a la programación estipulada, se rendía a las emociones que avanzaban, como una plaga, desde su mente al resto del sistema. Golpeaba el cristal con pura desesperación; quería salir y abrazar el cadáver de su instructora, abrazar el cadáver de Kojou, aquellas personas que había catalogado como familia, aquellas que la habían dado la oportunidad de vivir y ahora estaban muertas.

Sin poder sostenerse un segundo más, cayó de rodillas al suelo, derrotada. No podía hacer nada, solo mirar entre lágrimas cómo destrozaban ante sus ojos lo más preciado para ella, y resignarse a la soledad, a volver a estar fría, vacía y sin emociones, porque ellos ya no estaban a su lado.

Angustia, dolor, miedo, tristeza.

Astarte deseó ahogarse: ahogarse en esas emociones, en el amnios que empezaba a llenar el tanque, sumergirse entre burbujas y no despertar jamás.

Sus ojos, húmedos por las lágrimas, se abrieron de golpe. Estaba en su cuarto, esa pequeña habitación que Natsuki la había asignado en su primer día como maid. Se envolvió con las sabanas, protegiendo su cuerpo sudoroso de la corriente de aire que entraba por la ventana; se abrazó a sí misma y cerró los ojos con fuerza, respirando lenta y profundamente para calmarse y dejarle espacio al análisis de situación.

"Ha sido una pesadilla, solo una pesadilla"

Unos minutos después su mente estaba de vuelta a la realidad: en su cama, en su cuarto, en la isla Itogami... En casa.

En casa. Qué rápido cambiaban las cosas.

Al principio todo le era indiferente, ni siquiera reconocía la indiferencia, era una máquina en un cuerpo vivo; pero con el paso del tiempo había comenzada a tener emociones, con la ayuda de toda la gente que la rodeaba había empezado a comprenderlas: lo agradable, lo desagradable, la angustia, el miedo... el cariño, la felicidad... Era abrumador, pero amaba sentir.

Entones sus ojos se cerraban y su mente dejaba atrás la vigilia.

Sabía que solo eran proyecciones ficticias, sueños, pesadillas... pero esa ficción podía volverse realidad; sabía que algún día la condena de Rudolf acabaría, que volvería a por ella y juntos regresarían a Europa, dejando para siempre su casa, volviendo a ser solo un arma. No era ese sueño lo que despertaba su miedo, sino ese hipotético futuro y lo que significaría.

Tenía miedo a perder su humanidad, a no poder anhelar las emociones, a no volver a tener miedo...

Amor, odio, cariño, desprecio, miedo, valor, felicidad, tristeza...

porque la verdadera pesadilla de Astarte eran sus emociones.


Hola people n.n ¿Cómo estamos? Yo contenta porque acabo de publicar el primer fic de Strike the blood en español (aplausos y ovaciones), aparte de que también es el primer fic sobre Astarte (más aplausos y ovaciones XD)

Y seguramente nadie lo leerá n.n" (silencio)

Pero bueno, yo he disfrutado escribiéndolo; me encanta este personaje y es una lástima que no se le dé un mínimo de protagonismo. Puede que algún día escriba otro fic sobre Natsuki, otro de mis personajes favoritos.

(¡Vivan los secundarios!)

Gracias a todos lo que habéis llegado hasta aquí, espero que os haya gustado.

Muchos kisses.