La vida sigue
(3 años y algunos meses después de la cuarta guerra Shinobi)
Deberías dejar de trabajar tanto. Mira quién habla, aquel que no puede excusarse apropiadamente de una cena porque está trabajando hasta tarde. Sakura sentía pena por Hinata, debía admitirlo, Naruto era un Hokage trabajólico y su afán por querer mejorarlo todo en todos los aspectos lo hacía siempre trabajar más de la cuenta. Sakura se imaginaba a Hinata sola en casa, esperando a Naruto hasta altas horas de la noche, solo para poder saludarlo.
Quizás Hinata no estaría en pie hasta tan tarde esa noche, finalmente Sakura y Naruto irían a Ichiraku por un poco de ramen para poder conversar como hace un tiempo no lo hacían, pero él terminó cancelando la cita a última hora –como Sakura predijo que lo haría, pero él le dio su palabra– y Sakura solo pudo optar por volver al trabajo.
El hospital estaba bien, su labor con los niños también, pero debía admitir que no tenía muchas cosas qué hacer después de salir del trabajo como para solo pensar en salir temprano e irse a casa. Era algo triste, antes siempre tenía cosas que hacer, o si no las tenía, no se deprimía al respecto. Ino le hubiese dicho que buscase ayuda porque era claro que estaba evadiéndose con trabajo, pero Sakura en verdad no estaba demasiado segura si la ayuda que Ino quería que se buscara era la misma ayuda que Sakura necesitaba.
No culparía a Sasuke y su ausencia, no, ya llevaba mucho tiempo de ella y estaba demasiado acostumbrada a no tenerlo y a añorarlo como para decir que eso era lo que la tenía en el precipicio de la depresión o lo que fuese que la gente suponía que tenía últimamente; podría ser, quizás, que mientras el mundo seguía su curso y la gente hacía sus vidas, ella no estaba ni cerca de llegar a un puerto para sentar cabeza. No es que no quisiera, le tentaba la idea de estabilizarse un poco y no estar tan dispersa entre tantas opciones para su futuro, pero era como si existiera una traba que le impidiese seguir.
Te veré luego.
No le prometió nada, no le aseguró nada, solo se despidió con una frase que cualquiera hubiese usado en cualquier momento, con o sin el toque en la frente, pero a Sakura le había llegado tan dentro el gesto que todo su cuerpo lo sintió como un juramento: "espérame".
Esperarlo, esperarlo como siempre lo había hecho, ya sin intención de nada más que verlo de vuelta, esa era su espera. No le importaba que Sasuke no tuviese planes con ella ni que se hubiese olvidado del equipo 7 por completo, ella esperaba que volviese a su hogar, donde estaba la gente que lo quería, ya no había más motivaciones extrañas detrás de todo, nunca las hubo… el amor que ella le tenía ya estaba en otro plano totalmente distinto que el que le tenía cuando era aún una pre-adolescente, no era egoísta, no lo quería para sí misma, lo quería ver feliz.
Por eso no veía limitación real en su sentar cabeza, Sasuke era una promesa vaga que, a estas alturas, parecía totalmente una ilusión; en cambio había hombres que se le habían declarado prometiéndole hacerla feliz por siempre, pero nunca pudo aceptarlos… ¿por Sasuke? Quizás, tampoco podía decirle que sí al primer hombre que se le cruzara para asegurar su propia felicidad si ella no estaba sentimentalmente lista para aceptar a otro hombre que no fuese Sasuke.
Era injusto, casi deseaba que Sasuke no le hubiese dicho nada, que ella no hubiese esperado nada de él esa tarde que él dijo que la vería luego. Necesitaba un rechazo de verdad, uno verdadero, no un "gracias", no un "te veré luego", esos no eran "no" y por eso era difícil decir que había sido rechazada, siendo Sasuke tan como era él, podría perfectamente haberle dicho "no", lo sabía, por eso le dolía más aún, ¿acaso él esperaba que ella de verdad lo siguiese queriendo?
De verdad esperaba que, por todo lo sano de su cabeza, pudiese volver a enamorarse. Ino lo había hecho, había dejado a Sasuke atrás, ¿por qué ella no? ¿Por qué ella tenía que seguir con esa maldición?
―Sakura-san ―llamó una voz, Sakura levantó la cabeza de sus documentos, documentos que hace mucho no estaba ni mirando realmente―, es tarde, si quiere yo termino de ver esas cosas.
― ¿Ah? No, no, Taiso-kun, quiero terminar de verlos yo, me gusta hacerme cargo de mis propios problemas ―rió la chica.
Taiso, con los ojos castaños, la miró con el ceño fruncido.
― ¿Está bien? Dijo que hoy salía temprano.
―Sí, tranquilo, solo estoy un poco enfadada con un amigo que me dejó plantada, eso es todo ―mencionó, restándole importancia―. Tú también deberías haberte ido ya, ¿tu novia no se molestará contigo, otra vez?
Taiso su cubrió la cara.
―Terminamos.
― ¿Otra vez? ―Sakura no pudo evitar sentir lástima, y algo de gracia.
―Han sido 7 ya ―mencionó apenado, mientras se rascaba la nuca con la mano derecha.
―Pensaba que 8, pero bueno, es mejor no llevar la cuenta, ¿verdad? ―sonrió Sakura, mientras se estiraba en el asiento, acomodándose para seguir trabajando.
―Toda la razón ―aceptó Taiso―. En todo caso, Sakura-san, ya es media noche.
Sakura miró su reloj de escritorio y alarmada le devolvió la mirada a su compañero de trabajo, no se había dado cuenta de lo rápido que había avanzado la hora.
―Rayos, se me ha ido la hora, ¿te toca turno hoy?
―Sí, de ocho a ocho, así que en serio, puedo quedarme y ayudar.
―Uhm, no más trabajo para mí, y no más trabajo extra para ti. Mañana en la mañana veré cómo van estas cosas ―indicó Sakura al tiempo que se levantaba del asiento y acomodaba los papeles en una pila en un extremo de su escritorio.
―Ah, bueno, pero que no se diga que no he ofrecido ayuda ―le sonrió Taiso, arrugando su nariz aguileña―. Nos vemos mañana, jefa.
―Claro.
Taiso salió en silencio dejando una sonrisa en la cara de Sakura, la cual se desvaneció a los segundos, la verdad es que le habría venido bien una ayuda con los papeles, pero eran sus propios problemas de concentración lo que la alejaba de terminarlos, no podía cargarle el trabajo a alguien más, menos a alguien que era tan diligente. Taiso era un hombre que estaba por cumplir los 30 años, era médico, nada que ver con los ninjas, pero fue el primero en postular al empleo cuando Sakura vino con la idea de la clínica de rehabilitación para niños.
Sakura tomó su chaqueta y salió del despacho a paso lento, muy lento, esperando, al mismo tiempo, no cruzarse con nadie.
Acostumbraba a salir a esa hora el trabajo, la verdad, y en las mañanas llegaba antes que todos los demás funcionarios. Pocas veces se tomaba la hora completa para almorzar, pocas veces comía como correspondía. Era la vida que le tocaba tener nada más, su pseudo-depresión no tenía nada que ver con su trabajólica vida, le gustaba estar allí y ayudar, era iniciativa suya de todos modos. Niños heridos por la guerra, familias destrozadas por culpa de la codicia que inspiraba el poder, ella quería reparar lo que nadie quería reparar. Eran deudas que quedaban pendientes de todas las reformas post-guerra, la gente y sus emociones, los niños y sus emociones. Sakura no negaba, en todo caso, que era una tarea difícil intentar reconstruir la mente de una persona, sobre todo de los niños, porque un adulto asume mejor las pérdidas que un niño… pero a Sakura le gustaba ver, que después de la rehabilitación, se le acercaran madres y padres agradecidos infinitamente con la labor que su servicio prestaba: "mi hijo por fin logró hablar otra vez", "mi hija ya no le teme a la noche", "mi hijo ya no llora por las noches temiendo perdernos". Y con los huérfanos las mejoras eran mucho más notorias.
Trabajo difícil, pero alguien debía hacerlo, y ese alguien era Sakura.
"Bueno, eres un gran partido, algún día tendrás que decirle que sí a alguno de esos hombre", le había dicho Ino mil veces, haciendo alusión a las confesiones que recibía Sakura de tanto en tanto. Se sentía halaga, no podía negar que aquello era un alimento para su ego, pero le molestaba el vacío de no poder dar una respuesta positiva. Quería querer, pero en vez, terminaba temiendo hacer daño a gente que no lo merecía.
¿Cuántas veces le había dicho Ino que dejara atrás a Sasuke? De un tiempo a esta parte, iban millones. Pero es que Ino no entendía que Sakura no esperaba que Sasuke volviera y le pidiese matrimonio y fueran felices juntos. Sakura esperaba a Sasuke. Punto. Si él volvía le bastaba, ya no más llanto tras él. Pero esa llamita de esperanza titilaba, algo cansina, pero inextinguible. ¿Cuántos años tendrían que pasar? Ya estaba harta de hacerse esa pregunta. Sasuke llevaba casi 3 años fuera, y la verdad es que era posible que nunca volviera.
Caminó por las calles de un desierto Konoha a paso lento y cansado, solo porque su mente estaba demasiado ocupada en cosas que no eran trabajo. Finalmente había sido buena idea irse a vivir sola, así no molestaba a sus padres con sus llegadas a deshora y con esa cara que a veces no se lograba quitar, ellos estarían preocupados, tal como Naruto, Hinata, Ino, Kakashi… como todos.
Suspiró.
¿Por qué querían que trabajase menos si el trabajo era lo que le ayudaba a distraerse (de buena manera) del hecho de que todos empezaban de, muy a poco, formar sus propias vidas? Injustos.
En estos momentos se le ocurría pensar en Tenten, que parecía estar, a veces, igual que ella: enfrascada en lo suyo para no pensar en el resto, en las vidas que se empezaban a distanciar de la suya, sin pensar en el amor que había perdido. Neji.
―… es la vida que le toca a algunos ―se dijo, pero en voz alta, mientras miraba al cielo. Sabía que su cara estaba haciendo esa mueca que a Ino le disgustaba tanto: labios fruncidos y ojos de resignación.
―… Sakura ―la llamó una voz que ella reconoció enseguida. El volumen y el tono eran simples, y no parecían querer llamar su atención, al tiempo de que parecían querer detenerla.
Sakura paró en seco y temió mirar al frente, agachando la mirada, temiendo que todo hubiese sido fruto de su mente cansada, de su imaginación agotada, de sus ilusiones trizadas. No sería la primera vez que escuchaba en su cabeza la voz de Sasuke diciendo su nombre, de manera tan clara que parecía real. Pero eso mismo la había condicionado a no caer en los engaños de su cerebro; recordó cuando hace un año Kido la había tomado como rehén para atraer a Sasuke y él no había aparecido, a pesar de que Kakashi le había hecho un llamado claro.
Una brisa le movió el cabello y se dio cuenta que estaba siendo cobarde, una decepción más, una decepción menos, todo se acabaría cuando llegase a casa. Pero, ¿y si era verdad que él había vuelto?
―Sasuke-kun... ―susurró, mientras levantaba la cabeza y veía la nítida figura encapada de Sasuke Uchiha. Le recordó el momento en que se fue de la aldea, sin su brazo y vistiendo una capa que ocultaba toda su figura. El toque en la frente. Las palabras. Recordó los pocos meses que Sasuke había pasado en Konoha después de la guerra… lo recordó todo.
Quiso acercarse a él y tocarlo, porque ahora si empezaba a temer que fuese mentira todo eso. Su cabeza podría haber materializado a Sasuke, ¿por qué no? Una mente en depresión era capaz de alterar la realidad, ¿no? Eso decían los libros, ella lo había visto en los niños traumados por la guerra. Además, ¿no hubo un tiempo un impostor de Sasuke? ¿Qué podía hacerlo real esta vez?
Nunca la llamaría a ella primero si es que volvía, y ella bien lo sabía y no le molestaba, para Sasuke Naruto siempre estuvo primero. Además ahora él era el Hokage.
Las piernas le flaquearon y caminó a él sabiendo que se había puesto a llorar, solo porque se sentía engañada y llena de esperanza al mismo tiempo, no era raro llorar para ella, daba igual. Siempre llorando. El hombre delante de ella no se movió ni un centímetro, enfocó sus ojos rojos en ella mientras la veía acercarse, incluso cuando lo tocó, quien parecía ser Sasuke no se movió y solo la miró.
―… ¿eres tú? ―preguntó Sakura en voz baja, como para ella, pero en verdad era una pregunta dirigida. Él era de carne y hueso, Sakura lo sentía, su mano en el pecho de él, sobre la capa negra que ocultaba su figura, ella sentía un corazón latiendo bajo las capas de ropa.
Sakura sollozó, mientras su cuerpo era invadido por la sensación del calor que emanaba Sasuke, el cual se mantenía impertérrito ante el gesto de la pelirrosa, quien miraba el pecho del Uchiha confundida.
―Tadaima, Sakura ―dijo, con voz queda él.
Era Sasuke, ella sabía que era el de verdad, Sasuke Uchiha había vuelto a casa.
―Okaeri, Sasuke-kun.
Y tuvo que abrazarlo, mientras se largaba a llorar, sin saber bien por qué. Sentía que el corazón le iba a explotar, pero también sintió cómo Sasuke parecía corresponder el abrazo, quizás no completamente, pero si puso una mano en su coronilla.
Sasuke estaba en casa, Sasuke estaba con ella.
Hola a todos!
La verdad es que no sabía muy bien qué hacer con esta idea, generalmente no me gusta trabajar en proyectos simultáneos porque el tiempo no me sobra, pero estaba demasiado tentada a publicar esto. No estoy segura si dejaré esto como un conjunto de one-shots o como un continuo, pero hay más de donde salió esto, así que espero que les haya gustado y los haya dejado con ganas de más.
Hace mucho que tenía ganas de hacer una historia sobre Sasuke y su regreso a Konoha (además terminé de leerme Sakura Hiden, así que me quemaban las manos por escribir algo de esto), sobre lo que pasa entre el capítulo 699 del manga y Naruto Gaiden, incluso, el preludio a la película de Boruto. Pero bueno, ahí veremos cómo se avanza, yo prometo subir de acuerdo me vayan los tiempos libres en la universidad.
Gracias por leer, espero leer sus comentarios, críticas y sugerencias :)!
