¡Hola queridos amantes del FanFiction! Esta es mi primera novela Dramione, y no saben las ganas que tenía de publicarla. Verán, esta idea surgió de la nada en mi cabeza, solamente de los deseos de querer escribir una novela. Yo ya tenía tiempo queriendo escribir algo por mi cuenta y pues, se dio por fin.
Primero que nada quiero que sepan que ningún personaje de esta novela me pertenece, son únicamente exclusivos de la grandiosa escritora J.K. Rowling. La historia y la trama es lo único que salió de mi grande y creativa cabezita.
¡Disfruten la lectura!
Besos cibernéticos.
Capítulo 1. El Club de Aritmancia.
– ¡Neville! – Hermione Granger gritaba con un dejo de desesperación. Tratando de encontrar el paradero de aquel joven pelinegro.
Hermione corría y corría tratando de encontrarlo, quería saber dónde diablos se había metido. Quizás está en las mazmorras. Pensó, rodando los ojos. A él se le daba últimamente por ir allá. ¿Quién lo pensaría? Neville visitando a las serpientes. Pero su visita no era en vano, no señor. Ella conocía perfectamente sus motivos. Él muy tonto estaba enamorado, y nada más y nada menos que de Pansy Parkinson. Aquella chica que hacía sacar de quicio a Hermione. No la soportaba de lejos, menos de cerca.
¡Pero Hermione! Había dicho aquella vez Neville, cuando el muchacho le contó sus sentimientos sobre la pelinegra. Hermione dio el grito en el cielo. Era imposible. ¡Tenía que serlo! ¿Qué le miró Neville a aquella cabeza hueca? Era linda, lo aceptaba. Pansy era una de las chicas más guapas del colegio ¡Pero eso no era pretexto para enamorarse de ella! Bufó Hermione con impaciencia.
La castaña se dirigió sigilosamente a las mazmorras, no quería ni pensar qué pensarían Harry y Ron si supiera que fue a ese oscuro lugar. Buscó a Pansy con la mirada, y la encontró, estaba sentada afuera de la entrada de Slytherin tomando el sol con unas amigas suyas. Egocéntricas. Pensó Hermione. Miró entre los arbustos, tratando de encontrar una cara conocida, hasta que lo vió. No a más de tres metros de distancia de Parkinson, ahí estaba. Aquél muchacho que la metía en problemas una y otra vez, ese pelinegro que quería golpearlo pero al segundo ya quería abrazarlo. Ese era Neville Longbottom.
– Enserio, Pansy, no sé cómo puedes ser así con Theo. Él es taaan tierno contigo – decía una pelirroja con un tono tan chillón que Hermione tuvo que taparse los oídos para no ir y sacudir a ese par de tontas.
– Nicole, ¿Cuántas veces te he dicho que Theo no es para mí? Mis objetivos son un poco más grandes y lujuriosos. – Pansy lo decía mientras que una mirada ambiciosa aparecía en su rostro.
– ¿Grandes y Lujuriosos, eh? – Dijo ahora una rubia. Janeth Mc Gard. Pensó Hermione mientras trataba de adivinar el nombre de la otra chica a lado de la rubia, una con cabello igual de rubio que la anterior. ¡Qué tonta! Si son las hermanas Mc Gard. Se reprendió.
– No hablaras de Draco Malfoy, ¿o sí, Pansy? – Inquirió la otra hermana Mc Gard, Jade.
– Por supuesto que no, Jade. Draco y yo somos amigos muy íntimos, pero no en esos rumbos, si es lo que están pensando – Pansy las miro con una sonrisa pícara – Draco y yo queremos ser felices, pero no en una misma familia. Él tiene sus aspiraciones, yo tengo las mías.- Sentenció decididamente.
– Entonces, ¡Cuéntanos!, ¿Quién es el afortunado? – Dijo Janeth.
– Pronto lo sabrán queridas, muy pronto – La pelinegra trato de sonar discretamente extasiada.
Hermione calculó el perímetro, estaba un poco alejada de su objetivo y no sabía cómo cruzar sin ser vistas por Parkinson y sus amigas. Cuando creyó que iba a caer en la locura Pansy y las demás se cruzaron la puerta que daba a los aposentos de Slytherin y desaparecieron de la vista de ambos. Neville, aun sin darse cuenta que Hermione había llegado en su búsqueda, salió de los arbustos dando un suspiro lleno de algo más que puro amorío, su cara refleja la ilusión del primer amor. Idiota.
– ¡Longbottom, ven acá! – Hermione no aguantó más, y como no vio a ningún otro alumno de Slytherin rondando por ahí, caminó hacia donde se encontraba Neville, lo agarró con ambas manos y lo tiró de su uniforme.
Neville, que no se esperaba ver a Hermione ahí, se asustó como el infierno y dio un pequeño grito que hasta Hermione se hubiera reído si no hubiera estado tan enojada en ese momento.
– ¡Auch! Hermione, ¡Suéltame! – Gritaba Neville tratando de zafarse de la castaña que hasta ese momento no se había dado cuenta de lo enojada que estaba.
– Ya lo hablamos Neville, no puedes seguir haciendo esto – Dijo Hermione tratando de sonar lo menos ruda posible.
– No puedes obligarme – Neville quiso sonar decidido pero la mirada que le estaba dando la castaña no lo hizo sonar muy convencido.
– ¡Espiar es inapropiado! – Dijo Hermione al borde de los nervios.
– No estoy espiando – Neville frunció el ceño – Solamente observo.
– Yo no lo llamaría así. – Dijo Hermione indecisa.
Neville quiso replicarle pero su oído agudizó un par de voces que venían hacia donde estaban ellos. Hizo lo primero que se le ocurrió, jalo a Hermione del brazo y la arrastró hacia abajo cayendo ella arriba de él. Y Hermione, que no vio venir todo eso, quiso reclamarle por hacerla caer de aquella manera tan inesperada e inapropiada pero una voz un tanto perversa la sacó de sus pensamientos.
– Dando espectáculos desagradables, ¿Eh, Granger?
Hermione sabía de dónde provenía esa voz. Esa voz. Quería asesinar y no de una forma agradable a aquella persona que portaba esa voz. Años de insultos no fueron en vano para odiar a aquella voz. El portador de aquella desagradable voz era, por supuesto, Draco Malfoy.
– No más desagradables que tu presencia, Malfoy.
– Quisiera responder a esa patética respuesta, Granger, pero veo que estás muy ocupada con tu noviecito, y no quiero quedarme a mirar cómo se comen las lenguas - Draco escupía cada palabra con indiferencia y un odio muy notable.
– Cállate imbécil – Neville se levantó y enfrentó a Malfoy.
– Pero mira nada más qué tenemos aquí – Malfoy miraba a Neville de una manera burlona – La come libros y su seguidor. Vaya, vaya, Granger, me dejas sorprendido. ¿Es que no encontraste a nadie más que quisiera caer a tus bajos encantos?
– Te lo ad… advierto Malfoy, déjanos en paz – Aquella última frase no sonó como una orden, sino como una súplica.
– Pero si no he dicho nada insultante, ¿o sí, sangre sucia? – Malfoy esperaba una reacción por parte de Hermione. Solamente verla en ese estado indefenso le subía los mil kilos que tenía de egocentrismo.
– ¿Sangre qué? – Neville lo miró confundido.
– Déjalo, Neville, no es importante – Hermione jalaba el brazo de Neville – Vamonos, ya no quiero perder el tiempo en estupideces.
– Negar a tu sangre no te hace menos impura – Draco le gritó mientras los veía irse y perderse entre los muros del castillo.
Estúpida chica. Draco la observó mientras corría con el inepto de su novio, o del que al menos él pensaba que era su novio. ¿Qué habrán estado haciendo acá en las mazmorras? Trataría de averiguarlo, no todos los días se ven alumnos de Gryffindor cerca de los territorios de Slytherin. Draco sonrió con perversidad, aunque tuviera que volver a toparse a aquella chica que tanto despreciaba intentaría sacarle información. Nadie pasa desapercibido para Draco Malfoy.
Mientras tanto, en algún lugar del castillo, cierta castaña y un pelinegro se hallaban caminando cada vez más rápido.
– Hermione, detente – Dijo Neville con cansancio – Llevamos caminando cerca de no sé cuántos minutos, pero no creo que Malfoy venga persiguiéndonos.
– ¿Quién dijo que íbamos huyendo de él? – Hermione lo miró frunciendo el entrecejo.
– Entonces, ¿Por qué el apuro? – Dijo Neville esperando una respuesta.
– La profesora McGonagall nos está esperando en su oficina – Respondió Hermione secamente.
– ¿La profesora McGonagall? ¿Para qué nos necesita? ¿Hice algo malo? – Neville cada vez se ponía más nervioso – ¡Juro ya no volver a escaparme a las mazmorras!
– No es por eso, tonto – La castaña rodó los ojos – Quiere ver lo del Club de Aritmancia, somos los encargados, ¿Lo recuerdas?
– Ah… sí. Por supuesto – Neville lo había olvidado por completo.
– Neville, para estar en sexto grado tienes una capacidad cerebral impresionante. – Replicó la castaña.
– ¿Soy un superdotado? – Inquirió el pelinegro.
– Más bien estás súper atontado – Hermione le dedicó una mirada de exasperación.
– Cuando sepas lo que es estar enamorado, hablamos Hermione – Neville volteó la cara y fingió indiferencia.
Hermione volvió a rodar los ojos. Quería estrangularlo a ver si así lograba sacar de su tonto y estúpido corazón a la engreída de Pansy. Más nada podía hacer, solamente esperar a que a su querido amigo se le pasara el encantamiento por la loca Parkinson. Dieron vuelta a la derecha en uno de los tantos muros que habían recorrido, por fin habían llegado al despacho de su profesora.
– Toca la puerta – Hermione le indico a Neville el picaporte que se encontraba de su lado. Un extraño artefacto para una maestra tan reservada. Tenía forma del símbolo Hippie. Hermione no hizo comentarios al respecto, pues sabía que si se lo contaba a Neville, el muchacho no iba a tener ninguna idea de que es un "Hippie".
– Pasen – se oyó una voz de adentro de la habitación.
Hermione y Neville entraron al despacho. Es muy bonito. Pensó la castaña. Tenía sillones de un color avellana, el escritorio parecía de una época muy atrás, pero igual era lindo. Hermione se dio cuenta que sobre el escritorio tenía otro signo igual que al de picaporte. El símbolo Hippie, o algo así.
– Señorita Granger, Señor Longbottom – Los miro a ambos – He estado esperándolos desde hace un buen rato.
– Discúlpenos profesora – Inició Hermione – Tuvimos un pequeño percance – Miró en dirección a Longbottom, el cual se hacía el desentendido.
– No tiene importancia ya, Señorita – se apresuró a decir McGonagall – Lo que me urgía comentarles es que el equipo de Aritmancia es todo suyo. Como sabrán, o al menos espero que lo sepan, ustedes son encargados de dicho equipo. Deberán buscar a los estudiantes mejores preparados para poder competir contra otros colegios de magia. Sé que no me defraudarán – Los miró con una confianza absoluta.
– Por supuesto que no, profesora – Dijo Hermione con una sonrisa muy segura.
– He de decirles – McGonagall advirtió – que para que este club sea justo e irracional, deberá tener al menos un integrante de cada casa de Hogwarts. Es decir, debe haber al menos un alumno de Gryffindor, Hufflepuff, Ravenclaw y Slytherin. ¿Quedó claro?
– Muy claro, profesora – Dijo Neville con obediencia.
– Eso es todo, muchachos, pueden retirarse a sus dormitorios – Expresó McGonagall con cierto alivio.
Cuando Hermione y Neville salieron del despacho de la profesora no dijeron nada al respecto, iban callados caminando hacia la entrada de Gryffindor. Cada quien absortos en sus propios pensamientos. ¿Un alumno por cada casa? ¡Lo que me faltaba! Hermione no sabía si llorar o morir de coraje. No es que no supiera que en Slytherin había alumnos con capacidades increíbles para Aritmancia, sino que, ¡No quería convivir con ellos! Esas estúpidas serpientes podrían arruinar todo. Neville la sacó de sus pensamientos.
– ¡Hermione! – Neville estaba a punto de sacudirla al ver que no reaccionaba a sus llamados desde hace rato.
– ¿Qué? – Lo miro muy de cerca que pensó en golpearlo.
– ¿Cómo le haremos para meter a un alumno de cada casa? – Neville la miró preocupado.
– No lo sé, Nev – Hermione se quedó pensativa.
– Yo podría ir a las mazmorras – Sugirió el pelinegro.
– No, Neville – lo reprendió la castaña. No quería volver a verlo espiando a Parkinson, podrían atraparlo, sería la perdición de Neville.
– ¿Entonces? – Interrogó el muchacho.
– Podríamos… – Hermione trató de pensar en una buena idea.
– ¿Sí? – Neville esperó su respuesta.
– Podríamos convocar una reunión, o algo así, ya sabes, para no tener que ir a las mazmorras a pedirles amablemente si se quieren unir a nuestro equipo. – Hermione lo miró impaciente.
– Podría funcionar – Neville dijo no muy convincente.
– Podríamos hacer volantes – Sugirió Hermione.
– ¿Volantes? – Preguntó el pelinegro,
– Sí, pegar papeles en las paredes para anunciar que buscamos integrantes – Le respondió la castaña.
Hermione trató de convencerlo que su idea era mucho mejor que la que tenía él. Al final, Neville cedió a los caprichos de su amiga. En el fondo, él quería ir personalmente a hablarle a su amada y decirle si quería pertenecer a su equipo. Por otro lado, Hermione sabía que ni en cientos de años una persona como Parkinson iba a querer pertenecer a un equipo como ese. Aritmancia era para los estudiantes más inteligentes y brillantes. Neville no era un estudiante tan inteligente ni tan brillante, pero la profesora McGonagall sabía que si él se esforzaba, podría llegar a ser muy bueno en la materia.
Al llegar a los dormitorios de Gryffindor, Hermione se despidió de Neville. El día siguiente no sería mucho mejor que el anterior. Tenía que planear muchas cosas.
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A la mañana siguiente cierto rubio iba en camino hacia el gran comedor, cuando un objeto pegado en la pared llamó su atención. Era una especie de pergamino adherido al muro. "Club de Aritmancia, ¡Se parte de nuestro equipo!" Se leía entre las primeras líneas. Draco lo miró con cierta suspicacia. ¿Club de Aritmancia? ¡Ahora resulta que los superdotados tienen un club! Pues bien, él lleva esa materia desgraciadamente. Pero no es como que le llame la atención unirse a tal equipo, ni siquiera sabía que habían creado uno hasta ese momento.
Siguió leyendo el contenido que tenía aquella extraña hoja, al final, con un cierto desagrado encontró a los encargados del grupo. "Hermione Granger y Neville Longbottom". De la ratona de biblioteca no se extrañaba para nada pero, ¿Longbottom? ¿Superdotado? ¡Tenía que ser una broma!
– ¡Draco! ¡Draco! – Pudo escuchar una voz a lo lejos llamándole.
El rubio volteó la cabeza para encontrarse con su compañero de cuarto, Theodore Nott. El rubio lo vio sin expresión alguna y volvió a ver a la hoja que se encontraba enfrente de él.
– ¿Se te ofrece algo, Nott? – Preguntó el rubio con indiferencia.
– Sólo quería que me esperaras para desayunar – Le dijo con el pelinegro – ¿Qué es eso?
– ¿Esto? – Soltó Malfoy – No es nada más que basura.
Nott empezó a leer el pergamino, su ceño se iba frunciendo cada vez más.
– ¿Club de Aritmancia? – Preguntó con recelo.
– Así como lo ves, ¿Ridículo, no? – Pronunció Draco en busca de aprobación.
– Para nada – Nott lo dijo con una voz calmada.
Draco lo volteo a ver impresionado.
– ¿Interesado en pertenecer al grupo, Nott? – Preguntó el rubio.
– Tal vez – Soltó el pelinegro.
Draco iba a replicar pero, de pronto, le llegó una idea buenísima. ¿Por qué no se le había ocurrido antes? Podría inscribirse en aquel grupo, qué más da. Él es un estudiante excelente, no pueden negarle el lugar a alguien como él.
– Ahora que lo pienso, Nott, no sería mala idea – Dijo Draco pensativo.
– ¿No? – Nott lo miró con desconfianza.
– Deberíamos apuntarnos – Dijo Draco decidido.
Draco estaba a punto de dar media vuelta cuando sintió a un joven golpearle el hombro.
– Oye imbécil, ¿Qué te pasa? – Le espetó Draco furioso – 10 puntos menos para tu casa, y más te vale ver por dónde caminas.
El joven, atemorizado por la reacción de Draco, no replicó nada y salió corriendo hasta desaparecer por el Gran Comedor. Estúpido, dijo Draco para sus adentros y se acomodó su uniforme escolar.
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Cuando Hermione fue a recoger el pergamino que había pegado cerca del Gran Comedor estaba que no salía de la conmoción. Ella ya esperaba encontrar nombres de estudiantes de todas las casas, pero lo que no espero encontrar fueron dos nombres de las personas que menos pensaba ver. Draco Malfoy y Theodore Nott. ¡Santo Cielo! ¿Cómo habían terminado dos nombres de esa clasificación? Draco y Theodore, dos de las peores serpientes se habían apuntado para la próxima reunión, que sería el sábado.
– Luces preocupada, Hermione – Ginny Weasley se acercó a su compañera de casa.
– Es que… ¡tiene que ser una broma! – Hermione estaba fuera de sus cabales.
– ¿Qué tiene que ser una broma? – Le dijo la pelirroja con un tono de confusión.
– Mira esto – Hermione le entregó el pergamino – Mira los dos últimos nombres de la lista.
La castaña lo tomó entre sus manos y comenzó a leer – ¿Malfoy y Nott? – Ginny dijo con recelo – ¿Qué hacen estos nombres aquí?
– Es lo que yo quisiera saber – La castaña lucía enojada.
– Hermione, tienes que hablar con ellos, quizás ellos no estén ni enterados que sus nombres fueron puestos en esta lista – Pronunció Ginny con convicción.
– Es verdad, tendré que hablar con ellos – La castaña puso una mueca.
– ¿Puedo unirme a su Club? – Preguntó la pelirroja tímidamente – Aritmancia es una materia que me llama mucho la atención. No te preocupes, soy buena en ella – Se adelantó a decir antes de que la castaña replicara algo.
– Claro que sí, Ginny – Dijo Hermione, feliz de saber que habría otro Gryffindor aparte de ella y Neville.
– Hasta el sábado, entonces – Ginny se despidió alegremente y se fue corriendo por los pasillos del castillo.
Hermione se quedó sola con sus propios pensamientos. Tener que hablar con Malfoy y Nott no iba a ser para nada agradable.
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Theodore Nott iba caminando tranquilamente por los pasillos del colegio cuando divisó una figura escabullirse entre una puerta muy extraña. Theo se escondió en una estatua para no ser visto, aquella puerta se fue cerrando poco a poco hasta que no quedó nada, solamente muro, como si la puerta que acababa de ver hace unos segundos no hubiera existido. Tenía tantas preguntas en su interior, ¿Por qué aquella persona entró a aquella puerta tan misteriosa? Necesitaba saberlo, y más porque, aquella persona era la misma Pansy Parkinson. Aquella mujer que lo traía volando en nubes. ¿A qué se habrá metido Pansy ahí? La duda lo estaba carcomiendo. Sin pensarlo más tiempo decidió pararse justo donde vio la puerta desaparecer, pensando que, quizás, si se quedaba parado un buen rato ahí la puerta se abriría. Pero no paso nada, ninguna puerta volvió a aparecer. Esperó y esperó pero no ocurrió absolutamente nada. Vamos, vamos, ¡Ábrete! Decía Nott en su interior.
– ¿Qué haces parado ahí? – Blaise Zabini, su compañero de cuarto, lo miró frunciendo el ceño.
– ¿Tú qué crees? – Theo seguía concentrándose pero nada pasaba aún.
– No lo sé, dímelo tú, Nott – Blaise seguía mirándolo intrigante.
– Vete a molestar a otro lado, Blaise – El pelinegro quería que lo dejaran solo. Con la presencia de su amigo no hacía más que desconcentrarlo.
– ¿Por qué? ¿Vas a besarte con la pared? – Le dijo Zabini en un tono pícaro.
El pelinegro se rindió de no ver aparecer la puerta por la que había pasado Parkinson – Es inútil – Soltó Theodore cansado.
– ¿Qué es inútil? – Blaise lo miró curioso.
– Abrir la puerta – Contestó Theo como si fuera lo más obvio.
Blaise pensó que su compañero se había vuelto loco – ¿De qué hablas? Aquí no hay ninguna puerta.
Tal vez sólo funciona con chicas, pensó el pelinegro – Olvídalo, Blaise – Será mejor intentar luego, supuso el muchacho – Vamos al Gran Comedor, muero de hambre.
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– Hola, Pansy – El muchacho de ojos azules la miraba impaciente.
– Hola – Dijo Pansy fingiendo timidez – ¿Tienes mucho tiempo esperando? – Inquirió la muchacha.
– Solo un par de minutos, estaba ansioso por verte – Pronunció con sensualidad.
Pansy sabía que no tenía mucho tiempo, tuvo que escaparse de sus amigas para poder llegar hasta ese lugar. Pero eso ya no importaba, estaba con él. Tan atractivo en persona, y más de cerca. Le gustaba, tenía que admitirlo, una parte racional de su cabeza le decía que hacía lo correcto en gustarle. Tenía que gustarle, él era el candidato perfecto. Guapo y rico, muy rico. Justo lo que su familia esperaba de ella. Se acercó con pasos decididos hacia él.
– ¿Qué tan ansioso? – Le susurró a la oreja una vez que llegó a su lado.
– Tan ansioso como para hacer esto – Volteó la cara hasta ponerse frente a ella y le robó un beso. Pansy cerró los ojos y se dejó llevar por el momento. Él estaba tratando de entrar en su boca, pidiendo a gritos silenciosos un beso más profundo, más íntimo. Y Pansy lo dejó, abrió su boca con una sensualidad que lo estaba matando por dentro. Con ambas manos sujetó su cabeza para profundizar el beso, ella lo abrazó de forma que sintió como el cuerpo de él iba subiendo de temperatura. Pero no debería dejarse llevar. Deberían ir más cierto que estaba disfrutando aquel beso de una forma pasional, pero había algo. Faltaba algo. Le quería, pero no pasaba de ahí. No lo amaba. Dejaron de besarse.
– ¿Pasa algo? – Preguntó el chico de forma inquisitiva.
– No es nada. Es solo que… No nos queda mucho tiempo, mis amigas deben de estar preguntándose dónde estoy – Soltó su agarre y comenzó a caminar hacia la puerta.
– ¿Cuándo volveremos a vernos? – Le preguntó el muchacho con inquietud y desolación. No quería que se marchara tan rápido, el solo tenerla a su lado le hacía sentir vivo.
– Te lo haré saber en una carta. Hasta pronto, querido – Volteó a verlo con una sonrisa sensual, incluso sexy, lo que provocó que algo en el estómago del muchacho. La quería, y mucho.
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¡Hasta aquí el capítulo queridas lectoras! Bueno, primero que nada, quiero agradecer a todas las personas que se tomaron el tiempo de leer este capítulo. Quisiera saber qué piensan sobre él. Si tienen alguna crítica, ya sea buena o mala, es bienvenida. Siempre he pensado que las críticas se hicieron para ayudar al escritor J
Una pregunta, ¿Les gustaría un triángulo amoroso en esta novela? Sé que aún es muy pronto para decirlo pero me gustaría saber qué piensan, háganmelo saber please :D
No se olviden de dejar un review, valdría mucho para mí.
¡Nos vemos luego!
