SELF-PITY

(Autocompasión)

I never saw a wild thing
sorry for itself.
A small bird will drop frozen dead from a bough
without ever having felt sorry for itself.

Self-pity, D.H Lawrence.

Para IGR, I have a dream…

1

Viernes 13, octubre de 1989

El timbre sonó, se escuchó muy a lo lejos, con la música a todo volumen, los gritos, la gente moviéndose de un lado a otro. Hay que decirlo, la fiesta se había salido un poco de control, un poco… bastante. Lo que empezó como una reunión de algunos amigos de la universidad, acabó como la fiesta de la década en la casa al final de la calle Gold Lake en Northampton, la casa de los Stefanes.

Es más, en la estación de radio local habían anunciado la fiesta.

De ser sólo ocho en la casa, acabaron siendo más de una treintena.

We built this city, we built this city on rock and roll
Built this city, we built this city on rock and roll

Say you don't know me or recognize my face
Say you don't care who goes to that kind of place
Knee deep in the hoopla sinking in your fight
Too many runaways eating up the night
(1)

Kanon Stefanes fue el acomedido que acudió a la puerta cuando el timbre sonó por tercera ocasión.

Echó un vistazo a Saga, su hermano gemelo, que estaba bailando con la corbata amarrada en la frente y el vaso con quién sabe que sustancia extraña en él.

Sólo rió de la imagen.

Al abrir de golpe la puerta se encontró con un anciano extraño, parecía sacado de otra época, de otro lugar, sus ropas estaban viejas y ajadas, traía un traje de pajarita, el cabello cano, un tanto largo, revuelto, el poco que le quedaba. Su cráneo brillaba… brillaba de una forma repulsiva.

—¿Sí? —preguntó Kanon.

—No tendría por qué ser realidad —dijo con los ojos medio desorbitados, su mirada era de locos, con una visible catarata en uno de ellos.

—¿Cómo? —inquirió frunciendo el ceño.

Pero el anciano no dijo más, sólo le sonrió macabro, dio la vuelta y se fue, mientras caminaba por la calle volteaba de vez en vez, para comprobar si el joven seguía en la puerta.

Saga se acercó hasta donde estaba su hermano.

—¿Qué pasó? —gritó, en parte por el ruido y en parte porque el alcohol en sus venas ya había causado estragos.

—Nada, alguien perdido… —contestó encogiéndose de hombros y cerrando la puerta.

Cuando sus ojos azules se volvieron para contemplar a su par, algo extraño sucedió… la casa estaba a oscuras, la música había cesado, había basura por doquier, de hecho cuando caminó patinó con una cáscara de naranja, estuvo a punto de caer… pero siguió su camino de reconocimiento.

Algo no estaba bien…

—¿Saga? —preguntó en un hilo de voz.

Nadie respondió.

Nadie…

¿Era posible?

¡Él únicamente había ido a abrir la puerta! ¡Imposible que sólo en cuestión de segundos todo hubiese cambiado!

Escuchó murmullos, risillas… en la segunda planta.

Subió con tiento, por si acaso, tomó el atizador de la chimenea y lo llevó consigo.

—¿Saga? Si se trata de una broma… —murmuró.

Llegó a la pieza de la habitación principal, la que pertenecía a sus padres, los cuales estaban de viaje… por eso habían hecho la fiesta. Las risas fueron más claras ahora que estaba cerca.

Y algo en aquellas risas le parecía familiar.

Cuando abrió la puerta se encontró con una escena perturbadora, el cuerpo le tembló, incontrolablemente, las manos empezaron a sudar copiosamente, era incapaz de dejar de observar…

Él mismo, estaba ahí, con Saga… ¡Ahí! ¡No tenía sentido! ¿Cómo podía él estar en dos lugares diferentes al mismo tiempo?

Saga estaba acostado en la cama, riendo, gimiendo, mientras él mismo estaba proporcionándole sexo oral, se lo estaba tragando al borde de la arcada. Murmuraba entre gemidos algo ininteligible, y rasguñaba su espalda desnuda al grado de hacerle sangrar, de abrir grietas en su piel lozana… de pronto se levantó dejó la labor de engullirlo para volverse a la puerta… ¡Él mismo se estaba contemplando! ¡Su otro yo, le sonrió!

—No… —se quejó— ¿Qué está sucediendo?

El Kanon al que estaba observando de pronto tiró del cabello de su hermano, lo sacó de la cama para dejarlo caer estrepitosamente en el suelo, un golpe seco y doloroso, Saga aulló de dolor y luego rió, como si nada… como si fuese una broma.

—¿Qué demonios?

Vio el filo de una navaja brillar en la mano de su otro yo, y antes de que pudiese hacer nada el golpe del arma fue a parar en el rostro idéntico al suyo, el rostro de Saga… el párpado estaba herido, sanguinolento, lo mismo que el globo ocular, y seguía sonriendo cuando la sangre escurría a raudales hasta sus labios… seguía sonriendo…

Kanon precipitó entonces el atizador sobre su otro yo, sobre la cabeza, lo hizo con tanta fuerza como le fue posible.

Crack…

Estaba seguro de que el cráneo se había partido como un melón…

Abrió los ojos de golpe, estaba sudando frío, estaba empapado… pudo distinguir el techo de su habitación, el reloj despertador estaba sonando tirado en algún lugar del piso.

—Un sueño… ¡Una pesadilla! —se dijo a sí mismo llevándose la mano a la frente… pero… se dio cuenta de que en la mano tenía sujeto, casi pegado, el atizador de la chimenea… en la punta había restos de carne y pegados a la carne cabellos largos, similares a los suyos, similares a los de su hermano.

Se incorporó de golpe en la cama soltando la espantosa prueba de que en efecto algo había acontecido, el corazón empezó a latirle con una fuerza inaudita, el labio inferior temblaba incontrolable.

—¡Saga! —gritó impávido.

Cuando puso los pies sobre el piso… lo que le recibió no fue el tapete azul cian… fue el cuerpo de Saga que le contemplaba con un solo ojo abierto, con el otro desgarrado, herido, el cráneo abierto, por donde escapó horas atrás, sangre, masa encefálica y su último pensamiento…

(1)La canción que escuchan es We built this city, de Starship, incluida en el álbum Knee Deep in the Hoopla, 1985.