ESTA HISTORIA NO ES MÍA, es una adaptación de la novela romántica del mismo nombre, de la autora Johanna Lindsey. Yo meramente cambiaré algunas cosas para convertirla en un GaaIno. ¡Espero que lo disfrutéis! :D


Ep. 1:

- ¿Qué estás mirando, Sasuke Uchiha?

El tono de voz de Ino Yamanaka sonó injustamente áspero, pero esa había sido su intención. Cuando le miró, su expresión denotó un marcado desdén, como si de verdad no soportara al hombre. Claro que no había nada de cierto en eso, pues el honorable Sasuke Uchiha le resultaba de veras muy agradable.

Se trataba de un joven muy apuesto, de cabellos negros algo azulados. Tenía una firme mandíbula, y sus ojos negros también eran atractivos. Su figura en sí no era intimidante, pero tampoco falta de fortaleza. A sus veinte años, era un joven con excelentes prospectos, sin mencionar el hecho de que iba a heredar una cuantiosa suma de su familia.

Ino no tenía la menor duda de que Sasuke sería el esposo ideal para ella. Hasta se habría animado a tomar la iniciativa si su mejor amiga, Sakura Haruno, no le hubiera confesado poco tiempo después de conocerle que le amaba. Y ésas habían sido las palabras textuales de Sakura: Le amo, Ino. Las muchachas siempre habían tenido por costumbre hablarse con toda franqueza, al menos entre sí y cuando estaban seguras de que nadie pudiera escucharlas e impresionarse por semejantes expresiones y comentarios. Pero ese día Sakura estaba tan exaltada que muy poco le había importado si alguien las oía.

- Sinceramente, es el hombre. Jamás me había sentido tan... tan... y cuando me sonrió, oh, me sentí... demonios, no puedo describirlo exactamente, pero creí que iba a desmayarme.

- Quizás era el corsé, que te apretaba demasiado - había bromeado Ino con una sonrisa - Ya sabes que debes dejar espacio suficiente para que te pase un poquito de aire al menos.

- Oh, basta ya - se había quejado Sakura - Estoy hablando muy en serio. ¿Qué hago con él, Ino?

Sólo por el hecho de que Ino le llevaba un centímetro de estatura, se suponía que debía ser la experta en el asunto y la que tenía una respuesta adecuada para cada cosa. Sin embargo, por mucho que odiara admitirlo, Ino sabía muy poco al respecto. Después de todo, en su caso personal eran los hombres los que se deshacían en atenciones para poder conquistarla. Esa situación era embarazosa para ella, sobre todo cuando no era su intención atraerles. Claro que, después de dos largos años de soportar las visitas de todos los candidatos disponibles, la chica concluyó que el acoso obedecía simplemente a su apariencia física, a pesar de tener el color de cabello más pasado de moda del país: un llamativo rubio platinado, el único rasgo que había heredado de su padre.

De modo que ese día Ino había apelado al sentido común para aconsejar a su mejor amiga:

- Sólo sonríe y actúa con naturalidad. Así, él no tendrá escapatoria.

Y así fue exactamente. Luego de un trato de dos meses, el noble Sasuke le propuso matrimonio. La boda se celebraría el día que Sakura cumpliera los veinte años, en poco menos de tres meses. Y nada de ceremonias sencillas para la boda de un Uchiha, sería la gran fiesta del año en Konoha.

Teniendo en cuenta lo contenta que estaba Ino por su amiga y lo agradable que le resultaba Sasuke, la pregunta un tanto grosera que le formuló a él debió haber sorprendido a los novios, a quienes acompañaba al templo en aquel soleado domingo estival. Y por cierto Sasuke se sorprendió, pues la actitud de Ino siempre le había desconcertado al principio, y luego comenzó a irritarle, pues él no la había provocado para que se comportase así. A Sakura no le sorprendió en lo más mínimo, pues ella conocía perfectamente la razón de su proceder.

Al principio Sakura había aceptado de buen grado que Ino fingiese ante Sasuke ser la más osada de las mujeres, dado que cada joven por el que ella había mostrado el menor interés invariablemente se había enamorado de Ino. Y no porque Sakura no fuera bonita, era muy linda, tenía cabello rosado y ojos de jade... pero ante la indiscutible belleza con la que Ino había sido bendecida, sus cualidades parecían insignificantes. En consecuencia, desde un principio, la rubia se había propuesto que la atención de Sasuke no divagara por ninguna otra parte, mucho menos en dirección a sí misma.

Pero aquella estrategia de Ino, por cierto muy poco ortodoxa, ya se había extendido más de la cuenta: tanto que el Uchiha ya no se sonrojaba ni pedía disculpas por lo que pudiera haberla ofendido, sino que ahora se defendía con vehemencia y lo lograba con bastante éxito. Mientras jalaba fuertemente de las riendas del caballo que alejaba el carruaje de la casa de Sakura, por donde había pasado a buscar a ambas muchachas, Sasuke señaló sin volver a mirar a Ino:

- No estoy mirando nada, Yamanaka-san. Absolutamente nada.

Sakura se quedó inmóvil, nunca antes Sasuke había contestado con tanta frialdad... pero tampoco podía culparle, un hombre podía tolerar groserías por parte de una mujer hasta cierto punto, a partir del cual se tornaba tan grosero como ella. En realidad la joven rosada se sentía culpable por no haber puesto punto final al plan de Ino mucho antes, pero no lo había hecho porque en el fondo le quedaba la sospecha de que si su amiga se mostraba tal como era ante Sasuke, él podría haber caído en la tentación, al igual que todos los demás, con una sola sonrisa de Ino.

Bueno, pero ya era suficiente. Sakura estaba segura de que Sasuke la amaba. Y si en ese momento era incapaz de retenerlo era porque no le merecía, o mejor dicho, él no la merecía a ella. Hablaría con Ino no bien el kannushi* terminara con su oración, o quizás antes. Esa idea la preocupaba, pues cuando Ino se enojaba, cosa que por suerte no sucedía a menudo, podía tornarse terriblemente impredecible.

Sakura encontró la oportunidad de hablar cuando llegaron al templo en el límite de Konoha. Sasuke se adelantó para presentarle sus respetos a Hyuuga-sama y sus dos hijas. Como líder de clan, Hiashi Hyuuga poseía uno de los títulos más nobles de la vecindad, y por ello trataba arrogantemente a quienes estaban por debajo. Ni siquiera Ino era inmune a la actitud de Hiashi, nunca perdía oportunidad para que el noble notara su presencia, pues como anfitrión sus invitaciones eran muy apreciadas. La rubia estaba dispuesta a todo con tal de conseguir una.

Sakura tuvo que retenerla para que no saliera corriendo detrás de Sasuke a saludar, deseaba hablar con ella en ese momento. No obstante, por la impaciente expresión de su rostro, Ino no prometía prestar mucha atención a su amiga. Por el contrario, trató de eludir la conversación de antemano.

- Espero que no menciones lo que ocurrió antes, Sakura.

- Por supuesto que sí - replicó ella, sin lugar a vacilaciones - Sé cuál es tu táctica, Ino, y créeme que te lo agradezco. Estoy segura de que en un principio hasta me ayudó mucho... pero ahora me gustaría estar convencida de que Sasuke está a mi lado por lo que soy, que no caerá rendido a tus pies por el mero hecho de ver esos simpáticos hoyuelos de tu sonrisa.

Ino parpadeó y con una espontánea aunque muy poco femenina carcajada abrazó a su amiga.

- Sé que tienes razón, pero se me ha hecho una especie de hábito hostigar a este pobre muchacho.

- Entonces abandona hoy mismo este hábito.

- De acuerdo, pero ¿no crees que él sospechará si a partir de hoy comienzo a tratarle de forma diferente?

- Lo que creo es que seguramente dejará de insistir en que corte mi amistad contigo.

Los ojos azul celeste de Ino se enardecieron y luego se entrecerraron:

- Conque sí, ¿eh? ¿Cuándo te hizo semejante propuesta?

- Oh, en más de una ocasión. Pero no puedes reprocharle nada, pues lo único que le mostrabas era el lado más oscuro de tu personalidad. Le llamaba la atención el que tuviéramos una relación tan estrecha, cuando en realidad somos tan diferentes en cuanto a nuestro temperamento.

- ¡Qué poco nos conoce! - comentó Ino bastante molesta - Nosotras hemos sido cortadas por la mismas tijeras y el mismo molde - pero luego se calló y se mordió el labio, obviamente preocupada - No insistirá en el asunto después de que os hayáis casado, ¿verdad?

- Aunque insistiera no le serviría de nada - la tranquilizó Sakura - Me temo que está usted atada a esta infranqueable amistad de por vida, Yamanaka-san.

Ino esbozó esa dulce sonrisa que dibujaba hoyuelos en sus mejillas y le daba otra clase de belleza, una expresión cálida, abierta... receptiva. Incluso le brindó una tregua a Sakura, aunque ella estaba acostumbrada a ver esa sonrisa con mucha frecuencia. Hasta se sentía privilegiada cada vez que recibía ese regalo tan especial. No había nada en el mundo que ella no fuera capaz de hacer por su queridísima amiga... Incluso los caballeros que habían estado observando a Ino desde el patio del templo se detuvieron a mitad de sus conversaciones para admirarla sin disimulos. Algunos de ellos hasta se ilusionaron con intentar nuevamente cortejar a la incomparable beldad de la villa.

De nuevo en paz, la Haruno tomó a Ino por el brazo y la condujo hacia la puerta del templo, donde Sasuke aún conversaba con los Hyuuga. Con una sonrisita, Sakura murmuró con disimulo:

- Presiento que hoy es mi día de suerte, Ino. Por fin la tan deseada invitación será nuestra, es una corazonada. Y tú con ese nuevo kimono morado luces deslumbrante, ese noble estirado se quedará boquiabierto.

- ¿De veras lo crees? - preguntó la rubia esperanzada.

Sakura deseó que esa maldita invitación no hubiera sido tan importante para su amiga, pero por desgracia lo era. Y no porque el líder pareciera conocer perfectamente a todos los habitantes del País del Fuego, o porque la gente viajara kilómetros para acudir a sus fiestas... eso sólo era un detalle, aunque realmente uno muy importante para una joven que tenía las mismas esperanzas que cualquier otra muchacha: encontrar al hombre de sus sueños más románticos, ya que aún no lo había hallado dentro del ámbito de caballeros conocidos.

Sin embargo, tampoco ésa era la razón más importante, pues en pocos meses más Ino viajaría a Kirigakure y allí podría conocer a todos los candidatos que deseara. Todas las familias que tuvieran cierta jerarquía en la villa ya habían recibido una invitación por parte de Hyuuga-sama, aunque no fuera más que una vez, incluso la poco destacable familia Haruno... todas menos la de Ino. Sakura, por la devota lealtad que sentía por su amiga, había implorado que se la invitara a la fiesta, aunque jamás le había comentado ese detalle a Ino. ¿Con qué fin? Esa revelación la habría martirizado aún más.

Ambas muchachas se habían convencido de que el noble esperaría a que Ino cumpliese dieciocho años para invitarla, por el fin de guardar las apariencias. Pero ya habían pasado dos meses desde entonces, y tanto el líder Yamanaka como su hija seguían siendo ignorados.

Sakura rogaba en silencio para que sus esperanzas no fueran en vano. Después de todo, era la primera oportunidad que se les presentaba para poder hablar personalmente con el noble Hyuuga, gracias a Sasuke. Quizá todo lo que Hiashi-sama necesitaba era que alguien le recordase que los Yamanaka también eran sus vecinos.

- Entonces el próximo sábado, joven Uchiha - decía Hiashi cuando las dos muchachas se acercaron - Sólo una pequeña reunión de cuarenta personas, más o menos. Ah, y recuerde traer a su adorable prometida.

El noble sonrió a Sakura, miró a Ino por un instante... y luego se volvió y entró en el templo. Fue un verdadero y deliberado desprecio, tanto que hasta sus dos hijas, Hinata y Hanabi, parecieron incómodas ante la escena.

Sakura se quedó atónita, aunque sólo por un momento. Después se enfureció, ¿pero cómo se atrevía? Todos sabían que ella e Ino eran íntimas amigas, y que la rubia acompañaba a Sakura y Sasuke a todas partes porque era su carabina. El Hyuuga había planeado esta burla minuciosamente para que surtiera el efecto deseado, era una manera muy sutil de implicar que la invitación de Ino no había sido enviada a sabiendas, y que jamás sería recibida. La Haruno creía intuir la razón, Ino era una acompañante demasiado bella para quien tenía dos hijas bastante sosas para ofrecer en matrimonio.

Sasuke carraspeó para llamarlas a la realidad y recordarles que se habían quedado de pie allí, inmóviles. Por fin Sakura miró a su amiga para ver cuán mal le había caído el desplante... mucho peor de lo que había vaticinado. Ino tenía el rostro más pálido que los pétalos de su kimono, y sus ojos azules se habían llenado de lágrimas a tal punto que amenazaban con bañarle las mejillas en cualquier momento, a pesar de sus esfuerzos por contenerlas. Sakura experimentó un profundo dolor por su amiga, pero lo que más la enfurecía era su impotencia para solucionar el problema.

Ino apretó la mano de su amiga, le dirigió una mirada consternada con sus bellos ojos y le preguntó en un murmullo:

- ¿Por qué?

Sakura estaba tan enfadada que dio una respuesta muy directa:

- Porque eres demasiado hermosa, maldita sea. Él tiene que casar a sus hijas, pero si tú estás cerca, nadie las mirará siquiera.

- Pero eso es tan... tan...

- ¿Egoísta? ¿Trivial? Sin ninguna duda, pero...

- Sakura, yo... realmente necesito estar sola un momento.

No terminó la frase y se apartó abruptamente de su amiga.

- ¡Ino, espera! - la llamó.

Pero había empezado a correr aun antes de llegar al patio del templo, pues ya no tenía más fuerzas para contener el llanto.

- Supongo que tendremos que salir corriendo detrás de ella, pues son casi cinco kilómetros desde aquí hasta la mansión Yamanaka - señaló Sasuke.

- No sólo por eso saldremos tras ella - replicó Sakura, aún con la mirada fija en su amiga - Nosotras ya hemos caminado ese trecho antes. Y no te atrevas a regocijarte con esto, porque ella no se merecía lo que ese horrible tipo le hizo.

- Permíteme que no esté de acuerdo contigo en...

- No, no te lo permitiré. De todas maneras, a partir de hoy notarás un gran cambio en ella, así que puedo decírtelo con tranquilidad. La única razón por la que siempre te trató mal fue para que nunca te fijaras en ella como mujer. Lo hizo por cariño a mí, porque sabía lo mucho que yo te amaba... entonces no deseaba que yo sufriera si tú ponías los ojos en ella y no en mí.

- ¡Pero casi no soporto a esa chica! - protestó él.

- No pensaste así la primera vez que la viste, ¿verdad? - señaló ella.

- No, pero... ¿te refieres a que todo esto fue deliberado?

- Sí, y si quieres enojarte por ello hazlo conmigo, porque yo pude haberla detenido antes, pero... bueno, tuve miedo de que te dieras cuenta de que en realidad Ino es una persona muy cálida y afectuosa.

- Y malcriada, obstinada...

- Un poquito malcriada, pero es comprensible con un padre tan amable y generoso como Inoichi-san - la defendió Sakura - Y yo también soy algo obstinada, Sasuke.

- Sí, pero en ti me parece encantador.

- Creo que debo darte las gracias. Pero ¿puedes comprender el dilema de Ino? Ella sabe cómo la miran los hombres. La actitud que asumió contigo fue la única defensa que tiene para que los hombres no se desesperen por ella.

- Pero yo no querría tener una esposa como ella. ¡Oh no, Kami-sama! - y realmente pareció muy convencido de lo que decía - Esa joven necesita un hombre de constitución robusta, con poco o casi nada de carácter, y especialmente, que no sienta ni el más mínimo vestigio de celos. No podría tolerar que todos mis conocidos se enamorasen de mi esposa... dos o tres no importan, ¿pero más? Si todos lo hicieran, creo que me volvería loco.

- Hablas como si ella estuviera desahuciada. ¿Qué hombre no se pone un poquito celoso cuando su esposa está en juego?

- Bueno, en realidad, supongo que los celos de un hombre no cuentan demasiado cuando ese hombre está bien seguro del amor de su mujer. Pero ella deberá hacer un esfuerzo constante para asegurarle que lo que siente por él es auténtico.

A Sakura no le convenció esa concepción tan parcial.

- ¿Y qué sucede si es ella quien siente celos por una u otra razón? Él también debería esforzarse por convencerla de su amor, ¿no?

- Claro que no. Él ya se casó con ella, ¿no?

- No, todavía no - refunfuñó ella.

Sasuke se quedó dudando mientras ella acomodaba su kimono de nuevo en el interior del carruaje. Debió apurarse para alcanzarla.

- Digo... ¿no habremos cambiado los sujetos de la conversación, cierto? - le preguntó bastante incómodo - Seguíamos hablando de Ino... ¿verdad?

- Dímelo tú, Sasuke. ¿Lo hicimos?

- Por supuesto que no - insistió él - El caso de tu amiga es único, porque ella es única, Sakura. Y no me refiero a que tú para mí no seas única, pero ya sabes a qué apunto. Simplemente no podemos compararla con nosotros.

- Bien, Sasuke, te perdono.

- Supongo que debo agradecértelo.


Kannushi = es el sacerdote de un templo sintoísta, como una miko en masculino.