Hola, esta historia se me ocurrió después de ver la serie "Perdida en Austen".

Jamás me gusto del todo Bella, me parecía demasiado insulsa para Edward. Es por eso que esta historia comenzará antes de Bella.

Espero les guste.

"-Ya no tengo fuerzas, ni voluntad para mantenerme alejada de ti

-No te alejes"


Abrí los ojos y cuando me adapte a la luz, fruncí el ceño. Estaba en una habitación que no era la mía. Mire a todos lados y no había nadie más. Lo primero que se me paso por la mente es que había sido secuestrada. Me levanté en silencio y salí del cuarto en pose de Ethan Hunt, debía ser rápida y silenciosa. Todo lo que veía me parecía sospechoso. Ese lugar me era familiar, pero no recordaba haber estado aquí antes. Al bajar de puntitas por las escaleras, escuche ruido del lado izquierdo, me pegue a la pared y espíe. Había un hombre de espaldas. Sí, es definitiva había sido secuestrada. Vi un bate cerca de la puerta, pensé en salir corriendo, pero muy idiotamente… como soy yo, no mire en la ventana en qué lugar estaba. Podía ver gente afuera. Lo mejor era noquear al sujeto y luego, ya vería que hacer. Tomé el bate y me acerqué.

-¿Qué haces Juliet? –sonrió.

Fruncí el ceño ¿Cómo que qué hacía? ¡Era obvio! ¿No? Le iba a sacar los sesos a golpees si no me dejaba ir.

Mirándolo detenidamente, me di cuenta de que lo conocía.

-¿Charlie? –pregunte dudosa.

-¿Charlie? Creí que habíamos quedado que tío Charlie era mejor –negó divertido.

-¿Tío?

Cada vez entendía menos. ¿Qué rayos había cenado la noche anterior? ¿Huevo podrido? Cualquier basura culinaria que fuese, quedaría desterrada.

Charlie asintió haciendo caso omiso de mi tono de pregunta.

-Ya que te levantaste temprano, te dejare usar el baño primero. Debes de querer arreglarte para ir a la escuela.

No sabía que decir, asentí como él y subí las escaleras. Llegué a la habitación donde había despertado. Me senté en la cama y trate de darle un sentido a esta absurda situación. Entendía que estaba en la casa de Charlie Swan, jefe de la policía de Forks, padre de Isabella Swan. No, Isabella Cullen ahora. La cual era una vampiresa y esposa de Edward Cullen. Lo que quería decir que estaba… soñando. Sí, eso. Era un sueño. Un muy maldito sueño. Apreté los ojos fuertemente para despertar, siempre me funcionaba cuando tenía un mal sueño y me daba cuenta de que lo era. Abrí los ojos y seguía en el mismo lugar. Resoplé frustrada. Lo mejor era continuar el sueño antes de que el jefe Swan se convirtiera en un dinosaurio come Juliets, únicamente por no hacerle caso. Odiaba que mis sueños siempre terminaran así ¿Qué tenían los dinosaurios contra mí? ¿Por qué no me podía perseguir un unicornio de colores? Mientras seguía con mi oratoria interna, me aliste para la escuela. Gracias a los dioses del olimpo, la mochila estaba lista, con lo que supongo yo, era lo necesario para sobrevivir. Baje cuando escuche la puerta del baño cerrarse. Charlie debía estarse alistando. No quería interactuar mucho con él. Temía meter la pata. Al llegar abajo noté la sala, tenía los elementos básicos de una casa. Los únicos adornos, si es que se le pueden llamar así, eran las fotos de Bella. Busqué fotos de Reneesme, Leah, Seth y de Sue; pero no encontré más que de Bella. Fruncí el ceño y caí en cuenta que no había visto a ninguno de los que se supone vivían en esta casa, además de Charlie.

Cuando Charlie me fue a dejar a la escuela en el vehículo de la Policía, le pregunte sobre Bella.

-Ella está bien, la vi hace poco.

-¿Ella no ha venido? –pregunté más para mí que para él.

-No, sabes que no le gusta el clima de Forks –noté su tono triste.

-Sí, es cierto –miraba el paisaje- no sé porque no le gusta. A mí me parece hermoso.

Charlie sonrió y detuvo el auto frente a la escuela.

-Gracias Juliet, ten un buen día.

-Tú también tío Charlie –le sonreí y baje de la patrulla.

Atravesé el estacionamiento y me dirigí a ver a la señora Cope. Me entregó mi horario y me dio algunas indicaciones.

-¿Eres Juliet Swan, no? –Sonreía.

-Sí, soy yo –dije al salir de mi mundo interno y recordar que soy la sobrina del jefe Swan. Ahora era ese mi apellido.

-Soy Eric. Seré tu guía, ya que eres nueva.

-Muchas gracias.

Todo el día fue exactamente como en el libro. A la hora del almuerzo moría de hambre. No había desayunado casi nada en casa de Charlie por culpa de la incomodidad. Siempre había sido alguien de buen comer, no era una modelo de victoria secret pero, me sentía más como Beyonce. Me reí de mi propio chiste y todos los de la mesa me quedaron viendo intrigados. Les sonreí y seguí con mi desayuno. No estaba lo suficientemente loca para decirles mis confesiones entre mi cerebro y yo.

Recordé que el primer día, Bella conocía a los Cullen. Levanté mi rostro y los busqué. Su mesa estaba a solo dos, sonreí al ver a Alice. Los identifiqué a cada uno, ni la descripción de Bella, ni los guapos actores con su maquillaje reflejaba la belleza sobrenatural vampírica que tenían. Seguí mirándolos y me estremecí al darme cuenta que Edward podía haber escuchado mis pensamientos. Lo miré al instante y él parecía no haberme escuchado.

"Edward, si me escuchas voltea a la mesa de Jessica ¡EDWARD ANTHONY MASEN CULLEN!" Grité en mi mente y jamás volteó. Respiré aliviada. Ningún vampiro me atacaría en mi sueño, solo por saber lo que son.

-¡Oh! Ya te fijaste en los Cullen –dijo Jessica con inocencia fingida, muy fingida.

-No sé de quienes hablas –dije seria. Dos podíamos jugar el mismo juego.

-Yo creo que sí –sonrió- Es imposible no mirarlos.

-Sigo sin enterarme de que hablas, Jessica.

Como odiaba lo chismosa que era. Estaba rotundamente arrepentida de haberme sentado en la misma mesa que ella.

Ella levantó su mano rápidamente y volteó mi rostro hacia la mesa Cullen.

-De ellos hablo, Juliet. Son Alice, Rosalie –hizo una mueca al mencionar a la última- Emmet, Jasper y Edward –suspiró al decir el nombre de Edward.

No pude evitar reírme pero, traté de que pareciera una tos.

-Aunque bueno son Jasper y Rosalie Hale, ellos son gemelos. Alice, Emmet y Edward son Cullen. Todos son hijos adoptados del doctor Cullen y su esposa. Siempre me he preguntado si es que ella no podrá tener hijos.

De reojo vi a Jasper y a Emmet tomar los brazos de Rosalie mientras ella miraba con profundo odio a Jessica.

-Creo, Jessica que eso no tiene por qué importarte. El tener hijos de sangre no te hace más o menos madre. El doctor Cullen y su esposa deben ser muy felices con sus hijos al ser una familia grande –dije fríamente y mirándola molesta.

-No, no. Claro que no. Yo sólo decía que es raro al ser ellos tan jóvenes.

-Yo no veo lo raro. No les conozco pero, estoy segura que deben ser padres ejemplares al tener cinco hijos adolescentes.

-En realidad –menciono como un secreto- tienen más una relación amorosa, que sentimientos fraternales.

Obviamente esperaba escandalizarme.

-¿Y? –Dije aburrida- ¿No acabas de decir tú misma que son adoptados? No tienen lazos consanguíneos.

-Pero ¡Eso es asqueroso! Deberían fijarse en alguien más –dijo mirando a Edward.

-Así que es eso –Dije divertida. Ella me miró frunciendo el ceño y me reí- El chico Cullen te rechazó –fingí un tono condescendiente- o… ¿Fueron todos? –mencioné bajito y acercándome a ella.

Jessica parecía pez fuera del agua. Su boca no dejaba de abrirse y cerrarse. Había dado donde más le dolía. Sonreí con un poco de maldad.

-Bueno, es hora de que busqué mi salón –dije levantándome- tengan un lindo día.

Tomé mi bandeja y al voltearme pude ver de reojo a cinco pares de ojos dorados mirándome. Camine lo más segura que podía, mientras salía de la cafetería.

Encontré el aula siete fácilmente. Eric me había explicado bien. Me senté en el pasillo mientras llegaba el maestro. Me puse a pensar en lo que paso. Había sido una inconsciente, no debí llamar la atención.

El día no tuvo más incidentes, trataba de alejarme de todos… bueno, hacia lo que podía, ya que todos me miraban al pasar. Ni siquiera disimulaban al señalarme y empezar a hablar de mí. Sonreí aliviada al salir al estacionamiento. No pude evitar mirar a los Cullen y para agregar más a mi montaña de mala suerte, ellos también me miraban. Quité rápido mi mirada de ellos y camine a casa… de Charlie. Suspiré derrotada. Para la hora de la cena, ya había hecho mi tarea y algo de pasta, porque Charlie no tenía gran cosa en la alacena. Hice nota mental de ir mañana al supermercado. Me reí. Era una estupidez lo que pensaba. Creía que mañana seguiría aquí y además hacia planes.

Gruñí al despertar y violentamente me quité las sabanas de encima. Gracias a los dioses del olimpo el resto de la semana paso sin mucha relevancia. Mike era mi sombra oficialmente, relevado en ocasiones por Eric. Jessica me odiaba pero, como Mike me seguía como perrito; ella me soportaba. Ángela y yo éramos amigas ahora. Lauren y Tyler eran indiferentes para mí. En cuanto a los Cullen, bueno increíblemente, no me ignoraban como a los demás. No es que me hablaran pero, no me miraban con odio. Sólo con curiosidad. Edward no me había dirigido la palabra en la clase de biología, lo cual agradecía enormemente.

Hoy tenía que ir de nuevo por alimentos, era al fin, sábado. No sé cómo Charlie había sobrevivido con los escasos alimentos que encontré y peor aún, asegurar que eran suficientes para él ¡Ja! Un perro vagabundo se alimenta mejor que él. Me aliste y salí rumbo al super, que era más una tienda de conveniencia. Compré todo lo necesario para la semana y al ir a la caja, vi entrar a Esme con Carlie y detrás de ellos a sus hijos. Fruncí el ceño ¿Qué hacía un clan de vampiros comprando comida? Después de pensarlo, la respuesta era obvia, para disimular.

Gemí al ver que llovía. La casa de Charlie estaba lejos y no tenía la intención de mojarme. Espere impaciente a que dejara de llover. Comí furiosamente una bolsa de papitas mientras miraba con profundo odio a las nubes. Escuché unas risas y miré a Alice y a Emmett riéndose de mí. Volteé el rostro apenada y recogí mis cosas. Ni modo, me tocaba mojarme. Volví a gemir al sentir el agua fría al contacto con mi piel. Esta demás decir que acabe empapada y maldiciendo a dos pares de ojos dorados por burlarse de mí.

El domingo fue un día entre Charlie y yo. Me llevaba a Seattle.

-Entonces está tarjeta es mía –Sonreí.

-Sí, te servirá para tus gastos. Debes administrarlos. Recuerda que la universidad es cara. Por eso iremos al banco a que veas tu cuenta.

- Pero tío Charlie ¿Cómo es que tengo dinero? ¿No estarás gastando en mí, verdad?

Me miró frunciendo el ceño.

-No creías que tus papás te iban a dejar sin nada, ¿Verdad?

Negué rápidamente.

-Ni siquiera lo había pensado –recordé a mis padres.

-Juls, lo siento. Quizás fue muy pronto para hablar sobre estos temas.

-No, no. Es que enserio no lo había pensado. Supongo que es algo obvio, pero lo había pasado por alto.

Después de ir al banco y hacer un plan mental de cuánto dinero podía gastar al mes y cuando debía reservar para la universidad. Tío Charlie me llevo a desayunar. Por venir temprano sólo habíamos comido tostadas y café. Mi pancita pedía comida de verdad.

-¿Qué te ha parecido la escuela? ¿Te han tratado bien?

-Sí, todos han sido educados –guardé silencio entre sin contarle o no algo- aunque algo chismosos –lo terminé diciendo. Mire a Charlie y los dos nos reímos.

-Es un pueblo pequeño donde nunca pasa nada. Tú eres la novedad.

-Sí, me ha quedado claro –suspiré. Trajeron la comida y me concentre en ella.

-¿Qué más quieres hacer? –

Lo miré. No tenía ni idea. Me quede pensativa unos segundos.

-Podemos solo caminar. Quizás veamos algo interesante.

Recorrimos algunas calles y compre algunas cosas que me servirían para el clima cambiante de Forks.

-¡Mira! Una tienda de antigüedades.

Entramos y corrí hacia una lámpara de techo.

-Lo siento –dije cuando choque con alguien, aunque sentí que había chocado contra la pared.

-No importa –me sonrió tímidamente.

-¡Juliet! Ten más cuidado –me regaño Charlie- ¿Señora Cullen?

-Buenos días jefe Swan.

-Buenos días. Le presento a mi sobrina, Juliet.

Ella me miró aún más sorprendida.

-Mucho gusto, señora Cullen –le di la mano y vi un gesto de dolor.

-Puedes llamarme Esme, Juliet –me dio la mano y me sonrió.

Sabía que su mano era fría, pero extrañamente la sentí cálida. Me recordaba a mamá. Le sonreí feliz.

-¿Te gusta esta araña? –Señaló la lámpara de techo-

-Sí, es hermosa –sonreí- a mi cuarto le hace falta un toque –me acerque un poco a ella- femenino –susurré. Sabía que ninguna de las dos cosas eran necesarias, pero ella no sabía que yo sabía.

Esme se río divertida.

-En definitiva ese es un muy bonito toque femenino.

-Juliet, tus cosas llegaran hoy a las 5, no creo necesario que compres eso.

-Jefe Swan, toda chica necesita una lámpara hermosa –declaró como si fuera una ley establecida.

Miré a Charlie que se sintió incómodo. Me reí.

-Tranquilo, tío. No trates de entender nuestro amor por las cosas brillantes.

-Entonces ¿Estas decorando tu habitación?

-Bueno, yo no diría decorar. Sólo dejarla más funcional –asentí triste- por lo menos –reí nerviosa-

-¿Vino sola señora Cullen?

-No, vine con os chicos, pero ellos fueron a comprar ropa.

-Tienen buen gusto en ropa.

-Alice esta obsesionada con la moda. Ella prácticamente se encarga de vestirnos.

Nos reímos. Miré el precio de la lámpara y era muy caro. Hice una pequeña mueca que quite rápidamente.

-¿Es muy caro? –preguntó Esme.

-No, no. Sólo que me gustaría mirar otras antes de decidir –mentí.

Ella me sonrío maternalmente. Como cuando mi mamá descubría que mentía pero, no quería entrometerse.

-Ya tenemos que irnos Juliet. Debemos estar para cuando lleguen las cosas.

-Fue un placer conocerla Esme –no pude evitar abrazarla y extrañamente seguía siendo cálido.

-El placer fue mío, Juliet –me sonreía- Hasta luego jefe Swan.

-Hata luego, salúdeme al doctor Cullen, por favor –se despidió Charlie-

Pasamos a comprar comida rápida y fuimos a casa. En todo el camino no deje de pensar en Esme. Había sido extraño sentirla cálida. Quizás me enfermaría pronto.

A las 5 de la tarde llegaron mis cosas. Junto con el auto de mis padres. Aunque ese no era el auto de mis padres, lo acepté. Charlie me ayudo a bajar el montón de cajas. En una mirada rápida puede distinguir ropa, libros, zapatos y unos muebles que me servirían para mi cuarto. Lo cual me ahorraría dinero. La habitación ya no se veía tan vacía.

-Juliet, si quieres puedes cambiarte al cuarto de Bella. Era de cuando era pequeña, pero creo que esta mejor decorado para una chica.

-No, tío Charlie. Me gusta esta habitación. Además esa es de Bella y puede que algún día la necesite.

Charlie sonrió triste.

-Ella odia Forks. Jamás vendría, ni de visita.

-¡No digas eso! No creo que odie Forks, odiar es un sentimiento muy fuerte. A ella quizás sólo no le gusta el frío y eso es comprensible ¡Vive en un desierto!

-¿Tú crees?

-¡Claro que sí! Y no dudo que algún día venga a vivir aquí contigo, tío Charlie.

-Gracias Juls –sonrió feliz

-Sólo te digo lo que pienso.

Acabe agotada después de acomodar todo. Me metí a bañar y luego baje a hacer algo de cenar.

-¡Ya está la cena!

-¡Ya voy!

Serví todo y me senté en la mesita de la cocina.

-¿Te has hecho amiga de alguno de los chicos Cullen?

-No, sólo llevo una clase con uno de ellos y parece –pensé por unos segundos- tímido –contuve la risa. Edward tímido, sí, como no.

-¿Cuál de ellos?

-Edward, llevamos química juntos. Es mi compañero. Únicamente hemos cruzado algunas palabras. Es decir, estoy aquí desde hace una semana.

A la mañana siguiente conduje mi auto hacia la escuela. Cuando llegue los autos de los Cullen ya estaban en el estacionamiento. Respiré varias veces tratando de controlarme. Tome mi mochila y me aventure al edificio. En el receso, sentía la mirada de alguien pero, no me iba a arriesgar a ver quién era. Cada vez que salía de una clase e iba a otra, volvía a sentir esa mirada pero, al ser una cobarde nunca supe de quién era.

-¡Estoy agotada!

Llegué a casa y había una caja enorme en la entrada. Quizás Charlie había pedido algo. Arrastre la caja y la metí a la casa. Hice mi tarea y luego la cena. Mire la hora y no había pasado casi nada. Resoplé, necesitaba hacer algo por las tardes, quizás un trabajo.

-Buenos días Juliet –me miró y se rio al verme- ¿Aburrida?

-Como una ostra –me senté bien- ¿No necesitan ayuda en la comisaría?

-No, lo siento. Pero, siempre necesitan ayuda en el hospital.

-¿En el hospital? –dije insegura-

-Sé que quizás no es el mejor lugar para una adolescente pero, la paga es buena y te aceptarían de inmediato.

-¿Y qué tendría que hacer?

-Creo que ayudar en lo que puedas, si quieres llama y pregunta bien.

Asentí. Sonaba bien. Medicina era la carrera que siempre había soñado y trabajar en un hospital, era lo mejor que Forks podía ofrecerme. Charlie me dio el número y marqué. Me explicaron que sería recepcionista y quizás a veces la ayudante de un doctor. Dependiendo lo que se necesitará. Quedé en ir mañana a una entrevista. En serio necesitaban a alguien.

-Quieren que vaya mañana a las 5 –le dije a Charlie mientras le servía la comida-

-Te dije que necesitaban ayuda –empezó a comer-

-¿Puedo preguntar que pediste?

-¿Qué pedí? –Me miró sin entender- ¿De qué hablas?

-Cuando llegue de la escuela había una enorme caja frente a la puerta que decía frágil y la metí a la casa, creí que era tuya.

Charlie se paró de inmediato y fue hacia la puerta. Vio la caja que había dejado debajo de la mesa del vestíbulo. La jaló y revisó la etiqueta.

-Está a tu nombre Juliet –lo miré sorprendida- ¿No has pedido nada? –negué rápidamente-

-¿No dice quién lo envió?

Charlie siguió leyendo y se sorprendió.

-Es de la señora Cullen.

-¿Qué? ¿De Esme? –Dije y miré la caja- ¿Qué podrá ser? –Me acerqué- Creo que hay que abrirlo –Charlie se hizo a un lado y abrí la caja- ¡No puede ser! –sonreí como boba- es la araña que vimos en la tienda de antigüedades.

-¿La qué era muy cara? –Dijo frunciendo el ceño y asentí- debes devolverlo. No puedes quedártelo Juliet.

-¿Por qué no? Es un regalo y además… -estuve a punto de decirle que ellos era inmensamente ricos pero, me mordí la lengua- en una tienda de antigüedades no hay devoluciones.

-Pero aun así no es correcto.

-¿Y qué quieres que haga? No sé dónde vive –mentí vil y descaradamente-

-Pero ves a sus hijos todos los días.

-¡NO! Todo menos eso –dije asustada. No me veía hablando con Rosalie, incluso con Alice.

-¿Por qué no? No dijiste que llevabas una clase con uno de sus hijos. Dile a él que te dé el número de su casa para que puedas comunicare con la señora Cullen.

Me reí, lo más fuerte que pude. Como una loca, debo aclarar ¿Yo hablando con Edward y pidiéndole su teléfono? Ni en mil años. Era más posible que me ofreciera a ser la cena Caius.

-¿Qué te pasa?

Me apoyé en la pared y me sobaba el estómago del dolor por reír tanto.

-Eso no pasará –dije cuando me calmé- A lo mucho le diré al doctor Cullen si lo veo o sí no, le dejo una nota mañana que vaya al hospital pero, no me acercaré a los niños Cullen –dije lo último de broma.

-De acuerdo, pero que no se te olvide.

Había llegado temprano a la escuela con la intención de hablar con Alice antes de que alguien más llegara y casualmente ella estaba algo apartada de sus hermanos en el estacionamiento. La miré por el retrovisor de mi auto, pero no saque valor para salir y enfrentarla por varios minutos. Cuando baje del auto ella miró inocentemente hacia mi lugar y yo me congele ¿Qué diablos estaba a punto de hacer? Miré hacia otro lugar y traté de recordar porque estaba haciendo esto ¡Oh sí! Charlie y Esme. Charlie por metiche y Esme por, bueno ella era un ángel. Pero prefería enfrentar a Alice que a Carlisle. Sí lo miraba a él es probable que le soltará todo lo que sabía y me mandará al manicomio si bien me iba, aunque quizás Rosalie me matará antes de que eso pasará. Suspiré resignada y seguí caminando. Si ella estaba allí sin Jasper pegado a sus talones es que ella había visto que me acercaría ¿No?

-¡Buenos días Juliet! –Dijo el imbécil desgraciado hijo de su madre de Newton-

Lo miré con todo el odio que pude.

-¡Lo serán para ti! –Le grité- ¡maldito Newton! Donde te me acerques hoy, te lanzare a Jessica -Murmuraba furiosa-

En la hora del receso pensaba seriamente sobre mis opciones, la primera era levantarme e ir directo a la mesa de los Cullen, la segunda era decirle a Edward en la hora de Biología y la tercera era ir con Carlisle. Cada una era peor que la otra. Gruñí furiosa y los de mi mesa me miraron curiosos. Seguí mirando al techo y barajee la idea de mentirle a Charlie. Sonreí malvadamente. Negué para quitarme esa idea. No podía hacer eso. En algún momento se sabría que mentí. Intentaría hablar con Edward y si no le escribiría una nota. Sonreí felizmente ¡Eso era! Una nota me salvaría. Solo debía pedirle que se la entregue a Esme y no tendría que cruzar más de 10 palabras con él.

-Debo irme. Nos vemos.

Tome mis cosas rápido y me fui antes de darles tiempo a preguntar algo. Llegué a la clase y saque mi libreta. Tomé mi bolígrafo y por varios segundos mi cerebro estaba en blanco. Suspiré furiosa. No podía hacerlo así, no era educado. Ella me había regalado algo hermoso. Sería incorrecto rechazar de esa manera. Debía hablar con Edward o Carlisle.


Espero les haya gustado.

Déjenme sus opiniones en los comentarios.

¡Nos leemos pronto!