Mientras más la miraba, más se daba cuenta de que ella tenía un 'algo' que le fascinaba, que evitaba que apartara sus ojos de su fina figura, inclinada en ese momento sobre la ventana de su habitación, con los ojos cerrados y el cabello, negro azabache, agitado por el viento nocturno, escaso y breve en primavera.

-"Rukia"-la llama, pero sabe que ella probablemente no se vuelva a verle, su sospecha es confirmada al escuchar un sutil y relajado "mmm…" de parte de ella, que ni se gira para encararlo, ni se digna a abrir los ojos.

-"No, nada"-extraño en Ichigo no mediar más palabra, retractarse luego de intentar decir algo, pero siente el deseo demandante proveniente desde su corazón de hablar cualquier cosa para conseguir entablar alguna conversación, no sabe bien el porqué –quizás más bien no quiere aceptar la causa- pero intenta negarse a continuar con sus impulsos. Se recuesta en su cama, a un lado de donde Rukia, que estaba arrodillada sobre el colchón con el pijama de su hermana.

-"¿Qué pasa? Hoy no llueve y además, no estás solo"-le dijo Rukia, siguiendo ella por su cuenta aquella conversación, pero no obtuvo mayor respuesta que un gruñido mal humorado y el sonido que perfectamente indicaba que Ichigo se había colocado la almohada sobre el rostro, sólo en ese momento ella se dio la vuelta y lo miró fijamente aprovechando que él ya no la miraba.-"¿Qué pasa, Ichigo?"-no quería demostrar preocupación innecesaria, tampoco era parte de su personalidad mostrarse cálida, suficiente con ver a su hermano, siempre tan adusto y firme.

-"No me pasa nada, enana"-respondió, hosco y no se hizo esperar un golpe en el medio del estomago que le sacó completamente el aire, jadeó al tiempo en que se erguía, quitándose la almohada de la cara, arrojándosela, bufando con fastidio al ver que la esquivaba con gran facilidad.

-"¡Te hace falta mucho para vencerme, Kurosaki-kun!" –le habló con aquel tono agudo que al muchacho tanto le fastidiaba, mientras se reía burlona, escabulléndose hasta llegar a su armario, encerrándose ahí.

-"¡Maldita!"-ladró, poniéndose en píe sólo para apagar las luces, echándose en la cama de vuelta, maldiciendo en voz baja, pero con una sonrisa leve asomando en sus labios.