Los personajes son de la obra de J K Rowling y la trama es de mi autoría (:
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Uno.
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Primer día de clases. Sexto grado.
En realidad, segundo primer día de clases. Sexto grado.
Cedric suspiró pesadamente. Estando solo podía hacerlo sin que provocara miradas de pánico y sugerencias de volver a San Mungo de inmediato.
¿No había sido suficiente tenerlo encerrado ahí poco más de un año?
Amaba a sus padres, y ellos a él, por eso querían a los mejores especialistas del mundo mágico se ocuparan de tratarlo, de ayudarlo, de regresarlo a la normalidad.
Ellos no entendían.
Nadie podía ayudarlo. Nadie podía borrar lo ocurrido en el cementerio.
Nunca nada iba a ser igual. Jamás.
Todos los días deseaba haber sido tan afortunado como Harry. Él no tuvo que…
-¿Cedric?
Se irguió violentamente en la silla y vio a su madre en el marco de la puerta de la cocina. Ya no le parecía anormal verla con preocupación en los ojos.
-¿Sí?
-¿Estás… listo?
Su leve titubeo le permitió saber que su pregunta inicial era '¿Estás bien?', pero ella sabía cuán harto estaba de oír esas palabras. No quería preocuparla aún más y ocultó el temblor de sus manos, producido por los horribles recuerdos.
-Seguro, vamos.
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Los murmullos y exclamaciones comenzaron desde que puso un pie en el andén 9 3/4, pero no podría importarle menos. ¿Por qué preocuparse por comentaros tontos de gente que mañana podía amanecer muerta gracias al ascenso de Lord Voldemort?
En San Mungo nunca le faltó información y estaba bien enterado de la visita de Harry Potter y compañía al ministerio de magia. Incluso llegó a ver al señor Weasley en el hospital, gravemente herido por la serpiente. El regreso de Voldemort era el único tema por todos lados.
Idiotas. Incrédulos.
Si tan solo hubieran tenido un poco de fe en Harry al volver del cementerio… No sabía con certeza que había pasado con las revelaciones de Potter, pero su padre le dio un resumen en el hospital. Quería que le contara algo más de lo ocurrido, que, como Harry, proclamara el regreso de quien-no-debe-ser-nombrado o, por el contrario, negara todo y confirmara la teoría del ministerio; el chico Potter estaba loco. Cedric se cerró completamente. Ni un crucio le haría hablar sobre esa noche.
Caminó sin ganas dos pasos detrás de sus padres, pensando en que su baúl se sentía mucho más ligero. No había guardado uniformes de Quidditch, ni su escoba, ni un millón de cosas más que antes le habrían parecido de vital importancia. Ahora llevaba justo lo necesario.
Varios pasos después, sus padres se detuvieron y se giraron a él.
-Bueno…-Amos carraspeó. —Creo que es hora.
Cedric asintió levemente. A su madre le temblaban los labios y sus ojos estaban acuosos. Levantó una mano y acarició la mejilla de su hijo.
-Aún no estoy segura de que esto sea lo mejor. Parece ser tan pronto…
-Vamos Rosie—Amos palmeó con cariño la espalda de su esposa—Nuestro Ced es un chico fuerte y valiente. Está listo, ¿no es así, muchacho?
-Si, papá—dijo Cedric sin más.
Los ojos de Amos se llenaron de tristeza por un instante, añorando al Cedric que sonreía ampliamente y hacía comentarios listillos.
-Tienes que cuidarte mucho Cedric—susurró su madre, aun acariciando su mejilla—Ser bueno, noble, estudioso, responsable, dulce, ser… tú—la voz se le quebró en la última palabra pero su caricia fue constante, hasta que quitó sus ojos de los de su hijo y se detuvo abruptamente.
-¿C-Cedric?—escuchó una voz suave detrás de él.
Se giró lentamente para descubrir a Cho Chang. La chica que lo tuvo loco por todo su anterior sexto año. La chica que había aceptado ir con él al baile de navidad. La chica que después aceptó ser su novia. La chica a la que no había querido ver ni una sola vez después de la tercera prueba, rechazando todo tipo de contacto.
La miró por un rato, sin expresión. Ella parecía completamente igual que antes, excepto tal vez por sus ojos. Antes, Cedric no podía leer nada en ellos. Eran un misterio total. Ahora podía ver incertidumbre, preocupación, temor y… ¿Arrepentimiento?
Cho lo interpretó su silencio como una señal para acercarse y Cedric se tensó un poco. No estaba listo para tener contacto con ella. Retrocedió dos pasos y ella se detuvo.
-¿Cómo estás?—preguntó ella con rapidez, sintiendo que él se alejaba intencionadamente.
-Bien. Gracias.
Este no era Cedric. Su novio le habría abrazado con mucha fuerza y le habría dicho que la extrañaba mucho aunque solo hubieran estado separados por dos clases. Apretó los puños.
-Eh… me parece genial—se sentía muy nerviosa, no sabía que decirle.
Cedric, por su parte, estaba completamente tranquilo, y se sentía extraño estar así. Antes, con el simple sonido de su voz, Cho hacía que las mariposas se revolvieran furiosas en su estómago y no pudiera conectar ni un solo pensamiento coherente. Todo eso ya no estaba más. Simplemente podía ver frente a él a una chica que solía conocer.
Sus amigas llegaron corriendo y gritando su nombre, siendo la excusa perfecta para despedirse.
-Hasta luego—dijo Cedric, dándose la vuelta para despedirse formalmente de sus padres. El tren estaba sonando, anunciando su retirada.
Amos y Rose estaban mirando a su hijo con ansiedad y Cedric apretó los dientes. También por eso quería marcharse a Hogwarts. Estando allá, podría alejarse de tanta preocupación paternal. Él ya había aceptado que su vida jamás sería lo mismo y seguía adelante, ¿no podían ellos hacer lo mismo?
-Es hora de partir. Les escribiré seguido y no me meteré en problemas.
Se acercó a su padre y se dieron un fuerte abrazo. A Rose le faltó tiempo para meterlo entre sus brazos y estrecharlo con todo su cariño. La idea de dejar ir a su pequeño después de casi perderlo le resultaba insoportable, pero sabía que ya no era un niño, estaba librando sus propias batallas y no podía intervenir a menos que él lo pidiera. Y no lo estaba haciendo.
Fue Cedric quien terminó separándose.
Les dio un intento de sonrisa que a todos les supo mal y se metió en el tren sin mirar atrás, por eso no vio a Rose derrumbarse en los brazos de Amos.
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Fue un viaje tranquilo. Afortunadamente Cedric encontró un compartimiento vacío y durante todo el viaje miró por la ventana.
Antes de llegar se puso el uniforme y se sintió un poco raro. En el hospital solo vestía las batas que ellos proporcionaban y ya en casa no veía motivo para usar algo más que sus pijamas. Aflojó la corbata porque repentinamente llegó la sensación de asfixia.
Habían llegado a su destino y salió con paso descuidado a la estación de Hogsmeade. Llamaba la atención entre todos los estudiantes y él prefería pensar que era porque había crecido bastante en el último año. Eso había sido una agradable sorpresa.
Mantenía la cabeza baja, confiando en que toda la gente con la que se topara de frente se movería del camino, pero un par de zapatillas deportivas con un poco de lodo en las puntas no se movieron. Tuvo que levantar la vista.
-Hola, Cedric—Harry Potter estaba frente a él. Sonreía levemente y se veía confiado. Un contraste perfecto con Cho hace unas horas. A sus costados estaban sus amigos. Ronald lo veía con curiosidad, nunca se hubiera esperado emoción por su parte, sabía perfectamente bien que él y los gemelos le odiaban por el accidente en el partido de Quidditch de su quinto año. Hermione estaba del otro lado y le miraba fijamente, sin una expresión fija. Después de unos cuantos segundos, Cedric comenzó a ponerse nervioso bajo su escrutinio. Sabía perfectamente porqué.
-Harry—contestó al fin.
-¿Listo para regresar a Hogwarts? Escuché que este año Snape está peor que nunca—Harry no perdió su sonrisa.
Cedric se conmovió un poco ante el intento de normalidad de Harry. Era refrescante tener a alguien que no estaba presionando por saber lo que había ocurrido o cómo estaba lidiando con las secuelas.
-Lo estoy. Si Snape es como recuerdo… bueno, entonces estamos en problemas.
Harry se rió como si fuera la broma más graciosa del mundo y Cedric se sintió raro. Hacía mucho tiempo que él no decía un comentario como ese. Ronald estaba mirando con extrañeza a Harry y Hermione sonreía débilmente. La miraba y solo podía pensar en un pedazo de papel con unas cuantas líneas escritas.
-Habrá que prepararnos entonces. Te veré después.
Harry no forzó más la conversación y le dio una sonrisa aún más amplia antes de marcharse. Ronald le siguió de cerca, pero Hermione se quedó mirándolo un rato más. Los nervios volvieron a hacerse cargo de Cedric.
Fue como si ella lo notara y en sus labios apareció una sonrisa parecida a la de Harry.
-Hasta luego, Cedric.
-Adiós…-susurró él.
¿Qué demonios estaba mal?
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La cena y ceremonia de primer ingreso pasó sin pena ni gloria. La mesa de Hufflepuff parecía dispuesta a darle la privacidad que él necesitaba y lo agradecía. Todos sus amigos se habían graduado el año anterior y justo ahora no tenía ganas de ponerse sociable y crear amistades.
Al terminar todo se dispuso a ponerse de pie y marcharse. Estaba en la puerta cuando escuchó a Cho llamarle.
-¡Cedric! ¡Cedric!
Ni de chiste iba a detenerse a hablar. Fingió que no la escuchó, caminó tranquilamente hasta dar la vuelta y luego corrió a las escaleras principales. Todas ellas estuvieron a su favor y cambiaban de sentido cada dos segundos. Cedric siguió escuchando los gritos de Cho hasta que entró en un pasillo del cuarto piso. ¿O era el sexto? No tenía ni idea, y tampoco le preocupaba. No quería regresar a su habitación con sus nuevos compañeros tan pronto.
Todo estaba tranquilo, pero algo encerrado. Pensó que le gustaría ver el paisaje que Hogwarts le ofrecía y de inmediato vino a su mente la torre de astronomía. Sin dudarlo un segundo se dirigió a ella.
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Cedric se recargó en el borde y recorrió con la vista los terrenos de la escuela. Cuando estaba en San Mungo y los especialistas al fin lo dejaban en paz, le gustaba mirar por la ventana y perderse en lo que veía, evitar por completo sus recuerdos. Era su momento favorito del día.
En cierta ocasión escuchó a su madre hablar con los doctores sobre su nueva afición de sentarse a contemplar a través de la ventana, y ellos intentaron que lo dejara porque 'no era muy normal', pero él enloqueció y gritó y se negó absolutamente a dejar de hacerlo. Fue de las pocas veces que en realidad perdió la cabeza, borrando eso, tuvo una estancia muy tranquila. Cerrada, sin explicar nada, sin hacer 'progresos', pero tranquila.
Recordó las notas que le mandaban y que leyó simplemente por aburrimiento. Había de sus amigos, de las chicas que lo consideraban guapísimo y lo seguían a todos lados, de familiares interesados por su supuesto encuentro con el señor tenebroso, de Cho (varias de Cho), Dumbledore, de Madame Pomfrey muy preocupada por uno de los de su casa, incluso de Harry Potter. Pero lo más raro ocurrió el día en que recibió la nota de Hermione Granger.
Estaba grabada a fuego en su memoria. No era un gran logro, porque eran pocas líneas, y tampoco un texto elocuente, pero por algún motivo, fue la que más quedó en él.
Me siento un poco rara escribiendo esto… y es tonto decir algo así empezando una nota, ¿verdad? Decía. Lo que pasa es que, si yo estuviera en una situación como la tuya, odiaría que me preguntaran qué tal estoy todo el tiempo, y como eres un chico muy popular, supongo que te lo han dicho millones de veces. No quiero contribuir. Eso le hizo sentir comprendido. Al fin alguien que no lo atosigaba con esas dos palabras. Harry dice que Hedwig no le trajo respuesta alguna a su nota, y está bien si no quieres contestar. Solo quiero mostrarme empática y darte, como Harry, mi apoyo. Estamos…Había un par de palabras tachadas después de eso, como si dudara en escribirle algo. Estamos luchando contra él, Cedric. Queremos que todo termine. Destruirlo para siempre. Espero que eso te haga sentir mejor. No sé qué más poner, así que me despido. Ojalá vuelvas pronto a Hogwarts a terminar tus estudios, tus admiradoras te extrañan y escriben todos los días notas para ti. Eh… quizá eso sonó raro, pero es que ellas siempre gritan que te mandarán una nueva diario en el desayuno. Hasta luego. Hermione G.
Era muy extraño recibir una nota de su parte. Nunca cruzaron más de dos palabras, ella no era parte de su club de admiradoras e incluso llegó a pensar que también lo odiaba por el partido de Quidditch. Pero no. Alguien que lo odiaba no le escribiría, ¿o sí? Los gemelos Weasley y Ronald no le habían escrito…
En alguna parte del castillo un reloj marcó media noche, y Cedric supo que era temerario, incluso para él, estar fuera de la cama a esa hora.
Se marchó con paso tranquilo, y estaba cerca de la entrada a la casa de Hufflepuff cuando, escuchó pasos en el pasillo siguiente.
De él emergió una castaña que lo miró con duda por un momento, alzando ligeramente la varita antes de reconocerlo.
-¿Cedric?
-Hola, Hermione—contestó con tono neutral.
-¿Qué haces fuera de la cama? Es algo tarde ya.
Cedric no le iba a decir dónde había estado, ni que había estado pensando en su nota, así que contraatacó.
-Nada malo, ¿y tú?
-Soy prefecta de Gryffindor desde el año anterior. Esta noche me tocó hacer la ronda nocturna con otros cuantos prefectos.
-Ah… Felicidades, supongo.
-Gracias…
El silencio se hizo pesado, solamente la luz de una ventana los iluminaba. Ella se pasó la mano por los rizos y él se removió incómodo.
-Escucha, Cedric—dijo ella al fin—Yo… No sé si recibiste mi nota hace como seis meses…-él asintió—Bueno, si te sentiste incómodo con ella… Es decir. Entiendo que jamás nos hemos hablado y que yo no tenía por qué meterme en nada pero… Yo… Lo siento… Si te incomodé o algo…
-Está bien. Todo el mundo me mandó notas. No fue la gran cosa.
Cedric quiso retirar lo que había dicho porque sonaba muy brusco, pero notó en su cara cuando ella cerró su expresión.
-Me imagino. Está bien.
Cedric abrió la boca para hablar pero una cabeza pelirroja interrumpió en el momento preciso.
-¿Hermione? ¿Estás aquí? ¡Andando! ¡Ya es media noche y estoy muerto!
Obviamente no había visto al otro chico hasta ese momento. Ronald le entrecerró levemente los ojos.
-Si, vamos. La ronda de prefectos ya ha terminado—le dijo. Así que Weasley también era prefecto de su casa. ¿Cómo lo había obtenido él y no Potter? No le dio tiempo de pensarlo porque ella se giró de vuelta a él—Ve a tu casa, Diggory—Ahora era Diggory. Maravilloso. —Draco Malfoy también está de ronda y si te encuentra, en serio tendrás problemas. Yo lo dejaré pasar. Hasta luego.
Sin más, ambos chicos de Gryffindor se marcharon dejándole en el pasillo. Sin duda Hermione podía convertirse en reina de hielo cuando quería. Algo se revolvió en él.
El antiguo Cedric no habría dejado que se marchara hasta arreglar las cosas, porque sabía que lo que había dicho estaba mal y era su culpa.
Pero él ya no era más el antiguo Cedric.
¿Cómo serlo cuando las ganas de luchar y seguir vivo se habían ido de él?
Otro suspiro salió de sus labios, metió las manos en el bolsillo y se dirigió a su dormitorio para intentar descansar un poco.
Al día siguiente, tenía todo un colegio al cual enfrentarse.
…
¡Ta-ran! Bueno, rondaba la idea por mi mente y me encantan los Cedric-Hermione, ¿Qué más puedo decir? Odié la idea de que Ced muriera, quería traerlo de vuelta, pero creo que no podía ser todo como normal, algo malo tenía que pasarle al pequeñín ):
Aquí vemos un poquito de qué va la historia, no espero que sea muy larga, pero bueno, ya se verá.
Gracias por leer todo esto y también de antemano si me dejan un mensaje.
Nos leemos pronto (:
