Disclaimer:

Los siguientes personajes de esta historia no me pertenecen sin embargo, la trama y el desarrollo de esta obra son propiedad mía por lo que se prohíbe adaptación, recopilación o copia de la misma sin previa autorización.

Así mismo hago de su conocimiento que esta historia ya la había trabajado antes no obstante, se quedó inconclusa por lo que ahora estoy decidida a terminarla.

Espero la disfruten y por favor, si tienen algún buen comentario no olviden dejarlo.

Gracias y buen día.

Saludos.

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Sumary

Tras sufrir la muerte de sus padres Sakura Haruno termina conociendo a Sasuke Uchiha, un joven lleno de misterio que sin querer a originando una serie de eventos que despertarán la curiosidad de ella por saber quién es él, revelando así, secretos que nadie más debería conocer y por los cuales Karin, la compañera de este, traicionará a la que por siglos ha considerado como su familia.

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Capítulo I


"Hasta que no vacíes tú alma de todo aquello que te atormente, no podrás llenarlo de todo aquello que te hará feliz"

Relativamente todo lo que siempre hacía por las noches era llorar mientras dormía, no podía evitarlo ni reprimirlo; mis quejidos casi siempre eran más fuertes a esas horas debido a las constantes pesadillas que tenía. Hacía ya varios días que no cesaban y era la primera vez que duraban tanto.

Gritando me senté sobre la cama mientras sujetaba con fuerza mi cabeza tratando de soportar el miedo que sentía. Mi cuerpo estaba temblando pero sabía que no era de frío, aun así, me puse de pie y caminé hacia la ventana─. ¡Maldición! ─gruñí entre pequeños espasmos.

Apreté con fuerza mis brazos. Estaba sentada en mi balcón en una silla de mimbre, no tenía caso regresar a la cama, de todas maneras no iba a poder dormir.

Suspiré agotada y dejé que las duras lágrimas continuaran haciendo sus estragos hasta que… se detuvieron, justamente al amanecer.

Antes, cuando era niña amaba los amaneceres. Me gustaba despertar temprano y ver como el sol se iba levantando en el horizonte pero ahora nada de eso tenía sentido.

Lentamente los escasos rayos de sol fueron iluminando mi habitación. Tenía la mirada puesta en el suelo observando como la oscuridad se iba desvaneciendo hasta que de pronto unos cuantos golpes detrás de mi puerta llamaron mi atención.

Levanté el rostro y la voz de mi abuela me hizo dibujar una corta sonrisa.

─Sakura, ¿estás bien? ─me pregunto a través de la puerta.

─Sí ─le contesté con voz ronca mientras miraba mi reflejo en la ventana.

Mi cabello largo y rosado estaba revuelto y sin brillo y, mi rostro estaba más pálido de normal debido al frío que hacía, mis labios rosados se tornaron azulados y el color tan peculiar de mis ojos se turbio por esa agua salina, eso, sin mencionar lo rojos e hinchados que estaban, efecto que significaba que no había podido dormir durante varias semanas.

Detestaba verme así, cansada, demacrada. Chasqueé los dientes y dejé de mirarme.

─Sakura, ¿me estas escuchando? ─repitió.

─Perdón abuela. ¿Qué era lo que me decías? ─le pregunté abriendo la puerta.

─Decía que el desayuno ya está listo. Cámbiate y baja con nosotros. ¿Segura qué estás bien?

─Sí, es sólo que estoy algo cansada ─respondí─. No pude dormir muy bien anoche.

─¿Pesadillas de nuevo?

─Ya se irán ─le dije e hice una mueca─. Ahora bajo.

Una vez que mi abuela se marchó tuve el tiempo suficiente de arreglarme, amarré mi cabello en una coleta, me maquille tenue y me cambié con lo primero que encontré aunque cuando lo estaba haciendo un par de ruidos se colaron por mi ventana.

Me asomé por unos momentos recargándome en el barandal, varios camiones de mudanza estaban llegando, todos de diferentes tamaños, estos, estaban estacionándose uno tras otro al otro lado de la calle. Elevé una ceja y los miré extrañada preguntándome, ¿qué clase de tontos podrían estarse mudando?

Meneé la cabeza y regresé de nuevo a mí cuarto notando frente a mí el retrato de mi familia.

Mis padres se veían asombrosos, yo estaba en medio de los dos sonriendo junto a mi medio hermano. Esa había sido nuestra primera foto juntos como familia pues ese día Suigetsu había sido adoptado.

─Buenos días, hija ─murmuró mi abuelo al verme entrar.

No le contesté, solo sonreí en respuesta. Poco después la inminente voz de mi pequeño hermano de seis años llamó mi atención. Si había algo o alguien que me hacía sonreír de una manera tan natural ese era él.

─Parece que hoy estas muy animado ─le dije mientras sacudía el extraño color de su cabello.

─Sí y mucho. El abuelo me llevará a dar una vuelta más tarde al lago. Iremos a pescar después de que cure a los caballos de los Hatake ─en ese instante mi sonrisa se descompuso.

─Sabes que ellos son algo especiales. Jamás dejarían que nadie que no sea tu abuelo cure a sus animales ─interfirió mi abuela al notar los diminutos gestos que hacía tras haber escuchado aquel apellido.

─Oh, enserio ─objeté─. Pues pienso que sólo son pretextos para hacer que yo vaya. Desde que llegue aquí últimamente sus animales se enferman demasiado.

─No pienses así, hija. Estoy segura de que no son sólo pretextos además, si lo fueran… Kakashi es muy apuesto.

─Pues a mí no me agrada. Es un odioso ─contesté con un gesto agrio a lo que ella me miró de una forma suplicante.

─Pretextos o no... Si lo prefieres puedo decirle a alguien más que vaya por mí.

─Y en verdad lo preferiría pero no puedo hacer eso abuelo, la última vez que alguien fue por ti casi se olvidaron de traerse a mi hermano. No confió en tu gente, todos son muy extraños además, las personas en el pueblo... todos me miran raro.

─Eso es porque eres una chica hermosa.

─Hay chicas más lindas que yo, por ejemplo esta Ino.

─Y hablando de ella, te hablo hace unos minutos ─interrumpió mi abuela.

─¿Tan temprano? ─cuestioné con una ceja arriba─. ¿Te dijo qué quería?

─Sí, que le marcaras en cuanto pudieras ─apenas si mi abuela había terminado de hablar cuando un evidente mohín salió de mi boca, no quería devolver ninguna llamada sin embargo, ella insistió─. También dijo que era urgente.

─Está bien, la llamaré luego ─contesté sin mucho interés.

Una vez que el desayuno termino me levanté para ir de regreso a mi habitación, no obstante, mi abuela me detuvo en el proceso.

─¿Es enserio? ─inquirí al mirarla con el teléfono en las manos.

─Muy enserio, señorita. ¡Llámala! ─me ordenó en un tono autoritario─. No quiero verte otro fin de semana encerrada en tu cuarto. ¿Entendido? ─estaba por reprochar, no tenía ganas de nada, mucho menos de llamarla─. ¿Entendido? ─repitió.

─Sí abuela, entendí ─ante su insistencia no me quedó otra opción más que tomar el teléfono y rodar los ojos mientras marcaba y ponía el altavoz─. Ino... ─la nombré cuando esta me contestó.

─¡Hola, Sakura! Que gusto que me llamarás, pensé que no lo harías.

─Sí yo también pero mi abuela insistió en que era urgente.

─¡Y lo es...! ─exclamó emocionada al otro lado de la línea─. Necesito que me acompañes a la ciudad.

─¿Y no puedes esperar al lunes?

─No, definitivamente no. Tengo una cita esta noche y...

─De acuerdo, no quiero detalles ─la interrumpí antes de poder escuchar más─. Te veo en quince minutos en el parque ─le dije y acto seguido colgué.

─Bueno, nosotros también nos vamos ─dijo mi abuelo mientras se acercaba a nosotras─. ¡Date prisa Suigetsu, se nos está haciendo tarde! ─gritó desde la estancia y este corrió escaleras abajo, emocionado.

─Está bien. Cuídense ambos y tú Sakura cúbrete bien que está haciendo frío ─me recordó mi abuela mientras ajustaba la bufanda a mi cuello.

─No te preocupes. Será rápido.

─Sí pero hace frío y no quiero que te enfermes.

─Gracias y de verdad, estoy bien ─le dije retirando sus manos─. Regreso luego.

Cuando salí al umbral noté la gran mudanza que tenía al enfrente, entorné los ojos y luego los rodé en un intento por ignorar todo el ajetreo que aquellos hombres estaban haciendo pero fue inevitable hacerlo ya que aquella casa llamaba mucho la atención. Era una bonita residencia la cual prácticamente estaba construida de madera, con enormes ventanales que dejaban a la vista la sala completa y algunos cuantos cuartos de arriba; la estructura tenía poco concreto, en realidad las bases y algunas paredes lo eran. Tenía un amplio jardín en el frente y los desniveles de las escaleras estaban tapizados con piedras decorativas, sin duda, una casa contemporánea muy costosa.

Estaba atenta a todo aquello que bajaba de los camiones, enormes cajas de cartón selladas con cinta adhesiva amarilla que llevaban leyendas precautorias, muebles que eran onerosos y que estaban cubiertos con un delgado plástico por lo finos y delicados que eran; también observé cuadros gigantes de pinturas abstractas con figuras extrañas e instrumentos musicales ostentosos.

Parecía que mis nuevos vecinos eran personas adineradas y presumidas y eso, de alguna manera me molesto.

Expresé un pequeño chasquido y dirigí de nuevo mi vista al camino, subí el cierre de mi chamarra y metí las manos a mis bolsillos, luego, caminé hacia la valla; quité el seguro y abrí pero no fue sino hasta ese momento que noté que alguien me estaba observando.

Esa mirada había sido tan intensa y perturbadora que me hizo estremecer por unos segundos.

Pronto, mis ojos se clavaron en aquel hombre alto de piel blanca, incluso, más que la mía, posiblemente aquel color pálido se debía al frío que hacía, fue por eso que quizá me perdí durante algunos minutos en su apariencia.

Tenía los labios entre abiertos al estarlo mirando. Era muy atractivo. No pude evitar quedar sorprendida ante su presencia, su piel parecía ser muy suave y pálida… como la porcelana, de facciones delicadas aunque lo que más me llamó la atención fueron sus labios perfilados, los cuales a pesar de estar haciendo un frío extremo estaban rosados, era una boca seductora, tanto, que atraía. Parecía una fina persona la cual no pasaría de mi edad, se veía entre los veinte y veinticinco o al menos, eso supuse.

Embelesada por su presencia di un paso al frente, era inconsciente de mis movimientos; mi corazón se aceleró y de pronto mis mejillas tomaron ese rojo carmín natural.

No estaba pensando, tan sólo estaba observando cada parte de aquel cuerpo delgado, con atributos bien diseñados.

A simple vista parecía un chico normal y sencillo, sin embargo, una parte de mí sabía que en él había algo extraño.

Arrugué la frente y lo miré una vez más hasta que mi vista se detuvo en un sólo lugar. Estaba segura que al principio cuando lo miré a los ojos estos eran oscuros, tan negros y profundos como su mismo cabello pero… ahora, eran de otro tono, estos se habían vuelto rojos y profundos.

Por un breve instante sentí mi cuerpo volver a erizarse, no tenía miedo pero no resistí aquella intensa mirada que me hizo bajar la vista al suelo por algunos segundos, fruncí de nuevo el ceño y alcé la vista sin embargo, cuando lo hice aquel chico ya no estaba.

Parpadeé varias veces en mi sitió mientras lo buscaba pero no pude ver nada, fue entonces que de pronto la voz de mi abuela a mis espaldas me asustó.

Volteé y la miré con el pecho estremecido.

─¿Qué estás haciendo ahí, cariño?

Confundida y desorientada miré a mí alrededor, me encontraba a mitad de la calle─. Nada ─articulé nerviosa─. Regreso luego, no tardo ─le dije mientras regresaba a la banqueta y caminaba de prisa mirando de reojo a la mudanza en dónde sólo se divisaban a los hombres de los camiones trabajar.

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Continuará...


Espero que el primer capítulo les haya gustado. Si es así espero sus comentarios :)

Como nota final las invito a leer And I Know y mis otras historias.

Saludos y muchas gracias por leer. Hasta pronto.