Playing whit the Enemy
Summary: Una poción fallida de Hermione y un conjuro desviado de Malfoy, convierten a Harry en un bebé. La única persona que acepta el pequeño es a Draco, ¿Qué harán? ¿Harry regresará a ser el de antes? ¡Slash!
Advertencia: Slash, todo muy fluff y adelantando en capítulos…
Disclaimer: Todo es de Rowling y compañía. Yo sólo me divierto un rato a costa de sus personajes.
Prólogo: Encogiéndose…
Clase de pociones de sexto año del colegio del Hogwarts de magia y hechicería. En él, ni siquiera una mosca se había atrevido a zumbar demasiado fuerte. Snape estaba lívido… Había quitado indiferentemente puntos a Slytherin y Gryffindor. Todos por… un caldero explotado. Neville, haciendo gala de toda su ineptitud, citando al propio profesor de pociones, había volado y volcado en un radio de cinco metros una simple poción de repaso que habían visto en segundo año.
Habían estado trabajando en parejas. A excepción del famoso niño-que-vivió que, como siempre, gracias a Malfoy; el ilustre y amado por todo Hogwarts, profesor de pociones, le había castigado, obligándole a realizar la poción por sí. Harry refunfuñaba de vez en cuando tratando de no explotar el mismo su poción y evitar estar castigado hasta su graduación, si es que se graduaba. Con Snape… todo era posible, el único deseo unánime de Gryffindor y Slytherin por igual: Que el timbre los librara de aquella tortura silenciosa.
— Señor Weasley o ayuda a la Señorita Granger o no tendrá nota en esta clase —Hermione miró indignada al profesor. ¡¿Cómo se atrevía!? ¡Ella jamás le regalaría la nota a nadie! Mucho menos a Ron, pero, el tema quedó en el aire, con el profesor continuando con su peregrinación por el salón asustando a todos los estudiantes cada vez que su capa sonaba, demasiado cerca de dichos. Harry suspiró mirando al hombre ir y venir con aquella actitud agria y áspera de siempre.
— Ese Snape…, está peor de costumbre —Disimuladamente miró la poción de su mayor archienemigo, después de Voldemort; o eso pensaba el rubio, presumido de Malfoy. Checando que estuvieran lo más parecida posible. Bueno de algo tenía que servirle el condenado Slytherin más que para mandarlo a la enfermería con la nariz rota ¿no? Harry al ver que la poción seguía igual que la de Hermione y la de Malfoy. Quiénes se encontraban situados aledaños a su puesto, siguió sin prestarle atención a nada más en el interior.
Tal vez si hubiese mirado un poco más de tiempo la mesa de Hermione, hubiese previsto que Ron, fastidiado y completamente despistado, seguramente maldiciendo y mentando cien años de ascendencia y descendencia de Snape, le pasaba a una Hermione, también completamente absorbida y despistada por la poción, un ingrediente que ni era de esa poción ni era ingrediente del todo. La mujer confiada lo echó en el caldero sin cuidado.
Malfoy en ese momento estaba congelando su poción… hasta ese punto llegaban ese día… Una fuerte explosión se escuchó por segunda vez en el día, asustando a todos, muchos chillidos aterrados se escucharon y todas las miradas fueron a parar al de nuevo ilustre y amado por todos profesor Snape. Aunque, de haber mirado al epicentro de la poción se habrían percatado que Harry Potter se encontraba completamente bañado, cubierto, lleno, embarrado… de una sustancia de un dudoso amarillo fosforescente, de apariencia mocosa y textura pegajosa. El moreno ojiverde, tosió un poco, quitándose la poción de la cara, queriendo ir a matar a sus mejores amigos. Aquello no olía ni se sentía nada bien.
Siguiendo con el despiste general de aquel día. Harry, jamás hubiese podido adivinar que un conjuro, desviado, gracias a la histeria del momento. Le iba a pegar en el preciso momento en el que Malfoy, desviara la varita ante el empujón y el pisotón de Pansy Parkinson.
Lo único que sintió el ojiverde fue un frío intenso…, se estaba congelando, sus dientes comenzaron a castañearle y la asquerosa poción que cubría su cuerpo, quedó relegada en su mente. Lo más importante era no morir de frío, todo se volvió un tanto confuso. Snape comenzó a gritar y a ordenar la calma en el salón, cuando un sonoro ¡PLOF! Hizo que todo el mundo se fijara en aquel ruido. Otro sobresalto general al escuchar un llanto particularmente aturdidor y desesperante en donde… supuestamente, se debía encontrar Harry Potter.
— ¡¿Y Harry!? —Preguntó Hermione alterada—. ¿¡Dónde está Harry!?
— Señorita Granger. ¿A qué se refiere? —Inquirió puntilloso, Snape, revirando los ojos, pero, luego escuchó a uno de los millones de Weasley decir:
— Creo que lo encontré —Murmuró un poco, consternado Ron mirando un bulto de ropa que curiosamente correspondían con las prendas que cargaba el moreno ese día. Llevó una mano temblorosa, rogando que no fuera lo que su mente le anunciaba. Allí, rodeado por esa sustancia amarillenta se encontraba un precioso y adorable bebé, de disparatados cabellos negros y poseedor de una brillante cicatriz en forma de rayo en su frente, llorando a pleno pulmón—. ¡Por las barbas de Merlín!
— ¿¡Qué sucede Ron!? ¿Dónde está Harry? —Siguió la castaña inusualmente alterada.
— ¡Harry se encogió! —Snape y Hermione lo quitaron del medio.
— ¿E… ese es Potter? —Balbuceó Severus, sorprendido.
— ¡Harry! ¡Oh Harry! —Gimoteó la sabelotodo, sosteniendo al bebé con cuidado, envolviendo su desnudes con la, ahora, inmensa camisa del uniforme. En ese momento el llanto de Harry se convirtió en un ruido que perforaba la corteza auditiva de todos los presentes—. ¿Qué? ¿Qué te sucede, bebé? ¿Por qué lloras así? ¿Qué te duele?
— ¿Qué demonios le echaron a la poción? —Curioseó Malfoy con asco, acercándose. Había estado buscando en dónde exactamente había pegado el hechizo para arreglarlo, sin embargo, algo le decía que le había dado a Potter. Había convertido en bebé a la máxime salvación mundial mágica… estaba en problemas…
— No le echamos nada. Todo estaba correctamente realizado… —Le respondió al hurón de mala gana. Ellos jamás le harían nada a su amigo—. Además, Harry parecía bien, cuando me volteé para disculparme, pero, en ese momento, otra explosión sucedió… ¡Harry, por favor! Estás matándonos a todos, te lo ruego, un poquito de silencio, bebé.
— ¿Ese es Potter? —Expuso ganándose una mirada irónica por parte de la sangre sucia.
— ¡Ay, Harry, no! ¡Mi cabello! —Se quejó, tratando de evitar que el pequeño demonio de ojos verdes que ahora era su mejor amigo, la dejara calva.
— Vaya, parece que Potter no te tiene en mucha estima, Granger —Se burló el rubio. En ese instante Harry se volteó, dejando de llorar, comenzando a hacerle manitas a Draco para que le cargara riendo divertido con algunas lágrimas contenidas en los ojos. Todo el mundo se fijó en la escena, escépticos—. ¿Qué haces? ¿De qué te ríes? ¿Malfoy…?
— ¡Oh dios! ¿Qué hemos hecho? —Soltó el pelirrojo, mirando aterrado por la manera en la que su amigo, demandaba ser alzado por su peor enemigo…
— ¡Todos cállense! —Volvió a gritar Snape, asustando al bebé, quién volvió a llorar.
— ¡Profesor! —Le regañaron fuertemente todos, olvidándose de quién era, cuando sus tímpanos amenazaron con romperse.
— ¡Hay que encontrar que fue lo que hicieron! —Dijo, yéndose al caldero.
— Malfoy, sostén a Harry un momento… —Le pidió Hermione.
— ¡¿QUÉ?! —Gritaron Ron y Malfoy al mismo tiempo.
— ¡Primero muerto y sepultado que tener en mis brazos al maldito de Potter, Granger! —Le escupió ácido.
— ¡¿Qué no tienes corazón, Malfoy!? ¡Es un niño! ¡¿Ves!? ¡Ya lo hiciste llorar! Shh… Tranquilo pequeño, nadie te hará daño… shhh, todo estás bien —Milagrosamente el bebé bajaba a una intensidad ligeramente soportable su llanto—. Parvati, sostenlo tú, hay que limpiarlo —Más vale hubiese sido que no… todo el mundo se llevó la mano a los oídos…
— ¡¿Qué es!? —Gritó Zabini con desesperación—. ¡¿UNA MADRAGONA!?
— ¡No grites IDIOTA! —Le regañó Parvati—. ¿Qué te sucede, Harry? ¿Por qué lloras? ¿Tienes hambre? Vamos Harry —Susurró comenzando a estresarse—. Nos vas a explotar el cerebro.
Entre Hermione, Severus y Draco, buscaban algún indicio de la transformación, sin embargo, hasta ahora, nadie había sido capaz de convertirse otra vez en infante. El príncipe Slytherin estaba al borde de una crisis nerviosa. Tiró la varilla de prueba de toxicidad al piso y prácticamente gritó:
— ¡Potter! ¡O te callas o te callas! ¡Ya me tienes harto! —El bebé comenzó a gimotear, buscando el epicentro de la voz—. ¡Agradece que esté ayudando a buscar la maldita causa de tu encogimiento!
— ¡Te recuerdo estúpido hurón que tú también tienes la culpa! —Se metió Ron—. ¡¿O el maldito hechizo que le impactó salió de dónde!? —Oh no… Weasley lo sabía…
— ¿Señor Malfoy? ¿De qué hechizo habla el Señor Weasley? —Exigió Snape con voz dura.
— ¡Pansy me empujó y me pisó, luego de que la poción explotara! ¡Pero no le di a Potter! ¡No seas mentiroso, Weasley!
— ¿Qué hechizo fue, Draco? —Apremió Severus, temiéndose lo peor.
— Un hechizo congelante… —Le respondió, cohibido.
— Esto no puede estar peor —Harry se removía incómodo en los brazos de Parvati, tratando de zafarse. Gemía y soltaba sonidos incoherentes. En ese momento el timbre sonó.
— Alguien que me ayude con Harry, tiene demasiada fuerza…
— Señor Malfoy… sostenga a Potter, sin decir una sola palabra. ¿Estoy siendo claro? —Le advirtió con una mirada peligrosa. El rubio tragó en seco y le quitó de mala gana al cara-rajada—. Todo el mundo largo. Llevémosle con el director… Weasley, Granger, antes de que empiecen a gritarme, ustedes también vengan. Señor Malfoy… —Las tres personas que quedaban en el salón miraban alucinados la escena. Harry reía, juguetón a Malfoy, mientras que el mayor lo miraba con asco y lo cargara como si fuera el mismísimo portador de la peste negra.
— Esto tiene que ser causado por la poción… Malfoy cargando a Harry. Surreal… —Pensó Hermione observando a su amigo, pasárselo bomba con Malfoy, mientras se dirigían hacia el Gran Comedor para encontrarse con el director de la institución…
TBC…
