Campo, vacas, aire puro… Esto era en lo que Isabela Swan, una dulce niña de tan solo 12 años, pensaba.

Su abuelo, un hombre ya bastante mayor de 80 años, pero que aun físicamente estaba estable, tenía rato llamando a su única y amada nieta Isabela. Jacob Swan, así se llamaba, vio cómo su nieta volvía con dos cubos repletos de agua.

-Isabela, ¿Dónde te habías metido, hija?

-Estaba en el establo, te estaba esperando.

Ambos se suben en la vieja camioneta, para ir al pueblo.

Mientras en la estación de trenes, Carlisle Cullen, vuelve a sus raíces. Un amigo de su infancia espera por él, ambos se abrazan y ponen rumbo al pueblo.

En la casa Vulturi, Esme y Aro vuelve a discutir, desde hace años esa es su rutina. Esme le echa en cara que prefiera a uno de sus hijos, el como todas las veces termina levantándole la mano, para que ella se calle. Es un matrimonio infeliz, Esme se arrepiente de haber cometido el error de casarse con un hombre como Aro. Ella, como siempre, se desahoga con su prima Rafaela.

Ambos niños juegan en el patio perseguidos por su abuela, estos niños son los hijos de Esme y Aro. Su madre intenta que sus hijos no salgan heridos por el mal estado de su matrimonio, pero eso es algo que Esme no puede evitar.

Carlisle, vuelve a la finca en la que creció, el camino le trae muchos recuerdos y sentimientos que creía enterrados. Carlisle observa la casa, todo se ha mantenido intacto, al igual que sus recuerdos.

Al salir de la casa, Carlsile se reencuentra con Jacob Swan y su nieta Isabela. Su reencuentro no dura mucho, ambos tienen cosas que hacer.

Esme sale a la iglesia, mientras que su madre y su prima se quedan en la casa, ella siempre va a la iglesia a rezar. Lo único que Esme no sabe, es que se llevara una sorpresa en la iglesia.

Al regresar a casa, Jacob Swan, se encuentra con el abogado de Aro Vulturi, quien intenta como todos los días comprar las tierras del viejo. Pero Jacob, quien no se fía ni un pelo de Aro, como siempre le dice que no. Esos terrenos son la herencia de su única nieta.

Al llegar a la iglesia, Esme se sienta en el banco de siempre, pidiendo por su matrimonio como todas las veces.

- Dame fuerzas señor, por lo que más quieras, por mis hijos te pido…

- Esme…

Ella lentamente y con sorpresa, se da la vuelta susurrando el nombre de Carlisle.

- Sí, soy yo, me extraña que te acuerdes de mi nombre, cuando me despreciaste para ser la mujer de otro

- ¿Qué haces aquí?

- No sabía que tenía que pedirte permiso para volver al lugar en el que nací.

- No lo dije en ese sentido, simplemente me sorprende muchísimo verte después de tantos años.

- Algún día tenía que regresar, aunque no creía verte tan pronto.

- No te preocupes, yo ya me iba.

En ese momento los hijos de Esme aparecen llamándola. Carlisle al ver a los niños siente una puñalada en su corazón. Esme abandona la iglesia junto a sus hijos.

Estando en casa, Esme le comunica a su madre, que Carlisle regreso. Ambas sorprendidas, hablan entre ellas.

- ¿Cuándo regreso?

- No lo sé, me lo acabo de encontrar en la iglesia.

- ¿Te dijo algo?

- No mucho, pero me di cuenta del resentimiento que me tiene. La verdad es que no lo culpo, porque lo que le hice no tiene perdón.

- ¿Tú crees que te siga queriendo?

- Sinceramente no lo creo. Lo único que Carlisle puede sentir por mí es rencor. Encima llegaron los niños.

Carlisle, al salir de la iglesia, piensa en cómo habría sido su vida si Esme y él se hubieran casado, tal vez, solo tal vez esos niños hubieran sido de él. Lo que sintió por Esme, fue algo único y nunca jamás se volvió a repetir.

Días después, Carlisle se entera que Esme es muy infeliz en su matrimonio. El dispuesto a sacarla de ese infierno, decide buscarla.

Esme, cansada los desplantes de su marido, decide pedirle el divorcio. Aro no está de acuerdo con ello, porque sabe que si se divorcia se queda sin nada.

Por otra parte, Isabela decide ir a buscar a su amigo Edward, ella tiene el reloj que tanto busca Edward. Cuando ambos niños se encuentran, Aro echa a la pequeña Isabela de su casa.

En este tiempo, Esme se entera que su marido Aro tiene una amante. Lo que no se imagina es que su amante, es su querida prima Florencia.

Poco a poco Carlisle se acerca a Esme, y un día, dejándose vencer por sus emociones, se besan. Pero Edward los descubre y ahí nace un odio hacia Carlisle.

Aro, harto de la negatividad de Jacob, le encarga a su guarura, Alec, forzar al viejo a venderles. Pero Alec decide quemar la casa de Jacob, donde el anciano muere asfixiado. Es aquí donde Carlisle, apoyado por Sue, su madrina, decide hacerse cargo de Isabela y criarla como a una hija.

Esme, con el deseo de ser feliz al lado de Carlisle, acepta irse con él y llevarse a sus hijos. Pero Aro los descubre, forcejean con una pistola y ella termina muerta. Carlisle es culpado de aquella muerte, pero al demostrarse que no disparo ningún arma, sale en libertad, por lo que decide irse de Forks junto con Isabella.