Nunca esta demás aclarar que Hannibal no me pertenece y que este fanfiction ha sido escrito sin ánimos de lucro. Decidí escribirlo en español porque no hay muchos fanfictions sobre la serie en este idioma y espero encontrar a otras personas que quieran escribir sobre este tema. El relato está escrito desde el punto de vista de diferentes personajes pero si encuentran algún problema con esto en el próximo capitulo pondré el nombre del personaje narrador antes de cada escena.

Capítulo 1

"Al principio no comprende todo el alcance de su desgracia; se siente más confuso que conmovido. Pero, a medida que va recobrando la razón, alcanza a ver la inmensa de su desdicha. Para él han desaparecido todos los placeres de esta vida, no se puede sentir más que las heridas desgarradoras de su desesperación. Pero, ¿para qué hablar de dolor físico? ¿Qué dolor que sienta solamente el cuerpo tendría comparación con éste?"

JEAN PAUL.

No podía cerrar mis ojos. No podía ver todos esos rostros otra vez. Sentir su dolor y su desesperación mientras yo disfrutaba, y encontraba mi propio placer en sus muertes. Incluso cuando mis manos no habían sido aquellas que les arrebataron la vida a esas personas, me podía ver empapado en la sangre de cientos de víctimas, las víctimas de los asesinos seriales que yo estaba persiguiendo.

-Tengo que culpar a Jack de todo esto- Repetí en mi cabeza.

-Lo mejor será pedirle un aumento, ja.- Me mofo, tratando de restarle importancia a la situación; y es que todos esos casos, finalmente, me estaban volviendo loco. Después de todo mi problema de sonambulismo no había surgido de la nada. Me estaba perdiendo en mis memorias y se sentía como vivir en mis pesadillas; como si la línea entre los pensamientos de aquellos lunáticos y mi realidad se estuviera desvaneciendo.

Pero aquí estaba yo. En mi casa, rodeado de mis fieles amigos que nunca me abandonarían o juzgarían. La verdad es que eran los únicos seres con quienes podía mantener una relación "normal" ya que mi empatía sólo reaccionaba con las personas. Bueno, no todas las personas. Curiosamente empezaba a sentir la necesidad de hablar con mi "psiquiatra", Hannibal. Aunque, con todos los eventos, nuestra relación había dejado de ser puramente profesional hacía tiempo. Tal vez lo llamaría por la mañana. Sí, eso sería lo mejor. Y con esos últimos pensamientos mi mente se entrego a la oscuridad de los sueños.


La cena. Un delicioso estofado de ternera a la bourguignon, acompañado de un delicado vino tinto elaborado en Piamonte, en la región nordoccidental de la bella Italia para ser exactos, que con su delicado aroma de pétalos de rosa y frambuesa habían sido el complemento ideal para la blanda carne que había suplido mi pecaminoso gusto. Sí, esta era la receta perfecta para acompañar a ese arrogante doctor. Sin lugar a dudas las setas lograrían resaltar el sabor de aquellas mejillas pero tendría que pensar algo espectacular para aquella lengua tan mordaz.

Incluso vagando en mis pensamientos era completamente capaz de percibir mi entorno, y que éste había sido transgredido. Alguien, lo suficientemente estúpido, había entrado a mis dominios, a mi propia casa. Tome el cuchillo y estaba a punto de retirarme a la cocina donde seguramente encontraría un "utensilio" más apropiado cuando...

-No es necesario que se levante Dr. Lector. Por favor termine con su deliciosa cena, después de todo no sería correcto desperdiciar un manjar como ese.- dijo una voz, que me resultaba bastante familiar.

-Que considerado. Le pido me disculpe por no ofrecerle un asiento a mi lado pero como usted se imaginara no esperaba visita alguna a estas horas.- Le respondí a aquella figura que continuaba oculta por las sombras, aún sin acercarse completamente al comedor.

-Ninguna ofensa ha causado, mi querido Doctor.- Afirmo aquella voz, con un claro tinte de diversión en ella. Así que la intención de aquella misteriosa sombra no venía para atacarme. No, de ser así habría tratado de ser más cuidadosa y al verse descubierta habría dejado al descubierto algún arma con el fin de parecer amenazador. Después de todo es lo que cualquier animal haría. Su instinto le gritaría demandándole por protección y que desistiera de enfrentarse con un ser mucho más letal. Estaba seguro que este personaje había descubierto mi relación con el destripador de Chesapeake así que las hipótesis sobre su presencia en mi comedor era que se trataba de un chantajista (Sí esto era cierto el pobre hombre no era consciente de a quien se estaba enfrentando), o se trataba de algún "admirador" que deseaba trabajar conmigo.

-Se equivoca doctor.- Como si el hombre hubiera leído mi pensamiento, y supongo que mi rostro debió haber mostrado cierta sorpresa porque el hombre continuo:

-No estoy aquí por esas razones, al contrario mi visita es para exhortarle a que tenga un poco más de precaución. Después de todo no es muy buena idea andar dejando los brazos de antiguas "agentes en entrenamiento del FBI" en miradores cuando hay cámaras grabando.- dijo esto mientras arrojaba sobre la mesa un sobre que, a juzgar por su forma, contenía las cintas mencionadas.

-Un pequeño descuido. Creí haberme asegurado de que las cámaras no pudieran filmar mi breve odisea...

-Ja, y el cíclope Polifemo engaño a nuestro Ulises haciéndole creer que estaba ciego.- Un comentario que sin más hizo que se formara una sonrisa en la comisura de mis labios.

-Y si no busca una recompensa por estas grabaciones ¿cuál será el precio por este secreto?-

-¿Precio? No, lo ha malinterpretado. Mi visita es únicamente para entregárselas y, por qué no, para tener una buena charla con usted. Después de todo para eso estamos los amigos, ¿no?.- Decía esto mientras se acercaba a la silla, quedando en el asiento de enfrente a una distancia considerable debido a la longitud de mi mesa pero dejando al descubierto a mi misterioso invitado: era Will. Un Will completamente diferente al que estaba acostumbrado, y que ahora se presentaba con una seguridad hasta ese entonces desconocida por todo aquel que había mantenido contacto con el agente. Ese hombre que todos trataban como la más frágil figura de cristal que con el menor contacto pudiera quebrarse en mil pedazos, ahora estaba sentado con una mirada firme de quien se conoce plenamente, de quien tiene el poder sobre sí mismo y es capaz de ejercer ese mismo poder en los demás. La sonrisa en mi rostro termino por acentuarse, y es que Will no dejaba de sorprenderme. Esta noche sería interesante. Y el destello en los ojos de Will me lo confirmo.