Bueno, como sabrán-lo que leyeron mi profile XD-he decidido reeditar mis historias, y, como esta era la más "reciente" fua la primera candidata, espero que los arreglos hechos sean de su agrado, ya saben todo tipo de comentarios son aceptados )

Y quiero dar las gracias a la persona que me ayuda en este proceso, mi querida Beta-sama (¡¡¡Herac!!!), sin ti esto no podría ser posible.

Disclaimer: CCS no me pertenece, es de las geniales chicas de CLAMP, debo de advertir que este es un AU, y que los personajes cambian un poco el cannon.

Una vez aclarado:

Ahora si...empieza la función (?)


Los copos de nieve caían esparciéndose con la suave brisa invernal, cubriendo con una delgada capa todo a su alrededor, casas, coches, árboles, transeúntes. Nadie se salvaba, como la hermosa mujer caminaba apresuradamente, tratando de llegar lo más pronto a su destino, su andar no pasaba desapercibido para nadie, parecía que un ángel caminaba por la avenida, su pelo negro plomizo contrastaba con la blanca nieve, sus ojos color amatista provocaban un toque exótico, sus sonrojadas mejillas le daban un aire inocente que en combinación con su bien formado cuerpo provocaba una irresistible formula.

Se acomodó la bufanda, y al hacerlo sacó un poco de vaho por su boca, apresuró un poco más el paso al ver el imponente edificio que se alzaba después de dar vuelta en una esquina; las puertas se abrieron al posarse la joven delante de ella, sacudió un poco la cabeza para deshacerse de los copos que se acumularon en el trayecto, caminó por un pasillo blanco con algunas camillas, gente e inmobiliario en él, hasta llegar a un ascensor en donde esperó a que las puertas se abrieran, una vez que se abrieron ingresó para después presionar uno de los tantos botones, se recargó en el fondo y esperó tranquilamente llegar al tercer piso; salió del ascensor y pudo ver el movimiento que se llevaba a cabo, un suspiro involuntario salió de ella, al parecer habría mucho trabajo. Con un caminar tranquilo se dirigió a la recepción del lugar.

-Buenos días doctora Tomoyo-le saludó una joven.

-Buenos días Naoko¿qué tenemos el día de hoy?-preguntó con su característica sonrisa.

-Ya sabe, enfermos y más enfermos-dijo encogiéndose de hombros.

Rió ante el comentario de su compañera, se quitó el guante derecho y posó su pulgar en la pantalla digital, checando su entrada, fue al pequeño vestidor ubicado al final de corredor para cambiarse en donde se deshizo de su abrigo, bufanda y guantes, para quedar en unos jeans y una sencilla blusa, cambió sus tacones por los cómodos zapatos de trabajo, para después sacar de su locker la bata y guardar sus cosas en él. Regresó a la recepción y recogió unas tablitas, las leyó y empezó su rutina.

-¿Cómo se siente el día de hoy señora Chang?-preguntó a su primer paciente una señora que se encontraba recostada en una de las tantas camillas-

-Pues bien doctora ya quiero salir de aquí, tengo que hacer la cena de navidad-contestó desesperada la señora-.

-Señora Chang, ya le dije que no puede hacer muchos esfuerzos acaba de salir de una operación a corazón abierto-le reprendió suavemente-.

-Lo sé pero todos los años hago la cena para toda la familia-un deje de tristeza se escuchó en su voz-.

-Sé que es difícil, sin embargo entienda que no nos podemos arriesgar-al ver la cara compungida de la señora, suspiró y agregó-aunque no creo que uno o dos platillos haga algo malo.

La cara blanca y llena experiencia de la señora se iluminó…la doctora firmó una hoja que estaba en los pies de la cama y se retiró a visitar a sus demás pacientes.

-¡Estoy muerta!-dijo mientras se acostaba en uno de los sillones que estaban en el cuarto de médicos-

-Ya somos dos-contestó su compañera de trabajo.

-¿Para qué somos doctores, no?-sentenció con un suspiro.

-Dejando de lado nuestros aparentes erróneas elecciones de carrera, cómo ves al paciente de la cama 306-comentó.

-No lo sé Ami- la miró dubitativa-creo que es muy posible que esta semana salga.

-No me extraña-dijo en un triste murmullo-el cáncer ya está muy avanzado.

Guardaron un solemne silencio.

-No gracias-agradeció Ami al ver que Tomoyo le ofrecía una taza de café y agregó-¿has escuchado de los aparentes problemas del doctor Himura?

-¿Problemas?-interrogó confundida.

-Sí, al parecer tiene ciertos-pensó la palabra-desacuerdos con la dirección.

-¡Vaya! Eso sí que no lo esperaba.

-Pues-dijo en un tono más confidencial-creo que es por el amorío que sostiene con la hija de la directora, no están muy de acuerdo.

Tomoyo dio un pequeño sorbo a su café y guardó silencio, pensando en esto último. A veces más que hospital parecía patio de vecindad.

-Bueno, Tomoyo me tengo que ir-se disculpó Ami después de que su localizador sonara.

Ella salió poco después contestando al llamado del suyo.

-¿Qué pasó Naoko?-cuestionó una vez que llegó a la recepción y vio a la mayoría de sus compañeros ahí.

-No han dicho nada, la directora mandó a llamar a todos los del piso de cirugía-contestó en un susurro al ver que la directora estaba a punto de hablar.

-Tengo un aviso importante que dar-empezó a decir la directora- el doctor Hamilton renunció a su puesto la semana pasada-ante la confesión varios murmullos se empezaron a escuchar, la directora empezó a hablar de nuevo, al instante cesaron los cuchicheos-por lo que mañana se presentará al nuevo jefe, y me alegra decir que es el doctor Yue Tsukishiro-la gente que estaba ahí se quedó muda de la impresión-es por eso que mañana los espero temprano.

La directora regresó a su oficina y como era de esperarse los comentarios no se hicieron esperar.

-Puedes creerlo Yue Tsukishiro el famoso cirujano-dijo una de las enfermeras muy emocionada-es tan guapo.

-No cambias Cho-hablo resignada Tomoyo.

-Vamos Tomoyo no me digas que no te da curiosidad conocerlo-pregunto escépticamente Naoko.

-Yo nunca dije que no, sólo que no me emociona tanto como a ustedes-se encogió de hombros.

-Y me alegra que sea así-uno de los enfermeros que estaba ahí hizo señas para que todos se acercaran y así poder hablar en secreto-un primo que trabajó con él en uno de los hospitales de Inglaterra me dijo que es conocido como el doctor maquina-asintió varias veces al ver la cara de incredulidad de sus compañero-según porque es duro, frío y preciso en lo que hace.

Un silencio se hizo…

-A trabajar-el regaño de la directora retumbó e hizo que todos dieran un grito-vamos chicos que acaba de llegar una familia que se accidentó.

Todos corrieron a prepararse.

¡Dios, que día! Pensó Tomoyo al entrar a su departamento, se quitó los zapatos y se puso sus pantuflas de osito, dejó su abrigo y bufanda en el perchero, se dirigió a su recamara a darse un relajante baño y cambiarse la ropa, sino quería enfermarse…una hora después se encontraba en su cama, comiendo un sándwich de pavo y viendo su programa favorito Dr. House y disfrutando de la calidad de sus cobijas. Esta vez a diferencia de las demás no se quedó dormida antes de media noche si no que estuvo pensando en la llegada de ese nuevo jefe, sabía que era muy reconocido, y eso le daba nervios, los cambios siempre son para bien o para mal y no sabía que pensar aunque la pregunta que rondaba por su cabecita era ¿qué tal si no cumplía las expectativas del puesto de cirujana principal?

No lo puedo creer, voy tarde, se supone que esto sólo le pasa a Sakura, Tomoyo corría por toda la casa, alistándose para salir, porque se había quedado dormida, ella la puntualidad andando, así que con una tostada en la boca, corrió al hospital que sólo quedaba a dos cuadras…

-Bueno, me alegra presentarles al nuevo jefe de cirujanos…-hablaba la directora.

Las puertas del elevador se abrieron dejando entrara a una muy agitada Tomoyo.

-Me alegra que nos acompañe señorita Daudoji-la directora la reprendió con la mirada, Tomoyo se disculpó con una sonrisa -como decía, me complace presentarles al nuevo jefe de cirujanos el doctor Yue Tsukishiro

Todos miraron al hombre que estaba junto de ella, varios suspiros salieron de las mujeres y uno de sorpresa de los hombres, ese sujeto sí que imponía, era alto como de 1.85, níveo, una mirada penetrante, sus rasgos no eran toscos sin embargo la seriedad de su cara le daba el aspecto contrario, ojos de color miel y lo más extraño pero a la vez exótico era su pelo blanco casi plateado que acompañaba a un porte seguro y altanero.

Un hombre realmente atractivo, pensó Tomoyo.

-Mucho gusto de conocerlos a todos, espero que podamos trabajar en paz, sólo quiero dejar unas cosas en claro, uno; me gusta la puntualidad y dos; me gusta que las personas se comprometan en su trabajo si logran cumplir con eso, estoy seguro que no tendremos problemas.

Todos miraron a Yue con miedo, su voz era fría, calculadora, y hasta un poco sensual a consideración de algunas. Cuando pasaron los formalismos regresaron a sus respectivos puestos.

Tomoyo caminaba por los pasillos del hospital haciendo las visitas rutinarias del día cuando pasaba por la oficina de Yue la secretaria la llamó:

-Hola Tomoyo-saludó la alegre ancianita.

-Hola Rei ¿Cómo estás?-le regaló una de sus sonrisas.

-Bien gracias, por cierto el doctor Tsukishiro me dijo que en cuanto te desocupes lo pases a ver.

-¿A mí?-preguntó extrañada.

-Si niña a ti-la señaló con uno de sus arrugados y afilados dedos.

Suspiró, vio su reloj, sólo faltaban de ver dos pacientes, hizo rápidos cálculos, si se apuraba a hablar con él tendría el tiempo suficiente para terminar sus visitas.

-¿Habrá algún problema si lo veo ahorita?

-No, en estos momentos está libre, espera te anuncio-tomó el teléfono y marco dos botones, Tomoyo estaba atenta a todos los movimientos de Rei, vio como asentía y decía un "De acuerdo"-bueno preciosa pasa.

-Gracias Rei-volvió a sonreír, se dirigió a la puerta de caoba y dio unos leves golpes, esperó y escuchó pase. Entró y se sorprendió no por el tamaño de la oficina, después de todo ya había estado ahí, lo que le impresionaba era los colores, tonos azules y blancos que hacían del lugar muy frío, eso sí decorado exquisitamente, con cuadros de pintores famosos. En la pared que estaba detrás de el escritorio se encontraban los diferentes reconocimientos que Yue había obtenido a lo largo de su carrera, una vez que salió de su impresión, con voz tranquila habló-buenas tardes doctor, me dijeron que quería hablar conmigo.

Yue alzó su gélida mirada de unos papeles que leía sus manos y observó a la mujer que tenía enfrente; Tomoyo Daudoji gran cirujana, las mejores notas de su generación, perfeccionista y sobre todo entregada en su trabajo-recordó los que había estado leyendo antes de que llegara-. Esperaba que cumpliera con sus expectativas y sobre todo que soportara sus pruebas. Era una de las mejores y esperaba poder contar con ella.

-Buenas tardes doctora Daudoji, me alegra que hay venido tan pronto-señaló el asiento que estaba enfrente del escritorio, esperó que se sentara para continuar hablando-he escuchado muchas elogios a su persona, tengo entendido que usted es la cirujana principal-Tomoyo asintió-por mi parte no tengo ninguna objeción para que siga en su puesto, sólo espero que esté consciente de que las reglas del juego han cambiado y no es mi intención incomodarla sólo quiero saber una cosa ¿Cree poder seguir mi ritmo y sobre todo ajustarse a mis reglas?

Tomoyo lo miró seria y tranquila, tratando de descubrir el significado de aquellas palabras. Por su parte Yue la miraba con el mismo gesto imperturbable y frío, aunque sonreía por dentro sabía que algo que no soportaba Tomoyo era poner a prueba su efectividad. Por lo que no se sorprendió cuando ella le dijo que estaba segura de poder seguir con su ritmo de trabajo.

Se miraron es un gesto retador, esperando ver algún signo de debilidad pero este nunca llegó. El silencio en el que se encontraban se vio roto por la voz de Yue.

-No esperaba menos de usted doctora- condescendió.

Tomoyo dibujó una pequeña sonrisa de auto-satisfacción.

-Si no necesita nada más, me retiro tengo que terminar mi ronda-se levanto y despidió con una leve inclinación.

Yue la imitó y una vez que salió una pequeña sonrisa se dibujo en su rostro. Tomoyo Daudoji acaba de empezar tu prueba-pensó mientras terminaba de leer el expediente donde decía Kaho Mitzuki-

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-

Londres, Inglaterra.

Una hermosa mujer daba órdenes a diestra y siniestra.

-Vamos Clarice no hablas enserio-regañaba a una joven que sostenía un muestrario invitaciones-estas invitaciones son las de la boda, no de la cena baile.

-Perdón señora Hirawizaga-la muchacha se ruborizó.

-No te preocupes, todos andamos presionados-le sonrió-. Ahora ve y tráeme los correctos antes de que lleguen los clientes.

Clarice salió rápidamente del salón dejando atrás a una multitud de gente trabajando, se podía observar a algunas personas encima de una escalera pegando decoraciones hasta a una orquesta ensayando encima de una tarima. Al salir del edificio en donde se encontraba el salón Clarice tropezó son alguien.

-Perdón señor-se disculpó rápidamente antes de seguir su camino.

Él señor en cuestión sólo se limitó a sonreír y suspirar con resignación para después entrar al lujoso edificio. Al ingresar al salón se encontró con el mismo panorama que había dejado atrás Clarice, sólo que a él le importaba una persona en particular. Se dispuso a buscarla, esquivando mesas, tablas e incluso uno que otro golpe. Tras librar lo que sería sin duda un doloroso golpe, ya que una de las escaleras se había caído, dio la vuelta en sí quedando de frente a una pareja que discutía y sin pensarlo dos veces se acercó.

-Hola guapa-abrazó a una de las mujeres para después depositar un sonoro beso en su mejilla.

-¿Eriol? -se dio la vuelta para quedar de frente a él-pensé que tenías cita en la editorial.

-Pues ya ves, tuve que usar uno de mis tantos dones de convencimiento para poder escaparme-al ver momento tan intimo la otra joven se disculpó dejándolos solos.

-¡Ay, Eriol! no cambias-le reprendió para después darle un corto beso en los labios.

-No querida, y creo que no lo haré-dijo ganándose una divertida mirada-. Y hablando de cambiar, creí que habías dejado claro que no te esforzarías mucho recuerda que debes de mantener el reposo-le recriminó.

-Lo sé, pero sólo he estado aquí dos horas.

-Kaho-empezó-sabes muy bien que tienes que cuidarte que…

-Si Eriol, lo sé, pero también entiéndeme tu-tras una pausa continuó-no me gusta estar sin hacer nada, además he seguido las indicaciones del doctor.

-Pero…

-Pero nada, prometo que si me siento mal descansaré.

Eriol suspiró resignado y alzó la mirada al cielo tratando de encontrar paciencia. Se volvió hacia ella la vio de esa forma en que sólo se le puede dar a la persona que amas, le sonrió y la besó.

Todo el día estuvo de arriba abajo, había sido una jornada un tanto agotadora sobre todo por las palabras de su, ahora, jefe eso de las reglas del juego no le quedaba claro del todo. Y ahora que estaba en su casa lejos de las presiones del trabajo pensaba en ello, estaba en la sala comiendo un gran sándwich y escuchando música, un poco de cátsup cayó en la alfombra captando su atención; miró fijamente la mancha que la hizo regresar en el tiempo…

Por fin había encontrado cinco minutos para respirar en paz, estaba agotada y eso que sólo iba la mitad de su turno. Así que para despertar un poco fue por un café, pero antes de llegar se encontró con una comitiva que corría por los pasillos, sin pensarlo mucho se dirigió hacia ellos.

-¿Qué tenemos?-preguntó mirando a uno de los paramédicos que empujaba la camilla.

-Hombre de cuarenta años, chocó contra un poste-dijo entrecortadamente, ya que iban corriendo

-¿Estado?-preguntó, mientras examinaba la herida de la pierna.

-Fractura expuesta. Ha perdido mucha sangre lo hemos estabilizado y curado las lesiones menores-contestó una enfermera-.

-Antes de intervenirlo, necesitamos radiografías para descartar heridas internas y una tomografía para traumatismo craneoencefálico -ordenó a la enfermera más cercana-.

Firmó la solicitud y se llevaron al hombre. Mientras sacaban las radiografías ella se preparó para la operación.

Al poco rato llegó corriendo una de las enfermeras corriendo la cual le entregó un sobre amarillo a Tomoyo.

-Descartadas heridas internas pero la tomografía revela algo que no me gusta, por ahora nos enfocaremos en la pierna y después lo canalizaremos a neurología así que preparen todo para operarlo-anunció una vez que revisó las placa-.

Durante la operación Yue entró al quirófano, quedándose en una esquina y observándola dirigir la operación, esto le pareció muy raro y eso la ponía nerviosa, aunque después de un rato se acostumbró a su escrutinio. La operación siguió su cauce normal y antes de terminarla Yue salió casi igual que entró.

Y ahora que lo pensaba mejor ¿por qué Yue Tsukishiro estaba tan interesado en su trabajo? Eso sería algo que tendría que averiguar…claro en cuanto tuviera tiempo.

Llegó al hospital temprano como de costumbre ya había quedado un tanto mal cuando se presentó al jefe de cirujanos como para hacerlo de nuevo. Ésta vez su arribo al hospital fue algo tranquilo casi no había gente, a lo mejor sería un día calmado.

Ahora lo confirmaba un día tranquilo, tres horas en el hospital y apenas había atendido pocos casos, se sentía hasta rara estaba acostumbrada a correr de aquí para allá. Entró a la sala de médicos en donde se preparó un café y se sentó en el sillón. Cerró los ojos y disfrutó de un poco del silencio; el cual se vio interrumpido por el rechinido de la puerta al abrir.

-Perdón Tommy, pensé que no había nadie-se excuso una dulce voz que identificó como la de Sakura. Prima y mejor amiga, eso era para ella.

-No te preocupes Sakura-cerró los ojos de nuevo tras darle un vistazo a la recién llegada.

-¿Cansada?-le preguntó su prima al mismo tiempo que sentía el sillón hundirse

-No de hecho todo lo contrario, no he tenido nada de trabajo. Y tu ¿Qué tal tú día?-preguntó.

-Pues más o menos-suspiró cansinamente-, en estas épocas del año los niños suelen enfermarse mucho.

-Si-miró hacia la ventana en donde los copos golpeaban el cristal dejando una ligera capa de nieve dando la sensación de que estaban pintados de blanco.

-Por cierto me enteré que hubo un cambio en tu área-la pregunta la sacó de su pensar.

-Si-contestó sin ganas-, cambio de jefe.

-¡Vaya, Tommy! Eso no lo esperaba-comentó sorprendida par después agregar-, el Doc. Himura parecía tener el lugar asegurado.

-Eso parecía, pero según se dice tuvo problemas con la dirección-le dijo en un susurro, a modo de secreto.

-¿Quién lo diría? No parecía ser un hombre problemático. Bueno y dejando el tema de lado ¿Qué tal el nuevo jefe?-cuestionó curiosa.

-Pues-pensó un poco antes de responder-, diría que raro.

-¿Raro?-arrastró sus palabras.

-Sí, es cómo decirlo-buscó las palabras adecuadas-, serio, frío, calculador.

-Y eso es malo ¿por qué?-alzó una de sus cejas incitándola a continuar.

-Pues digamos que se trae algo raro conmigo-y apresuró a agregar al ver la cara de su prima-. No Sakura no imagines coas raras, sólo que dijo algunas cosas que no me quedan claras; me dijo que si estaba segura de querer seguir sus reglas y cosas por el estilo-dio un gran suspiro-me da la impresión de que me está probando, pero no sé por qué.

Sakura miró al cielo con expresión pensativa, y tras un gran silencio habló.

-Puede ser porque eres la cirujana principal y digamos que quiere probar que tan buena eres.

-Puede ser-concedió en su susurro.

Siguieron hablando de cosas triviales; trabajo, amores (aunque aquí habló más Sakura), las deudas, en fin la vida en general.

Caminaba por los enormes pasillos blancos, recorriéndolo a paso lento, observando a su alrededor; el ambiente sombrío, la angustia a cada respirar, la desesperanza en los rostros de algunas personas e incluso el aviso de la pronta llegada de la muerte. Siguió con su andar tranquilo y pausado hasta llegar al área en donde se encontraban sus pacientes. La sorpresa se dejó ver en su rostro al observar a Yue ahí, dos días pasaron desde su llegada y podía jurar verlo en todos los lugares que frecuentaba. De algo estaba segura: Yue quería algo de ella y estaba dispuesta averiguar que era.

-Buenas tardes-saludó a Yue y al paciente con el que hablaba.

-Buenas tardes señorita-respondió el señor con una sonrisa corta pero sincera.

-Me alegro verla doctora-fue el saludo de Yue-estaba hablando con el señor de su estado y le he dicho que lo mejor es operar esa gastritis, pero me ha dicho que no hará nada sin su opinión.

Tomoyo miró fijamente a Yue con cierto orgullo y complacencia.

-Pues para mí, la mejor opción es que continúe con el tratamiento y si sigue las indicaciones al pie de la letra puede curarse-miró al señor que estaba atento a cada palabra de ella.

Yue la miró con ese gesto altanero que lo caracterizaba.

-Entonces ¿cree que es la mejor opción?

Tomoyo enarcó una ceja, aunque ya no se sorprendía estaba empezando a acostumbrarse al continuo dudar de Yue hacia su trabajo.

-Sí creo que es lo mejor.

Intercambiaron miradas amenazadoras por un momento.

-Bueno, ya tiene su respuesta-miró al señor que estaba en la cama. Con una leve inclinación se despidió y salió de ahí.

-Señor Katami espero que tome su medicamento diariamente sino quiere termina en el quirófano-le recordó.

-Prometo hacerlo-le aseguró con voz trémula al pensar en la posible operación

Tomoyo sonrió y siguió con su ronda. Al terminar su turno fue al supermercado a comprar algunas cosas para la cena de esta noche; Sakura, su novio y algunos amigos irían a cenar.

Tardó mucho tiempo en el lugar, tratando de pensar decidirse si por pasta o carne. Tras un volado la pasta ganó y salió de ahí con los ingredientes para prepararla.

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Miraba su obra extasiada sin duda alguna era buena en lo que hacía. Una sonrisa de genuina satisfacción se dibujo en sus labios.

-Sabias que eres la mejor-susurró una voz a su lado.

-Me lo han dicho algunas personas-aclaró.

-Presumida.

-Pero así me amas ¿o no?-volteó su cuello para recibir un cálido beso.

Después de finalizarlo se miraron a los ojos, la felicidad se vislumbraba a su alrededor.

-Lo mejor será que entremos, nos han de estar buscando-habló ella-.

-Pues ya qué, si por mi fuera me quedaría aquí toda la noche.

-Sabes que yo también, Eriol-miró hacia adentro-pero el trabajo es el trabajo.

Entraron al recinto tomados de la mano e irradiando amor por cada poro. Pasaron una velada agradable, a pesar de no conocer a la mayoría de la gente. Minutos después de la media noche después del acostumbrado brindis Kaho salió por un poco de aire.

-Hola extraña-susurró una voz a su espalda.

-Hola-dijo casi imperceptiblemente.

-¿Te sientes bien?-preguntó tenso su acompañante.

-Sí, un poco cansada-se recargó en el pecho que estaba detrás de ella y cerró los ojos.

-Kaho…-empezó.

-No ahora Eriol, no ahora…

Se sumergieron en sus pensamientos Kaho; pensando en su extraño deterioro físico de un tiempo para acá y Eriol; en cómo veía a su amada apagarse día con día sin saber cómo decirle su…

-Eriol-la dulce voz lo despertó de sus cavilaciones

-Dime.

-Te decía que si nos vamos, creo que será mejor descansar.

-De acuerdo.

Tras despedirse de los invitados se retiraron en un sepulcral silencio. Tendré que hacer unas cuantas llamadas, no puede esperar-pensó Eriol al ver de reojo a Kaho que yacía dormida en el asiento del copiloto, pálida y con su respirar un tanto irregular.

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Un mes, vaya ahora que lo pienso…mucho tiempo, desde el cambio de jefe aun parecen días. Su vida había dado un giro de 360 grados, era sometida a varias pruebas (claro esto lo intuía, nada comprobado) las tareas de importantes decisiones eran puestas a su cargo, en fin. Pero lo que más le intrigaba era el continuo escrutinio de Yue para consigo, y lo más extraño, no le temía; en cambio, le provocaba una sensación de bienestar-por decirlo de una manera-que hasta cierto punto la hacía sentir importante. Pasó por el corredor principal en donde estaba una foto en un periódico nacional, cuando la vio hizo que su rostro se distorsionara en una mueca; El baile de navidad.

-Bonita velada-comentó una voz a su lado.

-Ya lo creo-trató de sonreír pero sólo salió una distorsionada línea.

-¡Vamos, Tomoyo! No hablas enserio, la velada fue el evento del año y además-en este punto estaban hombro con hombro, su voz era en tono confidente-fuiste con uno de los hombres más codiciados de Japón.

-Querida, no sabes lo que dices, ese hombre no me interesa-y se apresuró a agregar al ver la duda en la cara de su compañera-. Lo que pasa es que mi madre, prácticamente me lo puso como pareja.

-Pues quien tuviera una madre como la tuya.

Tomoyo miró a Naoko con cierto escepticismo. No; una madre como la suya no se la deseaba a nadie. Miró una vez más la foto y emprendió su camino de nuevo, y con esto rememorando la velada.

La navidad no era algo agradable para ella, su madre, Sonomi Daudoji gran empresaria en la industria juguetera, siempre hacía memorables fiestas en esas fechas a las cuales ella se veía forzada a asistir. Y para su desgracia, a pesar de tener casi treinta años, esta vez no era la excepción. ¿Por qué no negarse? Simple, esa no era una opción, ya tenía mucho con los continuos reclamos de su familia por no seguir los pasos de su madre y haberse convertido en doctora.

Se miró una vez más en el reflejo de su convertible, alisó las invisibles arrugas y con un suspiro tomó valor y se dirigió a la entrada del recinto.

-¡Tomoyo, hija! Me alegra saber que aceptaras venir-ella sólo se limitó a verla con cara de ¿cómo si tuviera otra opción? Y por supuesto su sonrisa, la que había aprendido desde chica a mantener pasara lo que pasara.

-Sabes que no me lo perdería.

Sonomi guió a su hija por el amplio lugar, que como siempre estaba decorado elegantemente; el color que predominaba era el dorado, las escaleras de mármol conducían al centro del lugar, a la izquierda estaba una orquesta tocando una suave música, las mesas estaban esparcidas alrededor de la pista de baile, no estaba lleno pero no dudaba que pronto lo estaría, por quien realmente lo sentía era por los pobres mesero que corrían de aquí allá llevando bocadillos y algunas copas, apenas dándose abasto, bajo las escaleras. Caminaron unos pasos más y se encontraron con un grupo de persona, la mayoría hombres.

-Señores-llamó su atención la señora Daudoji-como lo prometí, mi hija-sonrió y dio un pequeño codazo a la misma.

-Buenas noches caballeros-contestó después de un rato; ya que había estado pendiente de las miradas que su madre le mandaba a uno de los jóvenes y eso no significaba más que…

-Bueno joven Aoyi ¿qué le parece si acompaña a mi hija esta noche?-sus sospechas estaban confirmadas, un "nuevo prospecto"

-Será un placer-el joven en cuestión sonrió seductoramente y extendió su brazo a modo se invitación.

Con toda su fuerza de voluntad lo tomó y antes de alejarse le lanzó una mirada de desaprobación a su madre.

Y ahora que lo pensaba, lo único que recordaba del hombre era que: estudió en Harvard, lideraba el negocio familiar y que era un verdadero petulante. Dobló a la derecha por uno de los pasillos y al pasar por una puerta pudo escuchar una conocida voz, la cual sonaba seria, pero no como normalmente, era una seriedad que se podía confundir con la preocupación.

-…Lo entiendo Eriol. Quiero asegurarme de escoger a las mejores personas.

-Sé que quieres a los mejores Yue, sólo que-miró a la sala en donde Kaho descansaba y continuo con voz más baja-, no me gusta verla en ese estado.

-Lo sé-Yue suspiró-dame un mes más y prometo que viajaré allá para dar fin a esto.

-Está bien…

-Ok, entonces así quedamos.

Yue cerró su celular y meditó un momento, el cual se vio abruptamente interrumpido por el grito de dolor de una persona.

-¿Doctora?-inquirió curioso.

-Yo…si, digo…A lo que me refiero es que-espetó mientras se levantaba después del doloroso golpe que se dio al recargarse de más en la puerta- necesito su opinión-se sacó de la manga, aunque no era del todo falso.

-¿Ah, sí? De cuando acá necesita mi ayuda-preguntó interesado.

-Es sólo una opinión-le recalcó.

-De acuerdo, la escucho.

Yue la miró no muy convencido, algo le decía que escuchó su conversación; pero sus suposiciones se vieron olvidadas cuando Tomoyo planteó su problema y sus posibles soluciones. Se concentró en el dilema y tras discutir con ella sus puntos de vista; regresó a su principal problema sólo que ahora con una nueva visión; Tomoyo Daudoji sería su principal asistente.


Notas de una Cerecita loca XD: el suspenso, es algo que, al parecer, está al 2x1, aque más que "suspenso" es intriga. No tengo mucho que comentar... por el momento, sólo que las posibles dudas que se crearon (y no gracias a mi XD), serán resueltas en el siguiente capítulo o eso espero..u.ú

Besos,

Cerecita.