Les traigo un three-shot que se me ocurrió recién. Sobre mis otros fics sólo puedo decirles que se han perdido partes de los siguientes capítulos y leer la historia de tres países me complica mucho.
Advertencia: Crossdresser, personajes de relleno y tal vez OOC
Disclaimer: Hetalia no me pertenece, es de Hidekaz Himaruya y yo no gano dinero con este fanfic, sólo me divierto.
Secretos de mi trabajo
Cualquiera que lo viera caminando por la calle diría que es un chico normal. Tino Väinämöinen transitaba por una de las calles de Estocolmo sin llamar mucho la atención, era un joven más que avanzaba por la vereda luciendo jeans desgastados, zapatillas Converse negras algo sucias y una típica playera negra con un estampado de una banda de metal finlandés. Tal vez sus ojos intensamente violetas o su rostro juvenil y delicado captara las miradas de algunas personas, pero a pesar de eso no causaba algún cambio entre las personas que le rodeaban. Tal vez ni siquiera se percataba de eso por estar pensando en otras cosas.
—Trabajo…—
Sacó de su bolsillo una arrugada hoja de periódico y comenzó a leer rápidamente los anuncios de trabajo y arriendo de propiedades, porque no podía estar en una peor situación como la de ahora.
—O mejor un departamento…—
Hace algunos meses Tino entró a la universidad luego de vivir algunos años en Suecia. Vivía en un departamento que arrendaba su padre en los alrededores de Estocolmo y aparte del aporte que le daba su progenitor, conseguía algo de dinero extra haciendo trabajando a medio tiempo en la misma compañía de su padre. En estos casi tres años (o dos años y nueve meses) había logrado adaptarse bien a la vida en la capital sueca luego de dejar su país natal, acostumbrándose al acento del idioma de la ciudad, sus costumbres y entablando amistad con algunos de sus compañeros de clase.
Pero no todo pudo continuar así.
Habían pasado exactamente dos meses desde que la empresa en la que trabaja se declarara en banca rota, razón por la cual su padre decidió regresar a Helsinki y dejarlo solo de la noche a la mañana sin decirle palabra alguna. Fue así como Tino se vio abandonado a su suerte, sin trabajo, con un departamento arrendado por pagar, algunos muebles y objetos que su padre no se llevó o vendió y un poco de dinero que había juntado para un concierto y otro resto que le prestó su mejor amigo.
—Tal vez debería aceptar la oferta de Iván…—
Sin dejar de avanzar por la calle abrió su bolso y sacó una libreta de él, abriéndola torpemente para guardar el recorte de periódico que llevaba en sus manos para luego buscar lo último que había anotado. Era el número de teléfono de Iván Braginski, dueño del apartamento que compartían Toris, Raivis y su mejor amigo Edward, el cual sabía era de un precio muy accesible pero no recibía buenos comentarios acerca del propietario; según su parecer todos sus amigos le tienen miedo al casero pero sólo Raivis se atreve a hablar, y la oportunidad que estuvo ahí vio en persona lo estruendosas que eran las fiestas y el cambio total de comportamiento de Iván. Estuvo a punto de armar una pelea con Berwald luego de que él intentara propasarse con Tino, había bebido demasiado y lo que el finés ignoraba era que cuando se encontraba en ese estado tenía tendencias algo sádicas con las personas que le rodeaban, en especial con los hombres a quienes quería dominar. Por suerte no pasó a mayores gracias a la oportuna intervención de Berwald.
—Su-san…— sus mejillas se tiñeron de un leve color rosa al pensar en él, y es que el rubio de lentes era parte de otro de sus problemas.
A los pocos días de llegar a Estocolmo y luego de hacer todos los trámites de su traslado ingresó a establecimiento educacional para continuar con sus estudios, y el primer día de clases notó que había un estudiante mayor que venía siguiéndolo unas cuadras antes de llegar al gymnasium. Se alarmó un poco pero prefirió seguir caminando aparentando tranquilidad, pero no podía seguir ignorando esa mirada aterradora que parecía traspasarle el alma. Se apresuró por llegar al establecimiento pero seguía sintiendo la presencia del más alto hasta que no pudo aguantar más y corrió con todas sus fuerzas hasta llegar a su escuela, pero lamentablemente te extravió dentro del edificio y para su sorpresa detrás de él estaba el de lentes sosteniendo la misma libreta que ahora llevaba en sus manos. Se le había caído y Berwald lo buscó por el colegio tratando de devolvérsela. Luego de eso Oxenstierna (el apellido de aquel particular estudiante) le ayudaría a guiarse dentro del gymnasium y se convertiría en su gran amigo… y amor de su vida.
—¿Cómo me enamoré tan pronto de él?— otra vez comenzaba a conversar consigo mismo, y es que en estos casi tres años las cosas habían cambiado mucho en su vida y uno de los grandes cambios fue su relación con Berwald.
Mientras él empezaba su segundo año de preparatoria, Berwald ya estaba en tercero y por eso trató de aprovechar de compartir grandes momentos con él, quien a pesar de su mirada intimidante tenía escondido tras esa apariencia una persona sencilla y amable, siempre dispuesto a ayudarle en lo que pudiera. Al año siguiente sintió un poco de soledad al no tener a su amigo cerca, pero no lo comentaba. Fue entonces que entabló amistad con Edward transformándose en su mayor confidente hasta el día de hoy.
Y la universidad…
—A pesar de no vernos durante tanto tiempo Su-san sigue siendo el mismo…— miró hacia el semáforo y la luz verde le indicó que debía continuar, dando algunos pasos hasta que escuchó una bocina y recibió un fuerte impacto en su espalda.
