Buenas a todos! =D

Es mi primer día aquí en FanFiction y ya empiezo un segundo fic o.o prueba de mi locura irremediable; la única explicación es que ya había hecho bastantes capítulos de los fics y cuando recién aprendí a utilizar FanFiction (hoy) me largué y tiro todos los capítulos que hago.

No se preocupen, haré todo lo posible por continuar cada uno de ellos (los fics) y no dejarlos a la mitad. :)

Los capítulos van a ser narrados en este orden: los números impares, Polonia, y los pares, Lituania. En caso que haya una extraña excepción, lo aclararé al principio del capítulo.

Hetalia no me pertenece :'c

Disfruten! :D


Capítulo 1: Operation Start!

-¡Señor, señor! –uno de mis mayordomos irrumpió en mi habitación mientras yo me dedicaba a leer un libro. Apenas alcé la vista. –¡El señor Rusia y los tres Países Bálticos han llegado de sorpresa!

Me quedé un segundo mirándolo desconcertado, pero enseguida reaccioné.

-¡Ellos! –susurré un poco demasiado alto. Solté el libro y me levanté del sillón de un salto, para correr inmediatamente frente al espejo y evaluar mi aspecto. No supe formular un resultado coherente y me di la vuelta, para que mi mayordomo pudiera tener una buena vista de mi apariencia. –¿Cómo estoy? –pregunté vacilante.

-E-está bien, señor –contestó el hombre. Yo aguanté las ganas de tomarlo de los hombros y sacudirlo, hasta que me diera una opinión más específica y sincera. Me acomodé como pude unos mechones de mi cabello rubio, me alisé la camisa y lamenté no tener tiempo de arreglarme.

Me dejé guiar por mi mayordomo hasta la sala principal de mi pequeña mansión, donde estaban sentados a la mesa Rusia, Estonia, Letonia y… Lituania.

Tuve que recurrir a toda mi fuerza de voluntad para no sonrojarme ante su presencia. ¿Me parecía a mí o estaba cada día más guapo? Con aquellos ojos azules y tiernos… Tenía la misma expresión temerosa típica de él, que se acentuó ahora que vive con Rusia. Aún así, su belleza no se había visto afectada, al menos a mis ojos. Lituania, Lituania… ¿Por qué el destino lo había separado de mí? Sí, el destino. En realidad Rusia lo había separado de mí, qué más da. Y ahora Lituania estaba muriéndose de amor por la hermanita de éste: Belarús, con esos ojos azules y el cabello rubio platino… ¡Mierda!

Un puño de hierro estrujó mi estómago. Celos. Celos. Celos. Estaba celoso y lo sabía. No era justo. La mía era una competencia en la que jamás tendría oportunidad de ganar; Belarús las tenía todas a favor. Era linda, todos los hombres la seguían; con respecto a su personalidad, la mayoría la calificaba como "un poco difícil", de forma que no opacaba su imagen. Lo peor de todo y su mayor ventaja: era mujer. Quizás no tendría la fuerza de su hermano Rusia (a quien, irónicamente, lo perseguía con la idea de casarse) ni su inteligencia en la guerra, pero era mujer y podía conseguir al hombre que quisiera. Incluso a Lituania.

Aquello me arañó el corazón como un gato rabioso. Siempre que me comparaba con ella sucedía eso. Bajé mi mirada hacia mi pecho plano y sin ningunas esperanzas de abultarse siquiera un poquitito. ¿Por qué yo no había nacido como mujer? Quizás, había la remota posibilidad de que Lituania me amara si yo perteneciera al sexo femenino.

Sin embargo, no tenía tiempo para dedicarme a la depresión. Si no podía ser mujer, al menos podía vestirme como una. Así que decidí trabajar mi apariencia para verme siempre lindo y cada dos por tres me vestía como una quinceañera, y me quedaba bien, pues tenía una estructura delgada y con una cintura algo estrecha. Y si no tenía pechos, bah, por favor, si hay mujeres que son más planas que yo (y ése no es el caso de Ucrania).

Pues volviendo al tema principal, Rusia y los tres Países Bálticos habían visitado mi casa y su presencia me inundaba de una gran alegría.

-¡Rusia! –saludé con una amplia sonrisa al hombre que siempre llevaba bufanda. Me acerqué a él y me senté a su lado. –¿Cómo va todo?

Comprobé satisfecho que no tenía malhumor y que tampoco merodeaba Belarús cerca. Miré de reojo a Lituania, que estaba temblando, apretando los puños sobre la mesa con tal fuerza que los nudillos se le pusieron blancos. Deduje que era para disimular su temblor, pero lo acentuaba más. Estonia y Letonia estaban uno a cada lado de él, también temblando como si hubieran cogido la gripe. ¿De verdad Rusia inspiraba tanto miedo? Después de todo, era tierno y agradable, al menos eso me parecía.

-Ah, Polonia –me contestó Rusia con su voz dulce y amable, esbozando una sonrisa. –Todo está bien por mi país, ¿y el tuyo?

-Como que todo ¡ok! –dije rematando mi respuesta con el pulgar levantado. Rusia siguió sonriendo.

-Escucha, Polonia –empezó. –Necesito que me hagas un favor.

Ladeé levemente la cabeza, intrigado.

-Claro, lo que necesites, Rusia.

Me quedé en silencio, esperando que hablara, pero Rusia dirigió disimuladamente sus ojos hacia los otros tres países y yo capté la indirecta. Enseguida nos encaminamos hacia la habitación contigua. Lituania hizo un ademán de levantarse, pero Rusia lo miró severamente y optó por quedarse tranquilito en su silla. Me pregunté cómo Rusia había obtenido esclavos tan dóciles. Me sonrojé inevitablemente al relacionar inmediatamente lo de "esclavos" con Lituania amarrado y esposado, casi desnudo en mi cama. Eran fantasías típicas de mí, pero sólo eso, pensé tristemente, fantasías.

-Escucha –comenzó Rusia apenas cerré la puerta a mis espaldas. –Tengo unos problemas que resolver con Letonia y Estonia, y quiero que alojes en tu casa a Lituania. –El corazón se me paró por un segundo, y luego empezó a dar tumbos. –No te preocupes, no será mucho tiempo; unos quince días, aproximo, y sino, un mes, como mucho. –Me miró con unos ojos violáceos y suplicantes.

-Est-está bien –accedí inmediatamente, con cierta dificultad. –N-no hay problema. –Enseguida me erguí y vencí toda mi vergüenza, sonriendo despreocupadamente como siempre.

Rusia me echó una mirada de agradecimiento.

-Te lo agradeceré toda tu vida, Polonia –dijo con un tono de alivio. En ese momento me percaté de que había dicho toda "tu" vida. Me sonaba a como que yo no iba a vivir mucho tiempo más, pero decidí no darle importancia al asunto. Rusia siempre decía cosas así.

-O sea, no te preocupes, hombre –le contesté palmeándole suavemente el hombro como gesto de amistad. –No es ninguna molestia para mí y estaré encantado de hospedar a Lituania en mi casa.

"¡Nunca me habrían dado mejor oportunidad que la que me acabas de dar, Rusia!"

-Entonces, muchas gracias de nuevo –concluyó abriendo la puerta y arrastrándome fuera de la habitación. –Estonia, Letonia, nos volvemos a casa –declaró dejando bien claro que a nadie le daría la oportunidad de discutirle. Los dos países se levantaron de la silla obedientemente y Lituania también, pero cuando se estaba por ir, yo lo tomé del brazo.

-E-ehm, Polonia –comenzó a balbucear, mirándome desconcertado. Yo le devolví la mirada y no dije ni una palabra, mientras adoptaba mi mejor expresión seria. Me aprobé interiormente al ver que en el rostro de él se instalaba cierto temor. Ya sabía que yo de vez en cuando lo intimidaba, aunque fuera mi mejor amigo.

Rusia se dio la vuelta mientras guiaba a los otros dos hacia la puerta.

-Ah, Lituania –dijo, como si recién se acordara de él. –Tú te quedarás con Polonia. Tengo entendido que es tu amigo, así que no habrá ningún problema –añadió, mientras su aura oscura empezaba a resplandecer alrededor suyo y los tres Países Bálticos se echaban a temblar.

-P-pero, Rusia, yo… -Lituania seguía siendo un experto en meterse en problemas, no importaba con quién.

Noté que el aura de Rusia se iba intensificando y ampliando, mientras repetía "kolkolkolkolkolkolkolkol" sin cesar, e iba frunciendo el ceño mostrando una evidente rabia. Los tres Países Bálticos no atinaban a nada, y decidí tomar cartas en el asunto.

-No te preocupes, Lituania-san~ -canturré pasándole una mano por el hombro. –Lituania-san está temeroso porque hace mucho que no me ve y se desacostumbró a mi presencia -aclaré, dirigiéndome a Rusia.

El aura del hombre se desvaneció tan rápido como había aparecido y él volvió a adoptar su sonrisa habitual.

-Bueno entonces, adiós Polonia, adiós Lituania –concluyó saludándonos con la mano y empujando a Estonia y Letonia afuera de la mansión. Luego cerró con un golpe el gran portón de mi mansión. Yo le di una palmadita en el hombro a Lituania.

-Me debes una –declaré, retirando mi mano de su hombro y saliendo de la sala. Eran las siete y media de la tarde, y mi operación CLD (Conquistar a Lituania Definitivamente) acababa de empezar.


Y también acaba de empezar este endemoniado fic :'D Tenía que hacer uno de ellos dos~

Gracias a la gente que lee y tiene paciencia con novat s como yo :') los quiero 3

Dejen review en caso de opiniones, dudas, etcétera. :)