Regina Mills? Esperas que vaya y le pida dinero? -Incrédula Emma mira a su padre- no puedo hacerlo.
Regina Mills era una mujer a tener en cuenta, su nombre se veneraba en todo Boston y Maine, y era la enemiga acérrima de sus padres. Dirigía una lujosa cadena hotelera mundial donde solo lo ricos y famosos podían permitirse alojarse.
En una ocasión, David había intentado convencer a Regina de que le permitiera incorporar sus restaurantes a los hoteles, pero Regina había rechazado la propuesta con desprecio. Ella no disimulaba la antipatía que sentía hacia David Swan. Y Emma no podía culparla por ello.
David se echó sobre la almohada.
-Entonces, este será mi final.
Mary Margaret miro a su marido con preocupación y luego, suplicando con su mirada a su hija:
-Creo que tu padre quiere que pienses en ello. Vamos a casa. Volveremos mas tarde y hablaremos de esto.
Cuando salieron de la habitación del hospital, Emma echó la vista atrás para mirar al hombre que había sido una influencia tan fuerte en su vida, y le resulto difícil pensar que le estuviera pidiendo tal cosa. Ella había hecho mucho; había sido la mejor hija que se podía ser, pero ¿tener que pedir dinero? ¿Pedírselo a su gran enemiga?
Su mente volvió al día anterior, cuando una angustiada Mary Margaret le había llamado para decirle que su padre estaba enfermo y que quería verla.
-Por supuesto que iré. Saldré en el primer vuelo disponible.
Con un gesto de preocupación en su preciosa cara, Emma se volvió hacia su amiga.
-tengo que ir a casa. Mi padre está en el hospital; ha sufrido un infarto.
Bella se llevo la mano a la boca.
-¡Dios mío! Claro que tienes que ir. Yo se lo contare a Neal. Espero que tu papá este bien.
Según Emma ese fue un gesto generoso después de cómo la había tratado su padre. Pero así era su amiga, ella nunca pensaba mal de nadie. Era tranquila y nada exigente y, en su fuero interno, Emma pensaba que se dejaba pisotear por la gente. Pero eso nunca se lo diría. La quería demasiado, como a una hermana.
Para su desgracia no había plaza en los vuelos a Storybrooke hasta el día siguiente, pero eso al menos le dio oportunidad de hablar ella misma con Neal.
-Iré contigo- dijo en cuanto la vio-, no puedo dejar que mi prometida pase por esto sola.
Lo dijo con tanto orgullo que Emma se sintió culpable. Había estado pensando llevar a Neal a Storybrooke para que conociera a sus padres, para que le dieran su aprobación para casarse, pero no en estas circunstancias. El impacto de David de saber que su pequeña se iba a casar podría acabar con su padre.
David era muy tradicional y orgulloso, deseaba que Emma se casara con una persona que el aprobara, Emma por el contrario, tenía otras ideas. Quería escapar del poder dominante de su padre y la única forma de hacerlo, según pensaba, era casándose con quien ella quisiera e instalándose en Boston.
Había conocido a Neal Cassidy en unas de sus frecuentes visita a su amiga bella a Boston, y cuando el se le declaro, se lo pensó mucho antes de aceptar. No se trataba de no querer a neal, pero no estaba tan segura de que el sintiera lo mismo por ella.
Había salido con Emma al sentirse despechado por una relación anterior que, según él, ya había terminado del todo. Pero ella había oído que ahora la chica quería volver con él y que los habían visto juntos. Emma le había plantado cara y él primero la había mirado asustado, y luego le había dicho que no había nada de cierto en ello.
-Creo que sería mejor que fuera sola-le dijo-. Mi padre está demasiado enfermo como para ver a extraños.
-Puedes que tengas razón-dijo- ¿Me llamaras?
-Claro que sí.
El avión aterrizo en el aeropuerto de Storybrooke y Emma una mujer despampanante vestida con un jean negro ajustado perfectamente dejando ver su escultural figura junto con una chaqueta de cuero roja y una camisa blanca, cruzo la sala de llegadas con paso firme. Su cabello rubio ondulado acariciaba con sensualidad sus hombros a cada paso que daba con unas botas con tacón. Ella lo ignoraba pero muchos hombres se volvieron a mirarla.
Como no pensaba que nadie la estuviera esperando, Emma se dirigió a la parada de taxis y por eso se alegro de ver a su madre esperándola.
-Mary Margaret! - le dio un cálido abrazo a su madre- ¿No tendrías que estar con mi padre? ¿Cómo se encuentra? ¿Está mejor?
Mi madre es hermosa pelo negro como el carbón corto labios rojos y piel blanca como la nieve, ella sabia manjar perfectamente a mi padre sin que él se diera cuenta.
-Sigue igual-respondió Mary Margaret-. Aunque esta muy ilusionado por tu llegada. Esta muy enfermo Emma. Cariño estoy preocupada.
- ¿Por qué no me lo dijiste antes?
- Lo siento cariño, no quería estropearte las vacaciones, se lo mucho que te gusta Boston y estar con bella, al principio pensé que se recuperaría pronto, pero no fue así y entonces empezó a preguntar por ti. No podía razonar con él.
Fueron directo al hospital.
-Lo siento, se que te gustaría refrescarte y arreglarte, pero tu padre tiene muchas ganas de verte- dijo Mary Margaret
Y cuando Emma entro en la habitación de David, se quedo impactada por su aspecto. Era alto y del pelo castaño claro y ojos azulados, era delgado pero fornido, ahora se veía delgado había perdió bastante peso tanto que se veía demacrado y su piel tenía un tono grisáceo. Además estaba conectado a muchas maquinas que controlaban sus funciones.
- ¡Emma!- dijo con voz ronca-. ¡Estás aquí!
Atravesó la habitación y lo abrazo.
-Sí, padre. ¿Cómo te sientes? Esta muy mal que no me dijeras que estabas enfermo.
Él le acaricio la mano.
-No quería preocuparte, hija.
-¿Qué ha provocado tu infarto? Pensaba que estabas fuerte como un roble.
-Ya no- Mary Margaret miro a David- Cuéntaselo.
-¿Contarme qué?
Mary Margaret cerró los ojos y cuando los abrió, Emma vio la preocupación de su madre en ellos.
-El negocio de tu padre ha fracasado.
-¿Qué?- Emma frunció el ceño ¿Cómo era posible?
-El negocio ha bajado mucho- dijo Mary Margaret en un tono una buena cantidad de dinero para levantarlo de nuevo y tu padre no la tiene. Paga más de lo que gana. Estamos casi en bancarrota, Emma.
- Es terrible- dijo-. No tenía ni idea.
-Yo tampoco, tu padre me lo oculta todo por eso ahora está aquí.
-Tú decides, hija – dijo David mirándola-. Eres mi única esperanza.
-¿Yo?- Emma se puso la mano en el pecho-. ¿Cómo puedo ayudar yo? No tengo ese dinero- la verdad era que no tenía mucho ahorros.
-Quiero que vayas y le pidas un préstamo a Regina Mills-. Ella intentara sacar el mayor provecho de esto, pero si hay alguien que pueda hacerlo, esa eres tú.
