Estos personajes pertenecen a Victor Hugo y yo solo los uso como entretenimiento nada más.

CAPITULO 1

Valjean estaba muy sorprendido con los acontecimientos que habían sucedido esa noche en torno a Javert, pero, dicho sea de paso, este no lo estaba menos. Por la cabeza del inspector pasaban miles de pensamientos a la vez, todos ellos mezclados confusamente.

Caminaba con los ojos y la cabeza bajos, y las manos a la espalda en actitud pensativa, cosa extraordinaria en él. "¡Acabo de dejar a Valjean ir! ¡Acabo de permitir que un preso, un convicto fugado esté por encima de la ley!" Se repetía mentalmente una y otra vez, pero, por más que se lo repetía, por más que hubiese deseado dar la vuelta en ese preciso instante e ir a detener a Valjean a su casa, sabía que no podía, que no debía hacerlo.

En ese momento Javert llegó a (nombre del puente) y se detuvo. Se quedó mirando fijamente las aguas que, metros más abajo, rugían y se arremolinaban, furiosas. Cualquiera que le hubiera visto en ese momento, con los brazos apoyados en las barras del puente, en actitud pensativa y con su rostro pétreo, hubiesen ducho que estaba simplemente contemplando las aguas.

Nada más lejos de la realidad.

En su interior se estaba llevando a cabo una frenética lucha de pensamientos y emociones. "¿Por qué no puedo detener a ese hombre?" Era la pregunta a la que su mente no dejaba de dar vueltas, sintiéndose impotente, viendo como los pilares de su mundo se derrumbaban ante sus ojos sin poder hacer nada para detenerlo.

-¡Maldito seas Valjean! ¡Tú y tu maldita piedad! ¡Te odio! –rugió Javert hacia ningún sitio en particular.

Pero justamente tras decir estas palabras, un pensamiento, más terrible e inoportuno que ninguno de los anteriores irrumpió en su mente. Un sentimiento en su pecho le obligó a preguntarse "¿De verdad le odio?"

Él lo sabía, en el fondo lo sabía. Era terrorífico y, bajo su punto de vista, repugnante e indigno. "Yo le amo, maldita sea. ¡Le amo! ¡Amo a un convicto!" Con un gruñido coloco su cabeza entre sus manos. Intento detener sus pensamientos, pero le resultó imposible. Alzo sus ojos hacia el cielo, buscando las estrellas, silenciosas y brillantes, pero no encontró en ellas nada más que negrura, vacío. En ese momento el cielo era un reflejo de su alma.

Después de haberle hecho la vida imposible al ex convicto, de haberle perseguido durante tantos años, después de tanto tiempo de daba cuenta, demasiado tarde, de lo ciego, de lo equivocado que había estado.

Cerro los ojos y, lentamente, como si le costase el mayor de los esfuerzos, se despojo de su sombrero y lo dejo sobre la barandilla. Acto seguido, se encontraba encima de ella. Desde allí observo de nuevo las turbulentas aguas del Sena, y un escalofrío le recorrió de parte a parte. Cerro los ojos y antes de que le diese tiempo para arrepentirse, una lagrima solitaria callo de sus lacrimales y se dejó caer al vacío.

Durante un segundo noto una extraña sensación de ingravidez, el aire chocando contra su cuerpo, y seguidamente un fuerte impacto contra la superficie del agua que le obligo a soltar todo el aire que tenía.

Al principio trato de luchar y de salir a la superficie porque, ah, el instinto de supervivencia es tan fuerte…. Pero al cabo de unos segundos noto como el peso de la ropa empapada tiraba de él hacia el fondo, como poco a poco sus músculos se relajaban y, antes de que su mente se quedase totalmente en blanco, cu ultimo pensamiento fue inevitablemente para él. "Valjean…."

Lo último que sintió antes de caer inconsciente en el helado Sena fueron unos fuertes brazos rodeando su cintura.

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