Esta historia está creada tras el final de la primera temporada del onceavo Doctor, cuyo último episodio se emitió el 26 de junio de este año, si no queréis estropearos nada y no lo habéis visto ¿Qué hacéis leyendo? ¡Corred e id a verlo!

Amy nunca sabía dónde iba a aterrizar la TARDIS. Tal vez eso lo hacía incluso más excitante. Desde pequeña se había hecho a la idea de que las aventuras sólo les ocurrían a los protagonistas de los libros. Puede que se hubiera dado cuenta ella sola, puede que se lo hicieran dar cuentas todos aquellos psicólogos que su madre había pagado.

Las aventuras no existían, de vez en cuando se podía vivir un momento más llamativo que otro, pero eso era todo.

Qué equivocada había estado. Las aventuras existían, al igual que existían los monstruos, las máquinas del tiempo y los extraterrestres.

También existían los amigos invisibles como el Doctor Andrajoso.

-Amy…- Canturreó Rory a su lado. -¿Estás ahí?- Preguntó dándole un pequeño golpe en la cabeza.

Amy sonrió y besó a su recién estrenado marido, las aventuras estaban bien, pero compartirlas con Rory era extraordinario.

Un chico vestido con un traje, tirantes y pajarita rojos y botas viejas les interrumpió.

-Señora Pond, señor Pond. Hemos llegado a nuestro siguiente destino.

-Estoy harto de que nos llames así,- exclamó Rory indignado- como broma ya vale, pero llevas mucho tiempo con ella. Somos los señores Williams.

Amy giró la cabeza, ella no lo tenía tan claro, pero ya hablarían de ello más adelante ¡Tenían todo el tiempo del mundo!

-¿Y dónde estamos esta vez?- Preguntó Amy echándose el pelo rojizo atrás intentando hacer algo con las manos.

-En algún lugar del año 3300, aproximadamente.

-Oh, suena interesante. –Señaló Rory.

El Doctor corrió hacia la puerta de la TARDIS.

-Amy, Rory – dijo mientras abría- Bienvenidos al año 3300.

Lo que vieron les sorprendió mucho. Había un mundo lleno de color fuera. Todo parecía irreal, como de cuento, los azules más azules, como el cielo; los verdes más verdes, como la hierba; los rojos más rojos…

Un niño moreno de ojos azules, de unos 6 años se acercó a Amy y le tendió una sonrisa de oreja a oreja llena de pecas. Amy también le sonrió, a continuación el niño le pegó un pisotón y se fue corriendo.

-¡Ay! ¡Maldito crío!

-Por lo que se ve no se te dan muy bien los niños.-Dijo el Doctor.

-No la metas esa cosa en la cabeza. – Susurró Rory entre dientes.

-Pues me ha hecho daño- Amy se agachó para comprobar cómo estaba su pie.

-¿Está bien señorita?- Preguntó el niño que acaba de pisarla que había vuelto a acercarse a ella.

-¿Cómo demonios voy a estar bien si me acabas de pisar?

-Bueno, el niño ha venido a pedirte perdón. – Rory revolvió el pelo al pequeño muchacho –Dale una oportunidad.

-Yo no le he pisado. Ha debido de ser mi otro yo.

-Y encima me está vacilando. Doctor sujétame que como le pille.

-¿Eh? ¿Por qué el Doctor y no yo?

-Porque tú no podrías Rory. Y Tranquila Amy, piensa que no somos de aquí y…

-Con que extranjeros ¿eh?- Preguntó un hombre bastante rechoncho, de nariz chata y ojos pequeños, con un gran bigote blanco. –Jeremy, pide perdón a esta señorita.

-Pero yo no…

-Jeremy…

-Perdón.

-Nada.- Gruñó Amy, era verdad lo de que se había hecho daño y aún le seguí doliendo.

-Soy Herman Meyer- se presentó el hombre- alcalde de este pueblo.

-Yo soy Rory Williams, ésta es mi esposa–Amy y él se cruzaron la mirada un instante y ambos se pusieron del color de las cerezas- y éste de aquí es… Este…

-El Doctor- dijo él mismo dando un fuerte apretón de manos al señor Meyer.

-El doctor qué- preguntó el alcalde.

-Sólo el Doctor.

-Pues bien señores, puedo preguntarles cuánto tiempo van a estar ustedes aquí.

-El que sea necesario- dijo el Doctor. – La verdad es que todavía no lo hemos decidido.

-Pues si quieren pueden hospedarse en mi casa, no hay muchos sitios donde alojarse aquí y hace mucho que no recibimos visitas del exterior, así que sería un placer que compartieran su tiempo conmigo.

Todos se mostraron de acuerdo y se pusieron en marcha. Jeremy se movía a base de saltos junto a ellos.

Amy y Rory miraban todo maravillados, no era la primera vez que iban a otro lugar o a otro tiempo, pero era un sitio increíble, todo tenía aspecto de película futurista: Los edificios, los transportes, las calles, las ropas… Pero el color frío y oscuro que podrían tener en las películas, daba paso a una increíble gama de colores intensos, además todo olía a limpio y nuevo. Los niños jugaban en la calle, la gente conversaba alegremente…

-En un sitio así me gustaría vivir- dijo Rory cogiéndole de la mano a Amy, ella respondió apretándole la mano y sonrió.

La verdad era que se trataba de un sitio fantástico.

La casa del alcalde se alejaba de la idea de mansión increíble futurista que se habían hecho, muy al contrario parecía una especie de bloque de cemento de tres pisos con un (eso sí), jardín enorme e inmaculado.

-Siempre me han gustado las antigüedades ¿Sabían?- dijo Meyer invitándoles a pasar.

Rory y Amy aguardaron hasta que el Doctor entrara, no es que fuera su adulto responsable, pero sabían que él estaba a cargo de ellos. El Doctor se hizo de esperar ya que antes estuvo examinando las flores del jardín.

-¿Creo este jardín usted sólo?

-Claro que sí- Respondió Meyer- Un jardín no se disfruta sino lo hace usted mismo sólo.

Jeremy arrancó un de las rosas y se la tendió a Amy. Ésta la cogió y sonrió.

-¡Jeremy!- Gritó Meyer. Pero el niño ya había salido corriendo. –Bueno, será mejor que pasen.

Todos entraron, dentro la casa estaba exquisitamente decorada. Aunque había muchos artilugios que no sabían si tenían utilidad o eran simplemente "chismes futuristas".

-Supongo que tendrán hambre.

Todos se sentaron en una larga mesa de metal, el alcalde la presidió.

-Margaery. –Llamó en voz alta, -algún capricho nos podemos dar los alcaldes- añadió en voz mucho más baja.

Una muchacha rubia y delgada, de rasgos finos y con el pelo recogido en un moño apareció ante ellos.

-¿Qué desea?- Preguntó.

-Hoy hay invitados querida así que prepara comida para todos.

-De acuerdo.

-Bueno- suspiró Meyer en tono jovial- díganme ¿por qué han venido a mi pequeña ciudad?

-Estamos aquí, se podría decir que por turismo. –Se adelantó el Doctor. Rory y Amy se mantuvieron callados.

-Está ciudad es magnífica para el turismo, pero últimamente no tenemos demasiado.

-No entiendo por qué- terminó con su silencio Amy- esta ciudad es increíble: Todo es magnífico, incluso se respira el aire puro.

-Je, je, je- Rió Mayer moviendo su barriga de arriba abajo. – Me alegra que te guste señorita.

-Sí, todo es demasiado "perfecto"- dijo el Doctor.

-Bueno amigo mío, eso es fácil cuando vives en una comunidad donde la maldad no existe.

-¿Cómo que la maldad no existe?- Preguntó Rory marcando el entrecejo.

-Parece que le resulte extraño un sitio donde no exista eso señor Williams. ¿Tan irreal le parece?

-No es simplemente que no lo entiendo.

-Yo tampoco lo entiendo demasiado- Dijo el Doctor.-Los humanos son malos por naturaleza, eso es algo que he aprendido en varias ocasiones. ¿Tienen sus cárceles pobladas?

-¿Cárceles? No tenemos nada de eso Doctor, je, je, je. –Soltó otra de sus risotadas que le hacían mover su barriga. – Es muy fácil de entender. ¿Alguna vez han hecho algo de lo que no se sientan orgullosos?

Amy, pensó en cuando besó al Doctor, no es que no quisiera, pero tenía a Rory y con el tiempo se había dado cuenta de que él era más importante y le había defraudado.

A Rory no se le ocurrió nada ¿Tal vez cuándo rompió la maceta de la señora Smith y dijo que había sido Todd? ¿O cuándo le "cogió prestado "a su madre dinero del bolso para comprar un balón de fútbol? ¿O tal vez...?

El Doctor decidió no pensar en nada, él no era humano.

-Bueno pues eso ocurre porque los humanos estamos compuestos de dos partes: Una buena y una mala. Hay veces que nuestro lado bueno puede al malo y nos consideramos buenas personas, y hay veces que nuestro lado bueno pierde ante nuestro lado malo y somos malas personas. Todo se debe a nuestros actos. Bien, pues en nuestra pequeña ciudad todos hemos aprendido a vencer a nuestro lado malo, a algunos les es más difícil que a otros, pero al final todos lo consiguen.

-O sea que los dos lados se fusionan. –Dijo Rory para sí mismo en voz alta.

-No, eliminamos a nuestro lado malo. Fusionar los dos lados es lo que hace todo el mundo fuera de aquí y así lo único que consiguen es que su lado malo a veces venza.

Margaery entró en aquel instante con varios platos en forma de espiral hacia arriba sobre los que reposaban una especie de pastelitos de colores.

Todos estuvieron comiendo con ganas, excepto el Doctor, que sólo bebía agua y les miraba.

-Esto está estupendo- exclamó Amy. –Pero mejor no me diga qué es, no quiero llevarme sorpresas.

-¿Usted no come Doctor?- Preguntó Meyer.

-No tengo hambre si le soy sincero- dijo bebiendo un poco de agua- además tengo una pregunta desde hace un rato que me ronda por la cabeza.

-Pregunte, pregunte, como ya le dije no suele haber extranjeros por aquí así que estaré encantado de contestar a sus preguntas.

-¿Cómo es que sólo hay humanos en su ciudad?

-Diría que es porque no saben separar su lado bueno de su lado malo Doctor, pero la verdad es que los forasteros, incluso los humanos forasteros, creen que vivimos de manera demasiado "rural" para ellos.

Amy y Rory terminaron de comer y preguntaron que si se podían ir a dormir, Amy estaba agotada quizá porque el viaje en la TARDIS había sido más largo de lo que acostumbraba, Rory en cambio tenía otros planes.

Margaery les llevó a su habitación, ambos se despidieron de la muchacha y se acostaron en la cama de matrimonio, al lado había un camastro, pero parecía incómodo y apenas se fijaron en él.

-¿Sabes qué Amy?- Preguntó Rory cuando ambos estaban tumbados. Con tantas idas y venidas y viajes y… Bueno, todavía no nos hemos estrenado como marido y mujer y bueno…

-Oh no, no, no, no… ¿No estarás pensando en… ESO?

-Bueno, Amy, supuestamente estamos en nuestro viaje de novios y ya sabes lo que se suele hacer.

-Pero este no es un viaje de novios normal y corriente.

-Anda…

-Bueno si te pones así…

La puerta se abrió de par en par dejándoles a ambos boquiabiertos y dando gracias al cielo por no haber empezado nada de nada.

-¿Esperaste 2000 años por ella y ahora no eres capaz de esperar un par de meses?- Preguntó el Doctor cerrando la puerta.

-¡El tiempo contigo es relativo!- Levanto la voz Rory con molestia. - ¿Y qué haces tú aquí?

-Meyer me ha dicho que esta es la única habitación disponible ahora mismo.

-A lo mejor ya lo tenía pensado- dijo Amy- lo dio por ese camastro de ahí.

-Bueno- dijo el Doctor tumbándose entre ambos- Buenas noches.

-Pe…Pero- balbuceó Rory.

-En esta cama cabemos todos, además tiene mucho mejor aspecto que esa cosa. ¿Por cierto no hay algo que os escama en este sitio?

-No, me parece un lugar encantador…

-Ay… Amy, Amy, deberías fijarte mejor en las cosas.

CONTINUARÁ

Vale, podría decir mil cosas: Sobre por qué escribo esta historia, como se me ocurrió a donde va, por qué elegí al undécimo Doctor… Bueno, en principio os animo a continuar leyendo ^-^, y si os gusta pues seguiré escribiendo.