Los personajes de Kuroshitsuji no son de mi propiedad, sino de Yana Toboso.
Capítulo 1: Mayordomo, desamparado
Se podía apreciar una niña de diez años siendo abusada por su propio progenitor, sus largos cabellos blancos caían sobre las sabanas de seda, su piel blanca como la nieve misma es el cuadro perfecto de las marcas que le dejaba, sus ojos celestes cielo eran inundados por lágrimas de la impotencia e impureza que sentía en esos momentos.
Siente como su propio progenitor la observaba con lascivia, no entendía aquella mirada, porque ella era una niña y lo que le estaban arrebatando era imperdonable.
El acto más vil había acabado, dejándola a ella con sus ropas de dormir destrozadas, su cuerpo marcado hasta el punto de dejar algunas zonas con marcas moradas y otras enrojecidas. Comienza a gritar y a moverse con ferocidad en las sabanas, llora sin parar y dejarse sumergir en un dolor que jamás abandonaría.
- ¿Por qué lloras? – La niña siente una voz hablándole, se acomoda las ropas para bajarse de la cama para ir hasta su closet, donde la voz provenía.
- ¿Quién eres? – Le pregunta ella con una voz temblorosa y ahogada, se sienta en el suelo mirando la puerta entre abierta de su closet, como si esperaba a que alguien salga de ahí. En eso un ruido estrepitoso y fuerte llama su atención, se pone de pie para ir hasta la puerta de su cuarto, mira para todos lados y sale del cuarto rumbo hasta donde venía el sonido, quien la llevo al pie de las escaleras que conectaba el primer piso con la entrada para encontrarse con un grupo de hombres que rodeaban el cuerpo de su padre, corre a así él para llorarle, los hombres que estaban ahí se marcharon dejándola a ella con el cuerpo frio y sangrentado de su ahora difunto padre.
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En la mansión Phantomhive las cosas para Sebastian el mayordomo más leal eran bastantes complejas, la ama de llaves Maylene trataba de llevar un carrito de servicios hacia el cuarto de su señorito, ya que Sebastian estaba en la cocina dando las otras instrucciones para los que quedaban, dado que iba a llegar un invitado a la mansión.
La ama de llaves de cabellos morados recogidos en dos coletas y arriba de su cabeza adornaba el pañuelo propio de una sirvienta, su uniforme azul con un delantal largo de color blanco, botas de color negro. Abre la puerta del cuarto de su amo quien estaba durmiendo todavía, la situación para la cabeza de los Phantomhive era diferente, ya que algún misterio tendría que resolver.
- "Primero abrimos las cortinas" – Piensa la ama de llaves mientras deja el carrito de servicios a un costado de la cama para ir hasta los enormes ventanales y correr las cortinas dejando que la luz del sol ingrese al cuarto – "Después se despierta al señorito" Ya es de mañana señorito – Un joven de cabellos cortos de una tonalidad azul oscuro, se remueve en sus sabanas para quedar boca arriba, abre sus ojos dejando ver aquella mirada azulada y enfocarlas en el rostro de la ama de llave.
- ¿Y Sebastian? – Maylene se pone nerviosa al escuchar la pregunta de su señor, toma con torpeza las sabanas de la cama para correrlas, el joven conde mira con frialdad y con neutralidad la acción que supuestamente debía de ser cumplida por su mayordomo.
- Él… Él… - En ese momento la puerta del cuarto del joven se abre dejando a la vestía a un hombre algo, porte elegante, de cabellos largos hasta el cuello y de un color negro, su mirada rojiza se enfoca en los ojos azules claros de su señor.
- Disculpe la tardanza, mi señor – Comienza avanzar hasta la cama del joven Ciel quien se había sentado al borde de su cama, pero Sebastian se detiene cuando nota algo extraño en su señor, Maylene también lo nota, ya que la fisionomía del joven era más parecido a un adolescente.
Ciel observa aquellas miradas atónitas que se habían enfocado solamente en él, deja salir un suspiro fastidiado de ver la inutilidad de sus sirvientes – Ah, se puede saber ¿Por qué me miran con esas caras? – Sebastian cruza mirada con la ama de llaves para después indicarle con la cabeza de que su trabajo había terminado por esa vez, la muchacha los deja a los dos solos en el cuarto y en un silencio fúnebre.
- "¿Esto es posible que suceda?" – Se pregunta a sí mismo, cuando toma las ropas ya seleccionadas de su amo, en las que consistía en un largo pantalón de color azul con rayas blancas, camisa negra, un saco que hacia juego con los pantalones, una corbata lisa y de un color azul, unos zapatos de taco bajo de color negro.
Ciel mira a su mayordomo con enojo ya que detestaba que le ocultaran cosas - ¿Por qué no respondes a mi pregunta? Sebastian – el mayordomo levanta su mirada hacia él y lo mira con neutralidad, ya que había terminado de vestir a su señor, se aleja de él para servirle el desayuno.
- Mi señor, tendrá que verlo con sus propios ojos – Le responde mientras le entrega la taza de té rojo, Sebastian se queda firme al ver como su señor bebía con tranquilidad y lo más que llamaba a su atención era las nuevas facciones y porte que tenía el joven Ciel.
- Entonces tráeme un espejo – Sebastian obedece a la petición de su señor, para ir hasta un extremo del cuarto y tomar el espejo de pie que había allí, para colocarlo al frente de su joven amo. Ciel abre sus ojos para después verse en el espejo, donde se encuentra que había crecido - ¡¿Qué es esto?! – Su grito se dejó oír en toda la mansión alertando a los otros empleados, en cambio, Sebastian deja salir un suspiro triste y decepcionado al ver que su señor no debía haber hecho eso hace tres días atrás.
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En la mansión Trancy las cosas habían cambiado de la misma magnitud que en la mansión Phantomhive. El heredero de los Trancy bajaba de las escaleras con elegancia y en compañía de su mayordomo, ya que en la entrada de su mansión había una joven custodiada por su mayordomo, ambos herederos se encontraron y se observaban con rivalidad.
- ¿A qué viene su visita Lady Catherine? – La joven de largos cabellos blancos que eran atados en un hermoso recogido y era adornado por una corona de tela rosa pastel con flores de colores oscuras que adornaba a los costados de la corona, su vestido era largo y de color pastel, en su mano derecha sostenía un abanico que cubría la parte baja de su rostro dejando a la vista sus enormes ojos celestes cielo.
- Venia pasar un poco de tiempo en su mansión – Alois se asombra al escuchar aquella respuesta, se gira para encontrar alguna ayuda de parte de su mayordomo Claude quien miraba con seriedad al otro mayordomo – Si usted me lo concede, por supuesto - Alois se acerca a la invitada para mirarla con otros ojos, sabiendo que su cuerpo aparentaba de un joven de diecisiete años y no de catorce.
- Espero que usted tenga una respuesta a este problema – La joven comienza reír con una diversión, ya que desvía la mirada para a posicionarla en su mayordomo, de cabellos largos hasta los hombros recogidos en un cola baja y mirada verde. Alois le ofrece su mano a la invitada y esta gustosa la toma, para así ambos caminar hacia las escaleras que los llevaría al despacho del joven Trancy.
Claude detiene al mayordomo de la joven quien le dirige la mirada, para así ambos intercambiar un pequeño duelo de miradas – ¿Usted tendrá algo que ver con este problema que anda causando una confusión en mi señor? – Su opuesto esboza una media sonrisa que destellaba diversión, Claude frunce su ceño al ver aquel gesto.
- Yo no puedo asegurarle nada, señor Claude Faustus, si me permite – El mayordomo de la familia Trancy, aprieta sus manos con una fuerza que destellaba el enojo al no conseguir alguna información de lo ocurrido. No obstante, el otro mayordomo comienza avanzar con una lentitud hacia la dirección de su ama.
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En la mansión Phantomhive la situación para Ciel se tornó complicada, ya que el invitado se trataba del príncipe hindú, quien fue a saludarlo con mucho ánimo - ¡Ciel! – El príncipe abraza de manera efusiva a un Ciel que parecía estar un poco asqueado ante las muestras de cariño a una hora muy temprana - ¿Sabes lo mucho que te extrañe? – Le pregunta el príncipe Soma a su mejor amigo Ciel, pero cuando deshace el abrazo se percata que no era de estatura baja sino que había crecido un poco.
- No me importa si me extrañas o no – El príncipe hindú se cruza de brazos haciendo caso omiso a lo que decía el joven heredero Phantomhive, Ciel lo veía con su ceño fruncido y sus ojos azules se posaron en la figura del príncipe.
- Es extraño decir esto, pero – Soma gira su cabeza para mirar hacia atrás donde estaba su mayordomo Agni quien tenía una cara de anonado por lo que estaba viendo, se vuelve a girar para mirar con neutralidad al joven Ciel – Nadie crece tanto como usted y después de tres días que se realizó aquella fiesta en casa de la Reina de Inglaterra – El joven Phantomhive deja salir un suspiro mientras lleva su dos dedos para posarlos en el puente de su nariz, ya no sabía que decir al respecto y se sentía muy extraño al ser un joven de quince años y no de trece.
- ¿Sabes algo de esto Sebastian? – Le pregunta Agni al mayordomo de Ciel, quien se lleva su mano derecha hacia la barbilla para pensar y poder encontrar alguna respuesta apropiada.
- Siendo sinceros con todos, pero una de mis hipótesis es que la Condesa Aldrich debe de tener alguna conexión con este problema – Sebastian señala a su señor manteniendo su rostro pensativo, por otra parte a Ciel se le había aparecido una venita en su frente mientras apretaba sus puños con fuerza.
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En la mansión Trancy la hora del té había llegado, ambos jovencitos estaban bebiendo el té en la oficina del joven Trancy. La invitada alza su mirada de su taza para observar el semblante actual de aquel joven de cabellos cortos de una tonalidad crema, la misma tonalidad en sus ojos pero la profundidad que destellaban estos la ponía en alerta, podía comprender como su deseo había hecho de ese joven algo que quería desde hace tres días, en la fiesta de cumpleaños de su real majestad.
- Claude quiero que le enseñes al mayordomo de la Condesa Aldrich donde se hospedara su ama – Su mayordomo asiente en silencio para después darse la vuelta y guiar al otro mayordomo donde sería el cuarto de la joven invitada. Alois deja la taza de té sobre el escritorio para después entrelazar sus dedos y apoyar su barbilla en el puente que creo con sus dedos mientras observaba con otros ojos a la invitada cuando los dejaron a solas – Dime ¿Cuál es tu misión en estos momentos? – Le pregunto haciendo que la joven Catherine esbozara una sonrisa para reír bajito, haciendo que Alois sonriera al escuchar aquella hermosa risa.
- No tengo ninguna misión en estos momentos, joven Alois – Vuelve a enfocar su mirada celeste en la mirada opuesta, haciendo que el ambiente se torne algo frio y siniestro – No obstante, tengo el deseo de disfrutar de esta nueva vida junto a los condes que heredaran sus fortunas – Alois desunir sus dedos para cruzarse de brazos mientras se tira en su silla y mira de mala manera la invitada, obteniendo de parte de la joven un mirada altanera – Para ver quien puede ser mi prometido, ya que yo siendo una mujer no puedo heredar toda la fortuna de mi difunto padre y mi tutor que es mi tio, no desea que yo obtenga esa cantidad de dinero y tengo una carga enorme con firmar papeles de la empresa importadoras y exportadoras de Inglaterra en los otros países del mundo – Catherine agacha su mirada muy apenada al contar una parte de su idea, desde que firmo contrato con su mayordomo su vida había cambiado por completo, ella siendo hija única y abusada día y noche por su propio padre, con el fin de hacer borrar cada rastro de su madre que era un sirvienta.
Alois se pone de pie para avanzar hasta donde estaba su invitada al escuchar aquello le había conmovido solamente un poco, ya que no le importaba nada la vida de los otros, únicamente quería poder tener más fuerza política y más fondos monetarios – Catherine, no te aflijas más amiga mía – Le decía en un tono compasivo y directo, ya que deseaba formar parte de aquella idea, sabiendo que la empresa Aldrich encargada de las importaciones y exportaciones del reino inglés, era una de las más importantes y la más allegada a la corona, sabiendo que los Aldrich en su tiempo fue pariente lejano del difunto esposo de la reina Victoria – Me tienes a mi como tu pretendiente – La heredera de la fortuna Aldrich pestañaba incrédula por lo que decía Alois, no le creía para nada y más sabiendo que estaba interesada en los Phantomhive y no en los Trancy, lo medita mentalmente para después añadir algo más a su plan malévolo. Alois se arrodilla al frente de la invitada mientras toma la mano de esta para mirarla a los ojos con una sinceridad fingida – "Esta será mi oportunidad de querer más y yo poder tener más poder en este mísero reino" ¿Me concedes la oportunidad de ser tu prometido? Mi Lady Catherine – Deposita un beso en el torso de la mano, provocando que la invitada se sonrojara, y al ver aquello de reojo le pareció lo más lindo y tierno de todos.
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Ciel acompañaba a los invitados hacia la salida de su mansión para despedirlos en compañía de su mayordomo, al ver que los invitados hindúes se retiraran, Sebastian se voltea para mirar con seriedad a su amo quien también se había volteado.
- Sebastian, quiero que investigues si la Condesa Aldrich continua en la ciudad, sino esta contáctala cuando antes – Dio las instrucciones Ciel a su mayordomo, mientras pensaba las alternativas que tendría para lograr obtener alguna respuesta sobre su cambio físico.
- Si, mi señor – Contesto Sebastian haciendo la reverencia que siempre realizaba cuando obtenía alguna tarea por parte de su amo, se voltea para después desaparecer de la vista de su joven amo.
- Debería indagar un poco y poder encontrar alguna respuesta o fundamento por si la condesa se vuelve un rival complicado de ganar – Piensa para sí mismo, se adentraba a la mansión y comenzar a subir las escaleras del primer piso mientras rememoraba la noche donde la reina festejaba su cumpleaños en su palacio.
- Hace 3 días antes -
Ciel ingresaba al salón donde se celebraba la fiesta de cumpleaños de su real majestad, estaba vestido de manera apropiada para aquella celebración, un traje completo en un color marrón oscuro, un lazo que lo rodeaba en su cuello de un color blanco, llevaba consigo su bastón, un sobrero del mismo color que el traje. Se saca los accesorios y se los da a su mayordomo Sebastian, para así este entregárselo a los sirvientes de la reina quienes lo llevarían a la zona donde se alojaba las cosas de los invitados.
Avanza hasta el sector donde estaba Lau con Ran-Mao, el príncipe de la india junto a su mayordomo Agni, y su prometida Elizabeth junto a su sirvienta Paula.
- Ciel – Lo llama Elizabeth mientras lo abraza con una euforia digna de ella, el joven Phantomhive se dejaba abrazar para después corresponderle y ambos tomar distancia entre ellos.
- Hola Lizzy – Le saluda mientras le deposita un beso en el torso de la mano derecha de su prometida, quien se sonroja al ver aquella acción repentina.
- Vaya, jamás pensé que el Conde Phantomhive mostrara sus sentimientos ante todos – Todos se giraron para mirar al que dijo aquel comentario, Ciel frunce un poco su ceño al ver a su enemigo número uno quien se había acercado a Elizabeth para tomarle la mano y depositarle un beso en el torso de su mano derecha.
- ¿Qué haces aquí Alois Trancy? – Pregunta Ciel en un tono sombrío y destellando celos, provocando que sus amigos se contuvieran las ganas de reír al ver las caras de aquellos dos condes.
- También soy un invitado de su real majestad – Dice esto mientras hace una reverencia como si allí mismo estaba la reina – Y no vine solo - al grupo se unía una hermosa jovencita de la misma edad que Ciel, todos los presentes se quedaron sorprendidos. Sebastian intercambia una mirada con Claude y los dos se giraron a la misma persona que era otro mayordomo, ambos se percataron de que era otro demonio y uno que desconocían por completo.
- "¿Quién es ella?" – Se pregunta el príncipe Soma al quedarse embelesado por la hermosura que despedía aquella muchachita de cabellos largos y blancos, mirada celeste cielo, se acerca a ella pero la música en el salón comenzó a sonar incitando a los invitados acercarse al centro y comenzar a danzar al compás de la música.
- De regreso al presente -
- "La Condesa Aldrich es hermosa en todo sentido, pero no recuerdo nada de lo que haya sucedido en la fiesta de la reina" ¿Estaré olvidando algo? – Estaba al frente del ventanal de su despacho mirando el paisaje que mostraba desde allí arriba, tenía su mirada perdida en la nada, hasta que siente la puerta de su despacho abrirse, se gira y se encuentra con la mirada neutra de su mayordomo - ¿Pudiste averiguar algo? Sebastian – Le pregunta en un tono frio y destellante de ansiedad al saber que encontró, pero el mayordomo se acerca con una carta para entregársela a su señor dudoso de ella.
- La Condesa Aldrich no se encuentra en la ciudad, recorrí todas las calles e inclusos los lugares que pudo haber estado en compañía de su mayordomo, hasta que averigüe algo que tendría la respuesta a su problema, mi señor – Ciel se acerca a Sebastian para arrebatarle la carta y abrirla, para encontrarse con una frase escrita en el papel.
"Ciertas cosas son tan importantes que necesitan ser descubiertas solas"
Sebastian observa de reojo al semblante de su señor al haber leído aquella carta con el sello de una de las familias nobles - ¿Qué más pudiste averiguar? – En eso Sebastian camina hasta su señor y le entrega otra carta, pero esta vez con el sello de los Trancy.
- Allí mismo está la respuesta de todo y puede complicar más la misión que le encomendó la reina, cuando ella le pidió que la acompañara fuera de la fiesta y le pidió que investigue acerca del asesinato de un Vizconde – acabo de informar Sebastian mientras mantenía su compostura al recibir la mirada frustrada de su amo, que por su parte se acercó a su escritorio para abrir la y encontrarse con una noticia que lo desconcertó por completo.
- ¿Una boda? – Se pregunta al voltearse hacia su mayordomo y ambos mirarse con terror a lo que podría pasar en aquella fiesta que organizaba Alois Trancy – Sebastian te ordeno que prepares mis maletas que partimos enseguida a la mansión de los Trancy, de paso invita a Elizabeth junto a su sirvienta, porque necesitara ayuda de ella – Le decía en un tono autoritario mientras se colocaba su mano izquierda en el parche que ocultaba atrás la marca del contrato que realizo con Sebastian.
- Si, mi señor – de nueva cuenta realizo la reverencia para después marcharse de la oficina del joven Ciel, mientras lo dejaba bastante abrumado con una sola cosa en mente, por qué no recordaba nada acerca de la fiesta.
