Nota #1: Este Fanfic ha sido corregido.
Disclaimer; Bleach&CIA no me pertenece son obra de Tite Kubo, yo solo utilizo su mundo y personajes para brindad un poco de diversión, y por lo cual no estoy lucrando con esto.
Comentario: Hola, es la primera vez que escribo algo acerca de esta pareja, espero que sea de su total agrado.
Autora: HinataElric
Género: Romance/Drama
Pareja: Renji Abarai / Rukia Kuchiki
REMEBER
¿Lo recuerdas? Dijo un hombre alto con una cabellera rojiza frente a una mujer postrada en una cama con un respirador artificial conectado a ella
El día en que nos conocimos…
Era el día mas helado de mi infancia, podía notar como el frio calaba en mis huesos, mi infancia fue cruel, un huérfano como yo no tenía algún lugar a donde ir, mi hogar eran las calles.
Las personas eran despiadadas, solo me observaban con repulsión, como si de una rata callejera se tratara. Como si fuera un asesino, para ellos solo era una escoria. Pero no era nuestra culpa, la culpa era de este cruel entorno.
Ese día de invierno, me encontraba como de costumbre sentando en un viejo sofá en mi pequeño refugio temporal, una fuerte lluvia recién comenzaba a caer, me levante con velocidad, para buscar algún lugar lejos de la lluvia, corrí, pero nada, lo seguí haciendo hasta que mis piernas flaquerón, pude sentir el dolor en estas de inmediato, intente levantarme pero no podía, fue ahí que al levantar mi mirada me encontré con una pequeña niña extendiendo su mano para que yo la tomara, ante mi vista era la pequeña más linda que había visto, su cabello era negro como la noche, sus ojos de un hermoso color violeta y su piel blanca como copos de nieve. Como no hice caso a su ayuda, suspiro con cansancio y tomo mi mano con fuerza ayudándome a levantarme, pregunte su nombre pero ella no respondió tan solo se alejó corriendo, trate de seguirla pero la perdí de vista.
Al día siguiente, haría lo mismo de siempre, robar para comer, robar para poder sobrevivir un día más. Pero cuál fue mi sorpresa, ahí estaba aquella chica. La observe tratando de no perderla de vista. Estaba mirando fijamente el aparador de una vieja panadería, entraste como un cliente normal, pero cuál fue mi sorpresa, en el descuido del dueño del lugar tomo una barra de pan y la escondió entre sus ropas, pero un cliente la observo, y agarro su mano con fuerza, ella trato de zafarse pero no podría, podía notar como tratabas de huir y el miedo en su rostro, al no logarlo corrí hacia el lugar y le di una patada al hombre que la tenía atrapada, tome su mano y corrimos del lugar. El hombre nos siguió por varias calles, pero este no contaba que yo conocía de memoria esa parte de la ciudad, en una esquina lo perdimos.
Llegamos a un pequeño parque, solté su mano y ella me sonrió, agradeció pero yo negué, no tenía nada que agradecerme. Nuestras miradas se cruzaron en un fugaz parpadeo y desde ese día supe que algo… un gran vínculo nos uniría, pues esa niña eras tú.
Sabes, como desearía que abrieras esos ojos en este instante… como me duele haberte dejado ir…
Supe que eras huérfana al igual que yo, ambos estábamos solos en este mundo. No tenías a donde ir, así que te pregunte si deseabas venir conmigo, que yo te protegería. Aceptaste.
Cada día que pasaban nuestras aventuras crecían, a tu lado ya no me sentía solo, ya no existía solo Renji, ahora también era Rukia. Dos años exactamente pasaron, nunca tuvimos que depender de nadie más que de nosotros dos, creciste al igual que yo.
Un día de otoño una sociedad para salvar a niños en riesgo de calle, nos encontró y llevo a una casa hogar, éramos dos peces en el agua, dos desconocidos ahí, la mirada de todos los niños estaban sobre nosotros. Yo no quería estar ahí era sumamente más feliz en las calles, pero tu… por el contrario tu mirada cambio, eras feliz porque ya no estaríamos padeciendo hambre ni frio.
Me resigne a esta nueva vida, quería tu felicidad. Yo quería que fueras feliz, tú eras mi vida, así que yo siempre te protegería.
En mucho tiempo jamás había dormido en una cama, era tan diferente al viejo sofá del callejón.
— ¿Qué te parece Renji? — Me dijiste mientras te recostabas. — Al fin un lugar donde dormir.
Trate de sonreír, tu notaste algo raro en mi pero no preguntaste nada. Estaba molesto, no quería estar en este lugar pero por ti tenía que soportarlo, simplemente no podía ser egoísta, al fin teníamos un lugar donde dormir, donde comer y recibir la educación que falta nos hacía.
— ¿Sucedo algo cabeza de piña? — preguntaste mientras sonreías, eras un tonta.
Seguí tu juego — Para nada pequeñita — note como una venita emano de tu rostro, odiabas que alguien te mencionara tus problemas de estatura.
— A veces pieso que eres muy raro — suspiraste — no sé porque estoy contigo
— Fácil… no hay nadie como yo, soy fuerte, caballeroso y sexy — dije egocéntrico.
— Si claro…
Noto como tu mirada se desvanece, pero antes de que caigas al suelo te tomo en mis brazos. Rukia…Rukia…Rukia…
Mis gritos se resonaron en el lugar y uno de los adultos que nos acogió llego por ti y te llevo lejos de mí.
Pasaron varios días desde ese incidente, cada día estabas peor, tu rostro se comenzó a poner pálidos, tus labios perdían su brillo, eras cada vez más delgada.
Y un día al despertar ya no te encontré. Pregunte a todos donde te encontrabas, hasta que Tamako-san la encargado del lugar me respondió.
— Ella fue adoptada… — Dijo con felicidad, pero en ese momento sentí que mi mundo desaparecía. — Me alegro mucho por Rukia, la familia Kuchiki fue muy amable por querer hacerse cargo de una pequeña enferma
— ¿Enferma? — susurre.
— Así es, Byakuya –sama es tan amable por adoptar a Rukia, desde hace mucho tiempo estaba en busca de ella.
Estaba sorprendido…ella no se despidió, ella no me dijo adiós.
Rukia… despierta, ¡Te lo ruego¡ llevas más de una semana en esta cama, por favor Rukia despierta — apreté mis manos sobre las sabanas, rogándole a todos los dioses que me dejaran ver tu sonrisa.
Doce años pasaron desde que te alejaron de mí, salí de ese maldito orfanato que se convirtió en mi prisión, nadie se hizo cargo de mí, solo Salí al mundo, como siempre había sido. Ya no era el mismo desde que tú estabas junto a mí, cada célula de mi cambio. A pesar de los años ni un solo día te había olvidado, toda mi vida era un maldito infierno, por mis medios logre ser alguien de provecho a los estándares de la sociedad, me convertí en un arquitecto, no era famoso, pero podría sobrevivir.
Un día mientras tomaba mi desayuno antes de salir al trabajo, cambie de canal al televisor y en un programa de chismes, mencionaban a la gran familia Kuchiki, de nuevo, siempre te observaba en televisión, eras miembro de una de las familias más famosas e importantes de Japón. Te habías convertido en toda una mujer, a tus veinticuatro años eras una dama, digna de portar ese petulante apellido. Ya no eras la Rukia que había conocido…no eras mi Rukia.
Rukia, recuerdas ese día después de tantos años, al fin nos encontramos cara a cara, yo tenía una reunión con tu hermano ya que yo sería el que estaba a cargo de una de las construcciones de la empresa de Byakuya… ese día no sabía qué hacer.
Al salir de aquella reunión me tope contigo fura del despacho de tu hermano, me miraste como si de un fantasma yo me tratara. Te mire pero decidí ignorarte al fin sabía que tenía que dejarte ir, esa mujer frente a mi vestida con ropa de diseñador, finamente maquillada… esa mujer era una desconocida esa mujer no era mi Rukia.
Me había cansado todos estos años de buscarte, de ser tu fiel perro guardián, cuando tú, ni siquiera te había despedido de mí.
— Renji — dijiste justo cuando me alejaba de ti, pero yo seguí mi camino, note el sonido de unos tacones correr tras de mí, y fue entonces cuando me detuviste tomando saco. — Por favor detente
Quería no hacerlo, deseaba ignorarte, pero al ver tus ojos observarme con tal dolor todo lo que deseaba hacer se fue a la basura.
Ese día me explicaste muchas cosas, pero yo aún seguía dolido, me acerque a ti y deposite un beso sobre tu mejilla, me despedí con cortesía y me aleje del lugar.
Semanas pasaron, un fin de semana alguien toco a la puerta de mi apartamento, me sorprendí cuando vi que eras tú, no tenía apalabras, tu rostro estaba llena de lágrimas, te deje entrar y te ofrecí una taza de té.
— Perdóname…. — te derrumbaste en un mar de lágrimas, que te sucedía Rukia, donde estaba tu ser, tu alma, aquella chica que a pesar del frio y el hambre siempre era feliz… ahora solo era esto… alguien vacío.
Te veías tan frágil, así que te tome en mis brazos con fuerza, como si mi vida dependiera de eso. No pude resistirlo, te bese como siempre había deseado hacerlo… ese día ambos nos unimos, ambos nos hicimos uno solo. Una vez más cuando desperté tu no estabas.
Esa mañana recibí un llamado, era tu hermano… cancelaba mi contrato con él, y me pedía que nunca más me acercara a ti.
¿Acaso estar junto a mí era tan deshonroso?
Rukia, porque el destino se esmeraba en alejarnos…
Una vez más, el tiempo paso, cinco años más, cinco años y aquí estamos, el presente… que tontería… parecía que me volvería loco todo estos años. Fue cuando tu hermano se presentó en mi oficina, su rostro pulcro y tranquilo como siempre. Iba a indicarle la salida, pero el hablo antes.
— Rukia muere.
Mi alma se desquebrajo….tu….morías….
— Esta es la dirección del hospital — extendió su mano y me entrego una papel con algo escrito en el, tome mi abrigo y corrí hacia ese lugar.
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— Rukia…no mueras, dios no dejes que ella se vaya de mi lado… — Rukia por favor despierta… — observo por la ventana y el cielo esta gris, el clima es igual como mi alma en este momento.
Puedo sentir como tu mano se mueve, me sorprendo y corro a llamar una enfermera, esta llega y revisa tus signos, sale y corre por el médico, ¡Rukia estas abriendo los ojos!, me acerco a ti y puedo notar como intentas articular palabras.
— A…aquí estas…— lagrimas se derraman por tus ojos. — Renji… estoy — con dificultad intentas hablar— Renji, muero.
No digas eso…no digas eso por favor.
— Cuídala…cuida de Ai… — no entiendo lo que dices… — Renji, siempre te amé… siempre estuviste en mi corazón…. — tus ojos se cierran una vez más… y sé que jamás se volverán a abrir.
Rukia… ¡RUKIA!
El funeral se llevó acabo un triste tarde de octubre, Renji observo por última vez el féretro donde descasaba la mujer de su vida, cuando estuvo a punto de irse, el hermano de Rukia lo detuvo.
— Abarai.
Este toaba la mano de una pequeña pelirroja con hermosos orbes violeta, los ojos de Renji se llenaron de lágrimas y cayo de rodillas, comenzó a llorar. Byakuya libero se du agarre a la niña y esta se acercó al hombre y lo abrazo con cariño.
— Abarai, ella es Ai… tu hija.
Renji abrazo a la niña con todas sus fuerzas, era lo único que le quedaba de Rukia.
— Porque… porque ella nunca…
— No culpes a Rukia… Mi abogado llevara mañana a tu oficina los documentos y posesiones de tu hija. — Byakuya saco de su saco un extraño y feo conejo y llamo a la pequeña— Ai, ve aquí — la niña obedeció— A partir de hoy tu padre cuidara de ti.
— Lo sé — respondió Ai, era una niña muy inteligente para su edad, su madre la había estado preparando para este día. — Mamá me hablo siempre de Papá, estaré bien.
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Como cada año Renji visitaba la tumba de Rukia de la mano de Ai, la pequeña era la adoración de Renji, sumamente consentida y malcriada a los ojos de Byakuya pero no podía negar que su amada sobrina era muy feliz.
— ¡Camarones fritos! — grito Ai
— Eso comiste ayer… — susurro Renji… pero al llegar a la tumba de Ruia guardo silencio…— Ai, saluda a mamá.
Ai obedeció y comenzó a contarle todo a su madre. Ai sonrió y dejo una hermosas gardenias en la tumba de su amada madre y se despidió— nos vemos el próximo año mamá, prometo cuidar de papá.
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