En otra vida

En primer lugar si alguien se pregunta que manía tengo yo con hacer sufrir a Legolas, es que soy una sádica descontrolada. Segundo, espero que les guste esta en proceso y será de capítulos cortitos. Tercero, Legolas X amor imposible o posible, bueno hay lo veo. Cuarto, perdón a todas que le debo algo…. Kohaku no me matas si te ves por aquí. Quinto, dejadme comentarios si les gusta como va… Antimarisues... por favor, ustedes omítanselo.

El señor de los anillos no me pertenece, ni el, ni sus personajes, estos son de JR Tolkien, quien nos ha dado este mundo donde inspirarnos y jugar. Algunos y casi pocos personajes son absolutamente mios.

Capítulo 1: "Decisión"

Solo era ese movimiento, rápido con deslizar, rápido he eficaz, un tipo de quemazón y luego seria como dormir sin sueños ni pesadillas. Eso había leído, no es como si fuera a sufrir con una enfermedad terminal sin opción, aquí ella tenia opciones y lo había decidido. Terminar de una vez.

Dejo los brazos hacía un lado, la sala comenzó a girar a su alrededor, el techo blanco parecía ir y volver, el aire se comprimió a su alrededor, los sonidos se apagaron, Dunker de Lumsk la música de ambiente se esfumo en sus recuerdos, solo escuchaba un zumbido y el latir de su corazón lento muy lento, y los ojos le pesaban, no sentía los brazos ni dedos, y las piernas parecían ser exprimidas poco a poco. En la boca sentía el sabor a oxido y sal, cuando en su fuero intento lamió las heridas para recordar un sabor antes de ello.

Solo frió... mucho frió le calaba el cuerpo, la piel, el alma. Sabía que sonreía, que sonreía porque había sido cobarde y valiente a la vez, cobarde por dejar su vida, valiente por atreverse a hacerlo de una vez por todas y dejar de dar pena, dejar de decepcionar a los que quería y que estos le decepcionaran de tales formas. Porque ella no era fuerte, nunca lo fue y nunca lo seria. Terminar para descansar en paz.

Una suave convulsión y dejo de respirar en ese mundo.

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Cabalgaba tranquilo por las fronteras del reino.

Hacía tres años humanos que los bosques estaban brillantes, hermosos sin rastros de seres oscuros, ni arañas gigantes, ni trasgos ni nada.

Hacía tres años que la guerra había terminado y todo en los bosques que habían nacido de la oscuridad huyeron a las profundidades de la tierra, temerosos al sol, a la luz que brillaba día a día entre los árboles del Bosque Verde.

Había adquirido esa costumbre hacía mucho para despejarse de sus prontas obligaciones. Al amanecer tomar su caballo y salir de las fronteras de la ciudad para entrar en el bosque, disfrutar de la soledad, disfrutar de la tranquilidad que el bosque le otorgaba. Palmeo la crin del caballo para que se detuviera ya que habían llegado cerca del un pequeño riachuelo que daba paso a un claro y allí un pequeño estanque donde solía descansar con frecuencia. Se bajo de este de un saltó y se acercó para beber un poco de agua, sus sentidos al aire, no menos precavido por cualquier cosa.

Al levantar la mano con agua se percato de allí algo extraño, en el reflejo de esta una cara pero lo más palpable y asombroso eran unos ojos café enormes lleno de lagrimas que le miraban pidiéndole piedad. Se levanto de un saltó y miro hacía atrás perturbado, no había nada ni nadie que le hiciera sombra. Su corazón arrancó a mil y la piel se le erizo al sentir el aire un poco más frió.

Esos ojos, esos ojos sufrían. Confundido y asombrado, observandó y sintiendó que no había nadie cerca, volvió a meter la mano en el estanque, preparado para ver cualquier cosa. Pero solo fría y cristalina agua se escurrió por sus largos dedos. Perturbado por aquella imagen tan desoladora, se sentó tratando de entender que era lo que pasaba, si acaso había sido su imaginación o un hecho verídico.

Respiro profundo, tratando de calmarse él y su corazón eufórico cuando un frió calador se comprimió en su hombro derecho, un escalofrió paso por su espalda enviando una orden inmediata a su cuello, giro sus ojos azules preparado para ver cualquier cosa, pero solo una espesa nube gris desapareció frente a él, el calor volvió a apoderarse de su hombro y el frió desapareció del ambiente.

"Fairë"- llamó suavemente. En elfico, significaba espíritu o fantasma. Era un espíritu que no lograba estar en paz, un espíritu que estaba asustado y que le pedía ayuda. Frente a él nada más apareció.

Espero por una y dos horas pero nada mas volvió a pasar. Un peso en el estomago, un tipo de quemazón en la parte que ese ser había tocado. Volvió a casa con pesadumbres, atolondrado por lo sucedido, angustiado por no poder hacer nada.

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Era todo subnormal, nada era físico sólido todo se esparcía en sus manos, pero nunca sabía lo que tocaba, no veía colores ni formas pero veía cosas y entonaciones, cosas que no sabía como llamarlas pero allí estaban a su alrededor, acompañándoles.

Se movía como si no tuviera pies, no había tiempo ni espació suficiente, sus sentidos estaban tan apagados como sensibles, escuchaba gritos y suplicas a la vez que cantos y hermosas palabras suaves al oído, se movía en una esfera de confusión, de desesperación, de alegría, de esperanza, etc., todo muy confuso.

No sabía nada, no entendía. No sabía que hacía. ¿Volaba o caminaba?¿Corría o se detenía?¿Veía o respiraba? No entendía, se dejo llevar hasta que algo que si pudo comprender le hizo concentrarse con toda su "poca atención", era como estar nadando en una piscina, zambullirse y mirar hacía arriba, veía una figura borrosa que metía la mano en el agua y ella alzaba lo que era su mano para tocarle, una mano que no era nada mas que una sombra deforme, toco esos dedos que enviaron una descarga por todo su cuerpo y sintió que algo a ella volvía, un poco de niebla desapareció de su mente. Vio un ojo azul, hermoso, como el cielo y el mar unidos.

El corazón que había dejado de latir volvió a estar allí, apretándose, no latiendo pero allí estaba haciendo presencia en su forma sin forma. Abrió lo que debía ser su boca y todo se volvió borroso, pero aun así volvió a sentir que tenía el porte de un ser humano. No le vio la cara, pero vio frente a ella, un ser sentado en el suelo en un hermoso bosque que relucía como si las hojas fueran espejos alumbrados por el sol, se acercó flotando al parecer y con temor le toco el hombro. Poseía un largo, liso y resplandeciente cabello rubio, cuando se giro el impacto le hizo asombrarse y desaparecer. Era el ser más hermoso que había visto en la vida y en la muerte. Un ángel.

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Sus hermanos mellizos, cuatro años menores que él, Isiltari y Anatar, dama de la luna y señor del sol respectivamente estaban cuchicheando delante de él con las cabezas juntas como bien hacían muy seguido. El cabello oscuro de ella y el dorado de él era una de las pocas cosas que los podía diferenciar y se mezclaban de una manera muy hermosa. Los dos mirándole con esos enormes ojos verdes sacados de su madre, inspeccionándole, pero estaba tan acostumbrado que hicieran eso que no le importo ni incomodo.

Una mano se poso sobre su hombro en el contrario que se había estado tomando inconsciente desde que había llegado. Pero al contacto le hizo dar un saltó.

"Lo siento hijo no quería asustarte"- su padre le sonrió para llamar su atención.

Los ojos tan azules como los de él le miraron con cariño mientras se sentaba a su lado. Su abundante y ondulado cabello rubio como el de él enredado en la corona de bayas y pequeñas flores de cristal centellaban y sus facciones tan hermosas como sabías seguían mirándole hasta que un pequeña arruga cambio su frente

"¿Estas bien? Haz estado tomándote el brazo desde que llegaste".

"¿Qué?"- preguntó ahora confundido percatándose que no se había dejado de tomar el brazo que el Fairë le había sujetado.- "O no me había dado cuenta padre"

"¿Seguro que estas bien? Te veo algo perdido"

"No nada"- le tembló levemente el labio y miro el plato de comida sin ganas de ello.

Tomo la copa percatándose que sus manos temblaban un poco pero tratando de pensar que nadie se percata de ello le dio dos o tres sorbos a la copa de vino y jugueteo con esta en la mano, imaginando, esperando que el ojo volviera a aparecer, pero nuevamente eso no ocurrió.

Estaba ansioso, y de nuevo se percato que se había llevado la mano al hombro. Ante que su padre o hermanos hicieran un comentario dejo la sala en silencio. Al cerrar la puerta vio a una figura femenina con una carta en las manos más doblada que nada, le miró asustada y luego respiro cuando se percato que no era quien esperaba. Él sonrió y se acercó a Indil, su nombre significaba azucena. Un hermoso nombre. Su cabello platinado y sus facciones tiernas he inocente estaba cruzadas por el sonrojo de la vergüenza.

"¿Qué haces?"- le preguntó sonriente. Ella se sonroja.

"Lo siento príncipe"- susurró y la voz le tembló- "esperaba a su hermano".

" Ho"- sonrió entendiendo. La chica se volvió a sonrojar, en sus manos no había un papel si no un bordado- "¿Quieres que lo llame?"

" Yo... esto... ¿Podría?"

"Claro, y es mejor si no esta Isil"- ella asintió más atolondrada que otra cosa. Se acercó a la puerta y metió la cabeza- "¡Anar, ¿Puedes venir un segundo?"- le llamó. Su hermano le miro algo perdido pero fue hacía él, la cara consternada de éste le hizo algo de gracia. Su padre y hermana solo le siguieron con la mirada.

"¿Qué pas...? Indil..."-la voz se le apagó. Él le puso una mano en el hombro y se marchó.

Se hizo claro en el silencio como el corazón de ambos parecía apunto de estallar pero aun así aun mismo compás que resulto hermoso. Se giro en la vuelta siguiente solo para ver complacido como su hermano tan rojo como un farol asentía. Se perdió en el pasillo. Isil no iba a estar nada contenta con esto.

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Siguió el camino tan perdida como feliz de volverse a sentir algo no corpóreo pero una forma definible, o por lo menos las ganas de algo definible, solo era o se veía como una luz, o una nube muy clara. Masa espectral. Veía, escuchaba, pero no sentía nada más que el frió punzante en toda ella, no podía hablar, no podía respirar ni oler nada de ese hermoso bosque que dejaba pasar filtros de luz solar, algo tan cálido que ella no era capaz de tomar. Sus pasos no eran pasos, solo rozaba la tierra mojada y las hojas no se movían a su andar.

Cuando había vuelto de sus tinieblas había vuelto aparecer en aquel claro, pero el ángel no estaba, la había abandonado. Lo que era o debía ser su mano era el único lugar donde el frió de muerte no se clavaba tan penetrante. Y deseaba de corazón o lo que debía de tener en su interior ansias por ver ese rostro hermoso y angelical. Era lo que más deseaba. Siguió andando sin saber que hacer mas que avanzar.

Siguiendo su leve intuición. Hasta que vio, atolondrada en el alto de un monte la ciudad más hermosa, brillante y asombrosa de todas. Árboles enormes de brillantes hojas que recibían casas de extrañas infraestructura acoplándose a sus ramas sin provocar daño a ellos. Seres brillantes de vividos trajes verdes y café caminaban de un lado a otro con pequeños niños corriendo uno detrás de otros, una suave música crecía en el ambiente lo que provoco que varios de los seres, ángeles para ella, se detuvieran y las sonrisas se enancharan en sus resplandecientes caras susurrando el nombre de Isil, la Dama Isil.

Ella cerró lo que debía ser sus ojos y se perdió de nuevo en su oscuridad con la voz de la Dama Isil en sus oídos. Su corazón retumbando al compás de la dulce voz, porque ahora, sabía que era su corazón, un corazón que volvía a latir.


14/11/10 En proceso de Editado.

Espero que es guste y esta dedicado a todas las que dejaron y les gusto No poder vivir sin mar. Les agradezco cualquier comentario y les juro que me volé con eso de estar muerta, no sabía como describirlo ya que lamentablemente no estoy muerta aun…. Y, eso.

Cualquier aporte de nombre elfito me encantaría.

Y Sí. Hito yo tomo las personalidades de mis personajes, por eso cambio de humor en clases, me va a costar mas si es que esta muerta esta niña así que ya veo como le hago para entrar en trance jajajaja.

Namarie