Esta es la secuela de Demonios criollos y otros cuentos. Si no la has leído, te recomiendo que la leas para la mayor comprensión.

Disfruten.


Relato I.

Algo molestaba a Julián y Francisco lo sabía. Algunos se habían dado cuenta semanas atrás. Por supuesto que la parca no decía que era lo que le sucedía o si algo le molestaba o el motivo de su preocupación.

Francisco era una parca nacida en México y había conocido a Julián pocos meses después de el nacer. Se hicieron compañeros y solían hablarse de cosas triviales. Siendo lo que eran, el tiempo y las cosas humanas eran trivialidades. Sin embargo, recientemente, Julián parecía estar preocupado por algo. El mexicano aún recuerda lo feliz que llego un día, estaba realmente tan feliz, pero tan feliz que pensó que se convertiría en algún tipo de ángel.

Y la razón no era otra si no que había podido recordar todo a cerca de su vida.

Cosa que le pareció extraño, porque según se decía las parcas no tenían una vida, o no una vida humana, era parte de su deshumanización. Como ya no eran humanos, no necesitaban aquellos recuerdos, y era casi imposible recuperarlos. Ni el propio Francisco podía recordar algo como su vida humana. Por esa razón se sintió un poco celoso de que Julián se viera tan feliz de contársela toda y con mucha alegría.

Julián parecía más humano.

Pero ahora estaba solo, sentado en la mitad de una plaza. La luz de la farola sobre su cabeza parpadeaba a ratos y cuando finalmente se apagó Francisco se sentó a su lado. Julián no se inmuto.

—… ¿aun llevas zapatos?— Le pregunto el mexicano al ver la diferencia entre ellos. Francisco estaba descalzo, Julián en cambio tenía unos mocasines negros.—¿Cómo lo soportas?...¿no cosas de humanos?

—Fui humano alguna vez –Le respondió – y estoy seguro que tú también, solo que no lo recuerdas.

—No te oyes muy animado.—

Julián suspiro profundamente.

—¿es por qué Vadim se fue a Rusia?

Julián no respondió en ese momento, sin embargo volvió a ver a francisco con atención. El mexicano tenía unos profundos ojos negros que parecían perforar cualquier alma. Vestía de negro, totalmente, y su cabello estaba bien peinado igual de oscuro.

—Volverá no te preocupes –Le dijo con aire despreocupado el mexicano.

—Eso no me preocupa— Le espeto de inmediato el otro antes de levantarse de asiento y caminar unos pasos lejos del asiento – Sé que volverá..

Julián se aproximó a la salida del parque cuando Francisco lo estaba esperando en la entrada pero ninguno de los dos dio indicio de sorpresa.

—¿entonces, que te preocupa? –Pregunto el mexicano con interesa y siguió a Julián desde una distancia prudente, las parcas respetaban mucho el espacio personal. La intimidad del alma y todo aquello. –Ya lo sé, no quieres hablar de eso. Has estado muy callado últimamente.

—hm.

— ¿estás en problemas? ¿Tienes problemas en tu relación con Vadim? Oye…no has pensado en que si te descubren pudieras estar en serios aprietos.

Julián se detuvo en seco. Volvió el rostro y el torso. Miro a Francisco.

—Tú no le dirías a nadie ¿verdad? –

—No. ¡Por supuesto que no!, pero, es mi deber advertirte de que no soy el único que se puede enterar. Además…él es un demonio –Dijo aquello ultimo con una voz casi muda— no se nos permite "fraternizar" con ellos.

Luego de aquello, Julián permaneció en silencio, una brisa fría atravesó a ambos. La noche avanzaba y ya serían las 4 de la madrugada.

Francisco tenía razón. Julián podía encontrarse en un aprieto si era descubierto, ya comenzaba a usar zapatos y a sonreír con más frecuencia eso sin duda llamaba la atención, no dudaba que comenzaran a vigilarlo.

—Ya viene el día de muertos. Deberías de acompañarme así dejar de pensar tantas cosas innecesarias — La voz de Francisco lo saco de sus pensamientos, se dio cuenta entonces que estaba a su lado viéndole con atención—

— ¿día de muertos?

—Sí, te había invitado antes, pero jamás aceptabas. Es una celebración muy humana, y hay mucho trabajo, ya sabes, hay que cuidar que los pacientes no se pierdan de regreso –

Julián lo metido con cuidado, quería declinar la invitación, pero realmente los ojos de Francisco parecían obligarle a aceptar. Además no quería reunirse con sus compañeros aun por un tiempo.

—Está bien.

—Perfecto…— Le dijo el un susurro el mexicano y estiro sus labios satisfecho. El viento alboroto algunos de sus cabellos y fue que se dieron cuentan que era un auto que paso a toda velocidad. —

—Solo ven por mi cuando sea el momento. –Le dijo Julián sin más – Iré al hospital. –anuncio escuetamente.

— ¿puedo ir contigo? – Pregunto Francisco, Julián arqueo ambos cejas, luego de un segundo de reflexión asintió.

.

La razón por la cual Julián se sorprendió fue que, era la primera vez que Francisco le pedía algo como eso, Francisco no difería mucho de sus semejantes, no era muy diferentes de las parcas comunes, era obediente, tranquilo y eficiente. Sin embargo algo en el interior de Julián le decía que de alguna manera aquello podía llegar a cambiar.

Por eso, con el simple hecho de que Francisco quisiera acompañarlo, era algo nuevo.

Iván estaba dormido para cuando llegaron y Francisco se preguntó por qué habían ido a parar a un consultorio vacío. Francisco examino la habitación con detalle y luego al doctor dormido en el escritorio.

—Él no está muerto, está dormido. –Le espeto el mexicano, creyendo que Julián había hecho algún mal cálculo, Julián sonrió por primera vez en todo el rato que estaban juntos. –

—Lo sé. – Contesto – Esperaba que estuviera despierto.

—Son las cuatro de la madrugada—

—Es doctor…Los doctores hacen guardias de noche —

—…Ya lo note –Le dijo con sarcasmo y observo a Iván por última vez — ¿Quién es?

—Iván –

—Oh, ese Iván…—El mexicano hizo un gesto de reconocimiento, asintió varias veces — ¿así es Vadim? …—Pregunto entonces.

Francisco no había visto a Vadim, solo lo conocía de oído. No veía interés en verlo, de hecho por regla no debía de relacionarse con él.

—…un poco mayor que él. – Le dijo y se acercó un poco a el rostro del eslavo como si quisiera examinar que verdaderamente estaba vivo — Es su sobrino.

—Sí, eso lo sé. Si es la descendencia de más de un siglo…¿puede considerarse parientes…es decir, mucha sangre de muchos descendientes corren por sus venas ahora…

Julián observo ahora a Francisco, pero no dio indicios de responder. Estaba muy callado últimamente. Ahora que no tenía a Iván para poder conversar tendría que distraerse en el hospital, ayudando a algún paciente.

Francisco no conocía el hospital, pero supo porque a Julián le gustaba ese lugar, era tranquilo, tenía una atmosfera pacífica y ligera.

Fueron a donde se suponía que era el área de terapia intensiva y luego de pasear por el pasillo sin un rumbo aparente se metieron en las habitaciones de hospitalización. Era verdaderamente silencioso, no había mucha iluminación, pero el silencio era interrumpido por el piteo de una máquina de pulso.

Francisco encontró aquello bastante aburrido. Julián en cambio se sentó en una silla desocupada al lado de la cama. Al parecer tendrían que esperar a que algo sucediera, no podían hacer nada para acelerar la situación, ellos solo eran observadores.

—¿Qué diferencia hay de afuera? — Pregunto Francisco, acercándose a donde la otra parca estaba –

—…Supongo que aquí es más tranquilo. –

—… ¿aquí en donde te la pasas? –

Julián asintió sin más y con un ligero suspiro agrego.

—a veces.

—Hm—

Francisco movió con delicado silencio una silla cerca de Julián y se sentó. Era cómoda. La oscuridad no le molestaba ni el sonido de la máquina. Para seres como ellos cosas humanas no le perturbaban

Estuvieron así por unos minutos antes de que como si alguien presionara un botón ambos se levantaron en silencio, primero Francisco y luego Julián con algo más de pesadez.

Miraron a su alrededor y entonces fue que Julián salió de esa habitación, porque sabía que debía de encontrarse a alguien en el pasillo.

—Eduardo— Lo vio, era un niño, miro a Julián en cuanto este salió de la habitación—

—Mamá está llorando otra vez – Dijo el niño, Julián se acercó a él y más atrás de él Francisco se aproximó. El niño miro al mexicano.

Fue entonces que Julián camino por el pasillo y se asomó en una puerta. En efecto, una mujer estaba llorando. Habían varias enfermeras tenían caras largas y su madre parecía ser consolada por su esposo y el doctor que estaba cerca de ellos. El cuerpo de Eduardo estaba sobre la cama.

Pero algo andaba mal, Julián no escuchaba el sonido del pulso en la máquina. Entonces lo supo. Se alejó de la habitación y fue de nuevo a donde ellos estaban.

—Murió — Le dijo Francisco tan solo al verlo llegar. Julián le dio una mirada de advertencia al mexicano. Momentos después observo a Eduardo que había palidecido, no por el impacto de la noticia—

—Eduardo— Julián lo llamo con una voz sosegada — ¿sabes por qué madre está llorando? –

El niño negó.

—El doctor le dijo algo a mi mama y luego ella se puso a llorar y mi papa estaba muy triste. –

—Ya lo creo que sí. – Julián le dijo calmadamente — ¿recuerdas cuando te hable…a cerca de irte o quedarte…?

Eduardo asintió.

—Bueno, creo que debemos de hablas más a fondo de eso. –

Francisco miro a Julián con cuidado.

—… ¿Hablar? — Dijo Francisco. –

—Es un niño, Francisco — Le dijo Julián una vez lo encaro.—

—¿Qué pasa? … —Pregunto Eduardo confundido — ¿y quién es él? – Pregunto refiriéndose a Francisco, a continuación de acerco más a Julián, pues era el con quien había tenido más contacto semanas anteriores. –

—Veo que tiene especial apego a ti –Le dijo Francisco al verlo — ¿Has hecho muchos amigos, Julián? .

—…Es un niño. Y no estaba muerto, no podía dejarlo. –

Francisco frunció un poco el entrecejo

—Pero…ahora ya lo está.—Le dijo el mexicano con una mirada inescrutable y difícil de interpretar – ya sabes lo que sigue a eso

El niño observo a Julián entre desconcertado y miedoso.

—¿Qué está diciendo? – Pregunto entonces, cuando Eduardo volvió a ver a Julián este le estaba observando con suma atención, sus ojos azules brillantes perforaron los castaños del niño, que aun desconcertado esperaba alguna contestación — ¿Julián…ya me morí? .

Julián permaneció en silencio. Y aunque no había dicho nada, Eduardo había interpretado su silencio, se alejó de la parca como si estuviera prendida en llamas.

—Eduardo…— Julián lo llamo, pero el niño ya había corrido por el pasillo, asustado –

Francisco lo siguió con la mirada y luego volvió a ver a Julián.

—No ira muy lejos – Le dijo el mexicano sin una sola pizca de preocupación— ¿No pensaras en dejarlo irse? ¿Verdad?

Julián tenso los labios y observo a Francisco por unos segundos antes de desviar la mirada. ¿Qué le estaba pasando?. Quizá aquello era lo que se preguntaba el mexicano dentro de su cabeza.

Cuando el venezolano decidió por fin moverse fue justamente por donde el niño había ido a correr. Francisco en cambio se quedó en ese mismo lugar, no sin antes observar como Julián se alejaba y mientras lo hacía afilo la mirada entre intrigado y sospechoso.

.

Julián no tuvo que hacer un gran esfuerzo para saber dónde se había escondido Eduardo, rodo la silla del escritorio vacío con suavidad y observo en el pequeño espacio del escritorio.

Eduardo casi al momento se encogió más.

—No te voy a hacer nada. – Le dijo Julián con anticipación— Eduardo…

—Dijiste que iba a volver con mamá…—

Silencio.

—…Ahora no puedo. –

Eduardo emitió un sonidito lastimero. Julián se quedó paralizado en ese momento.

—Lo siento, Eduardo… — Le dijo la parca, e intento de acercarse a el niño, solo para tocarlo pero este lo evito. –…Tienes que confiar en mí, no te pasara nada malo.

—No, tú quieres llevarme lejos de mamá. –

—Créeme, iras a un lugar mejor, has sido un buen niño… —

—No quiero ir. Me quiero quedar, quiero quedarme con mamá. –

Hubo un largo silencio en donde Julián parecía idear otra estrategia para convencerlo. Desde hace un tiempo tenía problemas con los pacientes, debido a que sus memorias volvieron, su empatía por el ser humano hizo difícil su trabajo.

Siempre buscaba no herir la sensibilidad de los pacientes.

—Mamá no le gustaría que estuvieras así. Sé que donde iras podrás cuidarla bien.

— ¿Cómo lo sabes? …tú nunca has estado allí. – Le acuso el infante –

—Yo solo lo sé. Debes venir conmigo, créeme, no te gustara estar solo aquí. –

—…No estaré solo, estaré con mamá.—

—No seas terco, Eduardo, ambos sabemos que tu mama no puede verte. – Le respondió la parca con una voz más severa, la realidad cacheteo a el niño, con sorpresa en sus ojos – No quiero que vivas como un fantasma hasta que alguien más grande que tú te coma.

Casi al momento, Eduardo comenzó a llorar y se arrastró fuera del escritorio hacia Julián, que le abrazo, calmándole.

Julián se sintió mal por decirle todo aquello, pero a veces la realidad no era muy agradable, aunque igual de necesaria.

—Ya…ya. Nada malo va a pasarte. – Julián consoló, pero por nada del mundo el agarre de Eduardo se aflojaba.

—Quiero a mi mami…quiero a papi. –

.

Francisco no se había movido del pasillo para cuando los enfermeros retiraron el cuerpo del niño y algunos enfermeros pasaron por el pasillo con apuro. Julián volvía detrás de él, solo.

—Has tardado mucho – Le acoto la parca mexicana sin más, Julián intento no tomar aquello con importancia, sin embargo Francisco agrego algo mas — ¿te afectó?

— ¿Qué? –Julián volvió a verlo –

—El niño… — Le dijo Francisco como si fuera algo obvio—…Estas diferente Julián, te has encariñado de un niño humano.

—…—

—Sabes que el apego es la raíz de todo sufrimiento, esta prohibido para nosotros –

Julián no respondió ante eso. Se mantuvo en silencio y con la mirada fija en la puerta de la habitación donde Eduardo había estado en coma. Francisco observo su rostro en la búsqueda de algún indicio de emociones o posición.

Detecto como el venezolano apretaba los ojos en un parpadeo lento.

—Te lo digo como amigo, Julián: Ten cuidado.

Fue entonces que Julián escondió sus puños en los bolsillos de su pantalón con suavidad, siendo la única manera de que Francisco no viera lo molesto que estaba. Triste quizá.

No sabía por qué. En primer lugar alguien como ellos no deberían de sentir apegos. Sentimientos, inservibles para su trabajo.

Al poco tiempo, algo llamó su atención y vieron encima de sus cabezas. Fue cuando el mexicano dijo.

—No podemos quedarnos a llorar por cada persona que se va, los humanos mueren todos los días ¿te imagina permitir que eso nos afecte? …

Julián observó como Francisco atravesaba el techo hacia la otra habitación, si no se equivocaba aquella era el área de quirófano. Julián no lo siguió. Cuando saco las manos de sus bolsillos una vez solo y aligeró la presión de sus manos, se vio los dedos, estaban quemados…

Cálidos.

El alma humana era algo verdaderamente curioso. Casi lo podía llegar hacer sentirse vivo nuevamente. Eran tan cálidas y agradables.

Presionó los dedos en sus mejillas frías, y cerró los ojos. Triste por lo que había hecho.

Sí, sin duda alguna, Julián había cambiado.


Hola, había dicho que haría una secuela de Demonio Criollos y otros cuentos, y bueno aquí esta. A continuación irán apareciendo más personajes, más que todos latinos y algunos demonios más. Espero les agrade.

DamistaH.