El silencio era lo unico que reinaba en la oscura y fría noche de otoño. Las calles abandonadas de la ciudad desierta, eran una sombra de lo que en un pasado fueron. Sus luces, ruidos y presencia de vida ya no existían.
No desde que ellos llegaron.
El viento empieza a soplar, las ramas de los árboles, sus hojas, la hiervas, las telas de arañas y ropas abandonadas que aun cuelgan de las sogas en los edificios empiezan a moverse siguiendo su ritmo.
Un grito ensordecedor termina con la tranquilidad de la noche y por una de las esquinas de la ciudad aparece un hombre corriendo.
Su cuerpo no es atlético, tiene peso de más, pero eso no importa. Ni aunque tuviera el cuerpo del mejor atleta podria salvarse.
Sus facciones puedo apreciarlas muy bien. Mis ojos ya se han acostumbrado a la oscuridad de la noche. Es un hombre joven, cuyo rostro muestra una expresion de total terror.
No me inmuto ante esto. Todos los que huyen lucen igual.
Me mira. Siempre me miran "corre ya vienen" me grita como puede, esta cansado, de seguro lleva corriendo mucho tiempo. No me muevo, no tiene caso. Ya se lo que ocurrirá después.
Siempre es lo mismo. No le digo que se detenga, que no tiene caso correr. De todas formas ellos siempre los atrapan.
Me grita nuevamente algo pero no lo escucho, no quiero hacerlo.
Mi mirada vuelve al lugar de donde lo vi salir para contemplar como una figura sale de las sombras.
Camina, no corre. Se exactamente lo que está planeando, es un juego. Su juego favorito y el más cruel.
DIEZ
NUEVE
OCHO
Se detiene
SIETE
SEIS
CINCO
Empieza a correr
CUATRO
TRES
DOS
Su presa ya esta en sus manos.
Lo mira fijamente.
Se lo que hace, es lo mismo que hizo con todos...
UNO
Menos conmigo...
