Primero que todo quiero agradecer a Kmi y a Yumi por sus grandes consejos que me hicieron mejorar en el mundo de la escritura. También le dedico el siguiente fanfic a Shinsu-chan, por todo lo que ha hecho por mí. El siguiente fanfic es una tragedia que inventé a partir de la canción "River Flows in You" de Yiruma. Hay algunas escenas psicológicas y sangrientas.

Inhalé y expiré aire gélido.

Sentía como mis pulmones se rellenaban con aire helado, para luego expulsarlo sintiendo un dolor punzante, ya que el frío entumecía a los pobres, provocándoles dolor con el simple esfuerzo de vaciarlos.

Las respiraciones provocaban un sonido afligido, como si se tratase de un pequeño cachorro gimiendo de dolor... Un dolor profundo y devastador.

Por el otro lado, mi garganta era acuchillada por minúsculas agujas que el frío traía consigo. Cada inhalación transportaba docenas de agujas heladas que punzaban a mi maltratada garganta, impidiendo el paso de mi voz.

Todas mis extremidades estaban muertas. Ninguna reaccionaba a las órdenes que comandaba mi cerebro. Mis orbes entrecerrados contemplaban con tristeza mi penoso estado, especialmente mis enrojecidas manos que no hacían nada más que temblar desconsoladas, sin nada que les proporcionara calor.

Me sentía inútil. Mi cuerpo cubierto en nieve yacía inerte en la orilla de un río que cruzaba debajo del puente de la ciudad, sin calidez que lo acobijara. Estaba totalmente empapado, y el frío de mi piel se volvía doloroso. Observé como parte de mis mechones color azabache se entremezclaban con un líquido carmesí, líquido que era considerablemente cálido en comparación con el resto de mi piel.

¿Así puedo apodar a la muerte? ¿Dolorosa y desoladora?

Bueno, no es como si mereciera algo mejor.

En mi vida siempre fui considerado como un simple bastardo, por lo que esto podría considerarse relativamente bueno con lo que realmente me merecía.

En mis labios se pintó una pequeña sonrisa. Al menos moriría siendo yo y no otra persona, cosa que me alentaba al menos una pizca. Aunque hay que ser realista, nada me alentaría lo suficiente como para poder aceptar mi muerte de esta manera.

Escuché unos murmullos. De soslayo pude apreciar como una pareja estudiantil cruzaba el puente, tomados de la mano, con una sonrisa bien marcada decorando sus semblantes.

Abrí mi boca, y traté de pedir ayuda con todas mis fuerzas; pero fue inútil. No salía nada más que un grito ahogado que se silenciaba con facilidad en aquella penosa tarde nevada.

La desesperación comenzó a invadirme. ¿Ni siquiera merecía ayuda?

En ese momento un líquido cálido recorrió mi mejilla. Al principio creí que se trataba de sangre o agua de nieve que se derritió al hacer contacto con la escasa calidez de mi piel, pero cuando el líquido impactó en mis labios, sentí un sabor salado.

¿…Lágrimas?

Oh, claro. La gente llora al morir. Es razonable, puesto que yo aún no quiero morir; aún tengo mucho que hacer con mi vida.

Más gotas cálidas recorrieron mi mejilla.

Era triste morir así, pero yo ya no podía hacer nada, era un simple animalito que provocó al destino más de lo que debía.

Cerré los ojos, y me dejé llevar por la brisa gélida, dando mi última inhalación y exhalación.