Flowers: Funbari Stories
Capítulo 1.- Sobreviviendo.
Las tardes calurosas en Saitama eran de lo peor, a pesar de todo, un ligero viento meneaba su rubia cabellera conforme caminaba por la solitaria calle. No se suponía que estuviera ahí, era peor que aquel calor infernal, debería estar en clases, debería seguir en la escuela, si tan solo el aburrimiento y el fastidio que le provocaban las clases no hubieran orillado a escapar a esa pobre alma en cuanto pudo saltando por la barda, seguro se habría evitado un regaño y un castigo seguro llegando a casa. Poco le importaba realmente, aquello no era lo que quería para vivir la vida, deseaba más que eso, sus aspiraciones iban mucho más allá de lo que la vida académica podía ofrecerle, no se conformaba con esas pequeñeces, quería algo verdaderamente interesante.
Había escuchado ya demasiadas historias sobre aquella batalla legendaria que se llevaba a cabo cada 500 años, para su infortunio, la última vez que aquella batalla se había llevado a cabo, había sido hace 13 años. Tenía más de una vida por esperar para poder participar en esa batalla, lo cual le molestaba aún más que el hecho de tener que asistir a clases obligado por su mamá. Para su corta edad, era una persona con un carácter bastante malo, se la pasaba refunfuñando y quejándose de casi todo, le alzaba la voz a todo mundo, se aislaba del resto de las personas y se molestaba con facilidad, era todo un caso según la opinión popular, pues ese carácter era nada más y nada menos que el que había heredado de su madre, el cual había mostrado desde muy corta edad. Por el contrario, era la viva imagen de su padre, los mismos ojos, a excepción del color, las mismas facciones, era tal y como su padre había sido a su edad, muchos deseaban que en cuestión de carácter se hubiera parecido mucho más a su padre que a su madre, pues consideraban aquello una maldición.
Estaba por llegar a su hogar, con una sensación de nervios en el estómago, se esperaba lo peor por la falta tan grave que había cometido, pero no estaba dispuesto de ninguna manera a volver a la escuela, por lo menos no ese día.
Dono, no debió saltarse las clases –dijo una gentil y temerosa voz que provenía de detrás suyo.
Basta Amidamaru –respondió con fastidio y un suspiro pesado, apretando los dientes por la molestia que le provocaba el tener que escuchar sermones- sabes que me importa poco la escuela…
Dono, su madre se molestará mucho por eso –deglutió nerviosamente el joven samurái que acompañaba al malhumorado chico- además, no es la primera vez que se salta las clases, y sabe que ella puede enterarse absolutamente de todo lo que hace…
Demonios, ya deja eso! –volteó repentinamente para quedar frente a frente con el espíritu del samurái que intentaba persuadirlo de hacer lo correcto- Sabes que me importa un comino la escuela y las clases, yo no quiero nada de eso, lo único que quiero es vivir peligrosas batallas como lo hicieron mi padre y los cinco guerreros en su juventud!
No diga eso Hanna-dono… -dijo el samurái, mostrando una expresión de desaprobación y molestia- todos ellos vivieron momentos terribles en los que arriesgaron su vida y sus sueños, no diga que desea todas las pesadillas por las que tuvieron que pasar por detener a… -dijo esto último alzando la voz alterado, pero poco duró su sermón, pues de la nada recibió una terrible patada en la cara.
Ya te dije que te dejes de sermones! –interrumpió bajando lentamente la pierna con la que había golpeado despiadadamente al espíritu del samurái- me importa poco lo que digan, ellos no pasaron por la escuela y eso es lo que cuenta –dijo para alejarse refunfuñando con el seño fruncido, casi llegando a su hogar.
-Mi nombre es Hanna Asakura, tengo 13 años. Vivo en el distrito de Saitama en la pensión que mis padres administran desde hace 15 años. Mi vida es completamente aburrida y común, por no decir fastidiosa. Tengo que compartir el techo con una bola de tontos, además de mi mamá y el tío Ryu. Mi sueño es pelear batallas legendarias como las que papá y sus amigos libraron en la Shaman Fight. No quiero ir a la escuela.-
Salió de sus pensamientos cuando llegó al fin a su "dulce hogar". Notó que en la entrada habían más pares de zapatos de los que debería haber normalmente, bueno, seguramente eran clientes o algo por el estilo, aunque le parecían un fastidio, los evadía lo más que podía, a menos que su madre le pidiera un favor, él no tenía contacto con ellos. Fue hasta que apareció frente a él un hombre alto, calvo y con lentes oscuros, gritando y huyendo de quién sabe qué, que el rubio se dio cuenta de que algo arruinaría su día de descanso. Detrás del hombre, un pequeño niño de cabello blanco y ojos rojos corría gritándole empuñando un arma, por lo que el rubio distinguió entre los gritos, el niño se quejaba de que aquel hombre no podía hacer nada bien, que no le había llevado lo que había pedido…
Demonios, Amidamaru! –el rubio tomó una pequeña espada roja, en la que el espíritu del samurái entró sin demorar- Oversoul, Oni Kabuto!
Oversoul, Chao Malong! –el pequeño de cabello blanco también realizó un truco similar con el arma que ya empuñaba, bloqueando rápidamente el ataque del rubio.
Por alguna extraña razón, el "Oversoul" de ambos niños no fue completado, Hanna miró desconcertado al samurái conversando animado con lo que parecía el espíritu de un soldado chino, provocando más la molestia del pequeño niño con el que estaba a punto de pelear.
Maldición! –dijo el chico de ojos rojos mirando furioso al niño rubio- Detuvieron mi Oversoul! Quién demonios eres!
Cómo te atreves a hablarme así! –gritó furioso el joven rubio- ésta es mi casa, deja de hacer tonterías! –miró por unos momentos el rostro de aquél pequeño, pareciéndole muy familiar, aunque lo recordaba un poco más pequeño.
Gracias por salvarme Hanna-kun… -dijo el hombre agitado, y ciertamente aliviado por haber sido salvado de la furia del niño.
Son tan patéticos… -dijo una joven de cabello azul que se acercaba a la sala de estar.
Qué tontos –siguiendo a la joven de cabello azul, se acercó una pelirroja con un extraño y escalofriante peinado en forma de calavera- cómo es que no pueden controlar a un niño.
Es que ese niño es hijo de esa escalofriante pareja… -dijo con voz pasiva una joven rubia, al lado de la pelirroja.
Hannagumi –dijo una voz femenina que poco a poco se acercaba a la sala de estar, la cual provocó un escalofrío en el rubio- deberían ser un poco más amables con nuestros huéspedes, y Hanna-chan…
M-ma-ma… -fue lo único que pudo salir de la boca del rubio al ver a una joven de cabello rosado acercarse.
De nuevo te saltaste las clases, no es así –dijo mientras sacaba de la manga de su blanco kimono una figurilla de papel- olvidas que puedo saber todo lo que haces?
Tamao-san, no sea tan ruda con el joven Hanna –dijo un hombre de bata blanca y cabello negro peinado muy extraño, quien salía de la cocina- después de todo no podemos armar un alboroto, el pequeño Men se sentirá incómodo y piensa quedarse con nosotros un tiempo.
Men? Quedarse? –dijo sorprendido el rubio, mirando incrédulo al pequeño de ojos rojos y seño fruncido.
Así es –decía la joven de cabello rosado, con una sonrisa al lado del pequeño de cabello blanco- el pequeño Tao Men-kun se quedará con nosotros un mes, así que llévense muy bien con él por favor.
U-Un mes?... Tao? –pensó el rubio desconcertado, ¡genial!, una molestia más en la pensión.
Mi nombre es Tao Men –dijo el pequeño con el seño fruncido y los brazos cruzados- me quedaré un mes aquí para aprender cómo viven las clases bajas...
Tao… si su memoria no le fallaba, ese era el apellido de uno de los cinco guerreros, lo que quería decir, que ese tal Men era el pequeño hijo de Tao Ren. No tenía ánimos de seguir una conversación, mucho menos con su "mamá", pues tendría demasiadas explicaciones qué dar y sermones qué escuchar, por lo que lenta y cautelosamente, el joven rubio se escabulló a su habitación, dejando caer su mochila de golpe y recostándose boca arriba en la cama. Pensaba en lo molesto que era escuchar tanto escándalo en la pensión, además, tenía meses de no ver a sus padres. Ellos se la pasaban viajando por el mundo, en una especie de travesía en busca de la "paz mundial", parecían un par de hippies, vestidos siempre con sandalias y ropas ligeras pasadas de moda, le era molesto tener que quedarse ahí sin poder viajar con ellos, sólo porque tenía que asistir a la estúpida escuela…estaba muy molesto porque sus padres no lo llevaban de viaje con ellos…sobre todo, porque los extrañaba mucho.
Tamao se había encargado de él prácticamente desde su nacimiento, sus padres no habían podido llevar a cabo tal responsabilidad, pues desde antes de su nacimiento, estaban completamente comprometidos a "cambiar el mundo". Uno de los términos bajo los que el Shaman King había perdonado sus vidas, y las del resto de los humanos en todo el mundo, era el causar un cambio en el pensamiento de estos, cambiar las cosas como eran hasta ese entonces, hacer que los humanos fueran mejores seres. Por esa razón, por mucho que lo quisieran, sus padres no podían pasar tiempo con él, Tamao pensaba que esa era una de las razones del comportamiento rebelde de Hanna, además de que entendía a la perfección cómo se sentía el chico haciendo algo por obligación sin desearlo, ella había pasado por lo mismo cuando se le encomendó su crianza.
Hanna, muchacho! –irrumpió en la habitación un joven peli azul, con una mochila al hombro y una revista en la mano- cómo has estado eh? Qué tal la escuela? Me imagino que has de ser la sensación entre las chi…
Qué demonios haces en mi habitación Horo Horo! –respondió a la intromisión con una potente patada en la quijada del peli azul- sal ahora mismo!
P-pues verás Hanna…-dijo con dificultad el joven, ya que su cuello estaba torcido por aquella terrible patada- ahora que hay tantas personas en la pensión, Tamao me quitó la habitación que ocupaba y…venía a pedirte que me dejaras compartir contigo…
Qué? –gritó alterado el rubio, esto ya era demasiado.
Anda! Nos divertiremos mucho –dijo animoso el peli azul, sacando de su mochila un manojo de revistas de todo tipo- te prestaré todas éstas… -bajó la voz drásticamente, y con mirada pícara le ofreció al rubio unas cuántas cosas más- y si te portas bien, te dejaré ver mi "colección especial", la que ni siquiera tu padre pudo resistir cuando tenía tan solo un año más que tú, jiji…
Tener tantas personas en la pensión era molesto, podía soportar el escándalo, podía soportar las impertinencias del consentido de Tao, podía soportar la presión de mamá Tamao vigilándolo en todo momento, hasta los sermones de ella y Amidamaru juntos, pero lo que no podía soportar, era que su privacidad, el único espacio en aquella casa de locos en el que podía sentirse tranquilo y aislado de todo, fuera invadido por un cabeza hueca que no hacía otra cosa más que leer revistas hentai y holgazanear el día entero….era la gota que derramaba el vaso.
Sal de mi habitación en éste momento! –gritó bastante molesto, sacando a patadas al peli azul de su habitación para después saltar por la ventana y alejarse de la pensión corriendo lo más rápido que pudo- Carajo, así no se puede vivir! Los odio!
Corrió sin intenciones de detenerse, lo único que necesitaba en esos momentos, era descargar toda esa furia y frustración que sentía a causa del estrés que le provocaba la vida que llevaba. No era en sí una vida difícil, o tormentosa, pero estaba tan alejado de lo que deseaba en realidad, que le era bastante complicado mantenerse cuerdo teniendo qué hacer cosas que no quería, y ante todo, soportando tonterías de otros.
De alguna forma, las personas que vivían y convivían con él lo entendían, sabían lo difícil que debía ser para él lidiar con cosas que no le agradaban, sobre todo porque la ausencia de sus padres le afectaba bastante aunque quisiera ocultarlo.
Llevaba horas sentado en ese lugar, bajo un árbol, frente al pequeño lago que cruzaba por ahí, un lugar en el que, muchos años atrás, su padre había disfrutado momentos de paz y soledad. Se arrepentía de haber salido tan repentinamente, no había comido nada desde el desayuno y ya comenzaba a sentir hambre, pero de ninguna manera podía regresar a casa, no después del escándalo que había armado. Pensaba como posibilidad el quedarse en casa de su Redseb nii-chan, pero no podía, pues así sabrían fácilmente su ubicación, y lo que quería en esos momentos era estar lejos de todos. Deseaba un momento de paz, un momento en el que no tuviera que saber de nadie, en el que pudiera perderse en sus pensamientos, en aquellos en los que podía cumplir sus sueños, y no tenía que enfocarse por sus obligaciones… por resguardar el bien de la familia Asakura…
Tú eres Hanna Asakura, cierto? –escuchó decir detrás de él a una voz femenina.
Eh? –salió de sus pensamientos al escuchar su nombre, lo que lo llevó a levantarse del césped- quién demonios e…? –cuando giró por completo su cuerpo para saber quién osaba interrumpir su momento de paz, se topó con la sorpresa de encontrarse frente a frente con una linda chica rubia de cabello largo, piel dorada y ojos color miel, llevaba un vestido negro y botas blancas, y estaba de pie frente algo que parecía ser una…motocicleta?.
Me presento –dijo la chica dando dos pasos al frente, empuñando una espada aún enfundada- mi nombre es Itako no Anna tercera, soy la hija de Silver, uno de los oficiales del torneo de Shamanes, vivo en Los Ángeles –el rubio la miró atónito, casi sin poner atención en lo que decía, era muy bonita, pero tenía una extraña sensación hacia ella- al parecer nuestros padres arreglaron nuestro compromiso –palabras que sacaron de su "shock" al rubio, haciéndolo sonrojarse más de lo que ya estaba, ¿había dicho compromiso?- pero yo no puedo permitirme ser la esposa de un shaman débil, así que… -dijo para desenfundar su espada y adoptar una posición de guardia- si ganas en ésta batalla, te dejaré casarte conmigo –finalizó la chica con una sonrisa retadora y el seño fruncido, con voz segura y un tanto altanera.
¿Quién era esa chica? Sí, ya había oído su nombre, Anna, como el de su madre, pero ¿qué quería ahí?, ¿compromiso?, ¿por qué nadie le había hablado de eso siendo un dato tan importante? ¿Por qué le habían ocultado información tan importante? Era demasiado joven para ser comprometido, ya había oído que la relación de sus padres también había sido obra de un compromiso arreglado, pero, sentía que eso ya era demasiado, no sabía si podría con una carga tan grande, suficiente tenía ya con los problemas en la pensión como para que de repente le apareciera una prometida de la nada…
-Mi nombre es Hanna Asakura, tengo 13 años. Vivo en el distrito de Saitama en la pensión que mis padres administran desde hace 15 años. Quería un momento de tranquilidad, que se convirtió en un momento de inquietud infinita. Mi sueño es pelear batallas legendarias como las que papá y sus amigos libraron en la Shaman Fight. Esto es demasiado…-
Continuará…
Anna Kyouyama de Asakura: Hola a todos! Vuelvo con nuevo fic, espero que les agrade, pronto seguiré actualizando los otros dos que tengo pendientes, muchas gracias por leer, nos vemos!
