Una alarma sonaba y me perforaba los oídos. Mis latidos estaban acelerados, tenía el corazón en la boca. Estaba confusa, asustada, perdida, ¿cómo diablos he llegado aquí? ¿Dónde diablos estoy? No recuerdo lo que había sucedido, yo solo estaba en el cine con mis amigos y de repente me veo aquí, corriendo desesperada por un pasillo oscuro, apenas iluminado con una tenue luz. ¿Qué es lo que había pasado? ¿Y dónde están mis amigos? ¡Joder! De pronto escuché unos pasos corriendo hacia mi dirección, cada vez más y más cerca. Mis pies avanzaron aún más deprisa, instintivamente, miré hacia atrás y vi a unos hombres con ¿pistolas? ¿escopetas? ¡Oh, Dios! Esto no puede ser bueno! Les escuchaba gritarme que me detuviera, que no me harían daño, pedían que parase de correr o abrirían fuego... ¿Fuego?... No los escuchaba, no los obedecía, solo quería irme, correr más rápido, salir de ahí cagando leches. Aquellos hombres seguían dándome ordenes y yo seguía ignorándolos hasta que de pronto escuché un agudo sonido y segundo después un profundo dolor en mi hombro, vi en cámara lenta como aquella bala me atravesaba, salpicándome sangre en el rostro mientras mis ojos se abrían de sobre manera. Contuve el dolor y las ganas que tenía de gritarle de todo a esos tíos, pero estaba asustada, no comprendía por qué sucedía esto, ¡Solo soy una cría! Un escalofrío se desplazó por todo mi cuerpo al escuchar más disparos, ¿acaso me querían matar? Me obligué a mi misma a correr más rápido a pesar de no poder más mientras notaba que mi corazón se aceleraba hasta el punto de creer que se me saldría del pecho, que mi tensión sanguínea aumentaba y que el miedo a morir se dominaba por completo. De un momento a otro, me sentí ligera, extraña. Mis ojos vieron de reojo cenizas encendidas y algo de humo se adentro en mis pulmones. ¿Qué diablos...? Sentí como aquellas balas disparadas me atravesaban, pero no pasaba nada, no había dolor, ni herida, era como si lo que hubiesen traspasado era simple humo. Y eso era, eso era mi cuerpo ahora, puro humo, junto alguna que otra ceniza que flotaba por el pasillo a gran velocidad. Mi corazón dio un vuelco y la tensión me bajó de golpe, "No" dije en mi mente, aterrada y en ese mismo instante mi cuerpo volvió a ser el de antes. ¿Qué me está pasando?. Un sonido extraño y chirriante que me produjo tiricia me sacó de mi incredulidad y frente a mí vi como una gran compuerta empezaba a cerrarse... Si no lograba pasar todo se acabaría. "¡No!" Grité, desesperada, haciendo eco entre las cuatro paredes, y las ceniza ardieron y el humo me cubrió de nuevo, como si yo lo hubiese ordenado, quizás inconscientemente lo hice. La puerta se había cerrado y mis pocas esperanzas se apagaron, pero seguía avanzando y como el propio humo, traspasé aquella gran puerta por debajo y los lados de ella. Volví a ser la humana normal y corriente cuando me detuve al otro lado. Mi corazón estaba apunto de estallar y mi respiración era agitada y costosa. Mis ojos se abrían con impresión al ver como aquel humo se introducía en mi cuerpo con completa sencillez. ¿Qué diablos estaba pasado? Miraba a mis brazos, apreté los puños y lo vi, vi como si el mismo fuego corriese por mis venas, como si en vez de sangre fuera lava lo que corría por ellas... Y eso me acojonó aún más. Unas balas chocando contra el metal de la puerta me hicieron regresar a la realidad, había logrado escapar de esos guardias, pero vendrían más, lo sabía. Me obligué a calmarme y tras un largo suspiro, volví a mi "misión": Encontrar a mis amigos y largarnos de aquí.
-Bien... ¿Y ahora qué?- Me dije después de un bue rato corriendo sin dirección alguna.
Aquel lugar era como un laberinto de varias plantas. Miré hacia mi lado derecho, allí habían unas escaleras que bajaban, dudaba que la salida estuviera bajo tierra, pero mis amigos no se encontrarían en la primera planta, pero... ¿Y si lo estaban? Miré hacia la izquierda, y hay estaban las escaleras que subían. Suspiré, podrían estar en cualquier parte. Mis oídos volvieron a detectar pasos que iban con prisas y voces que se acercaban a mi posición. Tenía que largarme y rápido, pero... ¿¡Por dónde?! Mis ojos divisaron la rejilla de un conducto de respiración y una loca idea pasó por mi mente. Cerré los párpados con fuerza, los pasos se acercaban cada vez más, mi pulso volvía a acelerarse y ahora deseaba con todas mis ganas que aquel extraño "poder" volviera a cubrirme... Y así lo hizo, el humo apareció y sin pensarlo dos veces me dejé llevar por el conducto de respiración. ¿Y a dónde fui a parar? Pues...
-Oh, joder, no era aquí donde quería ir-
...Acabé en una sala, donde una ¿docena de guardias? Sí, más o menos había eso, y cada uno ahoar a me apuntaba con su arma y unas linternas que me cegaban.
- Veo que ya conoces tu... Habilidad, por decirlo de algún modo- Dijo una voz, era de hombre pero tenía un tono de pito bastante peculiar, quizás en una situación diferente ahora me estaría descojonando. . La silueta del propietario de aquella voz apareció entre los guardias, siendo una sombra entre tanta luz. Era un hombre mayor, tenía el pelo lacio, canoso, y vestía una bata blanca. Una bata blanca... Imagenes empezaron a venir a mi cabeza a la vez que un pequeño dolor: Estaba yo en una camilla y gente con bata blanca me rodeaba, un hombre sostenía una jeringuilla que me fue clavada en el brazo con gran "sutileza" y entonces todo el cuerpo me empezó a arder, escuché mi propio grito, luego ya, nada. Meneé ligeramente mi cabeza, intentando saber qué había sido eso.
-¿Qué... Qué cojones me habéis hecho?- Pregunté directamente, mirándolo fijamente. Sabía que el odio se reflejaba en mis ojos, la rabia en mi voz y la furia empezaba a fluir como aquella lava por mi venas, sentía el humo empezar a llenar de nuevo mis pulmones y las brasas empezar a revolotear por mi alrededor. No lo hacía a propósito... ¿o quizás si?
-Si fuera tú... Cuidaría mis modales y no haría nada "peligroso"... O si no, tus amigos lo pagarán muy caro.- Comentó aquel "científico chiflado" con total tranquilidad, poniendo sus manos tras la espalda. Solté un gruñido y tuve la intención de lanzarme contra él y partirle la cara, pero una bala rozando mi mejilla me hizo retroceder y "calmarme"- ¿Ves? Así está todo mejor. No quiero hacer esto por las malas, no somos tus enemigos, nosotros solo te hemos dado aquello que tanto ansiabas.-
Mis ojos se abrieron y miraron seriamente a uno de mis brazos, del cual procedía aquel humo negro. ¿Ellos me habían dado esto?¿Y qué sabe este de lo que yo ansiaba? ¿Por qué lo había hecho?
-Ya... Y ¿a cambio de qué?- Pregunté a la defensiva, dirigiéndole una de las miradas más frías que jamás he lanzado a nadie, desconfiada, este tío iba con aires de querer ser mi "amigo" pero yo a la mínima pensaba calcinarlo... Mmm, quizás me acostumbre pronto a este "poder".
Aquel tío con bata se paseó por mi alrededor, con paso tranquilo.
-Algo muy sencillo y que sé que alguna vez también has deseado... La destrucción del mundo.-
Bajé la mirada y me quedé en silencio, luego sonreí, ¿en serio? ¿No tenía nada más original? Eso es demasiado típico. Era verdad que a veces lo había deseado, pero muy pocas veces, en esas típicas rabietas en las que te cabreas con to' Dios... Pero ¿hacerlo realidad? ¿Destruir el mundo? No, y menos ahora que empieza hacérseme interesante.
-Y ¿qué pasa si me niego?-
En el rostro, algo arrugado, de aquel tipo se formo una sonrisa codiciosa y un intento de maliciosa.
-Te mataremos, pero claro, antes tus amigos sufrirán las consecuencias, oh y tu queridísima familia- Se río y yo gruñí en contestación.- Créeme ver a tus seres queridos morir siendo tu un espectador no es algo... Agradable.- Su tono burlón y divertido, y esa maldita cara de imbécil me estaba poniendo enferma. Tenían a mis seres queridos en el punto de mira, me tenían agarrada por donde más me dolía. ¿Me dejaría controlar por este idiota? - Tú ayudas sin rechistar y nosotros nos olvidamos de tu familia y amigos. ¿Qué me dices? ¿Aceptas el trato?- Su voz parecía convencida que me uniría a ellos, que me iría por el lado fácil, pero ¿sabéis qué? Me encanta complicarme la vida.
No, por supuesto que no me dejaría controlar como una marioneta.
-¿Sabes de ese dicho, viejo? "Juega con fuego...- Pero no pude acabar el refrán, pues alguien más lo hizo por mi.
-... Y te acabarás quemando"-
Todos los guardias y aquel científico loco se giraban en dirección de la voz femenina. Alguien se encontraba sentado en una silla, pero las sombras la ocultaban. Las armas de los guardias estaban a segundos de armar fuego, pero en una milésima de segundo algo a gran velocidad traspasó una pared y se llevó a casi todos los guardias por delante, luego chocó varias veces contra otras paredes, rebotando y haciendo un espantoso ruido a metal hasta que aquel objeto se quedó atrancado en la pared a un metro de mí.
-¡¿Pero que mierda...?!- Grité asustada, confusa, curiosa y sorprendida. Mis ojos estaban clavados en aquel ¿escudo? ¿Un escudo había hecho todo eso? Sí, uno redondo, de franjas rojas, blancas, azul y una estrella en el centro... Espera, yo esto lo había visto antes. Escuché unos pasos y miré al frente, vi a aquel viejo con bata incrédulo de lo que acababa de ocurrir, para luego quedarse K.O tras una patada de una mujer que se acercaban a mí con total tranquilidad, como si nada ocurriese o todo fuera de lo más normal. La miré intentando que no se notase mi nerviosismo ni lo acojonada que estaba, fingiendo falsa seriedad, hasta que algo de luz iluminó a esa persona, dejando ver su rojizo cabello y logrando que mis ojos y boca se abrieran más, si es que era posible eso. -Tú... Tú eres...- Las palabras no me salían, me había quedado blanco.
-Espero que no te importe que haga esto- Dijo con voz suave. La miré confundida y mis ojos siguieron su mano, que se colocó en mi cuello y luego... Bueno, lo último que recuerdo es algo como una descarga antes de quedarme inconsciente.
