Tener un corazón blindado era la mejor forma en la que Darien Chiba sabía protegerse de las malas intenciones de otras personas. O bueno, eso le había enseñado su padre desde que tenía uso de razón. Pero no era indolente del todo, un pedacito de él aún sentía, y se dio cuenta de eso muy tarde, cuando la persona merecedora de ese amor se vio en peligro.

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Serena era una agente especial de la policía de Tokio. Había dedicado los últimos siete años de su vida a operaciones encubiertas para defender a niños y adolescentes de grandes peligros y sabía que gracias a eso debía sacrificar la compañía de las personas más importantes para ella: su familia. No podía ponerlos en riesgo y exponerlos a algo similar a lo que le había ocurrido a Zafiro, el hombre con el que soñó dejar toda su carrera y formar un hogar. Pero la entrega a su trabajo y la transición entre estar en los operativos y coordinar desde una oficina traerían a ella nuevas ilusiones y, con ellas, a un hombre que con solo mirarle, despertaba en ella lo que había muerto con Zafiro.

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Los mundos de Serena y Darien estaban a punto de unirse. El peligro en que se vio envuelto un grupo de jovencitas fue el detonante para que el corazón blindado de él y las ilusiones renovadas de ella entraran en el mismo cuarto y se mezclaran. Pero antes de verificar si los dos sentimientos pueden vivir juntos, tendrán que superar la última misión de Serena: salvar a la razón de vivir de Darien... ¿Pueden el peligro y la pasión reavivar el latir de un corazón al que se le creía muerto?

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Esta es una pequeña novela policiaca en la que los personajes estarán envueltos en situaciones tan fuertes que les llevará a replantear sus vidas una y otra vez... Una nueva locura que pasó por mi mente y con lo que quiero incursionar en un género de acción... Espero les guste...

Nota legal: los personajes no me pertenecen, son creados por Naoko Takeuchi para su manga Sailor Moon, pero la historia es completamente original, solo me pertenece la idea.


Prólogo.

- Está adelante, Comandante - un hombre vestido con una especie de pijama blanca y con un tapabocas le recibió cuando llegó a la escena del crimen - debería ponerse uno de los trajes, el cuerpo lleva días...

- No pienso ponerme eso - rechazando una de esas 'pijamas' que tanto odiaba, pasó el cerco demarcado con la cinta de peligro y se adentró en el espeso matorral.

Escuchaba las voces de los demás agentes. "Ese uniforme es el de la preparatoria Juuban". "Debió ser una chica muy hermosa". "La quería bien muerta, le destrozaron el rostro y por poco le desprenden la cabeza del cuello".

Lo que más odiaba de su trabajo eran los casos que terminaban como ese. Con un menor de edad, que tenía toda la vida por delante, muerto en mano de unos criminales despiadados.

- Comandante, debió ponerse...

- No insistas con el traje, Diamante - Serena pasó el último cerco para llegar al lugar en que estaban sus hombres - ¿Hay alguna pista de dónde la tenían? - preguntó inclinándose en el suelo para ver de cerca el rostro destrozado de la joven.

- Encontramos algo que, tal vez, los asesinos no vieron - Diamante, el hombre al que ella había llamado por su nombre se inclinó a su lado y, con manos enguantadas, descubrió uno de los senos del cadáver pelirrojo.

En el pecho amoratado por la descomposición había dos palabras escritas al revés y de prisa. Ya empezaban a distorsionarse, pero se leían aún: Black Moon.

- ¿Irónico, no cree? - preguntó Diamante.

- Sí, y por esa misma ironía vamos a llegar hasta el fondo de todo esto - Serena se levantó y recorrió el camino de vuelta hasta su auto.

No quería regresar aún a la estación, necesitaba respirar. Se quitó la chaqueta marrón de cuero que cubría su sencilla camiseta blanca y el arnés en que estaba guardada su arma y la recostó en el capó. Acomodó la coleta que sostenía sus rubios y largos cabellos y golpeó el suelo impacientemente con las pesadas botas marrones tipo militar que acostumbraba a usar diariamente.

Estaba desesperada. Siendo policía debería estar acostumbrada a ver personas muertas, pero aún no lograba superar cada una de las que había visto, en especial, la de Zafiro. Sacó el celular del bolsillo de los jeans desgastados y marcó un número rápidamente.

- ¿Qué viste esta vez? - fue el saludo que sintió al otro lado de la línea.

- ¿Sabes que te amo, a ti, a Haruka, a mamá y a papá? - respondió ella sin el más mínimo temblor en su voz.

- Serena tonta - la voz enternecida de su hermano menor la hizo sonreír - Un nuevo caso complicado, verdad?

- Sí, y no sé cuándo termine, Sammy - se sentó en el capó negro - Si algo me pasa...

- No vas a empezar con eso otra vez - la interrumpió la voz.

- Sammy, si algo me sucede, la pista que deberás darle a papá es Black Moon - le dijo enfadada.

- No te va a pasar lo mismo que a Zafiro, Serena - la voz soltó un fuerte suspiro - Te amo, hermanita.

- Y yo a ustedes - envió un beso a través del teléfono y colgó la llamada.

Tenía una investigación que comenzar y mientras más rápido lo hiciera, mejor. Llegaría hasta el fondo de esa muerte y tenía una idea muy clara de lo que significaban esas dos palabras en el cuerpo de la joven.

Tomó su chaqueta, subió al auto blindado y arrancó. Una media hora después, entraba a su oficina y tecleaba como una posesa en el computador. Sabía que había escuchado esas palabras en otro lugar... ¿O había sido en la oficina?...

- ¡AGENTE KOU! - gritó saliendo de la oficina y mirando, desde la puerta en todas las direcciones.

- ¿Cuál de los tres, mi comandante? - Un hombre alto, de largos cabellos marrón, atados en una coleta a la altura de su cuello y vestido de jean y camiseta negra se paró frente a ella.

- Seiya, necesito al tonto ese - dijo en un tono más bajo.

- Está atendiendo a una joven que llegó hace unos minutos, estaba muy alterada - le dijo tranquilo - ¿Puedo ayudarle en algo?

- ¿Cómo se llama ese tonto bar al que llevaron a Zafiro y a Diamante después de la boda? - preguntó apresurada.

- Black Moon, si mal no...

- Gracias, Taiki - entró de nuevo en la oficina dejando al hombre confundido.

Ese nombre sí lo había escuchado antes. Era un bar donde mujeres hermosas bailaban quitándose la ropa mientras los hombres aullaban como lobos al verlas. Recordaba el ambiente por la vez que, en compañía de Esmeralda, habían seguido al resto del equipo que habían secuestrado a Diamante y a Zafiro con la misión de darles la despedida de solteros que no tuvieron.

Se enfrascó una vez más en el computador. Tenía la mejor pista de todas: un lugar. Lo siguiente sería saber para qué tenían retenida, durante más de un mes, a la jovencita muerta identificada como Kaolinette. Pero estaba segura de que, para lograrlo, necesitaría los talentos de Esmeralda, ella era su mejor elemento para trabajos como ese.

- Mi comandante - Un hombre con un peinado similar al de Taiki, pero con cabellos negros, abrió la puerta con cautela - Necesito que se encargue de algo junto a Mi General Kumada.

- ¿Qué hiciste ahora? - Serena se levantó de la silla y caminó hasta la puerta.

- Nada, pero la chica que estaba atendiendo necesita atención especial, Mi general la está interrogando y mandó a llamarla.

Sin más explicaciones, Serena caminó hasta la oficina de su superior. Ya tenía suficiente con la muerte de la chica identificada como Kaolinette, como para que le montaran otro caso complicado para atender.

Abrió la puerta de la oficina del General y quedó estática al ver la apariencia de la chica. El mismo uniforme que había visto ensangrentado horas antes cubría a una jovencita de rubios y cortos cabellos que lloraba asustada mientras Nicholas Kumada intentaba sacarle algo de información.

- Comandante Moon, ella es Mimette - El hombre castaño que sucedió al General Tsukino tras su retiro se puso de pie para recibirla - Está algo nerviosa y no nos ha dicho mucho, solo sabemos que escapó de algún lugar y que lleva en la calle cerca de una semana...

- Déjenme sola con ella - Cuando habló Serena, la chica se volvió para ver a quien pertenecía la voz y en menos de tres segundos, estaba abrazada a su cuerpo, llorando desesperada - Yo me hago cargo - miró a los dos hombres y les hizo señas para que salieran de la oficina.

Una de las cosas que había llevado a Serena a ser comandante de un grupo especial, era la afinidad que tenía la gente con ella. Tal vez su apariencia frágil y aniñada era la clave, pero lo cierto era que nadie tenía más carisma que ella en toda la oficina y eso era lo que le daba el respeto de todo su equipo, porque no era su figura delgada y pequeña la que la hacía destacar al lado de hombres altos, musculosos y rudos.

- La mataron... - sollozó la chica entre sus brazos - mataron a mi amiga cuando yo intentaba ayudarle y no pude hacer nada para ayudarla...

- Tranquila, pequeña - Serena la alejó un poco para verla a los ojos - ¿Quién era tu amiga y de dónde escapaste?

- Kaolinette... - al escuchar el nombre, Serena se puso seria. Era demasiada casualidad - A ella la tenían hace más de un mes en Black Moon, un bar... - la chica intentaba hablar entre el llanto - Ella me llamó hace unos días, hablaba muy raro, me dijo que teníamos que vernos porque algo muy malo estaba por sucederle, así que nos encontramos en las afueras de Tokio...

- ¿Mimette, cuándo sucedió eso? - la interrumpió.

- Dos, tres o cuatro días, a lo sumo - la chica sorbió su nariz - Llevo vagando en las calles para regresar a casa y perdí la cuenta...

- Está bien, sígueme contando - la guió hasta una silla y se sentó en otra, frente a ella, tomándole las manos.

- Ella me dijo que había logrado escaparse de ese sitio, pero que la seguían - suspiró - Y antes de decirme porqué o para qué estaba allí, un tipo la tomó por la espalda y le pasó un cuchillo por la garganta y yo solo pude correr, pero me siguieron no sé por cuanto tiempo.

- Tranquila, cariño - Serena le habló con dulzura - Vas a estar bien, llamaré a tus padres y los enviaré a un hogar de protección para que nada te pase - le limpió las lágrimas con cariño ¿Te parece?

La chica solo asintió y se lanzó a los brazos de Serena una vez más sin dejarle más opción que consolarla hasta que cayó rendida en sus brazos y logró acomodarla en la silla para que durmiera.

Salió de la oficina para dirigirse a la suya, seguramente allí estaría el General esperando noticias.

- Comandante, qué sucedió? - Kumada se puso de pie al ver a Serena entrar.

Rápidamente, la rubia le narró lo que Mimette le había dicho; además le comentó la relación con el hallazgo de la joven desaparecida y encontrada muerta en la mañana y del bar que ambas chicas habían referenciado.

- Serena, pienso retirarme pronto - habló el hombre de cabellos castaños y largos mientras caminaba a cerrar la puerta de la oficina - Si logras descubrir lo que sucede en Black Moon y si tiene relación con la aparición de los hermanos Alpha en Tokio, serás ascendida a general y podrás volver a acercarte a tu familia, que no entiendo porqué los alejas...

- Sabes que los alejo de mí porque no quiero que los usen en mi contra o que sufran lo mismo que Zafiro - Serena suspiró cansada - Pero los extraño mucho...

- Lo sé - Nicholas se acercó a ella y la abrazó con cariño - Y confío en que consigas el ascenso para que estés más tranquila... Ya pasaron tres años...

- Sí, y lo extraño - la rubia le sonrió al hombre que la abrazaba - Será mejor que empiece a trabajar si quiero darte tu retiro pronto.

Ya se había comprometido con la misión; su última misión en el campo antes de poder dedicarse a supervisar desde la oficina y alejarse del peligro. Tenía que lograrlo si quería retomar la vida y los sueños que tenía tres años atrás. Una familia, hijos, una casa grande y hermosa y un hombre sexy que no solo le permitiera volver a disfrutar de la sensación de su frágil cuerpo entre unos brazos fuertes, sino que fuera tan tierno y atento con ella como lo había sido Zafiro antes de fallecer. Quería retomar las ilusiones y lo iba a lograr, pasara lo que pasara.


Bienvenid s una vez más a una de mis locuras... Esta vez es algo diferente a todo lo que he hecho antes y espero les guste...

Será una historia muy gráfica, así que para quienes quieran ver las imágenes, saben que me encuentran en Face como Nix Sophie...

Besos!