París, 1891
El sótano en el que se encontraban tenía un ambiente tenebroso e inhóspito. Madame Simza apreció el lejano olor al vino que procedía de la bodega, le parecía inevitable no recordar a su hermano Renée. Sobre una mesa de madera, todos avistaron la presencia de cajas llenas de dinamitas, un letrero con un nombre: Imperator. Por la mente de todos cruzó un mismo pensamiento, que Sherlock exteriorizó al instante:
"El siguiente atentado tendrá lugar en unas horas, debemos evitarlo."
"En eso estamos de acuerdo." – respondió Watson en un tono cómico – "Primero y ante todo, ¿cómo vamos a salir de aquí?"
Holmes inspeccionó el lugar con el fin de encontrar una salida factible, y justo antes de que descubriera una salida oculta en una de las paredes de piedra, Simza reconoció un símbolo sobre una de las paredes: Era una cruz roja.
"¿Este símbolo tendría algo que ver con todo esto?" – preguntó Simza con un inevitable acento francés.
"Es la cruz de los templarios." – reconoció Holmes – "Este caso cada vez se vuelve más interesante, ¿está seguro de que prefería su luna de miel Brighton a esto, Watson?" – le preguntó Holmes con una sonrisa irónica.
"Muy perspicaz, amigo, pero que ésa cruz se encuentre precisamente en este lugar no es un buen presagio." – admitió el doctor.
"¿Qué significa?" – preguntó Simza.
Holmes hizo un mohín, casi temiéndose que la hipótesis que acabara de pensar podía ser cierta. Simza miró a sus pensativos ojos marrones esperando una respuesta coherente.
"Moriarty actuaba desde las sombras, personalizando ficticios ataques entre anarquistas y nacionalistas." – explicó – "Su objetivo era hacer estallar la guerra, el mayor colapso mundial de todos los tiempos…"
"Pero, desconocemos los motivos por los cuales quería obtener tales propósitos." – el doctor Watson pareció comprender las palabras de su compañero.
"Efectivamente." – aprobó Sherlock – "Moriarty es casi un demente, un obseso del control, y su objetivo era hacerse dueño de la totalidad de Europa." – Holmes caminó por el habitáculo de piedra mientras buscaba sentido a sus palabras – "Pero, ahora que he visto ese símbolo, creo que sus intenciones no son sólo económicas."
"¿Insinúas que Moriarty es un templario?" – cuestionó Simza, sorprendida.
"No sólo eso, madeimoselle… Moriarty es ni más ni menos que el Maestro de la orden de los templarios, ese símbolo ha confirmado mi sospecha." – suspiró – "Moriarty quiere convertir esta guerra en una cruzada."
"Una guerra religiosa." – admitió Watson – "Resulta increíble escuchar esa hipótesis en el siglo XIX, la orden de los templarios se halla obsoleta a día de hoy." – contradijo.
"Tremendo error, compañero." – corrigió Holmes – "Los templarios se encuentran en guerra con la orden de los Asesinos desde hace siglos. Y ésta vez, parece que ellos llevan ventaja sobre los assassin, y quieren arrebatar a los Asesinos el poco control que les queda de la humanidad."
"Entonces, ¿dónde debemos ir para detener a Moriarty?" – cuestionó Simza.
El semblante de Holmes se iluminó con expectación, y tomó el cartel que se encontraba sobre la mesa, con el letrero Imperator:
"¡A la ópera! Espero que os guste Mozart."
"Tengo la sensación de que no seremos los únicos que vamos a detener a Moriarty." – dijo Watson y Simza le miró, compartiendo el mismo presentimiento.
"Los que van a detener a Moriarty además de nosotros… son los assassins." – dedujo Simza.
Continuará...
