Primer capítulo: Dudley trastornado
El día más caluroso del verano hasta ahora se dibujaba en un adormilado silencio sobre las casas grandes y cuadradas de Privet Drive. Los coches, normalmente relucientes, estaban ahora polvorientos, y el césped, que una vez había sido verde esmeralda, ahora parecía seco y amarillo -el uso de las mangueras había sido prohibido por la sequía. Privados de sus usuales lavados de coche y del riego y arreglo de sus jardines, los habitantes de Privet Drive se habían retirado al interior de sus frescas casas, con la esperanza de que a través de las anchas ventanas llegara algo de la inexistente brisa. La única persona que estaba fuera era un adolescente el cual estaba tumbado aplastado sobre su espalda en un arríate en el número cuatro.
Él era un chico delgado, de pelo negro, con gafas, y que tenía el aspecto cansado, ligeramente insano de quien ha crecido mucho en poco tiempo. Sus vaqueros estaban sucios y rasgados, su camiseta floja y descolorida, y las suelas de sus botines se estaban desprendiendo de su sitio. La apariencia de Harry Potter no atraía a sus vecinos, que eran el tipo de personas que pensaban la apariencia desaliñada debía ser perseguida por la ley, pero como se había escondido debajo de un gran arbusto de hortensia esa tarde, era invisible para todos los que pasaran por allí. De hecho, la única forma en que podía ser visto era si Tío Vernon o Tía Petunia sacaban sus cabezas por la ventana del salón y miraban al arríate de debajo.
En general, Harry pensaba que su idea de esconderse allí era para felicitarse. No se estaba, quizás, muy confortable allí tumbado en la caliente y dura tierra pero, por otro lado, nadie iba a mirarlo allí, ni a rechinar sus dientes tan fuerte para que no pudiera oír las noticias, o a hacerle desagradables preguntas, como pasaba cada vez que intentaba sentarse en el salón a ver la tele con su tía y su tío.
Casi como si su pensamiento hubiera revoloteado a través de la ventana abierta, Vernon Dursley, el tío de Harry, habló.
"Me alegro de ver que el chico ha parado de intentar interrumpir. ¿Dónde está, de todos modos?"
"No lo sé" dijo Petunia sin preocuparse. "No está en la casa".
Tío Vernon gruñó.
"Ver las noticias..." dijo mordazmente. "Me gustaría saber qué es lo que en realidad quiere. Como si un chico normal se interesara por las noticias -Dudley no debe saber nada de lo que está pasando; dudo que sepa quién es el Primer Ministro! De todas formas no debe haber nada de sus noticias en nuestras noticias"
"Vernon, shh!" dijo Tía Petunia. "La ventana está abierta!"
"Oh, sí, perdona querida".
Los Dursley se quedaron en silencio. Harry podía escuchar el tintineo del desayuno "Fruit 'n' Bran mientras veía a la señora Figg., una chiflada amante de los gatos del cercano Paseo de Wisteria. Ella estaba frunciendo el ceño y refunfuñando sola. Harry estaba muy complacido de haberse escondido detrás del arbusto, ya que la señora Figg había tomado la costumbre de pedirle que fuera a tomar el té cuando se lo encontraba por la calle. Ella había girado la esquina y había desaparecido de la vista antes de que la voz de Tío Vernon se oyera de nuevo en la ventana.
"¿Dudders está fuera para el té?"
"En el Polkisses" dijo Tía Petunia cariñosamente. "Tiene muchos amiguitos, es muy popular..."
Harry reprimió un bufido con dificultad. Era realmente increíble lo estúpido que eran los Dursleys con su hijo, Dudley. Se tragaban todas las mentiras que su hijo les contaba acerca de ir a tomar el té con diferentes miembros de su pandilla todas las noches en las vacaciones de verano. Harry sabía perfectamente que Dudley no había estado tomando el té en ningún sitio; él y su pandilla pasaban las tardes destruyendo el parque infantil, fumando en las esquinas de las calles y tirando piedras a los coches y a los niños. Harry les había visto durante sus paseos vespertinos por Little Whinging; él había pasado la mayoría de las vacaciones deambulando por las calles, buscando recortes de periódico en las papeleras a lo largo del camino.
Las notas musicales de apertura del telediario de las siete hicieron que las orejas de Harry se alargaran y que su estómago se sacudiera. Quizás esta noche, después de un mes de espera, sería la noche.
"Record de veraneantes llenan los aeropuertos de España, la huelga de los controladores de equipaje se halla en su segunda semana"
"Tomándose una larga siesta, es lo que yo haría", gruñó Tío Vernon al final de la frase del periodista, pero no había problema: fuera en el arríate, el estómago de Harry se desapretó. Si algo había pasado habría aparecido con seguridad en la primera noticia; la muerte y la destrucción eran más importantes que los veraneantes.
Lanzó un lento suspiro y miró fijamente al brillante cielo azul. Todos los días del verano había sido lo mismo: la tensión, la expectación, el alivio momentáneo, y luego la creciente tensión de nuevo... y siempre, volviéndose más insistente cada vez, la misma pregunta, por qué no había pasado nada todavía.
Se mantuvo escuchando, sólo para el caso de que hubiera algunas pequeñas pistas, no reconocidas realmente por los Muggles -una inexplicable desaparición, quizás, algún accidente extraño... pero la huelga de los controladores de equipaje fue seguida por noticias sobre la sequía en el Sureste ("Espero que esté escuchando detrás de la puerta!" bramó Tío Vernon. "Él con sus rociamientos a las tres de la mañana!") luego un helicóptero casi había chocado en un campo de Surrey, luego el divorcio de una famosa actriz de su famoso marido ("Como si estuviéramos interesados en sus sórdidos asuntos", sorbió Tía Petunia, quien había estado siguiendo el caso obsesivamente en cada revista donde podía poner sus huesudas manos).
Harry cerró sus ojos contra el ahora brillante cielo de la tarde mientras el periodista decía, "-y finalmente, Bungy el periquito, ha encontrado una forma de mantenerse fresco este verano. Bungy, quien vive en las Cinco Plumas en Barnsley, ha aprendido ski acuático! Mary Dorkins nos lo cuenta."
Harry abrió sus ojos. Si habían llegado a poner cómo un periquito hacía ski acuático, no debería haber nada más que mereciera la pena escuchar. Rodó cautelosamente y se levantó sobre sus rodillas y codos, preparándose para andar a gatas por debajo de la ventana.
Se había movido dos pulgadas cuando varias cosas pasaron en un momento.
Un fuerte y resonante crack rompió el silencio como un disparo; un gato salió de debajo de un coche aparcado y desapareció de la vista; un chillido, un juramento y el sonido de porcelana al romperse salió del salón de los Dursley, y pensando que era la señal que Harry había estado esperando saltó al mismo tiempo que sacaba su varita de la cinturilla de sus vaqueros como si estuviera empuñando una espada. Pero antes de que pudiera levantarse del todo, su cabeza chocó contra la ventana abierta de los Dursley. El crash resultante del choque hizo chillar fuertemente a Tía Petunia.
Harry sintió como si su cabeza se hubiera partido en dos. Con los ojos llorosos se balanceó intentando enfocar la calle para divisar el origen del ruido, pero apenas se había puesto en posición vertical cuando dos grandes manos púrpuras pasaron a través de la ventana abierta y se cerraron cuidadosamente sobre su garganta.
"¡Pon eso lejos!" Gruñó Tío Vernon en la oreja de Harry. "¡Ahora! ¡Antes de que nadie lo vea!"
"¡Déjame!" jadeó Harry. Por unos segundos forcejearon, Harry tirando de los dedos como salchichas de su tío con su mano izquierda, la derecha manteniendo en diste firmemente su varita; después el golpe de su cabeza palpitó de forma particularmente desagradable, Tío Vernon gritó y se soltó de Harry como si hubiera recibido una descarga eléctrica. Una fuerza invisible parecía haber surgido de su sobrino, haciéndolo imposible de atrapar.
Jadeando Harry cayó hacia delante del arbusto de hortensia, se irguió y miró alrededor. No había señales de qué había causado el ruido anterior, pero había algunas caras asomadas a través de algunas ventanas cercanas. Harry guardó su varita en la parte de atrás de sus vaqueros y trató de parecer inocente.
"¡Una tarde encantadora!" gritó Tío Vernon, mirando a la señora del número siete, que estaba mirando airadamente detrás de sus cortinas. "Han oído el petardo de ese coche? Nos ha dado un susto a Petunia y a mí!"
Continuó sonriendo de oreja a oreja de una forma horrible, maniática hasta que todos los curiosos vecinos desaparecieron de sus ventanas, entonces la sonrisa se transformó en una mueca de cólera cuando le hizo señas a Harry para que le siguiera.
Harry se movía a unos pasos de él tomando cuidado de pararse lo suficientemente separado para que las manos de Tío Vernon no pudieran estrangularle.
"¿Qué diablos quieres conseguir, niño?" preguntó Tío Vernon con una voz que temblaba de furia.
"¿Qué quiero conseguir de qué?" dijo Harry fríamente. Siguió mirando a derecha e izquierda de la calle, todavía esperando ver la persona que había hecho ese chirriante sonido.
"Montando un alboroto como si alguien hubiera disparado con una pistola fuera de nuestra..."
"Yo no hice ese ruido" dijo Harry firmemente.
La cara delgada, de caballo de Tía Petunia apareció detrás de la ancha y morada de Tío Vernon. Estaba lívida.
"¿Por qué estabas acechando bajo nuestra ventana?"
"Sí, sí, buen punto, Petunia! ¿Qué estabas haciendo bajo nuestra ventana chico?"
"Escuchando las noticias" dijo Harry con voz resignada.
Su tía y su tío cruzaron una mirada.
"¿Escuchando las noticias? Otra vez!"
"Bien, cambian todos los días, no?" dijo Harry.
"¡No te pases de listo conmigo niño! Quiero saber qué es lo que realmente estabas haciendo- y no me digas más que estabas escuchando las noticias! Sabes perfectamente que tu mundo..."
"Cuidado Vernon!" dijo Petunia, y Tío Vernon bajó su voz tanto que Harry apenas le oía, "tu mundo no está en nuestras noticias!"
"Eso es lo que tú te crees" dijo Harry.
Los Dursley lo miraron unos segundos, luego Tía Petunia dijo, "Eres un desagradable mentiroso. ¿Qué pasa con todas esas..." ella también bajó su voz tanto que Harry tuvo que leer de sus labios la siguiente palabra "... lechuzas no te traen las noticias?"
"¡Ahá!" susurró Tío Vernon triunfantemente. "¿Qué me dices de eso? como si no supiéramos que esos pestilentes pájaros traen las noticias!"
Harry dudó por un momento. Le costaba un poco decir la verdad esta vez, incluso pensaba que su tía y su tío no podrían posiblemente saber lo mal que se sentía al admitirlo.
"Las lechuzas... no me están trayendo noticias" dijo en tono apagado.
"No puedo creerlo", dijo Tía Petunia en el acto.
"Yo tampoco"dijo Tío Vernon vigorosamente.
"Sabemos que estás haciendo algo divertido" dijo Tía Petunia.
"No somos estúpidos, lo sabes", dijo Tío Vernon.
"Bueno, eso es nuevo para mí", dijo Harry, su enfado aumentaba, y antes de que los Dursley pudieran llamarlo de vuelta, había empujado la puerta y atravesado el césped, pasado por encima de la baja tapia del jardín y estaba dando grandes zancadas calle arriba.
Se había metido en un lío y lo sabía. Tendría que dar la cara ante su tía y su tío después y pagar el precio de su grosería, pero no tenía que tener mucho cuidado por el momento; tenía asuntos más apremiantes.
Harry estaba seguro que el chirriantes ruido había sido hecho por alguien Apareciéndose o Desapareciéndose. Era exactamente el sonido que Dobby el elfo doméstico hizo cuando se desapareció en el aire. ¿Sería posible que Dobby estuviera allí en Privet Drive? ¿Podría Dobby estar siguiéndolo en ese momento? Cuando este pensamiento se le ocurrió se dio la vuelta y miró fijamente hacia abajo de Privet Drive, pero aparecía completamente desierta y Harry esta seguro de que Dobby no sabía cómo volverse invisible.
Anduvo apenas consciente de la ruta que estaba tomando, por esas calles que tan asiduamente había recorrido últimamente que sus pies le llevaron a sus lugares predilectos automáticamente. Cada pocos pasos se volvía a mirar sobre su hombro. Algo mágico había estado cerca de él cuando estaba tumbado a lo largo de las agonizantes begonias de Tía Petunia, estaba seguro de ello. ¿Por qué no habían hablado con él, por qué no habían establecido contacto, por qué se estaban escondiendo ahora?
Y después con su máximo sentimiento de frustración, estuvo cerca de escaparse.
Quizás no había sido un sonido mágico después de todo. Quizás estaba tan desesperado por cualquier signo de contacto del mundo al que pertenecía que estaba simplemente reaccionando desmesuradamente ante ruidos perfectamente ordinarios. ¿Podía estar seguro de que no había sido el sonido de algo rompiéndose en el interior de la casa de un vecino?
Harry sintió un apagado presentimiento en su estómago y antes de darse cuenta, el sentimiento desesperado que había estado importunándole todo el verano, apareció de nuevo.
A la mañana siguiente se levantaría por la alarma a las cinco en punto y podría pagar a la lechuza que le traía El Profeta pero ¿había alguna razón para seguir obteniéndolo? Harry simplemente echaba una mirada a la portada antes de tirarlo a un lado como los demás días; cuando los idiotas que trabajaban en el periódico por fin se dieran cuenta de que Voldemort había vuelto, sería un titular de primera página, y eso era lo único de lo que tenía cuidado Harry.
Si fuera afortunado, habría también lechuzas trayendo cartas de sus mejores amigos Ron y Hermione, con la expectación de que sus cartas no le trajeran las noticias que había llegado hasta ahora.
No podemos decir mucho sobre tú-ya-sabes-qué, obviamente... No hemos estado contando nada importante por si nuestras cartas van por mal camino... Estamos un poco ocupados pero no puedo darte los detalles aquí... Hay una cosa importante sucediendo, te lo contaremos todo cuando te veamos...
¿Pero cuándo iban a verle? Nadie había dicho algo parecido a una fecha concreta. Hermione había garabateado Espero que nos veamos muy pronto en el interior de su tarjeta de cumpleaños, ¿pero pronto cuánto pronto era? Tan lejos como él podía traslucir de sus cartas, Hermione y Ron estaban en el mismo sitio, presumiblemente en la casa de los padres de Ron. Él apenas podía aguantar pensar en los dos divirtiéndose en La Madriguera mientras el estaba atrapado en Privet Drive. De hecho, estaba tan enfadado con los dos que había tirado lejos, sin abrirlas siquiera, las dos cajas de chocolates de Honeydukes que le habían enviado por su cumpleaños. Se había arrepentido luego, después de la marchita ensalada que Tía Petunia había proporcionado para la pasada cena. ¿Y con qué estaban Ron y Hermione ocupados? ¿Por qué no estaba él, Harry, ocupado? ¿No había probado su capacidad de control mucho más que ellos? ¿Habían olvidado todo lo que él había hecho? ¿No había sido él quién había entrado en el cementerio y había visto a Cedric siendo asesinado, y había estado en esa lápida donde casi murió?
No pienses sobre eso, se dijo Harry a sí mismo con severidad por centésima vez en ese verano. Ya era suficientemente malo estar recordando el cementerio en sus pesadillas, sin tener que rememorarlo en sus momentos despierto también.
Giró en la esquina hacia Magnolia Crescent; a la mitad del camino pasó delante del estrecho callejón donde había visto a su padrino por primera vez. Sirius, al menos, parecía entender cómo se sentía Harry. Hay que admitir que sus letras estaban tan vacías de noticias como las de Ron y Hermione, pero al menos contenían palabras de precaución y consolación en lugar de atormentantes indirectas: Sé que esto debe ser frustrante para ti... No te metas en líos y todo estará bien... Ten cuidado y no hagas nada precipitado...
Bien, Harry pensaba, cuando cruzaba Magnolia Crescent, girando hacia la calle Magnolia y yendo hacia el oscuro parque infantil, que él había hecho cuanto Sirius le había dicho. Al menos había resistido la tentación de coger su baúl y su escoba y volar hasta La Madriguera solo. De hecho, Harry pensaba que su comportamiento había sido muy bueno considerando lo frustrado y enfadado que se sentía de haber estado atrapado en Privet Drive tanto tiempo, obligado a esconderse en arriates con la esperanza de oír algo que le indicara lo que Lord Voldemort estaba haciendo. Sin embargo, era un poco irritante que alguien que había estado en la prisión de los magos, Azkaban, escapado, asistido al asesinato por el cuál había sido condenado la primera vez, huido con un hipogrifo robado, le dijera que no hiciera nada irreflexivo.
Harry saltó por encima de la puerta cerrada del parque y salió cruzando la reseca hierba. El parque estaba vacío como las calles alrededor. Cuando alcanzó los columpios se sentó en el único que Dudley y sus amigos no habían roto aún, pasó su brazo alrededor de la cadena y miró taciturno al suelo. No podría volver a esconderse en el arríate de los Dursley de nuevo. Mañana tendría que pensar en alguna manera fresca de escuchar las noticias. Mientras tanto, no había pensado en sus otras inquietudes, la perturbada noche, porque incluso cuando escapaba de las pesadillas de Cedric tenía inquietantes sueños sobre largos y oscuros corredores, todos con la muerte al final y puertas cerradas con llave, que él suponía que tenían algo que ver con la sensación de atrapado que tenía cuando se despertaba. Algunas veces la vieja cicatriz en su frente picaba incómodamente, pero él no era tan tonto como para contarle a Ron, Hermione o Sirius como para suponer que ellos encontrarían eso interesante. En el pasado, su cicatriz le había dolido cuando Voldemort se estaba volviendo fuerte de nuevo, pero ahora Vodemort había vuelto y ellos pensarían que lo único que Harry intentaba era llamar la atención... nada de qué preocuparse... viejas noticias...
La injusticia era que todo brotaba en su interior por eso él quería gritar con furia. Si no hubiera sido por él, nadie habría sabido nunca que Voldemort había vuelto! Y su recompensa era estar atrapado en Little Whinging durante cuatro largas semanas, completamente fuera del mundo mágico, reducido a ocuparse de las agonizantes begonias para oír cómo los periquitos hacían ski acuático! ¿Cómo podía Dumbledore haberse olvidado de él tan fácilmente? ¿Por qué estaban Ron y Hermione juntos sin invitarle a estar con ellos? ¿Cuánto tiempo se suponía que tendría que aguantar a Sirius diciéndole que fuera un buen chico; o resistir a la tentación de escribir a El Profeta y contar que Vodemort había vuelto? Estos furiosos pensamientos giraban alrededor de la cabeza de Harry, y su interior se retorcía de ira como una bochornosa, suave noche cayendo a su alrededor, el aire lleno del olor templado, malos gases, y el único sonido del retumbante sonido del tráfico de las calles cerca del parque.
No sabía cuánto tiempo llevaba allí sentado en el columpio cuando las voces de sus meditaciones fueron interrumpidas y miró hacia arriba. Las farolas de las calles de alrededor arrojaban una borrosa luz suficiente para apreciar la silueta de un grupo de gente haciendo su camino a través del parque. Uno de ellos iba cantando fuerte una canción grosera. Los otros iban riéndose. Un suave ruido vino de sus caras bicicletas de carreras,
Harry sabía qué personas eran. La figura al frente era inconfundiblemente la de su primo, Dudley Dursley, poniendo camino a casa acompañado de su fiel pandilla.
Dudley estaba más vasto que nunca, pero un año de dura dieta y el descubrimiento de un nuevo talento había trabajado un cambio en su psíquico. Tío Vernon contaba con gran placer a todo el que quisiera escucharle, que Dudley se había convertido recientemente en el Campeón Junior de Pesos Pesados de la Escuela de Boxeo del Sureste. "El noble deporte", como Tío Vernon lo llamaba, había hecho a Dudley incluso más formidable que en sus días de escuela primaria. Harry no estaba ni remotamente asustado de su primo porque él no pensaba que fuera motivo de celebración el que Dudley hubiera aprendido a dar puñetazos duramente y con más precisión. Los niños de los vecinos alrededor estaban aterrorizados de él -incluso más aterrorizados que de "ese chico Potter" quién, según ellos pensaban, estaba siendo atendido en el Centro de Seguridad San Bruto para Criminales Incurables.
Harry miraba las oscuras figuras cruzando la hierba y se preguntaba a quién habrían estado pegando esa noche. Mirad alrededor, Harry se encontrópensando y mirándoles. Vamos... mirad alrededor... Estoy sentado aquí solo... vamos y mirad...
Si los amigos de Dudley le veían sentado allí, seguramente se irían derechitos hacia él, ¿y qué haría Dudley entonces? No querría perder su reputación delante de su pandilla, pero él había provocado terriblemente a Harry... sería muy divertido ver el dilema de Dudley, mofarse de él, mirarlo, con su impotencia a responderle... y si alguno de los otros trataba de pegarle, Harry estaba preparado, tenía su varita. Dejemos que prueben... le encantaba dar rienda suelta a su frustración con los chicos que una vez habían hecho de su vida un infierno.
Pero ellos no miraron alrededor, no le vieron, pasaron por la verja. Harry dominó su impulso de llamarles... buscar una huida no sería nada elegante... él no debía usar magia... podía ser expulsado.
Las voces de la pandilla de Dudley murieron lejos; estaban fuera de la vista, yendo a lo largo de la calle Magnolia.
Ahí está, Sirius, Harry pensó con desgana. Nada precipitado. Manteniéndome sin meterme en líos. Exactamente lo opuesto a lo que tú has hecho.
Se puso de pie y se estiró. Tía Petunia y Tío Vernon parecían sentir que cualquier hora a la que Dudley volviera estaba bien, y cualquier momento después de esa hora era demasiado tarde. Tío Vernon había amenazado con encerrar a Harry en la alacena si él volvía a casa después que Dudley otra vez, por eso, reprimiendo un bostezo, y todavía con el rostro ceñudo, saltó la puerta del parque.
La Calle Magnolia, como Privet Drive, estaba llena de grandes y cuadradas casas con perfectos jardines arreglados, todas propiedad de propietarios que conducían coches muy limpios igual que el de Tío Vernon. Harry prefería Little Whinging de noche, cuando las cortinas asemejaban parches de brillantes colores en la oscuridad y él no corría peligro de escuchar desaprobatorios murmullos sobre su apariencia de "delincuente" cuando pasaba por delante de los inquilinos. Andaba rápido por eso, a medio camino la pandilla de Dudley apareció a la vista de nuevo, estaban despidiéndose a la entrada de Magnolia Crescent. Harry se paró a la sombra de una gran lila y esperó.
"...chillando como un cerdito, no?" Malcolm estaba diciendo, riéndose a carcajadas con los otros.
"Buen gancho, Gran D," dijo Piers.
"¿Mañana a la misma hora?" dijo Dudley.
"Pasad por mi casa, mis padres estarán fuera", dijo Gordon.
"Nos vemos entonces", dijo Dudley.
"¡Adiós Dud!
"¡Nos vemos, Gran D!"
Harry esperó a que el resto de la pandilla se hubiera ido antes de seguir adelante. Cuando sus voces se habían desvanecido una vez más giró la esquina hacia Magnolia Crescent y andando muy rápido pronto acortó la distancia que lo separaba de Dudley, que estaba paseando con alivio, tarareando disonantemente.
"¡Hey, Gran D!"
Dudley se volvió.
"¡Oh!", gruñó. "Eres tú".
"¿Desde cuando eres Big D?" dijo Harry.
"Cállate", gruñó Dudley, dándose la vuelta.
"Un nombre guay", dijo Harry, sonriendo de oreja a oreja y yendo al lado de su primo. "Pero tú siempre serás "Ickle Diddykins" para mí".
"He dicho que TE CALLES!" dijo Dudley, cuyas manos como jamones se habían cerrado en sendos puños.
"¿No saben los chicos cómo te llama tu mamá?"
"Cállate la boca"
"A ella no le dices que cierre la boca. ¿Qué es de "Popkin" y "Dinky Diddydums", los puedo usar entonces?
Dudley no dijo nada. El esfuerzo por mantenerse sin pegar a Harry le estaba llevando toda su fuerza de voluntad.
"¿Y a quién habéis estado pegando esta noche?" preguntó Harry, desvaneciendo su amplia sonrisa. "¿Otro niño de diez años? Sé qué a Mark Evans hace dos noches -"
"Se lo buscó", gruñó Dudley.
"¿Ah, sí?"
"Fue descarado conmigo"
"¿Sí? ¿Dijo que parecías un cerdo andando sobre sus patas traseras?, eso no es grosero, Dud, eso es la verdad."
Un músculo se movió incontrolablemente en la mandíbula de Dudley. Esto proporcionó a Harry la enorme satisfacción de saber lo furioso que estaba poniendo a Dudley; sintió que estaba desviando su propia frustración hacia su primo, el único desahogo que tenía.
Giraron a la derecha hacia abajo del estrecho callejón donde Harry había visto por primera a Sirius y que formaba un corte entre Magnolia Crescent y el Paseo Wisteria. Estaba vacío y mucho más oscuro que las calles porque no había farolas. Sus pasos eran silenciosos entre las paredes de los garajes de un lado y la alta alambrada del otro.
"Te crees un gran hombre llevando es cosa, ¿verdad?" dijo Dudley después de unos segundos.
"¿Qué cosa?"
"Esa -esa cosa que estás escondiendo"
Harry sonrió de nuevo.
"No eres tan estúpido como pareces, ¿no? Pero supongo, que si lo fueras, no podrías andar y hablar al mismo tiempo"
Harry sacó su varita. Vio a Dudley mirarla de reojo.
"No lo tienes permitido" dijo Dudley al instante. "Sé que no puedes. Serías expulsado de esa monstruosa escuela a la que vas".
"¿Cómo sabes que no han cambiado las reglas, Gran D?"
"No lo han hecho," dijo Dudley pensando que no sonaba completamente convencido.
Harry se rió suavemente.
"No tienes cojones para jugar contra mí sin esa cosa, ¿no?" dijo Dudley con un gruñido.
"Considerando que necesitas cuatro tíos detrás tuya antes de pegar a un niño de diez años. ¿Sabes que el título de boxeo no puedes seguir manteniéndolo? ¿Qué edad tenía tu oponente? ¿Siete? ¿Ocho?"
"Tenía dieciséis, para tu información", gruñó Dudley, "y estuvo peleando veinte minutos antes de que acabara con él y era dos veces más pesado que tú. Tan sólo espera a que le cuente a papá que has sacado esa cosa..."
"Corriendo con papaíto ahora, ¿no? ¿Está este genio del boxeo asustándose de la repugnante varita de Harry?
"No puedes hacerme frente esta noche, ¿verdad?" rió Dudley con cara de desprecio.
"Es la noche, Diddykins. Es como nosotros la llamamos cuando todo se pone oscuro así."
"¡Me refiero a cuando estás en la cama!" Dudley gruñó.
Él había parado de andar. Harry se paró también, mirando fijamente a su primo. Con la poca luz que les llegaba podía vislumbrar la gran cara de Dudley, extrañamente triunfante.
"¿Qué quieres decir, no soy valiente cuando estoy en la cama?" dijo Harry, completamente pasmado. "¿A qué se supone que tengo que tenerle miedo, a almohadas o algo así?"
"Te escuché la pasada noche", dijo Dudley entrecortadamente. "Hablando mientras dormías. Gimiendo".
"¿Qué quieres decir?" repitió Harry, pero con una sensación fría en su estómago. Había visitado el cementerio en sueños la pasada noche.
Dudley se rió estridentemente, luego adoptó una aguda lloriqueante voz.
"¡No mates a Cedric! ¡No mates a Cedric! ¿Quién es Cedric, tu novio?"
"Yo -estás mintiendo," dijo Harry automáticamente. Pero su boca estaba ahora seca. Sabía que Dudley no estaba mintiendo ¿qué más sabría sobre Cedric?
"¡Papá! ¡Ayúdame papá! ¡Va a matarme, papá! ¡Boo hoo!"
"Cállate", dijo Harry pausadamente. "Cállate, Dudley, te lo advierto!"
"¡Ven y ayúdame papá! Mamá, ven a ayudarme! Ha matado a Cedric! Papá ayúdame! Va a... ¡No apuntes esa cosa hacia mí!
Dudley retrocedió hasta la pared del callejón. Harry estaba apuntando su varita directamente al corazón de Dudley. Harry podía sentir sus catorce años de odio hacia Dudley en sus venas. ¿Por qué no le daba ahora su merecido?
"No vueltas a hablarme de eso nunca más", dijo Harry con un gruñido. "¿Me has entendido?"
"Señala con esa cosa a otro sitio"
"He dicho, ¿me has entendido?"
"Señala a otro sitio"
"¿ME HAS ENTENDIDO?"
"PON ESA COSA LEJOS DE..."
Dudley hizo un jadeo raro, estremecido, como si hubiera sido sumergido en agua helada.
Algo pasó con la noche. El desparramo de estrellas sobre el cielo azul añil, se volvió de repente en un campo negro, y las luces (las estrellas, la luna y las farolas) desaparecieron. El ronroneo lejano de los coches y el murmullo de los árboles se había ido. La templada tarde se volvió de repente penetrante y fría. La oscuridad a su alrededor era total, impenetrable, silenciosa, como si una mano gigante hubiera dado sombra al callejón entero, dejándoles ciegos.
Por una décima de segundo Harry pensó que había hecho magia sin proponérselo, a pesar de que se había estado resistiendo todo lo fuerte que podía -después la razón llegó a sus sentidos- él no tenía el poder para apagar las estrellas. Giró su cabeza y miró a ambos lados, intentando ver algo, pero la oscuridad presionaba sus ojos como un pesado velo.
La aterrorizada voz de Dudley irrumpió en la oreja de Harry.
"¿Qué estás haciendo? ¡Páralo!"
"¡No estoy haciendo nada! ¡Cállate y no te muevas!"
"¡No puedo ver! ¡Me he quedado ciego! Yo..."
"¡He dicho que te calles!"
Harry se levantó girando sus ojos a derecha e izquierda. El frío tan intenso que estaba tiritando; la piel se le había puesto de gallina y los pelos de la nuca se le habían erizado -abría sus ojos todo lo que podía, mirando alrededor, sin ver nada.
No es posible... ellos no pueden estar aquí... no en Little Whinging... aguzó sus orejas... podría oírlos antes de verlos...
"¡Se lo diré a papá!" lloriqueó Dudley. "¿Dónde estás? ¿Qué estás ha..."
"¿Te callarás?" siseó Harry "Estoy tratando de escu..."
Pero se calló. Acababa de escuchar lo que se estaba temiendo.
Había alguien aparte de ellos en el callejón, alguien con sus traqueteantes, roncos alientos. Harry la horrible sacudida y se levantó temblando en el frío aire.
"¡Para eso! ¡Deja de hacer eso! ¡Te pegaré! ¡Lo juro!"
"Dudley, calla..."
WHAM
Un puño hizo contacto en un lado de la cabeza de Harry, haciéndole caer. Pequeñas blancas luces aparecieron delante de sus ojos. Por segunda vez en una hora Harry sintió como si su cabeza se hubiera partido en dos; al momento siguiente, había aterrizado en el duro suelo y su varita había volado fuera de su alcance.
"¡Imbécil!" Harry gritó, sus ojos nublados por el golpe mientras se frotaba sus rodillas y manos, sintiéndose desesperado en la negrura. Escuchó a Dudley golpear la alambrada del callejón y dar un traspiés.
"¡DUDLEY VUELVE! ¡ESTÁS CORRIENDO DERECHO A ELLOS!"
Hubo un horrible chillido y los pasos de Dudley pararon. Al mismo tiempo, Harry sintió deslizarse un frío helado detrás de él lo que sólo significaba una cosa. Había más de uno.
"¡DUDLEY MANTÉN TU BOCA CERRADA!¡HAGAS LO QUE HAGAS MANTÉN TU BOCA CERRADA! ¡Varita!" Harry murmuró desesperadamente, sus manos volando sobre el suelo como arañas. "Dónde... varita... vamos... ¡lumos!
Dijo el hechizo automáticamente, desesperado porque la luz pudiera ayudarle en su búsqueda -y no creyendo su alivio, centellas luminosas salieron de su mano derecha -la punta de la varita había prendido.
Se le revolvió el estómago.
Una figura dominante, con capucha estaba deslizándose suavemente hacia él, quedándose suspendido en el suelo, ningún pie o cara era visible bajo sus túnicas, chupando en la noche.
Tropezando hacia atrás, Harry levantó su varita.
"¡Expecto patronum!"
Una voluta de vapor plateada salió de la punta de la varita y el Dementor se entorpeció, pero el hechizo no había trabajado bien; tropezando con sus propios pies, Harry se alejó del Dementor, el pánico nublaba su cerebro -concéntrate-
Un par de grises, escuálidas, costrosas manos emergieron del interior de las túnicas del Dementor, avanzando hacia él. Un apresurado ruido llenó los oídos de Harry.
"¡Expecto patronum!"
Su voz sonó débil y distante. Otra voluta de humo plateado, más débil que el anterior, brotó de la varita -no podía hacer nada más, no podía hacer que el hechizo funcionara.
Hubo una risa en el interior de su cabeza, estridente, aguda risa... podía oler el aliento pútrido, frío como la muerte del Dementor llenando sus propios pulmones, ahogándolo -piensa... algo feliz...
Pero no había ninguna felicidad en su interior... los gélidos dedos del Dementor se estaban cerrando alrededor de su garganta -la aguda risa estaba creciendo más y más fuerte, una voz hablaba en el interior de su cabeza: "Hazle una reverencia a la muerte, Harry... no habrá dolor... no sabría... nunca he muerto..."
No volvería a ver a Ron y Hermione nunca más...
Y sus caras estallaron claramente en su cabeza y peleó por respirar.
"¡EXPECTO PATRONUM!"
Un ciervo plateado enorme salió de la punta de la varita de Harry; sus astas se clavaron en el sitio donde el Dementor debía tener el corazón; lo lanzó lejos, tan pesado como la oscuridad, y cuando el ciervo volvió a la carga, el Dementor se abalanzó lejos, como un murciélago y derrotado.
"¡POR AQUÍ!" Harry gritó al ciervo. Dándose la vuelta, corrió a toda velocidad por el callejón, agarrando la luz que arrojaba su varita. "¿DUDLEY? ¡DUDLEY!"
Había corrido apenas una docena de pasos cuando les alcanzó: Dudley estaba acurrucado en el suelo, sus brazos le cubrían la cara. Un segundo Dementor estaba agazapado encima de él, agarrando sus muñecas con sus escuálidas manos, presionándolas lentamente, casi amorosamente, descendiendo su capucha delante de la cara de Dudley para darle el Beso.
"¡CÓGELO!" chilló Harry, y con un apresurado y fuerte sonido, el ciervo plateado que él había conjurado fue galopando hacia él. Los ojos del Dementor estaban cerca de la cara de Dudley cuando un asta plateada lo capturó; la cosa fue lanzada al aire y, como su compañero, planeó lejos y fue absorbido en la oscuridad; el ciervo galopó hasta el final del callejón y se disolvió en una neblina plateada.
La luna, las estrellas y las farolas volvieron a la vida. Una brisa templada barrió el callejón. Los árboles se agitaban en los jardines vecinos y el rumor de los coches en Magnolia Crescent llenaron el aire de nuevo. Harry se levantó con todos sus sentidos vibrando todavía, volviéndose abruptamente a la normalidad. Después de un momento, fue consciente de que su camiseta le estaba pegada; estaba bañado en sudor.
No podía creer lo que acababa de pasar. Dementores allí, en Little Whinging.
Dudley yacía acurrucado en el suelo, lloriqueando y agitándose. Harry se agachó para ver si estaba en condiciones de levantarse, pero entonces oyó un fuerte ruido, pasos corriendo detrás de él. Instintivamente levantó su varita de nuevo, aguardando al recién llegado.
La señora Figg, su vieja chiflada vecina, apareció a la vista. Su canoso gris pelo escapaba de su moño, una bolsa de la compra estaba balanceándose en su muñeca y en sus pies llevaba sus zapatillas de andar por casa. Harry fue a guardar apresuradamente su varita, pero...
"¡No pongas eso lejos, niño idiota!" chilló ella. "¿Y si hay más de ellos por aquí cerca? ¡Oh, voy a matar a Mundungus Fletcher!"
Notas de traductora:
Holaaaaaaa!!!!!! Por fiiiiiinnn!!!! Aquí esta traducido el primer capítulo!! Espero que os guste ^^ A los que entiendan inglés, les aconsejo que se lean el 5º libro en inglés, porque está genial, en serio. Bueno, ahora voy a empezar a traducir el segundo capítulo, supongo que lo tendré o para esta semana o para la que viene, tener en cuenta que el 2º capi tiene 19 páginas y a parte de traducir tengo otras cosas que hacer, de todas formas, lo subiré lo antes posible. SI QUEREIS QUE SUBA EL 2º CAPÍTULO TRADUCIDO DEJADME REVIEWS, SI NO, NO LO SUBIRÉ. Besos. Arwen
El día más caluroso del verano hasta ahora se dibujaba en un adormilado silencio sobre las casas grandes y cuadradas de Privet Drive. Los coches, normalmente relucientes, estaban ahora polvorientos, y el césped, que una vez había sido verde esmeralda, ahora parecía seco y amarillo -el uso de las mangueras había sido prohibido por la sequía. Privados de sus usuales lavados de coche y del riego y arreglo de sus jardines, los habitantes de Privet Drive se habían retirado al interior de sus frescas casas, con la esperanza de que a través de las anchas ventanas llegara algo de la inexistente brisa. La única persona que estaba fuera era un adolescente el cual estaba tumbado aplastado sobre su espalda en un arríate en el número cuatro.
Él era un chico delgado, de pelo negro, con gafas, y que tenía el aspecto cansado, ligeramente insano de quien ha crecido mucho en poco tiempo. Sus vaqueros estaban sucios y rasgados, su camiseta floja y descolorida, y las suelas de sus botines se estaban desprendiendo de su sitio. La apariencia de Harry Potter no atraía a sus vecinos, que eran el tipo de personas que pensaban la apariencia desaliñada debía ser perseguida por la ley, pero como se había escondido debajo de un gran arbusto de hortensia esa tarde, era invisible para todos los que pasaran por allí. De hecho, la única forma en que podía ser visto era si Tío Vernon o Tía Petunia sacaban sus cabezas por la ventana del salón y miraban al arríate de debajo.
En general, Harry pensaba que su idea de esconderse allí era para felicitarse. No se estaba, quizás, muy confortable allí tumbado en la caliente y dura tierra pero, por otro lado, nadie iba a mirarlo allí, ni a rechinar sus dientes tan fuerte para que no pudiera oír las noticias, o a hacerle desagradables preguntas, como pasaba cada vez que intentaba sentarse en el salón a ver la tele con su tía y su tío.
Casi como si su pensamiento hubiera revoloteado a través de la ventana abierta, Vernon Dursley, el tío de Harry, habló.
"Me alegro de ver que el chico ha parado de intentar interrumpir. ¿Dónde está, de todos modos?"
"No lo sé" dijo Petunia sin preocuparse. "No está en la casa".
Tío Vernon gruñó.
"Ver las noticias..." dijo mordazmente. "Me gustaría saber qué es lo que en realidad quiere. Como si un chico normal se interesara por las noticias -Dudley no debe saber nada de lo que está pasando; dudo que sepa quién es el Primer Ministro! De todas formas no debe haber nada de sus noticias en nuestras noticias"
"Vernon, shh!" dijo Tía Petunia. "La ventana está abierta!"
"Oh, sí, perdona querida".
Los Dursley se quedaron en silencio. Harry podía escuchar el tintineo del desayuno "Fruit 'n' Bran mientras veía a la señora Figg., una chiflada amante de los gatos del cercano Paseo de Wisteria. Ella estaba frunciendo el ceño y refunfuñando sola. Harry estaba muy complacido de haberse escondido detrás del arbusto, ya que la señora Figg había tomado la costumbre de pedirle que fuera a tomar el té cuando se lo encontraba por la calle. Ella había girado la esquina y había desaparecido de la vista antes de que la voz de Tío Vernon se oyera de nuevo en la ventana.
"¿Dudders está fuera para el té?"
"En el Polkisses" dijo Tía Petunia cariñosamente. "Tiene muchos amiguitos, es muy popular..."
Harry reprimió un bufido con dificultad. Era realmente increíble lo estúpido que eran los Dursleys con su hijo, Dudley. Se tragaban todas las mentiras que su hijo les contaba acerca de ir a tomar el té con diferentes miembros de su pandilla todas las noches en las vacaciones de verano. Harry sabía perfectamente que Dudley no había estado tomando el té en ningún sitio; él y su pandilla pasaban las tardes destruyendo el parque infantil, fumando en las esquinas de las calles y tirando piedras a los coches y a los niños. Harry les había visto durante sus paseos vespertinos por Little Whinging; él había pasado la mayoría de las vacaciones deambulando por las calles, buscando recortes de periódico en las papeleras a lo largo del camino.
Las notas musicales de apertura del telediario de las siete hicieron que las orejas de Harry se alargaran y que su estómago se sacudiera. Quizás esta noche, después de un mes de espera, sería la noche.
"Record de veraneantes llenan los aeropuertos de España, la huelga de los controladores de equipaje se halla en su segunda semana"
"Tomándose una larga siesta, es lo que yo haría", gruñó Tío Vernon al final de la frase del periodista, pero no había problema: fuera en el arríate, el estómago de Harry se desapretó. Si algo había pasado habría aparecido con seguridad en la primera noticia; la muerte y la destrucción eran más importantes que los veraneantes.
Lanzó un lento suspiro y miró fijamente al brillante cielo azul. Todos los días del verano había sido lo mismo: la tensión, la expectación, el alivio momentáneo, y luego la creciente tensión de nuevo... y siempre, volviéndose más insistente cada vez, la misma pregunta, por qué no había pasado nada todavía.
Se mantuvo escuchando, sólo para el caso de que hubiera algunas pequeñas pistas, no reconocidas realmente por los Muggles -una inexplicable desaparición, quizás, algún accidente extraño... pero la huelga de los controladores de equipaje fue seguida por noticias sobre la sequía en el Sureste ("Espero que esté escuchando detrás de la puerta!" bramó Tío Vernon. "Él con sus rociamientos a las tres de la mañana!") luego un helicóptero casi había chocado en un campo de Surrey, luego el divorcio de una famosa actriz de su famoso marido ("Como si estuviéramos interesados en sus sórdidos asuntos", sorbió Tía Petunia, quien había estado siguiendo el caso obsesivamente en cada revista donde podía poner sus huesudas manos).
Harry cerró sus ojos contra el ahora brillante cielo de la tarde mientras el periodista decía, "-y finalmente, Bungy el periquito, ha encontrado una forma de mantenerse fresco este verano. Bungy, quien vive en las Cinco Plumas en Barnsley, ha aprendido ski acuático! Mary Dorkins nos lo cuenta."
Harry abrió sus ojos. Si habían llegado a poner cómo un periquito hacía ski acuático, no debería haber nada más que mereciera la pena escuchar. Rodó cautelosamente y se levantó sobre sus rodillas y codos, preparándose para andar a gatas por debajo de la ventana.
Se había movido dos pulgadas cuando varias cosas pasaron en un momento.
Un fuerte y resonante crack rompió el silencio como un disparo; un gato salió de debajo de un coche aparcado y desapareció de la vista; un chillido, un juramento y el sonido de porcelana al romperse salió del salón de los Dursley, y pensando que era la señal que Harry había estado esperando saltó al mismo tiempo que sacaba su varita de la cinturilla de sus vaqueros como si estuviera empuñando una espada. Pero antes de que pudiera levantarse del todo, su cabeza chocó contra la ventana abierta de los Dursley. El crash resultante del choque hizo chillar fuertemente a Tía Petunia.
Harry sintió como si su cabeza se hubiera partido en dos. Con los ojos llorosos se balanceó intentando enfocar la calle para divisar el origen del ruido, pero apenas se había puesto en posición vertical cuando dos grandes manos púrpuras pasaron a través de la ventana abierta y se cerraron cuidadosamente sobre su garganta.
"¡Pon eso lejos!" Gruñó Tío Vernon en la oreja de Harry. "¡Ahora! ¡Antes de que nadie lo vea!"
"¡Déjame!" jadeó Harry. Por unos segundos forcejearon, Harry tirando de los dedos como salchichas de su tío con su mano izquierda, la derecha manteniendo en diste firmemente su varita; después el golpe de su cabeza palpitó de forma particularmente desagradable, Tío Vernon gritó y se soltó de Harry como si hubiera recibido una descarga eléctrica. Una fuerza invisible parecía haber surgido de su sobrino, haciéndolo imposible de atrapar.
Jadeando Harry cayó hacia delante del arbusto de hortensia, se irguió y miró alrededor. No había señales de qué había causado el ruido anterior, pero había algunas caras asomadas a través de algunas ventanas cercanas. Harry guardó su varita en la parte de atrás de sus vaqueros y trató de parecer inocente.
"¡Una tarde encantadora!" gritó Tío Vernon, mirando a la señora del número siete, que estaba mirando airadamente detrás de sus cortinas. "Han oído el petardo de ese coche? Nos ha dado un susto a Petunia y a mí!"
Continuó sonriendo de oreja a oreja de una forma horrible, maniática hasta que todos los curiosos vecinos desaparecieron de sus ventanas, entonces la sonrisa se transformó en una mueca de cólera cuando le hizo señas a Harry para que le siguiera.
Harry se movía a unos pasos de él tomando cuidado de pararse lo suficientemente separado para que las manos de Tío Vernon no pudieran estrangularle.
"¿Qué diablos quieres conseguir, niño?" preguntó Tío Vernon con una voz que temblaba de furia.
"¿Qué quiero conseguir de qué?" dijo Harry fríamente. Siguió mirando a derecha e izquierda de la calle, todavía esperando ver la persona que había hecho ese chirriante sonido.
"Montando un alboroto como si alguien hubiera disparado con una pistola fuera de nuestra..."
"Yo no hice ese ruido" dijo Harry firmemente.
La cara delgada, de caballo de Tía Petunia apareció detrás de la ancha y morada de Tío Vernon. Estaba lívida.
"¿Por qué estabas acechando bajo nuestra ventana?"
"Sí, sí, buen punto, Petunia! ¿Qué estabas haciendo bajo nuestra ventana chico?"
"Escuchando las noticias" dijo Harry con voz resignada.
Su tía y su tío cruzaron una mirada.
"¿Escuchando las noticias? Otra vez!"
"Bien, cambian todos los días, no?" dijo Harry.
"¡No te pases de listo conmigo niño! Quiero saber qué es lo que realmente estabas haciendo- y no me digas más que estabas escuchando las noticias! Sabes perfectamente que tu mundo..."
"Cuidado Vernon!" dijo Petunia, y Tío Vernon bajó su voz tanto que Harry apenas le oía, "tu mundo no está en nuestras noticias!"
"Eso es lo que tú te crees" dijo Harry.
Los Dursley lo miraron unos segundos, luego Tía Petunia dijo, "Eres un desagradable mentiroso. ¿Qué pasa con todas esas..." ella también bajó su voz tanto que Harry tuvo que leer de sus labios la siguiente palabra "... lechuzas no te traen las noticias?"
"¡Ahá!" susurró Tío Vernon triunfantemente. "¿Qué me dices de eso? como si no supiéramos que esos pestilentes pájaros traen las noticias!"
Harry dudó por un momento. Le costaba un poco decir la verdad esta vez, incluso pensaba que su tía y su tío no podrían posiblemente saber lo mal que se sentía al admitirlo.
"Las lechuzas... no me están trayendo noticias" dijo en tono apagado.
"No puedo creerlo", dijo Tía Petunia en el acto.
"Yo tampoco"dijo Tío Vernon vigorosamente.
"Sabemos que estás haciendo algo divertido" dijo Tía Petunia.
"No somos estúpidos, lo sabes", dijo Tío Vernon.
"Bueno, eso es nuevo para mí", dijo Harry, su enfado aumentaba, y antes de que los Dursley pudieran llamarlo de vuelta, había empujado la puerta y atravesado el césped, pasado por encima de la baja tapia del jardín y estaba dando grandes zancadas calle arriba.
Se había metido en un lío y lo sabía. Tendría que dar la cara ante su tía y su tío después y pagar el precio de su grosería, pero no tenía que tener mucho cuidado por el momento; tenía asuntos más apremiantes.
Harry estaba seguro que el chirriantes ruido había sido hecho por alguien Apareciéndose o Desapareciéndose. Era exactamente el sonido que Dobby el elfo doméstico hizo cuando se desapareció en el aire. ¿Sería posible que Dobby estuviera allí en Privet Drive? ¿Podría Dobby estar siguiéndolo en ese momento? Cuando este pensamiento se le ocurrió se dio la vuelta y miró fijamente hacia abajo de Privet Drive, pero aparecía completamente desierta y Harry esta seguro de que Dobby no sabía cómo volverse invisible.
Anduvo apenas consciente de la ruta que estaba tomando, por esas calles que tan asiduamente había recorrido últimamente que sus pies le llevaron a sus lugares predilectos automáticamente. Cada pocos pasos se volvía a mirar sobre su hombro. Algo mágico había estado cerca de él cuando estaba tumbado a lo largo de las agonizantes begonias de Tía Petunia, estaba seguro de ello. ¿Por qué no habían hablado con él, por qué no habían establecido contacto, por qué se estaban escondiendo ahora?
Y después con su máximo sentimiento de frustración, estuvo cerca de escaparse.
Quizás no había sido un sonido mágico después de todo. Quizás estaba tan desesperado por cualquier signo de contacto del mundo al que pertenecía que estaba simplemente reaccionando desmesuradamente ante ruidos perfectamente ordinarios. ¿Podía estar seguro de que no había sido el sonido de algo rompiéndose en el interior de la casa de un vecino?
Harry sintió un apagado presentimiento en su estómago y antes de darse cuenta, el sentimiento desesperado que había estado importunándole todo el verano, apareció de nuevo.
A la mañana siguiente se levantaría por la alarma a las cinco en punto y podría pagar a la lechuza que le traía El Profeta pero ¿había alguna razón para seguir obteniéndolo? Harry simplemente echaba una mirada a la portada antes de tirarlo a un lado como los demás días; cuando los idiotas que trabajaban en el periódico por fin se dieran cuenta de que Voldemort había vuelto, sería un titular de primera página, y eso era lo único de lo que tenía cuidado Harry.
Si fuera afortunado, habría también lechuzas trayendo cartas de sus mejores amigos Ron y Hermione, con la expectación de que sus cartas no le trajeran las noticias que había llegado hasta ahora.
No podemos decir mucho sobre tú-ya-sabes-qué, obviamente... No hemos estado contando nada importante por si nuestras cartas van por mal camino... Estamos un poco ocupados pero no puedo darte los detalles aquí... Hay una cosa importante sucediendo, te lo contaremos todo cuando te veamos...
¿Pero cuándo iban a verle? Nadie había dicho algo parecido a una fecha concreta. Hermione había garabateado Espero que nos veamos muy pronto en el interior de su tarjeta de cumpleaños, ¿pero pronto cuánto pronto era? Tan lejos como él podía traslucir de sus cartas, Hermione y Ron estaban en el mismo sitio, presumiblemente en la casa de los padres de Ron. Él apenas podía aguantar pensar en los dos divirtiéndose en La Madriguera mientras el estaba atrapado en Privet Drive. De hecho, estaba tan enfadado con los dos que había tirado lejos, sin abrirlas siquiera, las dos cajas de chocolates de Honeydukes que le habían enviado por su cumpleaños. Se había arrepentido luego, después de la marchita ensalada que Tía Petunia había proporcionado para la pasada cena. ¿Y con qué estaban Ron y Hermione ocupados? ¿Por qué no estaba él, Harry, ocupado? ¿No había probado su capacidad de control mucho más que ellos? ¿Habían olvidado todo lo que él había hecho? ¿No había sido él quién había entrado en el cementerio y había visto a Cedric siendo asesinado, y había estado en esa lápida donde casi murió?
No pienses sobre eso, se dijo Harry a sí mismo con severidad por centésima vez en ese verano. Ya era suficientemente malo estar recordando el cementerio en sus pesadillas, sin tener que rememorarlo en sus momentos despierto también.
Giró en la esquina hacia Magnolia Crescent; a la mitad del camino pasó delante del estrecho callejón donde había visto a su padrino por primera vez. Sirius, al menos, parecía entender cómo se sentía Harry. Hay que admitir que sus letras estaban tan vacías de noticias como las de Ron y Hermione, pero al menos contenían palabras de precaución y consolación en lugar de atormentantes indirectas: Sé que esto debe ser frustrante para ti... No te metas en líos y todo estará bien... Ten cuidado y no hagas nada precipitado...
Bien, Harry pensaba, cuando cruzaba Magnolia Crescent, girando hacia la calle Magnolia y yendo hacia el oscuro parque infantil, que él había hecho cuanto Sirius le había dicho. Al menos había resistido la tentación de coger su baúl y su escoba y volar hasta La Madriguera solo. De hecho, Harry pensaba que su comportamiento había sido muy bueno considerando lo frustrado y enfadado que se sentía de haber estado atrapado en Privet Drive tanto tiempo, obligado a esconderse en arriates con la esperanza de oír algo que le indicara lo que Lord Voldemort estaba haciendo. Sin embargo, era un poco irritante que alguien que había estado en la prisión de los magos, Azkaban, escapado, asistido al asesinato por el cuál había sido condenado la primera vez, huido con un hipogrifo robado, le dijera que no hiciera nada irreflexivo.
Harry saltó por encima de la puerta cerrada del parque y salió cruzando la reseca hierba. El parque estaba vacío como las calles alrededor. Cuando alcanzó los columpios se sentó en el único que Dudley y sus amigos no habían roto aún, pasó su brazo alrededor de la cadena y miró taciturno al suelo. No podría volver a esconderse en el arríate de los Dursley de nuevo. Mañana tendría que pensar en alguna manera fresca de escuchar las noticias. Mientras tanto, no había pensado en sus otras inquietudes, la perturbada noche, porque incluso cuando escapaba de las pesadillas de Cedric tenía inquietantes sueños sobre largos y oscuros corredores, todos con la muerte al final y puertas cerradas con llave, que él suponía que tenían algo que ver con la sensación de atrapado que tenía cuando se despertaba. Algunas veces la vieja cicatriz en su frente picaba incómodamente, pero él no era tan tonto como para contarle a Ron, Hermione o Sirius como para suponer que ellos encontrarían eso interesante. En el pasado, su cicatriz le había dolido cuando Voldemort se estaba volviendo fuerte de nuevo, pero ahora Vodemort había vuelto y ellos pensarían que lo único que Harry intentaba era llamar la atención... nada de qué preocuparse... viejas noticias...
La injusticia era que todo brotaba en su interior por eso él quería gritar con furia. Si no hubiera sido por él, nadie habría sabido nunca que Voldemort había vuelto! Y su recompensa era estar atrapado en Little Whinging durante cuatro largas semanas, completamente fuera del mundo mágico, reducido a ocuparse de las agonizantes begonias para oír cómo los periquitos hacían ski acuático! ¿Cómo podía Dumbledore haberse olvidado de él tan fácilmente? ¿Por qué estaban Ron y Hermione juntos sin invitarle a estar con ellos? ¿Cuánto tiempo se suponía que tendría que aguantar a Sirius diciéndole que fuera un buen chico; o resistir a la tentación de escribir a El Profeta y contar que Vodemort había vuelto? Estos furiosos pensamientos giraban alrededor de la cabeza de Harry, y su interior se retorcía de ira como una bochornosa, suave noche cayendo a su alrededor, el aire lleno del olor templado, malos gases, y el único sonido del retumbante sonido del tráfico de las calles cerca del parque.
No sabía cuánto tiempo llevaba allí sentado en el columpio cuando las voces de sus meditaciones fueron interrumpidas y miró hacia arriba. Las farolas de las calles de alrededor arrojaban una borrosa luz suficiente para apreciar la silueta de un grupo de gente haciendo su camino a través del parque. Uno de ellos iba cantando fuerte una canción grosera. Los otros iban riéndose. Un suave ruido vino de sus caras bicicletas de carreras,
Harry sabía qué personas eran. La figura al frente era inconfundiblemente la de su primo, Dudley Dursley, poniendo camino a casa acompañado de su fiel pandilla.
Dudley estaba más vasto que nunca, pero un año de dura dieta y el descubrimiento de un nuevo talento había trabajado un cambio en su psíquico. Tío Vernon contaba con gran placer a todo el que quisiera escucharle, que Dudley se había convertido recientemente en el Campeón Junior de Pesos Pesados de la Escuela de Boxeo del Sureste. "El noble deporte", como Tío Vernon lo llamaba, había hecho a Dudley incluso más formidable que en sus días de escuela primaria. Harry no estaba ni remotamente asustado de su primo porque él no pensaba que fuera motivo de celebración el que Dudley hubiera aprendido a dar puñetazos duramente y con más precisión. Los niños de los vecinos alrededor estaban aterrorizados de él -incluso más aterrorizados que de "ese chico Potter" quién, según ellos pensaban, estaba siendo atendido en el Centro de Seguridad San Bruto para Criminales Incurables.
Harry miraba las oscuras figuras cruzando la hierba y se preguntaba a quién habrían estado pegando esa noche. Mirad alrededor, Harry se encontrópensando y mirándoles. Vamos... mirad alrededor... Estoy sentado aquí solo... vamos y mirad...
Si los amigos de Dudley le veían sentado allí, seguramente se irían derechitos hacia él, ¿y qué haría Dudley entonces? No querría perder su reputación delante de su pandilla, pero él había provocado terriblemente a Harry... sería muy divertido ver el dilema de Dudley, mofarse de él, mirarlo, con su impotencia a responderle... y si alguno de los otros trataba de pegarle, Harry estaba preparado, tenía su varita. Dejemos que prueben... le encantaba dar rienda suelta a su frustración con los chicos que una vez habían hecho de su vida un infierno.
Pero ellos no miraron alrededor, no le vieron, pasaron por la verja. Harry dominó su impulso de llamarles... buscar una huida no sería nada elegante... él no debía usar magia... podía ser expulsado.
Las voces de la pandilla de Dudley murieron lejos; estaban fuera de la vista, yendo a lo largo de la calle Magnolia.
Ahí está, Sirius, Harry pensó con desgana. Nada precipitado. Manteniéndome sin meterme en líos. Exactamente lo opuesto a lo que tú has hecho.
Se puso de pie y se estiró. Tía Petunia y Tío Vernon parecían sentir que cualquier hora a la que Dudley volviera estaba bien, y cualquier momento después de esa hora era demasiado tarde. Tío Vernon había amenazado con encerrar a Harry en la alacena si él volvía a casa después que Dudley otra vez, por eso, reprimiendo un bostezo, y todavía con el rostro ceñudo, saltó la puerta del parque.
La Calle Magnolia, como Privet Drive, estaba llena de grandes y cuadradas casas con perfectos jardines arreglados, todas propiedad de propietarios que conducían coches muy limpios igual que el de Tío Vernon. Harry prefería Little Whinging de noche, cuando las cortinas asemejaban parches de brillantes colores en la oscuridad y él no corría peligro de escuchar desaprobatorios murmullos sobre su apariencia de "delincuente" cuando pasaba por delante de los inquilinos. Andaba rápido por eso, a medio camino la pandilla de Dudley apareció a la vista de nuevo, estaban despidiéndose a la entrada de Magnolia Crescent. Harry se paró a la sombra de una gran lila y esperó.
"...chillando como un cerdito, no?" Malcolm estaba diciendo, riéndose a carcajadas con los otros.
"Buen gancho, Gran D," dijo Piers.
"¿Mañana a la misma hora?" dijo Dudley.
"Pasad por mi casa, mis padres estarán fuera", dijo Gordon.
"Nos vemos entonces", dijo Dudley.
"¡Adiós Dud!
"¡Nos vemos, Gran D!"
Harry esperó a que el resto de la pandilla se hubiera ido antes de seguir adelante. Cuando sus voces se habían desvanecido una vez más giró la esquina hacia Magnolia Crescent y andando muy rápido pronto acortó la distancia que lo separaba de Dudley, que estaba paseando con alivio, tarareando disonantemente.
"¡Hey, Gran D!"
Dudley se volvió.
"¡Oh!", gruñó. "Eres tú".
"¿Desde cuando eres Big D?" dijo Harry.
"Cállate", gruñó Dudley, dándose la vuelta.
"Un nombre guay", dijo Harry, sonriendo de oreja a oreja y yendo al lado de su primo. "Pero tú siempre serás "Ickle Diddykins" para mí".
"He dicho que TE CALLES!" dijo Dudley, cuyas manos como jamones se habían cerrado en sendos puños.
"¿No saben los chicos cómo te llama tu mamá?"
"Cállate la boca"
"A ella no le dices que cierre la boca. ¿Qué es de "Popkin" y "Dinky Diddydums", los puedo usar entonces?
Dudley no dijo nada. El esfuerzo por mantenerse sin pegar a Harry le estaba llevando toda su fuerza de voluntad.
"¿Y a quién habéis estado pegando esta noche?" preguntó Harry, desvaneciendo su amplia sonrisa. "¿Otro niño de diez años? Sé qué a Mark Evans hace dos noches -"
"Se lo buscó", gruñó Dudley.
"¿Ah, sí?"
"Fue descarado conmigo"
"¿Sí? ¿Dijo que parecías un cerdo andando sobre sus patas traseras?, eso no es grosero, Dud, eso es la verdad."
Un músculo se movió incontrolablemente en la mandíbula de Dudley. Esto proporcionó a Harry la enorme satisfacción de saber lo furioso que estaba poniendo a Dudley; sintió que estaba desviando su propia frustración hacia su primo, el único desahogo que tenía.
Giraron a la derecha hacia abajo del estrecho callejón donde Harry había visto por primera a Sirius y que formaba un corte entre Magnolia Crescent y el Paseo Wisteria. Estaba vacío y mucho más oscuro que las calles porque no había farolas. Sus pasos eran silenciosos entre las paredes de los garajes de un lado y la alta alambrada del otro.
"Te crees un gran hombre llevando es cosa, ¿verdad?" dijo Dudley después de unos segundos.
"¿Qué cosa?"
"Esa -esa cosa que estás escondiendo"
Harry sonrió de nuevo.
"No eres tan estúpido como pareces, ¿no? Pero supongo, que si lo fueras, no podrías andar y hablar al mismo tiempo"
Harry sacó su varita. Vio a Dudley mirarla de reojo.
"No lo tienes permitido" dijo Dudley al instante. "Sé que no puedes. Serías expulsado de esa monstruosa escuela a la que vas".
"¿Cómo sabes que no han cambiado las reglas, Gran D?"
"No lo han hecho," dijo Dudley pensando que no sonaba completamente convencido.
Harry se rió suavemente.
"No tienes cojones para jugar contra mí sin esa cosa, ¿no?" dijo Dudley con un gruñido.
"Considerando que necesitas cuatro tíos detrás tuya antes de pegar a un niño de diez años. ¿Sabes que el título de boxeo no puedes seguir manteniéndolo? ¿Qué edad tenía tu oponente? ¿Siete? ¿Ocho?"
"Tenía dieciséis, para tu información", gruñó Dudley, "y estuvo peleando veinte minutos antes de que acabara con él y era dos veces más pesado que tú. Tan sólo espera a que le cuente a papá que has sacado esa cosa..."
"Corriendo con papaíto ahora, ¿no? ¿Está este genio del boxeo asustándose de la repugnante varita de Harry?
"No puedes hacerme frente esta noche, ¿verdad?" rió Dudley con cara de desprecio.
"Es la noche, Diddykins. Es como nosotros la llamamos cuando todo se pone oscuro así."
"¡Me refiero a cuando estás en la cama!" Dudley gruñó.
Él había parado de andar. Harry se paró también, mirando fijamente a su primo. Con la poca luz que les llegaba podía vislumbrar la gran cara de Dudley, extrañamente triunfante.
"¿Qué quieres decir, no soy valiente cuando estoy en la cama?" dijo Harry, completamente pasmado. "¿A qué se supone que tengo que tenerle miedo, a almohadas o algo así?"
"Te escuché la pasada noche", dijo Dudley entrecortadamente. "Hablando mientras dormías. Gimiendo".
"¿Qué quieres decir?" repitió Harry, pero con una sensación fría en su estómago. Había visitado el cementerio en sueños la pasada noche.
Dudley se rió estridentemente, luego adoptó una aguda lloriqueante voz.
"¡No mates a Cedric! ¡No mates a Cedric! ¿Quién es Cedric, tu novio?"
"Yo -estás mintiendo," dijo Harry automáticamente. Pero su boca estaba ahora seca. Sabía que Dudley no estaba mintiendo ¿qué más sabría sobre Cedric?
"¡Papá! ¡Ayúdame papá! ¡Va a matarme, papá! ¡Boo hoo!"
"Cállate", dijo Harry pausadamente. "Cállate, Dudley, te lo advierto!"
"¡Ven y ayúdame papá! Mamá, ven a ayudarme! Ha matado a Cedric! Papá ayúdame! Va a... ¡No apuntes esa cosa hacia mí!
Dudley retrocedió hasta la pared del callejón. Harry estaba apuntando su varita directamente al corazón de Dudley. Harry podía sentir sus catorce años de odio hacia Dudley en sus venas. ¿Por qué no le daba ahora su merecido?
"No vueltas a hablarme de eso nunca más", dijo Harry con un gruñido. "¿Me has entendido?"
"Señala con esa cosa a otro sitio"
"He dicho, ¿me has entendido?"
"Señala a otro sitio"
"¿ME HAS ENTENDIDO?"
"PON ESA COSA LEJOS DE..."
Dudley hizo un jadeo raro, estremecido, como si hubiera sido sumergido en agua helada.
Algo pasó con la noche. El desparramo de estrellas sobre el cielo azul añil, se volvió de repente en un campo negro, y las luces (las estrellas, la luna y las farolas) desaparecieron. El ronroneo lejano de los coches y el murmullo de los árboles se había ido. La templada tarde se volvió de repente penetrante y fría. La oscuridad a su alrededor era total, impenetrable, silenciosa, como si una mano gigante hubiera dado sombra al callejón entero, dejándoles ciegos.
Por una décima de segundo Harry pensó que había hecho magia sin proponérselo, a pesar de que se había estado resistiendo todo lo fuerte que podía -después la razón llegó a sus sentidos- él no tenía el poder para apagar las estrellas. Giró su cabeza y miró a ambos lados, intentando ver algo, pero la oscuridad presionaba sus ojos como un pesado velo.
La aterrorizada voz de Dudley irrumpió en la oreja de Harry.
"¿Qué estás haciendo? ¡Páralo!"
"¡No estoy haciendo nada! ¡Cállate y no te muevas!"
"¡No puedo ver! ¡Me he quedado ciego! Yo..."
"¡He dicho que te calles!"
Harry se levantó girando sus ojos a derecha e izquierda. El frío tan intenso que estaba tiritando; la piel se le había puesto de gallina y los pelos de la nuca se le habían erizado -abría sus ojos todo lo que podía, mirando alrededor, sin ver nada.
No es posible... ellos no pueden estar aquí... no en Little Whinging... aguzó sus orejas... podría oírlos antes de verlos...
"¡Se lo diré a papá!" lloriqueó Dudley. "¿Dónde estás? ¿Qué estás ha..."
"¿Te callarás?" siseó Harry "Estoy tratando de escu..."
Pero se calló. Acababa de escuchar lo que se estaba temiendo.
Había alguien aparte de ellos en el callejón, alguien con sus traqueteantes, roncos alientos. Harry la horrible sacudida y se levantó temblando en el frío aire.
"¡Para eso! ¡Deja de hacer eso! ¡Te pegaré! ¡Lo juro!"
"Dudley, calla..."
WHAM
Un puño hizo contacto en un lado de la cabeza de Harry, haciéndole caer. Pequeñas blancas luces aparecieron delante de sus ojos. Por segunda vez en una hora Harry sintió como si su cabeza se hubiera partido en dos; al momento siguiente, había aterrizado en el duro suelo y su varita había volado fuera de su alcance.
"¡Imbécil!" Harry gritó, sus ojos nublados por el golpe mientras se frotaba sus rodillas y manos, sintiéndose desesperado en la negrura. Escuchó a Dudley golpear la alambrada del callejón y dar un traspiés.
"¡DUDLEY VUELVE! ¡ESTÁS CORRIENDO DERECHO A ELLOS!"
Hubo un horrible chillido y los pasos de Dudley pararon. Al mismo tiempo, Harry sintió deslizarse un frío helado detrás de él lo que sólo significaba una cosa. Había más de uno.
"¡DUDLEY MANTÉN TU BOCA CERRADA!¡HAGAS LO QUE HAGAS MANTÉN TU BOCA CERRADA! ¡Varita!" Harry murmuró desesperadamente, sus manos volando sobre el suelo como arañas. "Dónde... varita... vamos... ¡lumos!
Dijo el hechizo automáticamente, desesperado porque la luz pudiera ayudarle en su búsqueda -y no creyendo su alivio, centellas luminosas salieron de su mano derecha -la punta de la varita había prendido.
Se le revolvió el estómago.
Una figura dominante, con capucha estaba deslizándose suavemente hacia él, quedándose suspendido en el suelo, ningún pie o cara era visible bajo sus túnicas, chupando en la noche.
Tropezando hacia atrás, Harry levantó su varita.
"¡Expecto patronum!"
Una voluta de vapor plateada salió de la punta de la varita y el Dementor se entorpeció, pero el hechizo no había trabajado bien; tropezando con sus propios pies, Harry se alejó del Dementor, el pánico nublaba su cerebro -concéntrate-
Un par de grises, escuálidas, costrosas manos emergieron del interior de las túnicas del Dementor, avanzando hacia él. Un apresurado ruido llenó los oídos de Harry.
"¡Expecto patronum!"
Su voz sonó débil y distante. Otra voluta de humo plateado, más débil que el anterior, brotó de la varita -no podía hacer nada más, no podía hacer que el hechizo funcionara.
Hubo una risa en el interior de su cabeza, estridente, aguda risa... podía oler el aliento pútrido, frío como la muerte del Dementor llenando sus propios pulmones, ahogándolo -piensa... algo feliz...
Pero no había ninguna felicidad en su interior... los gélidos dedos del Dementor se estaban cerrando alrededor de su garganta -la aguda risa estaba creciendo más y más fuerte, una voz hablaba en el interior de su cabeza: "Hazle una reverencia a la muerte, Harry... no habrá dolor... no sabría... nunca he muerto..."
No volvería a ver a Ron y Hermione nunca más...
Y sus caras estallaron claramente en su cabeza y peleó por respirar.
"¡EXPECTO PATRONUM!"
Un ciervo plateado enorme salió de la punta de la varita de Harry; sus astas se clavaron en el sitio donde el Dementor debía tener el corazón; lo lanzó lejos, tan pesado como la oscuridad, y cuando el ciervo volvió a la carga, el Dementor se abalanzó lejos, como un murciélago y derrotado.
"¡POR AQUÍ!" Harry gritó al ciervo. Dándose la vuelta, corrió a toda velocidad por el callejón, agarrando la luz que arrojaba su varita. "¿DUDLEY? ¡DUDLEY!"
Había corrido apenas una docena de pasos cuando les alcanzó: Dudley estaba acurrucado en el suelo, sus brazos le cubrían la cara. Un segundo Dementor estaba agazapado encima de él, agarrando sus muñecas con sus escuálidas manos, presionándolas lentamente, casi amorosamente, descendiendo su capucha delante de la cara de Dudley para darle el Beso.
"¡CÓGELO!" chilló Harry, y con un apresurado y fuerte sonido, el ciervo plateado que él había conjurado fue galopando hacia él. Los ojos del Dementor estaban cerca de la cara de Dudley cuando un asta plateada lo capturó; la cosa fue lanzada al aire y, como su compañero, planeó lejos y fue absorbido en la oscuridad; el ciervo galopó hasta el final del callejón y se disolvió en una neblina plateada.
La luna, las estrellas y las farolas volvieron a la vida. Una brisa templada barrió el callejón. Los árboles se agitaban en los jardines vecinos y el rumor de los coches en Magnolia Crescent llenaron el aire de nuevo. Harry se levantó con todos sus sentidos vibrando todavía, volviéndose abruptamente a la normalidad. Después de un momento, fue consciente de que su camiseta le estaba pegada; estaba bañado en sudor.
No podía creer lo que acababa de pasar. Dementores allí, en Little Whinging.
Dudley yacía acurrucado en el suelo, lloriqueando y agitándose. Harry se agachó para ver si estaba en condiciones de levantarse, pero entonces oyó un fuerte ruido, pasos corriendo detrás de él. Instintivamente levantó su varita de nuevo, aguardando al recién llegado.
La señora Figg, su vieja chiflada vecina, apareció a la vista. Su canoso gris pelo escapaba de su moño, una bolsa de la compra estaba balanceándose en su muñeca y en sus pies llevaba sus zapatillas de andar por casa. Harry fue a guardar apresuradamente su varita, pero...
"¡No pongas eso lejos, niño idiota!" chilló ella. "¿Y si hay más de ellos por aquí cerca? ¡Oh, voy a matar a Mundungus Fletcher!"
Notas de traductora:
Holaaaaaaa!!!!!! Por fiiiiiinnn!!!! Aquí esta traducido el primer capítulo!! Espero que os guste ^^ A los que entiendan inglés, les aconsejo que se lean el 5º libro en inglés, porque está genial, en serio. Bueno, ahora voy a empezar a traducir el segundo capítulo, supongo que lo tendré o para esta semana o para la que viene, tener en cuenta que el 2º capi tiene 19 páginas y a parte de traducir tengo otras cosas que hacer, de todas formas, lo subiré lo antes posible. SI QUEREIS QUE SUBA EL 2º CAPÍTULO TRADUCIDO DEJADME REVIEWS, SI NO, NO LO SUBIRÉ. Besos. Arwen
