Draco, sus padres y maestros, todos ellos pertenecen a JKR (como si ustedes no lo supieran).
Severus Snape siendo dueño de un cuervo pertenece a J.L. Matthews (vayan todos a leer su historia. Es grandiosa). Sin embargo encontré un nuevo nombre para él esta vez.
El nombre de la pandilla "Tiburones" está tomada del musical "West Side Story", por supuesto. No recuerdo dónde encontré el nombre "Rakers" pero debo haberlo leído en alguna parte.
La idea de Snape con una familia propia viene del fic de Al "Time of trial". (Gracias, Al. Parece que siempre tengo las mejores ideas leyendo tus fics).
Notas de la autora:
Por favor, no se confundan. Esta no es una secuela ni una precuela de "Mi nombre es Severus" o de "Harry Potter, Conserje de Hogwarts". No encaja con ninguno de los dos. Es ese fic sobre Draco que he estado planeando por tanto tiempo.
Notarán que Hogsmeade es mucho más grande en esta historia que en los libros. No es una villa. Es un pueblo grande, casi una ciudad, pero todavía está habitada únicamente por gente del mundo mágico.
Y Snape podría parecer un poco (de acuerdo, un mucho) OOC. Eso es porque estoy mostrándolo como un hombre común con una familia y no puede ser solitario y amargado por eso. Todavía es el mismo viejo bastardo para los Gryffindors, pero es amable y cariñoso con su familia y Draco es su consentido después de todo.
Nota de la traductora:
Silverfox es de Austria (no confundir con Australia) y su lengua materna es el alemán, pero escribió "Runaway Dragon" en inglés, si deseas leer la versión original, puedes encontrarla en fanfiction.net y si deseas escribirle (en alemán o inglés, preferentemente), su dirección es silverfox@kabsi.at
DRAGÓN FUGITIVO
Por Silverfox
Traducción: Daga
Capítulo 1: "ESE PERRO" EN DIAGON ALLEY
Draco Malfoy estaba sentado en su habitación de Malfoy Manor mirando enojado por la ventana un perfecto cielo azul veraniego. Preferiría nubes oscuras de lluvia. Habrían combinado mucho mejor con su actual estado emocional.
Había llegado de la escuela apenas hacía dos horas. Un chofer lo había recogido en la estación y lo había llevado a Malfoy Manor sin decir una sola palabra. Draco sospechaba que la razón de que el sirviente ni siquiera lo hubiera saludado apropiadamente era porque estaba luchando demasiado por no estallar en carcajadas ante la vista de Draco luego de que éste hubiera sido hechizado por Potter y su pandilla en el tren.
El mayordomo de la familia, quien le dio la bienvenida cuando entró a la casa mostró un poco menos de autocontrol. Había sonreído y había llevado a Draco directamente a la cocina donde el cocinero, quien además era muy bueno en medicina mágica, había removido rápidamente hasta el último rastro de los hechizos. A Draco en realidad no le molestaba la sonrisa del mayordomo. No había sido una sonrisa condescendiente. Era más bien del tipo conspirador. La misma sonrisa que había tenido cuando Draco era más joven y se había raspado las rodillas por escaparse por una ventana cuando su padre le había impuesto arresto domiciliario en una ocasión. Lo había llevado con el cocinero también entonces. Y nunca se lo reportó a su padre.
A Draco le agradaba el mayordomo y sospechaba que él le agradaba al mayordomo también a pesar de que difícilmente hablaban a menos que fuera acerca de negocios. Lucius Malfoy no aprobaría que su hijo charlara con los sirvientes comunes.
-Su padre salió a Londres para encargarse de algunos negocios con el Ministerio, me parece –le informó el mayordomo una vez que estuvo presentable de nuevo-. No volverá hasta la tarde y sugirió que usted puede cenar sin él si no ha vuelto a tiempo.
Draco asintió. Eso significaba que probablemente estaba atendiendo asuntos de Lord Voldemort y no del Ministerio. No estaba seguro de si los sirvientes tenían alguna idea de la afiliación de su padre con el Lord Oscuro. Probablemente no.
-¿Y madre? –preguntó para apartar su mente de preguntarse qué sería tan importante como para que Lucius no se presentara para la llegada de su hijo al que no había desde las vacaciones de Pascua. No era que Lucius usualmente estuviera ahí para saludarlo cuando llegaba de la escuela.
-En alguna reunión de té, me parece.
Por supuesto. ¿Dónde más podría estar? Narcissa Malfoy siempre estaba en una reunión de té o en otra. A menos por supuesto que estuviera a la mitad de prepararse para alguna. Draco difícilmente la veía. Sabía que ella lo amaba a pesar de que no estaba tan seguro con respecto a su padre. Algunas veces pensaba que sólo era algún objeto de prestigio para su padre. Como un trofeo para exhibir y jactarse delante de sus amigos y socios de negocios. Draco nunca estaba seguro de a cuál categoría pertenecía la gente que su padre le presentaba algunas veces. La diferencia era difícil de decir. Tal vez Lucius Malfoy no tenía amigos del todo. Draco ni siquiera estaba seguro de tener amigos él mismo. De alguna manera Vincent Crabbe y Gregory Goyle realmente no encajaban con eso.
Como ninguno de sus padres estaba en casa para hablarles, Draco fue a su cuarto para observar a los elfos domésticos desempacar el contenido de su baúl y esperar a que sus padres volvieran a casa. Su madre entró unos pocos minutos. Lo abrazó y besó y corrió para que su doncella elfa le hiciera una manicura. No tenía tiempo para hablar con Draco.
Y eso era exactamente lo que Draco quería justo ahora. Contarle a alguien acerca de su año escolar. Acerca de lo que Potter y su pandilla le habían hecho en el tren camino a casa, sobre todas las veces que se habían burlado de él, acerca de esa horriblemente buena escoba que tenía Potter, acerca de necesitar una nueva escoba también para ser capaz de ganarle en el quidditch, acerca de esa desagradable sangresucia de Granger que había sacado las notas más altas otra vez...
Draco habría preferido hablar de esas cosas con su madre. Madre nunca lo acusaba de ser inadecuado cuando le contaba sus cosas. La actitud de su padre hacia sus quejas era usualmente "estoy seguro de que todo es tu culpa. Simplemente eres una pequeña rata buena para nada, pero tengo que mantener las apariencias ante los demás".
Las apariencias eran la cosa más importante en la familia Malfoy. Esa era la cosa que sus padres tenían en común. En el caso de su madre era cómo lucía ella y el caso de su padre era la apariencia de una familia respetable y con buen funcionamiento. Lo último incluía un hijo con buen funcionamiento que obtuviera las mejores notas en la escuela. Desafortunadamente, Draco no podía complacerlo en eso. Hermione Granger simplemente era demasiado buena para él. no importaba cuánto se esforzara, Hermione siempre era mejor.
Y el profesor Snape simplemente no parecía entender. Seguía diciéndole que era un buen estudiante y que debería dejar de trabajar tan duro y simplemente disfrutar algunas veces, que no era bueno para él estudiar todo el tiempo. Draco usualmente le señalaba que, después de todo, estaba en el equipo de Quidditch y tenía suficiente ejercicio físico con su entrenamiento. Pero Snape insistía en que lo que necesitaba no era ejercicio físico sino relajarse y tener diversión. "Y no te diviertes cuando estás jugando Quidditch, Draco" decía "Te he visto bastante. Lo conviertes en un trabajo tan serio como tu estudio. Algunas veces pienso que obtendrías mejores resultados si no te esforzaras tanto".
Eso podía ser realmente disgustante. No era que no le agradara Snape por lo general. Él siempre estaba ahí para él cuando necesitaba ayuda o consejo, pero realmente odiaba cuando Snape le decía exactamente lo opuesto de lo que decía su padre. Eso lo confundía. Sabía que tenía que obedecer a su padre. Su padre, por supuesto, siempre tenía la razón. ¿Entonces por qué Snape no concordaba con él algunas veces?
Bueno, justo ahora ni Snape ni Narcissa estaban disponibles para hablar, así que tenía que esperar a su padre. Lucius era el único al que podían dirigirse los pedidos de escobas nuevas, de todos modos. Narcissa escucharía y asentiría con simpatía, peor no podía salir y comprársela. Ese era el trabajo de su padre.
Pasaron horas antes de que Draco finalmente oyera cerrarse una puerta escaleras abajo. Su padre había llegado. Nadie más se atrevía a dar portazos en Malfoy Manor. Eso también indicaba que su padre estaba enojado y probablemente no estaría de buen humor como para escuchar las quejas de Draco, pero Draco había esperado demasiado. Iba a correr el riesgo de ser enviado de vuelta a su habitación con brusquedad. Se puso en pie de un salto y corrió al salón de entrada.
-¡Padre! ¡Estás en casa! –gritó alegremente y lo abrazó.
Y entonces lo olió. Su padre estaba ebrio. Era realmente el peor momento para acercársele. Lucius Malfoy era peligroso cuando estaba ebrio, muy peligroso. Draco sabía que debía mantenerse lejos del alcance de su padre a cualquier costo bajo esas circunstancias.
Pero era demasiado tarde. No podía retroceder. Lucius lo miró, sus ojos brillando con furia.
***
Se estaba haciendo tarde. Severus Snape estaba paseando por Diagon Alley inseguro sobre qué hacer. Los alumnos finalmente se habían ido y tenía todo el verano por delante para disfrutar, pero su esposa infortunadamente había decidido que era el momento perfecto "para deshacerse de ese perro", como había indicado ella.
"Ese perro" era un lindo pequeño bastardo de ascendencia irreconocible. Tenía pelaje amarillo con algunas pequeñas manchas blancas. Una oreja se mantenía erguida en un triángulo perfecto, la otra colgaba casi hasta su ojo. Tenía, en opinión de Severus, los más lindos ojitos de cachorrito y una adorable sonrisa cuando miraba directamente hacia él, como estaba haciendo justo ahora. Su larga y peluda cola se agitaba con entusiasmo. Era un perrito muy alegre.
Severus lo había encontrado unas pocas semanas antes justo ahí en Diagon Alley cuando había ido de compras por ingredientes de pociones para la escuela. El perrito yacía malherido y no había nadie cerca que pudiera ser su dueño. Así que Severus lo había recogido y lo había llevado a casa para cuidar de su pata herida.
Su esposa, sin embargo, no había estado muy contenta con eso, así que Severus había prometido regresar al perro con su dueño tan pronto como su pata estuviera sana. Y Sarah había decidido que ese era el día perfecto para hacerlo.
Severus había estado paseando por Diagon Alley y todas sus pequeñas callejuelas laterales por casi el día entero. Había preguntado a cada dueño de tienda y cada residente al menos dos veces y había molestado a montones de compradores, pero nadie sabía a quién pertenecía Ese Perro. Nadie excepto Ese Perro, claro está, quien estaba convencido de que pertenecía a Severus y que nadie tenía permiso de interponerse entre él y su amo, como había descubierto un muy enojado dueño de una tienda de mascotas cuando trató de sacar al animal de su tienda luego de que le diera un gran susto a sus preciosos gatos de raza.
Ese dueño de tienda no había probado ser muy útil, por supuesto, y Severus había tenido que pagar a disgusto la cuenta del medimago. Sarah no estaría contenta de escuchar sobre el incidente. Estaban ya bastante mal de dinero, de todos modos.
Severus y Ese Perro doblaron la última esquina en Diagon Alley por tercera vez en ese día y Severus se preguntó ligeramente qué hacer a continuación. Podía ya fuera irse a casa y volver otro día, o podía tratar de preguntar en Knockturn Alley ahora, lo cual era un mal momento, porque ya estaba oscureciendo y era cuando cuando los clientes empezaban a llegar ahí. Por supuesto que necesitaba preguntar a tanta gente como fuera posible si realmente quería encontrar al dueño de Ese Perro, pero de alguna manera no deseaba hablar con el particular tipo de gente que frecuentaba Knockturn Alley. Preferiría conservar a Ese Perro. Sarah, por otro lado...
Repentinamente escuchó un suave sollozo. Ese Perro empezó a gemir con simpatía. Severus siguió el sonido y encontró una pequeña figura muy familiar acurrucada al final de la esquina, sollozando.
-¿Draco? –preguntó Snape sorprendido-. ¿Qué estás haciendo aquí a esta hora? Se supone que debes estar en casa. ¿Cómo llegaste hasta aquí, en todo caso?
Draco levantó la mirada hacia la figura borrosa de su maestro, con ojos llenos de lágrimas, y continuó sollozando. Ese Perro gimió todavía más fuerte, sintiendo pena por el niño que lloraba.
-Vamos, Draco. Te llevaré a casa –ofreció Snape.
-N... no –sollozó Draco-. Él me matará. No puedo ir a casa... nunca.
-¿Por qué no? –preguntó Snape confundido. ¿Qué se suponía que iba a hacer con el muchacho? No podía simplemente llevarlo a su dormitorio o con Madame Pomfrey en mitad de las vacaciones.
-Él la mató –sollozó Draco.
"¿Él la mató?" pensó Severus. ¿No había dicho Draco "Él me matará" antes de eso?
-¿Quién mató a quién? –preguntó al muchacho pronunciando cada palabra muy lenta y claramente. Necesitaba una respuesta clara.
-Mi p... pa... padre –sollozó Draco todavía más fuerte-. M... m... madre.
"¿Qué?" ahora esto se estaba volviendo muy confuso. Snape trató de recordar si había un hechizo para hacer que alguien dejara de llorar. ¿Tal vez Draco podría explicarse si tan sólo dejara de llorar?
-¿Qué hay con tu padre? –intentó pacientemente. ¿Qué otra cosa podía hacer? No conocía un hechizo para eso y no era tampoco el lugar o el momento para preparar una poción aún si hubiera tenido consigo todos los ingredientes necesarios.
-Mi padre... mató... a mi madre –finalmente logró decir Draco.
-¡¿Qué?!
-Estaba ebrio… Y lo hice enojar… Me golpeó… Y entonces… Entonces llegó Madre. Se interpuso… Corrí… Padre estaba gritando… Lo escuché golpearla… Y ella gritó… Y… entonces ya no oí nada... me acerqué de regreso. Y había sangre por todas partes. Madre estaba tendida en el suelo y no se movía y Padre estaba de pie junto a ella. Me miró y nada más supe que me mataría si me... si me quedaba... ¡Por favor, no me lleve de vuelta!
Snape sólo miró a Draco durante todo el párrafo entrecortado. ¿Lucius Malfoy golpeando a su hijo y su esposa? Bueno, sabía que Lucius era un hombre serio y en ocasiones cruel, ¿pero perder el control de esa manera?
-Draco, cálmate ya. Esto seguro de que parece terrible, pero debes haber sobrerreaccionado. Tu padre nunca mataría a tu madre. Tal vez ella sólo cayó y se golpeó la cabeza. Las heridas en la cabeza sangran terriblemente, pero eso no significa que esté muerta. Vamos. Te llevaré a casa y verás que tu madre está bien. Estoy seguro de que estará curada ahora –ofreció su mano a Draco otra vez.
-No. Él la mató –insistió Draco sacudiendo la cabeza violentamente.
-De acuerdo, iré primero y veré cómo está. Tú espera afuera y si todo está bien, volveré y te llevaré –sugirió Snape.
-No. Él lo matará a usted también –rehusó Draco, obviamente asustado por la sola sugerencia de que Snape entrara a Malfoy Manor.
-¿Qué? ¿Quieres que consiga a los aurors para ver si tu madre aún vive?
Draco asintió. Parecía gustarle la idea.
-De acuerdo, le diré a los aurors, pero tenemos que esperar hasta mañana. Se ponen muy gruñones si se les llama para nada a una hora tan tardía -¿pero qué hacer con el muchacho mientras tanto?-. Te llevaré a casa para que pases la noche.
-No. Padre me matará –tembló Draco.
-No a tu casa –suspiró Snape-. A la mía.
Con eso Draco parpadeó, dejando de sollozar y empezó a secarse las lágrimas con las manos. Snape le dio un pañuelo.
-Gracias.
Ese Perro dejó de gemir y cuando Draco se levantó y puso gentilmente su mano en la de Snape, empezó a sonreír de nuevo y corrió alrededor de los dos agitando su cola.
-¿Ese es su perro? –preguntó Draco en el camino de vuelta al Leaky Cauldron.
-Eso piensa él –suspiró Snape.
Tomaron la Red Flu hasta la estación flu pública en Hogsmeade y de repente Draco comprendió que no tenía idea de dónde vivía Snape cuando no estaba en Hogwarts. No se dirigían a Hogwarts, pro lo que podía ver. Nadie podía aparecer en Hogwarts, pero se podía llegar bien con polvos flu. Cualquiera que fuera el lugar en el que Snape vivía, obviamente no tenía su propia chimenea. Eso no se sentía bien. Incluso los Weasleys podía pagar su propia chimenea, Draco sabía eso. Repentinamente se preguntó cuánto ganaban sus profesores en Hogwarts.
Snape salió de la chimenea y puso en el suelo a Ese Perro, al cual había cargado a través del viaje flu. Los perros podían simplemente entrar a las chimeneas con sus dueños, pero Severus no quiso arriesgarse a asustar a Ese Perro porque era muy pequeño. Era por eso que había decidido cargarlo como a un gato.
Ese Perro sonrió a los dos humanos y los precedió por el camino hacia el pqueño río que corría a través de la ciudad. Obviamente sabía cuál era el camino a casa. Draco esperaba que eso significara que no estaba muy lejos. Hogsmeade era una gran ciudad aún a pesar de que los estudiantes de Hogwarts sólo visitaban su centro durante sus fines de semana ahí.
Pronto alcanzaron el río y caminaron junto a él por un rato. Draco nunca había estado en esa parte de la ciudad antes. No había tiendas ahí que intereSarahn a los niños. Ese Perro los guió hacia el puente que cruzaba el río.
-No vamos a ir ahí, ¿o sí? –preguntó Draco a Snape cautelosamente.
Su padre le había advertido no cruzar ese puente.
-Sé que no es la mejor parte de la ciudad, pero estarás bien siempre que permanezcas cerca de mí. No son malas personas cuando los conoces.
Draco miró a Snape con extrañeza. "No la mejor parte de la ciudad" era un eufemismo. De acuerdo con el padre de Draco, era exactamente lo opuesto, un lugar donde sólo vivía la basura del mundo mágico. Squibs, sangresucias, hombres lobo y desempleados. Draco se preguntó como un profesor de Hogwarts encajaba ahí, pero no se atrevió a preguntarlo en voz alta. ¿Tal vez Snape había nacido ahí y simplemente nunca se había molestado en mudarse? De alguna manera eso tampoco parecía verosímil.
Cruzaron el puente y Draco pronto vio a qué se refería su padre. Las casas eran pequeñas por ahí y a medida que caminaban veían más y más cabañas ruinosas urgidas de reparaciones. Siguieron el río más y más lejos del centro de la ciudad y de repente las casas fueron más grandes otra vez. Edificios de apartamentos, comprendió Draco con sorpresa. No sabía siquiera que existieran en Hogsmeade. Hasta los magos más pobres que conocía vivían en sus propias casas. Bueno, obviamente había estado equivocado al respecto.
Snape ahora lo guió apartándose del río. Esa parte de la ciudad era muy oscura, pero Draco podía ver las formas de los arbustos y árboles a su alrededor e inconscientemente se acercó a Snape. Ese tenía que ser el conocido Parque Merlín, la parte más pobre y plagada de crímenes de Hogsmeade. Hasta los aurors, le había dicho Lucius a Draco, temían cruzar el Parque Merlín solos después de oscurecer. Snape sin embargo no parecía tener dudas al respecto. Al menos esta era la peor parte de la ciudad. Eso mejoraría tan pronto como dejaran la vecindad inmediata al parque.
Pero no sucedió así. Ese Perro ladró excitadamente y corrió hacia uno de los edificios de apartamentos que rodeaban el parque. Se detuvo frente a la puerta y esperó agitando su cola alegremente.
-¿Aquí? –preguntó Draco a Snape con duda.
-Sé que no es a lo que estás acostumbrado, pero necesitas un lugar para pasar la noche y esto es todo lo que puedo ofrecer.
Draco contempló la sucia entrada. Era mejor que dormir en el suelo de una esquina en Diagon Alley, supuso. Y al menos ya no estaba solo.
Draco observó a Snape abrir la puerta con una llave muggle ordinaria. Entraron, todavía precedidos por Ese Perro. La escalera era estrecha y oscura. ¿Y qué podía ser ese olor? Draco arrugó la nariz, pero decidió no comentar. Se estaba sintiendo más que ligeramente avergonzado de ver todo eso. Especialmente cuando pensaba en Malfoy Manor. Estaba seguro que Snape habría preferido hacer cualquier cosa antes que mostrarle a uno de sus alumnos donde vivía. Especialmente a un chico adinerado como Draco.
Había un pequeño punto luminoso en el muro justo junto a la puerta. ¿Qué era eso? Draco se apartó de ahí mirándolo cautelosamente. No se movió.
-¿Se supone que eso esté ahí? –preguntó a Snape, que estaba cerrando la puerta.
Snape lo miró interrogante. Draco señaló el punto rojo con la cabeza... y Snape rió.
-Draco, eso es sólo el interruptor de la luz. Brilla para que sea más fácil de encontrar en la oscuridad.
-¿Interruptor de la luz? –parecía que el objeto debía estar ahí y además no era peligroso, pero Draco no sabía al respecto.
-Nunca has visto luz eléctrica, ¿o sí? –Snape sonaba ligeramente divertido-. Es tecnología muggle. La usan para iluminar sus hogares.
-No es muy efectiva –decidió Draco-. Apenas puedo ver nada.
-Eso es porque no está activada –ahora Snape parecía estar luchando para no reírse-. Para eso es el interruptor, para activarla. Tienes que presionar el botón brillante. Como esto, mira –tocó el punto brillante con el pulgar y de repente un objeto redondo sobre la puerta empezó a brillar ligeramente, parpadeó unas cuantas veces y entonces emitió una firme y brillante luz blanca. Se veía como un sol en miniatura. Draco lo miró, pero eso lastimó sus ojos así que volteó hacia el interruptor una vez más. Ese Perro estaba ladrando impacientemente, su voz resonando terriblemente por toda la casa, pero Snape lo ignoró. Estaba disfrutando demasiado la reacción de Draco ante la pequeña pieza de cultura muggle. Qué mal que no tenía un TV. No había duda de que eso habría fascinado al muchacho por horas cuando menos.
Draco descubrió que la pequeña luz roja se había ido, pero había un pequeño, oscuro, casi negro botón en el muro. ¿Eso era?
-Los bombillos continuarán brillando por unos minutos, luego se apagarán otra vez para ahorrar energía. Entonces los botones rojos empezarán a brillar otra vez. Un inteligente pequeño truco que usan los muggles en lugar del lumos.
-¿Qué hace esto aquí? No hay muggles en Hogsmeade. Podríamos simplemente usar lumos.
Snape empezó a escalar la estrecha escalera y Draco lo siguió tratando de ignorar la suciedad y el graffiti en los muros.
-Puede que no haya muggles aquí, pero hay muchos squibs que viven en esta parte de la ciudad. Y es más cómodo para los niños también. ¿Qué habrías hecho si no hubiera estado contigo? No tienes permiso de usar magia durante las vacaciones.
-Oh, Padre siempre encuentra una manera de evadir esa estúpida ley. ¿Usted no?
-Supongo que sé cómo lo hace él, pero no tengo el dinero necesario para salir de problemas si me atrapan. Te agradeceré que obedezcas la ley mientras estés conmigo.
Draco miró hacia los sucios escalones bajo sus pies. Debería tratar de evitar hablar de cualquier cosa que pudiera tener alguna remota conexión con el dinero de su padre, decidió. Eso era extraño. Normalmente Draco disfrutaba presumiendo sobre la riqueza de su padre y avergonzando a la gente por ser pobre. Eso lo hacía sentirse fuerte y superior, pero esta vez se sentía avergonzado y culpable por sacar a colación el tema. Como si hubiera algo malo con ser rico y no pobre. ¿Qué era ese sentimiento? Había llegado a él demasiado de repente.
-Sí, señor –dijo sumisamente-. No se preocupe. No causaré ningún problema.
Snape sonrió y se inclinó para recoger a Ese Perro, que estaba exhausto de brincar a su alrededor todo el día y de repente encontraba difícil subir todos esos escalones.
Y entonces, sin ninguna advertencia, estaban de nuevo en la oscuridad.
-¿Qué pasó? –preguntó Draco sorprendido.
-Las luces se apagaron. Te dije que sólo permanecerían por unos minutos. No te preocupes. Hay un interruptor en cada piso. Sólo busca otro botón rojo luminoso.
Siguieron en la oscuridad y pronto Draco encontró otro punto rojo luminoso.
-Ahí está –susurró con excitación.
Snape sonrió en la oscuridad. El muchacho sonaba como si esperara que el botón huyera si hablaba demasiado alto. Presionó el botón y las luces regresaron en los pisos arriba y debajo de ellos. Draco miró la lámpara sobre sus cabezas, esperado que se encendiera también, pero permaneció apagada.
-¿Qué está mal? ¿Por qué esta tarda tanto?
-Porque está rota –explicó Snape con un suspiro. No tenía idea de cuánto tiempo podía un quinceañero estar fascinado por una simple luz eléctrica-. No ha funcionado en años.
-¿Por qué no la arregla?
-Porque no soy electricista. Sé cómo funciona la electricidad teóricamente, pero no puedo construir o reparar aparatos eléctricos.
-¿Usted sabe cómo funciona? ¡Wow! ¿Pero por qué no puede repararla con un hechizo?
-Porque tendría que saber qué es exactamente lo que está mal para hacer que el hechizo funcione. Esas cosas son muy complicadas y la mayor parte está escondida dentro del muro. Necesitaría un electricista para que lo repare.
-¿Qué es un electricista?
-Alguien cuyo trabajo es reparar cosas eléctricas.
-¡¿Hay gente que no hace nada más que eso?!
-Bueno, supongo que harán otras cosas en su tiempo libre –Snape sonrió. El muchacho era encantador cuando estaba confundido.
-¿Entonces por qué no consigue uno de esos electricistas para reparar la vela?
Ahora Snape estaba riendo a carcajadas.
-No es una vela. Se llama una lámpara. Y no puedo hacer que alguien la repare porque no me pertenece.
-Oh. Bueno, ¿a quién pertenece?
-Al dueño del edificio, supongo –Snape se encogió de hombros.
-¿Y por qué no consigue un electricista para reparar la lámpara?
-Tres razones, creo. No vive aquí, así que no le importa y probablemente ni siquiera sabe que está rota. No quiere invertir el dinero y es realmente difícil conseguir permiso para que un muggle visite Hogsmeade –Snape empezó a subir las escaleras otra vez y Draco lo siguió reluctante.
-¿Un electricista es un muggle? –preguntó luego de algunos escalones.
-Sí, ser electricista es un trabajo muggle.
-¿Por qué? ¿No sería mejor tener algunos magos electricistas? Entonces no sería problema traer alguno aquí.
-No es un trabajo de magos. Los muggles necesitan electricistas para reparar todos sus aparatos eléctricos. Los magos no necesitan aparatos eléctricos, así que no necesitan electricistas y no tienen razón para convertirse en electricistas –explicó Snape pacientemente.
-Pero usted es un mago y tiene una lámpara rota en sus escaleras –protestó Draco.
Snape dobló a la derecha en el siguiente piso y guió a Draco a un estrecho corredor. Estaba tan sucio como la escalera y le parecía algo oscuro a Draco. Definitivamente debería haber más lámparas ahí, decidió.
-Draco, no es mi lámpara y no son mis escaleras. Pertenecen al dueño de este edificio.
-Pero usted vive aquí y me ha dicho que el dueño no.
Snape estaba a punto de responder a eso, pero en ese momento las luces se apagaron otra vez. Draco miró a su alrededor y descubrió un brillo rojo cerca de él en el muro. Levantó la mano lentamente y tocó el interruptor gentilmente con la punta de un dedo. Nada pasó.
-Tienes que empujar –comentó Snape observando la cautelosa aproximación de Draco con una mirada muy divertida en su cara, cosa que Draco, afortunadamente, no podía ver en la oscuridad-. Eso es lo que enciende las luces. No funcionará si sólo le haces cosquillas. No puede registrar tu presencia o la de tu dedo.
Draco tocó el botón otra vez. Dio un muy pequeño empujoncito experimental. Nada. Draco empujó un poco más fuerte y de repente sintió que el botón cedía y segundos más tarde las luces empezaron a parpadear en la forma ya familiar. Draco sonrió orgullosamente.
-¡Lo hice!
-Oh, grandioso –Snape puso los ojos en blanco-. Hiciste algo que cualquier muggle de cuatro años hace varias veces al día sin siquiera pensarlo.
Draco se sonrojó ligeramente, pero no dejó de sonreír. Había sólo unos cuantos metros hasta la puerta de Snape y Draco no tuvo más tiempo para hacer preguntas antes de que llegaran ahí.
Snape puso a Ese Perro en el suelo otra vez, sacó una llave de apariencia muy muggle y abrió la puerta. Ese Perro se deslizó dentro en el momento en que la abertura fue lo suficientemente grande y desapareció. Snape entró indicándole a Draco que lo siguiera y segundos después otra lámpara se encendió en la pequeña habitación a la que conducía la puerta. Draco no había visto ningún botón rojo brillando, pero supuso que Snape lo habría activado mientras no estaba mirando.
Snape rápidamente se quitó los zapatos y se puso sus zapatos de casa, luego miró a Draco, que estaba todavía en pie fuera de la casa, mirándolo a través de la puerta abierta.
-Vamos, entra. No hay nada que pueda morderte... Bueno, al menos no creo que el perro vaya a morderte. Parece que le agradas.
Draco entró vacilante. La habitación parecía demasiado pequeña incluso para una sola persona, en su opinión, pero no podía simplemente quedarse afuera toda la noche. Cerró la puerta detrás de él, se quitó los zapatos también y miró de nuevo a su alrededor. Había dos puertas más, dejando libre sólo un lado de la habitación. Ese era usado para colgar capas. Ni Draco ni Severus habían usado capas ese día, ya que era un muy cálido día de verano. Una de las puertas estaba medio abierta y Draco pudo ver que llevaba a un baño muy pequeño.
Ese Perro había retrocedido por esa puerta para darles algo de espacio y estaba espiando excitadamente hacia la otra puerta, la cual Snape estaba abriendo justo ahora.
Otra vez el perro fue el primero en entrar por la puerta y segundos más tarde una voz de mujer sorprendió a Draco. No había esperado que hubiera nadie más ahí. Draco tuvo que sonreír para sus adentros. ¿Por qué había asumido automáticamente que su maestro era soltero?
-Severus, ¿no prometiste que llevarías ese perro de vuelta con sus dueños? ¿Qué está haciendo aquí otra vez?
-Lo siento, Sarah, no los encontré.
-Lo sabía. Es otro vagabundo. ¿Te das cuenta de lo cara que es la comida para perros? ¿Qué vamos a hacer con este animal?
Severus suspiró poniendo los ojos en blanco otra vez.
-No es un vagabundo, Sarah. Es sólo que no le he preguntado a la gente correcta, todavía. Encontraré a sus dueños la próxima vez. Algo más se me atravesó hoy –dijo Snape y entró a la habitación.
Draco lo siguió inmediatamente, descalzo, ya que no tenía zapatos de estar por casa con él. El piso se sentía frío bajo sus pies.
La habitación a la que entraron parecía servir como sala, comedor y cocina al mismo tiempo. Draco miró a su alrededor y pensó que esa combinación tenía que ser bastante incómoda. La mujer, que había estado acariciando a Ese Perro detrás de las orejas con una mano mientras intentaba abrir una lata de comida para perros con la otra, levantó la mirada con sorpresa.
-¿Quién es? –preguntó mirándolo cautelosamente.
-Es Draco, uno de mis alumnos. Sus padres tuvieron una pelea y le prometí que podía pasar la noche aquí.
-¡Otro vagabundo, no! –protestó Sarah con enojo-. Ya tenemos un gato y un perro –miró a Ese Perro, quien le sonrió alegremente-. Por no mencionar el cuervo. Y tenemos a Billy. No necesitamos un adolescente problemático.
Draco se acercó a Snape.
-No daré ningún problema –prometió-. Dormiré toda la noche y le prometo que encontraré otro lugar donde quedarme mañana.
-Oh, seguro. He oído eso antes, muchacho –gruñó Sarah. Finalmente se las había arreglado para abrir la lata y ahora estaba alimentando a Ese Perro, que estaba casi en éxtasis por su amabilidad.
-No vas a buscar otro sitio, Draco. Te llevaré a casa mañana –declaró Snape y le indicó a Draco con un ademán que se sentara a la mesa.
Draco se sentó con reluctancia. Se sentía incómodo. No pertenecía ahí. La señora Snape no lo quería ...Bueno, la señora Snape no parecía querer al perro tampoco, pero aún así lo alimentaba.
-Prometió que los aurors averiguarían primero si Madre vive aún.
-Y les enviaré un búho a primera hora mañana. Sin embargo, se disgustarán bastante cuando lleguen ahí y descubran que todos están buscándote frenéticamente.
-Encontrarán que Madre está muerta –insistió Draco-. Lo vi. Él la mató.
Sarah, que había estado haciendo algo en la cocina, se detuvo y miró a Severus interrogante y ligeramente preocupada.
-Draco está convencido de que su padre golpeó a su madre y la mató, pero conozco al sujeto, Sarah. Es un cruel bastardo, pero demasiado listo como para hacer algo así. Nunca se arriesgaría a ir a Azkaban por una simple pelea familiar –explicó Severus calmadamente-. Estoy seguro de que ella simplemente resbaló y se golpeó la cabeza. Probablemente sólo estuvo inconsciente unos minutos.
Draco sacudió la cabeza. Sabía que su madre estaba muerta. ¿Por qué Snape no le creía?
Sarah suspiró profundamente y les sirvió una sencilla cena fría. Así que no sólo alimentaba al perro a pesar de que no lo quería, alimentaba a Draco también. Draco estaba acostumbrado normalmente a comidas servidas y cocinadas por hábiles elfos domésticos, pero estaba demasiado hambriento de repente y de alguna manera impresionado por el simple hecho de que Sarah supiera cómo preparar una comida a fin de cuentas. Su madre habría estado confundida sin remedio si se le pidiera hacer algo así. Mirando de nuevo la habitación, decidió que Sarah incluso debía saber cómo cocinar. Al menos no le parecía que hubiera ahí elfos domésticos o sirvientes a su alrededor para cocinar por ella.
Sarah misma era una mujer sencilla. Pequeña, algo regordeta, con espeso cabello castaño y ojos de una mezcla indefinible entre castaño y verde. Se preguntó brevemente qué habría visto en ella el profesor Snape. Pensándolo bien, ella sabía cocinar y tal vez podía hacer otras cosas igual de impresionantes aún si no tenía la apariencia de su madre. Snape probablemente no habría querido una esposa que no supiera cocinar, sin importar lo linda que pudiera lucir.
Después de la cena, Snape llevó a Draco a una habitación que no era mucho más grande que la sala de entrada donde había dejado sus zapatos. Le recordaba muchísimo la oficina de Snape en Hogwarts aún a pesar de que alrededor del doble de su tamaño. Era sólo que estaba repleta con ingredientes de pociones, ampolletas y frascos. Había una pequeña mesa de trabajo con un caldero y montones de pociones listas alrededor.
-¿Usted vende estas cosas? –preguntó Draco sorprendido.
-A veces. Sin embargo, la mayor parte del tiempo simplemente ayudo gratis a los vecinos. No podrían costear la compra de pociones de todos modos –viendo la mirada confundida de Draco, Snape agregó-. Ellos nos ayudan también. Es como intercambiar cosas por cosas en lugar de dinero. Nadie por aquí tiene mucho dinero, pero todos tienen algo para dar aunque solo sea dar una mano con las reparaciones.
Draco miró hacia el piso. Nada de dinero. ¿Por qué de repente se sentía tan mal por se rico? Era algo para estar orgulloso. ¿No era así?
Había un pequeño sofá estrujado en una esquina del cuarto y Snape rápidamente le preparó ahí una cama a Draco.
-Sé que estás acostumbrado a algo mejor que esto, pero será sólo por esta noche.
Draco se preguntó si podría dormir en una cama tan pequeña, pero probablemente era todo lo que los Snape tenían para ofrecer y se recordó a sí mismo que estaría durmiendo en una esquina en Diagon Alley si Snape no hubiera llegado y lo hubiera llevado consigo a ese extraño edificio con extrañas luces. Lo cual le recordaba...
-¿Profesor? ¿Por qué las luces de las habitaciones no se apagan como las de afuera en el corredor?
-Porque están hechas para apagarse con el interruptor, de manera que no tengas que encenderlas una y otra vez si pasas un tiempo largo en alguna habitación.
-¿Cómo las apaga? No veo ningún botón rojo aquí.
-Con esto –Snape señaló un extraño "algo" blanco en el muro-. Pruébalo. Sólo presiónalo, como el botón.
Draco alargó su mano y tocó el algo blanco. No se sentía diferente del botón luminoso en el corredor. Draco empujó experimentalmente y el cuarto se oscureció de inmediato.
-¿Ves? Eso es todo lo que hay que hacer. Ahora, enciéndelo –Snape sonaba como si estuviera sonriendo otra vez.
A Draco le gustó ese sonido en su voz. También le gustó la idea de que Snape estaba disfrutando su exploración de un artefacto muggle. Su padre no lo habría aprobado para nada.
-¿Cómo? Aún no veo un botón rojo.
-De la misma manera en que lo apagaste. El interruptor no brilla porque sabemos que está ahí. Se usa tanto para encender la luz como para apagarla.
-Oh –Draco presionó el interruptor de nuevo e inmediatamente la luz regresó-. Entonces, ¿si presiono uno de los botones rojos en el corredor cuando la luz está encendida, se apaga otra vez?
-No, esos son botones de sólo "encendido". Este es uno de "encendido" y "apagado". Las luces en el corredor no reaccionarían del todo. Sus botones sólo funcionan cuando la luz está apagada.
-¿Por qué? ¿Cómo es que esas lámparas son diferentes de esta? –preguntó Draco intrigado.
-No lo sé. Son así –Snape se encogió de hombros.
-Pero usted dijo que sabía cómo funcionan.
-Sé cómo trabaja la electricidad. No sé exactamente cómo trabajan todos los pequeños sistemas eléctricos. Hay muchas cosas en ellos y la mayoría son mucho más complicados que un interruptor. Supongo que los botones rojos están conectados a algún tipo de reloj, pero realmente no lo sé.
-¿Quién podría saber?
-Un electricista, supongo –dijo Snape-. Bien, vas a dormir aquí. Ya viste dónde está el baño, pero no uses mucho agua. El agua limpia es bastante cara por aquí. La electricidad cuesta dinero también, así que por favor apaga las luces cuando no las necesites. Ya sabes cómo hacerlo.
Draco tomó la camiseta muggle grande que Snape le ofrecía y se preguntó por un momento a quién podría pertenecer. Probablemente a Snape mismo, decidió. Sarah no querría compartir su ropa con él, ¿o sí?
-Gracias, señor –dijo suavemente. No estaba acostumbrado a agradecerle a la gente, pero sentía que debía hacerlo esta vez.
-Buenas noches, Draco.
-Buenas noches, señor.
Snape dio vuelta para salir, cuando Draco recordó algo de repente.
-¿Profesor?
-¿Sí?
-¿Cómo se llega a ser electricista?
Snape estaba sorprendido. La fascinación de Draco con la electricidad era asombrosa y totalmente inesperada. ¿Qué había en la cabeza del muchacho para hacerle plantear preguntas como esa?
-Supongo que hay que aprenderlo en alguna universidad muggle –dijo. ¿Dónde más aprenderían los muggles sus oficios, en cualquier caso?-. ¿O tal vez de algunos electricistas mayores? No, me parece que en una escuela, más probablemente.
-¿Qué materias cree que tengan en esa escuela?
-No lo sé, Draco. Mucha física, supongo.
-¿Qué es física?
-Una ciencia muggle. En realidad es bastante interesante, pero no es algo que un mago necesite conocer.
-¿Es sobre electricidad?
-Sí, entre otras cosas, explica cómo trabaja la electricidad. Es también acerca de por qué las cosas caen cuando las sueltas y cómo los imanes atraen cosas hechas de metal.
-¿Qué es un imán? –preguntó Draco inmediatamente.
-Otro juguete muggle. Realmente no necesitas saber acerca de ellos. Eres un mago. Estás por encima de esas cosas.
-Lo siento, no pretendía molestarlo.
-Sólo estoy cansado, Draco. Trataré de explicarte más en otra ocasión, pero realmente no soy un electricista.
-Está bien, señor. Sólo tengo curiosidad. Eso es todo. Buenas noches.
-Buenas noches, Draco –Severus sonrió y se dirigió a la puerta-. Oh, y, Draco.
-¿Sí?
-Deberías haber tomado Estudios Muggles.
Más tarde, cuando Draco estaba enroscado cómodamente en su extraña cama en el pequeño sofá en la extraña habitación tratando de dormir, pensó acerca de ese comentario. Estudios Muggles. Sí, sonaba realmente interesante. Le habría encantado saber más sobre todos los extraños objetos que usaban los muggles. Pero su padre probablemente lo habría matado si hubiera tomado Estudios Muggles. Bueno, su padre iba a matarlo de todos modos.
Si lo llevaban a algún orfanato mañana o tal vez a vivir con su tío abuelo en Escocia, ¿tal vez podría tomar Estudios Muggles entonces? ¿Dumbledore le permitiría agregar una nueva materia en su quinto año? La clase iba dos años adelante. ¿O le dejarían tomarla con una clase de tercer año? ¿Podría ir todavía a Hogwarts después de lo que había pasado? Tal vez debería ir a alguna otra escuela. Debía ser más fácil tomar una nueva materia cuando se empieza en una nueva escuela. Pero entonces no vería de nuevo al profesor Snape. ¿Le molestaría a Snape si Draco le enviaba un búho de vez en cuando? ¿Le escribiría también?
Draco finalmente se durmió y soñó con interruptores de luz y lámparas y un electricista muggle que podía reparar absolutamente todo.
Continuará...
Notas de la autora:
¿Qué piensan? ¿Lucius mató a Narcisa? ¿Snape encontrará al dueño de Ese Perro? ¿Draco tomará Estudios Muggles? Por favor, comenten.
En el próximo capítulo:
Conoceremos al resto de la familia Snape. Tendremos una visita de un hombre muy mal educado y Draco querrá ir al parque.
