I.

Lie awake in bed at night
And think about your life
Do you want to be different?
Try to let go of the truth
The battles of your youth
'Cause this is just a game

("A Beautifil Lie", 30 seconds to mars)

-¡Estas lento Kaidoh! Esta última vuelta te tardaste 10 segundos más.

-Fshhhhh

-¡No me pongas esa cara! Si quieres puedes volver a entrenar con Inui senpai, para mi no es problema.

-Fshhhh, no, gracias

-Entonces menos quejas y más acción. Momoshiro de seguro no se quejaría- un resoplido de enojo por parte del otro demostró que había logrado su objetivo, lo cual fue confirmado abiertamente cuando el que estaba adelante aceleró el paso- ¡Eso es! Sólo una vuelta más, y agradece que yo no te extorsiono con esos jugos espantosos.

La escena era bastante graciosa para todo aquel que observara detenidamente. Un joven visiblemente malhumorado trotaba con signos evidentes de cansancio, seguido de una joven en bicicleta que cada tanto le gritaba alguna cosa para provocarlo. Sabía como sacarlo de las casillas y también sabía exactamente que decir para lograr un último esfuerzo por parte del otro. Siempre había sido de esa manera.

-¡¡Altoooooooo!!

El joven desaceleró el paso y freno unos cuantos metros mas adelante. Su respiración era agitada y tenía el rostro enrojecido por el esfuerzo del ejercicio. Se inclinó apoyando ambas manos en las rodillas para recuperar el aliento. Sintió como le arrojaban una toalla a la cabeza.

-Creo que por hoy es suficiente, aunque estuve bastante misericordiosa- se esforzaba por parecer fresca pero su hablar entrecortado denunciaba que para ella también había sido una tarea ardua.

-Fsshhh, eres una bruja, Fujiwara- el joven la miró con una mueca en el rostro que pretendía ser una sonrisa y se llevó la toalla a la cara en un intento por refrescarse a pesar que la transpiración cubría todo su cuerpo.

-Yo no fui la que pidió ayuda para entrenar porque se peleó con el senpai.

-Si, ya se, pero no me imaginaba que podías ser un monstruo.

-Puedo ser peor si quiero, créeme- le alcanzó una botella de agua que tenía en su mochila- vamos que te ayudo a estirar.

Ambos se dirigieron a un sector del parque donde el césped entre los árboles lucía como una mullida alfombra verde y estaba protegido de los rayos de sol de la tarde. A pesar de la hora el calor aún picaba en el cuerpo y la búsqueda de sombra se convirtió en algo anhelante. Él se sentó con ambas piernas separadas para elongar en primer término los músculos posteriores, mientras ella empujando suavemente de su espalda para ayudarlo a llegar al piso con ambas manos.

-Fsshhh, Hikaru duele, más despacio

-Hoy estás muy rezongón Kaoru. ¿Te levantaste con el pie izquierdo?- reía mientras regulaba la presión sobre la espalda del joven.

-Tu me haces enojar, fshhhhh

-No seas malo, sabes que te quiero

-Si, lo sé, por eso te soporto-sintió un pellizco en el cuello-¡¡Auch!! ¡eso dolió!

-Te pasa por mala persona

Continuaron en silencio un rato más, alternado los ejercicios de estiramiento cada tanto. La complicidad entre ambos era palpable en el aire. Siempre había sido de esa manera. Los unía desde años una especie de relación simbiótica, donde cada uno conocía del otro más de lo que se atrevían a reconocer. Sabían cuando hacía falta callarse y cuando era necesario sacar del mutismo una conversación aunque costara una pelea el esfuerzo; conocían hasta donde llegaban los límites de cada uno y sabían que a veces era necesario presionar un poco más. Un poco, sólo lo necesario para avanzar y seguir adelante. Era una relación extraña, pero funcional. Con el tiempo los lazos se fueron afianzando generando una confianza mutua e incondicional, al tiempo que los sentimientos iniciales de amistad juvenil comenzaron a condimentarse con otros menos inocentes y más terrenales. Las palabras nunca fueron necesarias en ese pacto implícito que fue transformando la relación en un pilar que los sostenía a ambos, en un refugio al cual retornar cuando las cosas se tornaban demasiado duras o complicadas. Un refugio donde las explicaciones no eran necesarias ni exigidas por ninguna de las dos partes.

-Hikaru...

-Mmmm, dime

-¿Te enteraste lo del torneo mixto de tenis? Al final el colegio decidió participar. Ayer nos contó la profesora Sumire.

-Seh, algo escuché.

-Sabes...- debía ser delicado con el tema aunque no era su fuerte precisamente- el club de tenis femenino está buscando jugadoras para incrementar el nivel de juego.

-Mjm...

-Bueno, yo pensé que tal vez tu podrías...- sintió que la presión en su espalada aumentaba bruscamente- es decir, ya que tu antes...- no logró terminar la frase

-No me interesa- Hikaru se levantó bruscamente - Creo que por hoy terminamos.

-Fshhhhh, no te enojes, sólo era una conversación- el chico se levantó malhumorado y cruzó ambos brazos sobre el pecho mirándola desafiante. Ella no se intimidaba con eso. Conocía demasiado a Kaoru Kaidoh como para que le de miedo. Le sostuvo la mirada sin problemas.

-No me enojo, Kaoru. Sólo no me interesa.

-Fsshhh, creo que es una buena oportunidad. Las chicas tienen una nueva capitana que promete mucho. Viene del Rikkai Dai, tal vez la conozcas, se llama O..

-Annika Gris Ootori, lo sé- Hikaru se dio vuelta y comenzó a guardar sus cosas. Estaba visiblemente enojada.

-¡¿La conoces?!- Hikaru no le respondió- Fsshhhh, veo que es un tema sensible

-Que perspicaz...

-Entonces no hay modo de que...

-Kaoru, no me quiero pelear contigo, pero a ver si te lo metes en tu cabezota, ¿si? no quiero saber nada sobre el tenis. ¡Odio el tenis y jamás volveré a pisar una cancha en mi vida!

Hikaru lanzaba llamas de furia por los ojos. Su respiración se había acelerado y estaba agitada. Kaoru seguía de brazos cruzados sosteniendo la mirada asesina de su amiga. Al final fue el quien aflojó y se relajó en un suspiro de resignación. Se acercó con una mirada seductora que sólo ella conocía y la atrajo hacia él de la cintura. Ella se sonrojó al ser consciente del aroma masculino que emanaba de su cuerpo, perfectamente moldeado por el ejercicio al que se sometía día tras día. Era en recreación para la vista de cualquier mujer que posara sus ojos en él y ella no era la excepción. Muy a pesar suyo su rostro estalló en un carmín intenso que incendió ambas mejillas y sus ojos verdes revelaron la ansiedad del deseo a flor de piel. Él sonrió satisfecho y orgulloso con el resultado que un simple roce generaba en ella.

-No era para que te pusieras así, Hikaru- le susurró muy cerca de su rostro

Ella tomó conciencia de la situación y decidió no regalar la batalla tan fácilmente.

-No me vengas ahora con eso, que no te va a funcionar- ganó un poco de distancia apoyando ambas manos en el pecho de Kaoru

-¿Segura?- el levanto una ceja en señal de desafío

-Tan segura como que mañana correrás media hora más

-¿Crees que con eso me intimidas? Tendrás que buscar algo más convincente- los ojos de Kaoru se habían oscurecido por el deseo de hacerla suya nuevamente. Ella conocía esa mirada y se le hacía difícil resistirse. Después de todo no era de piedra.

--

La habitación estaba en penumbras. El sol se había ocultado hacía un rato dando paso a las primeras estrellas que salpicaban el firmamento aun tenues. Parpadeó un par de veces hasta despertarse completamente. Sentía en su cintura el agarre de unos brazos fuertes y el calor de la proximidad del cuerpo desnudo de Kaoru. Su respiración pausada y tibia acariciaba dulcemente su nuca. Sonrió para si misma con resignación. Siempre terminaban igual.

Muy dentro suyo sabía que era una relación viciosa y enfermiza, pero extrañamente se sentía a gusto con eso. Por ahora la situación le cuadraba a la perfección y el balance de compromiso desinteresado le cerraba. Era extremadamente consciente que ambos estaban jugando con fuego y el peligro de quemarse flotaba latente en el aire alimentándose en cada uno de sus encuentros.

Trató de desprenderse con suavidad del abrazo masculino en un esfuerzo para no despertar a su compañero. La casa seguía en silencio, después de todo, estaban solos. Se levantó de la cama con el máximo sigilo posible. Su cuerpo esbelto y tonificado se movía por la habitación recibiendo las primeras luces plateadas de la luna que comenzaba a elevarse por el horizonte. Los cabellos color caoba caían ahora libremente por sus hombros desnudos, despidiendo destellos cobrizos en cada movimiento. Buscaba con que cubrirse. La camisa que descansaba sobre la silla del rincón le pareció una buena opción. Las fosas nasales volvieron a llenarse del aroma varonil de su dueño y ella noto como instintivamente su cuerpo reaccionaba al estímulo. Recogió su cabello con una banda elástica de manera informal.

-Me gusta mas suelto

Volteó inmediatamente al sentir la voz ronca a sus espaldas. Kaoru descansaba sobre el costado derecho de su cuerpo, con el codo apoyado en la cama y la cabeza sostenida por su mano. Los ojos azabaches devoraban cada curva del cuerpo de Hikaru.

-¿Ya te ibas?- la sonrisa sensual de del muchacho completaba la imagen que se desplegaba ante los ojos de la chica. Las sábanas cubrían solamente lo necesario, dejando ver el torso desnudo exquisitamente tallado e iluminado por los rayos plata que se colaban por la ventana. No era atractivo en el sentido estricto del término, pero irradiaba un aura de masculinidad salvaje que difícilmente podía ser pasada por alto. Hikaru sentía como su sangre hervía dentro del cuerpo y el corazón comenzaba a latir de manera frenética.

-No quería despertarte. Lo siento- comenzó a buscar su ropa en un intento por distraerse antes de sucumbir nuevamente a las necesidades carnales- ya se hizo tarde.

De espaldas a él, sintió como se movía en la cama y se levantaba. Lo escuchó caminar por la habitación y tuvo que contener las ganas imperiosas de disfrutar de ese cuerpo en todo su esplendor. De reojo vio como se colocaba unos pantalones deportivos y se acercaba a ella con algo en la mano.

-Creo que esto es tuyo.

Tomó rápidamente el brassier ocultando el sonrojo repentino, sintiendo su proximidad con cada poro de su piel.

-¿De verdad ya tienes que irte?

-Si, es que se hizo tarde- comenzó a vestirse bajo la mirada atenta de Kaoru. No podía impedir incomodarse al sentirse observada. Siempre era así después de estar juntos.

-¿No vas a pensar lo que te dije del club de tenis?- la proximidad de la voz la sorprendió

-Creo que fui lo suficientemente clara con el tema.

-Fshhhhh, lo sé. Sólo que tal vez...

-Kaoru, por favor. No insistas.

-Fsshhh, bien. Como quieras. Pero creo que te pierdes una gran oportunidad.

-Puede ser, pero por ahora no me interesa.

-No te interesa o ¿tienes miedo?

-¡¡Kaidoh!! ¡Ya fue suficiente!- la mirada de Hikaru le indicó que el tema quedaba zanjado por ahora.

-Esta bien, mujer, no te pongas así. Fshhhh, ¿al menos me dirás de donde conoces a la nueva capitana?- Kaoru la abrazó al tiempo que besaba el cuello largo y delgado de Hikaru.

Le resultaba irresistible y quiso probar nuevamente el sabor de esa mujer de la cual parecía no saciarse nunca. Sus labios realizaron el mismo recorrido que minutos antes hicieran cuando estaban en la cama. Desde la base del cuello, debajo del mentón hasta ese punto sensible detrás de la oreja que él conocía a la perfección, para tomar el lóbulo entre sus labios y jugar con el. Sentía como el deseo renacía en cada fibra de su cuerpo y la presión aumentaba dentro de su pantalón. Tuvo que hacer un esfuerzo titánico por no tomarla nuevamente.

-Es algo...de hace tiempo- el recuerdo del dolor causado por la humillación volvía a encender su rostro- no tengo ganas de hablar de eso ahora Kaoru.

-Bueno, pero alg...

-No presiones, ¿quieres? ¿Yo acaso te presiono con el tema de Inui y Sakura?

Kaoru sonrió. Ella tenía razón, como siempre. Por ahora dejaría el tema a un costado, pero no se resignaría hasta verla nuevamente en una cancha.

-Bien, tu ganas. Vamos, te acompaño a tu casa.

-No hace falta, no te preocupes- Hikaru tomó su mochila y le dedicó una sonrisa franca- Y no creas que me olvide de la media hora extra de mañana- le guiñó un ojo y se marchó dejando a Kaoru de pie en el marco de la puerta de su cuarto.

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Ya en su cuarto, Hikaru comenzó a prepararse para tomar un baño. Le daba un poco de nostalgia porque aún tenía el aroma de Kaoru en el cuerpo y eso era algo que la reconfortaba. Una vez debajo de la ducha su mente voló hacia atrás en el tiempo. El agua caliente caía por todo su cuerpo relajándolo. Cerró los ojos y a su cabeza volvieron imágenes y recuerdos que permanecían enterrados en el rincón más olvidado de sus pensamientos. La sensación de humillación volvió a invadir su cuerpo experimentando temblores provocados por la furia contenida. Volvía a escuchar esa risa sarcástica y burlona que la reducía a una insecto insignificante. Y esa frase que le taladraba la cabeza sin piedad y esos ojos cafés que se clavaban en los suyos con una frialdad que desmentía la alegría que a veces dibujaba su rostro. Inconscientemente apretó ambos puños. "Ya ponte seria. El tenis es algo serio, niña. No creas que lo puedes todo". Odiaba que la sermonearan y cada vez que recordaba eso odiaba su patética imagen de perdedora. El espíritu herido había socavado cualquier intento de superarse como jugadora. Nunca más se vería así. No podría soportar ser esa perdedora insignificante, se odiaría mas de lo que ya se odiaba. Y las burlas de sus compañeras de tenis al ver a la estoica y orgullosa Fujiwara pisoteada y tirada del pedestal en el que la habían colocado, fueron la gota que rebalsó el vaso.

Se sintió sola y abatida, y el único consuelo que halló fueron los abrazos de Kaoru. De nadie más. Ni siquiera de él. Nunca de él. Así como las palabras de aliento jamás salían de su boca, tampoco eran de esperar las de consuelo. Nada que implicara poner sus sentimientos en evidencia. A pesar de conocer lo obvio, la desilusión fue demasiada y toda la fantasía adolescente de un amor a prueba de todo, demostró ser tan efímera como un castillo de naipes frente la más pequeña brisa.

No pasaría otra vez por eso, y esa deuda quedaría pendiente de por vida. Ya no le importaba, si de todas maneras era una miserable. Nuevamente esa sonrisa sarcástica que se burlaba de ella del otro lado de la red. Comenzó a dolerle la cabeza terriblemente y el baño de pronto se le antojó inútil. Los recuerdo volvían a atormentarla. Se había abierto esa lata de gusanos y no parecía querer cerrarse. Cerró la ducha al darse cuenta que era una pérdida de tiempo pues la tensión se había instalado en su cuerpo junto con recuerdos nada placenteros.

-"Maldición, ¿por que no me quedé en lo de Kaoru?"

Fue hacia el placard buscando algo para ponerse. Al sacar un pantalón deportivo que tenía colgado algo se precipitó del fondo del armario hacia sus pies. Su bolso raquetero cayo golpeándole las rodillas en su camino al suelo. Un pequeño grito de dolor se escapó de su garganta. Lo tomó de la correa y le dirigió una mirada cargada de odio y frustración. No dudo mas que un segundo en arrojarlo con violencia a la otra esquina del cuarto. Cerró el placard de un portazo que retumbó en el silencio de la habitación.

-Todo tiene que volver una y otra vez...-dijo para si misma al tiempo que apoyaba la frente en la madera de la puerta que acababa de cerrar. Cerro los ojos apretando fuertemente los párpados para evitar que las lágrimas inundaran su rostro. Descargó el cúmulo de sensaciones que amenazaban con ahogarla en un tremendo puñetazo contra la puerta- ¡Maldición! Todo es tu culpa Gris Ootori, maldita seas...

It's a beautiful lie
It's the perfect denial
Such a beautiful lie to believe in
So beautiful, beautiful it makes me

Perichan