No me he esmerado, a decir verdad, así que serán capítulos cortos, pero habrá muchos, de eso estoy segura. Intento ser lo más fiel a Martin, así que no encontrarás cursiladas ni parejas sumamente extrañas. Este mi punto de vista de lo que pasará más o menos en Vientos de Invierno.
Subo un capítulo cada Lunes y Sábado!
El invierno había llegado a Poniente. Al amanecer había un frío desconcertante en el aire, e incluso estuvo nevando hace tres días, aunque la nieve no cuajó. Aún así, es mal augurio.
A Sybell todo le parecía mal augurio. Sabía que nada bueno iba a pasar tras la muerte del Stark en Desembarco del Rey, y ella tuvo que hacer lo posible para sobrevivir sus hijos y ella, aunque por ahora Jeyne no parece muy agradecida.
Su madre la había enseñado a ser cauta ante los males augurios, o a combatirlos. Le había enseñado hacer recetas, e incluso hechizos para prevenir el mal, pero aún así no sirvió para nada. Tuvo que ascender de la nada, tuvo que deshacer de sus padres si quería ser alguien importante. Y tenía que limpiar sangre.
Ella no sería nada más que una moza si no cambiaba nada. En Lannisport la miraban mal por su parentesco con su abuela, Maggy la Rana. Y sus padres no eran de alta cuna, por lo cual ella nunca sería nada. Pero al final lo fue, aunque jugó sucio. Su madre nunca esperaría que los secretos que ella aprendió de su madre y que se les enseñó a su hija la haría traer su muerte, y todo para nada.
'Nunca te fíes de un Lannister', su madre le dijo una vez. Tywin le prometió poder y riquezas, y en cambio le dio una bastarda y un título maldito a sus hijos. Ella no merecía esto, sus hijos no merecían esto. Ella sólo quería algo mejor que sus hijos, y no seguir estando con el pobre apellido Westerling.
El frío iba disminuyendo conforme el sol empezaba a salir, y también Jeyne empezó a gimotear, como siempre. Sybell se acostumbró a los lloriqueos de su dulce niña, pero Edmure Tully no. Edmure estaba con ellas constantemente ya que él y su hija eran los rehenes de Ser Jaime. Edmure apenas hablaba y todo el camino lo hacía en silencio, aunque se veía en su cara que no aguantaba a Jeyne. Sybell tampoco se esforzaba en mantener una conversación con él; no era más que un adulto con pensamiento de niño y era demasiado pesimista, lo cual podría entristecer a Jeyne.
Incluso cuando llegaron al Colmillo Dorado Jeyne no sonrió ni lo más mínimo; sólo tocaba su frente para intentar hacer que la corona regrese, pero nunca apareció.
El castillo era bastante bonito; sus muros eran de color blanco inmaculado con adornos dorados, algo común en los castillos de las Tierras del Oeste. Dentro de él, varias fuentes y plazas tenían adornos que seguramente serían de oro, ya que el Colmillo Dorado es una de las principales exportaciones de oro para Roca Casterly, por lo que Lady Lefford no debe pasar hambre.
Y no parecía. Lady Alysanne Lefford, señora del Colmillo Dorado era una mujer cerca de los treinta, y parecía que su vestido iba a reventar; con un pecho extenso y muy curvosa. Tenía una frente enorme con unas cejas que hacía fácil leer su rostro. Las recibió con una mirada fría.
A Jeyne y a ella le asignaron unas habitaciones que estaban acorde con su estatus; era de mármol y tenían doncellas que las acompañaban a todas partes. La habitación tenía un amplio balcón que podía ver las montañas típicas de las tierras del oeste, ofreciendo unas vistas hermosas. Aún así, a Jeyne le animó igual que si viviesen en una mazmorra.
-Lady Lefford quiere encontrarse con usted, Lady Sybell- dijo un criado cuando Sybell aún estaba descansando del largo viaje. ''¿Es que los dioses me van a atormentar en cada momento de mi vida?''.
Sybell se bañó y se puso un vestido de azul mar con su distintivo collar de conchas simbolizando la casa Westerling. Sybell miró a su hija, quien estaba durmiendo con lágrimas en sus mejillas. Sybell salió de la habitición.
En el Salón principal estaba Lady Alysanne Lefford y Ser Forley Prester, y también estaba Lord Edmure, quien tenía una mirada solemne y parecía incómodo y enfadado. Sybell entró con pasos decisivos y sonoros; tenían que saber que ella estaba allí.
-Tengo entendido que vos requiríais mi presencia- dijo Lady Sybell a Lady Alysanne.
-Y así es, mi señora. Tenía que comunicarle algo que va a modificar vuestro viaje -Lord Harrison la miró con indiferencia, como si no le fuese relevante su persona-. Usted y su hija no van a poder a volver a El Risco , sino que su destino será Roca Casterly.
Sybell quería arrancarle la fea cara de Lady Alysanne ''Todo para nada''. -No. No lo aceptaré. Lord Tywin me prometió que…-
-No importa lo que dijo Lord Tywin, el pobre no sabía lo que iba a pasar- miró a Lady Sybell a los ojos-. Debe irse usted y su hija como rehenes a Roca Casterly, por orden de Lord Kevan Lannister, Mano del Rey. Ahora que la reina está en las mazmorras por su acusación, toda tarea que la reina dejó a cargo debe ser pausado-.
-Todos hemos sufrido pérdidas y promesas rotas -Lord Edmure dijo, con su cara de niño-. No replique, ya que otras personas sufren peores situaciones que las suyas.
Sybell estaba fuera de sí.
-¡Yo fui prometida con buenos casamientos y poderes para mis hijos! ¡Hice bien mi trabajo, no merezco esto! -Sybell se precipitó hacia Lady Alysanne, mirándola con ojos fríos-. ¡TODO PARA NADA!
-Por favor, Ser Forley, acompaña a Lady Sybell a sus aposentos, que debe de estar cansada- se veía que Lady Lefford estaba incómoda con su presencia-.
-Vamos Lady Sybell. Hemos hecho un largo camino, debe de irse a dormir -Ser Forley la cogió delicadamente el brazo, a lo que ésta se retorció tanto que le dio un golpe a Ser Forley.
Cuando Sybell entró a los aposentos, Jeyne no estaba. 'Tengo que buscarla, podría perderse y puede meterse en líos. Aunque debería de darle el sol en la cara'. Sybell se cambió de ropa y se fue a dormir; hacía días que no dormía en una cama bien dicha.
En plena noche, Sybell escuchó ruidos en la habitación. Estaba todo oscuro, y silencioso. Era un silencio vacío; No había estrellas en el cielo y sólo se podía ver la figura del relieve de las montañas. Sybell tenía un mal presentimiento.
Escuchaba una puerta abrirse poco a poco, e unos pasos torpes que intentaban ser sigilosos. Vio una sombra delgada y pequeña, aunque se podía a otra sombra al exterior, más grande y ancha, esperando a la sombra pequeña. Sybell encendió su vela y vio a su hija intentando abrir la puerta del balcón con impaciencia y pánico.
-Jeyne, ¿porque estás despierta a estas horas de la noche? -preguntó Sybell en tono autoritario, aunque su hija no respondió y abrió la puerta y empezó a caminar rápido hacia fuera.
Sybell salió de su cama enfadada por su desobediencia y sale al balcón; hacía mucho frío y la noche estaba más oscura que nunca. Ve que Jeyne está encima del balcón de mármol con decorados de leones dorados. También ve a Edmure Tully, que estaba con una capa oscura y que tenía una larga cuerda alrededor suya, estaba atando la cuerda sobre la cintura de Jeyne con agilidad. Sybell sabía qué iban a hacer.
-¡Jeyne! ¡JEYNE! No lo hagas. NO LO HAGAS- gritó Sybell, aunque Jeyne ya estaba trepando hacia abajo.
Sybell, fue hacia el balcón y se agarró a la cuerda, bajando para hacer que Jeyne regrese, quien estaba a punto de tocar el suelo. Sybell no era tan joven como antes, y empezó a moverse demasiado. De repente, Sybell ve una luz en lo alto de la torre. ''Me han visto''. Miró hacia abajo y Edmure y Jeyne ya no estaban. ''Lo tenían todo planeado. Se iban a escapar los dos imbéciles con ayuda de otros imbéciles''.
Pero antes de que pudiera pensar algo más, dos flechas atravesaron su hombro y pecho, cayendo desde la torre. Cada vez estaba más cerca del suelo, pero Sybell sólo pudo recordar la sonrisa de su abuela Maggy.
