Bueno, esta es una historia medio loca…

Todo proveniente de mi es completamente loco, ¿Por que? Porque yo estoy loca…

Bueno, aquí les dejo un One-Shot. No es mi primero pero si mi primer CROSSOVER. Es de Harry Potter con Twilight, ¿Típico, no? Si bueno, no importa.

Ay pero que cosas… (Suspiro)

Bueno, pss de que trata: El sombrero seleccionador.

Exactamente de eso, Hahahaha.

Esto es de acuerdo a como yo me imagino que pondrían a todos los personajes de Twilight y a mis propios. Ya saben, los de Stephenie son los de Twilight y Emma y algunos otros son míos. Los de HP obviamente tampoco son míos….

Aquí van las acomodaciones….:

Conste que hay cosas que me saque de la manga. No es que me dé flojera leer de nuevo toda la serie de HP, ya me sé de memoria la saga de Twilight, pero creo que sería innecesario hacerlo. Como es un fanfic puedo cambiar algunas (o muchas) cosas, entonces… Que conste que yo les advertí que habría muchas cosas inventadas para que no se quejen de que tienen otro nombre o que así no va… o no sé cosas que puedan ocurrir que los moleste… XD

He he…. XD


Experiencias Mágicas

One Shot

Bella POV

Tome mi libro "Historia de Hogwarts" y lo arroje dentro de mi mochila. Papá llevaba media hora pitando desde la camioneta y creía que pronto haría explotar a esa cosa. Por mi, tomaría mi varita y con un kazam la mandaría a volar. Sonreí cuando me di cuenta de mis propias palabras.

Mi varita…

¿Quién lo diría? Yo, Isabella Marie Swan, era una bruja… Y asistiría al Colegio de Magia y Hechicería Hogwarts.

Charlie tocó el claxon una vez más y mi cara se torció en un gesto de desagrado. Tomé todas las cosas que estaban sobre mi cama y sin molestarme en revisarlas las metí a la mochila. Si se me llegaba a olvidar algo le echaría la culpa a mi padre.

Le eche un último vistazo a mi antiguo cuarto antes de cerrar la puerta. No volvería en un buen rato. Al menos hasta que tuviera 12, en el próximo verano. Papá y Sue se irían de viaje en las vacaciones de invierno. A pesar de que papá no había mostrado señales de agrado lo convencí. Quería quedarme todo el tiempo posible en la escuela.

-()-

El avión a Londres había sido pesado. Un verdadero infierno. Dumbledore le había prometido a mi padre que mandaría a alguien a recoger a su brujita. Sin embargo la sobre cargos no me dejo en paz, descendió conmigo del avión y espero en la puerta de llegada. Inclusive me tenía tomada de la mano. Como si tuviera nueve años… Le fruncí el ceño pero su sonrisa no se borro. Me había dicho que once años no era lo suficientemente grande como para viajar sola y que me estaba comportando como una de cinco. Debía admitir que tenía razón pero todo se debía a la emoción. Me estaba muriendo de ganas por llegar a la estación de trenes. Por ver a todos mis compañeros magos, por hacer algo divertido con mi no extraordinaria y muy común vida.

Esperamos unos quince minutos más pero nadie aparecía. Por fin hubo una señal de la escuela, sonreí. La respuesta de mi acompañante fue opuesta. Me alegraba ver que ya no estaba tan optimista. Aun con el ceño fruncido y ambos brazos cruzados la gente me miraba como si fuera adorable. Admitía ser linda. Era atractiva para las señoras gordas que tomaban té, les encantaba hablar sobre mis rosadas mejillas o mi piel albina. Antes de que mamá se separara de mi padre me obligaba a ir a sus reuniones. Era un fastidio escuchar una y otra vez lo mucho que me parecía a René, mi madre, o lo hermosos que eran mis ojos chocolates. Mamá nunca sospecho que yo había sido la causante de que la señora Cope se hubiera inflado como globo y hubiera salido volando por una de las ventanas. No sin antes haber dejado un verdadero desastre en la cocina de mi casa. Es más, juraba no recordarlo. Mi padre me había hecho jurar no volver hablar sobre eso. O me castigaría de por vida.

La boca se me abrió cayendo hasta el suelo cuando vi a un gigante (un hombre dos veces más alto que cualquiera pero cinco más inflado) tratando de acercarse a donde yo estaba. Digo tratando porque no cabía por esas pequeñas puertas.

Nena, es de mala educación quedársele viendo así a las personas. Podrían sentirse…- su voz fue bajando cada vez más de tono hasta que no encontró la forma de decirlo. – ofendidas-expulsó de golpe.

Un hombre gigante nos dedicaba una enorme sonrisa. ¡Estaba gigantón! Su rostro estaba lleno de arrugas y de polvo negro, algo parecido al carbón. Su larga barba café se confundían con los extremos de su pelo, ambos estaban alborotados y dejando puntas para todos los lados. Su ropa lucia descuidada y sucia pero muy resistente. Como si estuviera hecha de forma especial y única. Me agrado cuando me entrego un panquecillo. Le regrese la sonrisa mientras mordía mi obsequio. Agradecí que estuviera distraído hablando con mi acompañante para escupir mi bocado, esa cosa sabia horrible. Era como estar mordiendo huevos crudos pero tenía pelos y… ¿que era eso morado o acaso era verde? Dios, creo que se movió…

Isabella- me llamó y mi cara se transformo de una mueca de asco a una sonrisa acompañada de un sonrojo. Me había llamado por mi nombre completo, cosa que me desagradaba, y me hacía sentir avergonzada. Era un nombre patético y hasta una niña de once años lo sabía. Estiro su mano hacia mí y la tome- Soy Hagrid. El profesor Dumbledore me ha enviado a buscarte. Debemos irnos o el expreso se irá sin nosotros.

-()-

Mi cabello era todo un desastre. Me lo había dejado suelto para poder esconderme detrás de las cortinas de pelo si es que algo me avergonzaba o asustaba pero ahora me arrepentía. Hagrid me había presentado con otro chico el cual recordaba haberlo llamado Harry, en fin, me había hecho ir todo el camino de un aeropuerto hasta el otro lado de no sé donde para llegar a la estación de trenes. A pesar de traer casco y unos enormes lentes me hubiera sentido más segura sin ellos. Eran tan grandes que me golpeaban la cabeza al meterla dentro, el movimiento hacia que mi cabeza rebotara contra las paredes del casco, provocándome varios chichones. Mis cosas, según él, estaban todas ya en el tren que se dirigía al colegio. Harry, sin embargo traía todo con él. Su lechuza me mordió cuando intente agarrarla.

Pasamos sin dificultad la pared que nos llevaría a las estación no sé que y tres cuartos. Aun no me acostumbraba al mundo de los magos y me hacía sentirme un bicho raro estando a lado de todos esos chicos. El lugar estaba repleto. Harry y yo subimos como pudimos al tren. Un grupo de chicos pelirrojos se nos habían unido en la pared mágica pero solo el menor había seguido su camino con nosotros. Los gemelos fueron los primeros en hablarnos pero solo para hacerle una que otra pregunta extraña a Harry. Como si fuera la octava maravilla salieron volando a presumírselo a su madre. Fue un momento incomodo puesto que pudimos escuchar todo por la ventana. Harry se sintió avergonzado, se sonrojo, cuando la menor quiso verlo como si fuera gorila detrás de rejas.

Al final su madre, que nos ayudo a entrar como había dicho antes, nos despidió desde el otro lado de la ventana, según el pelirrojo habíamos tenido suerte de encontrar un lugar vacio habiendo llegando tan tarde.

El viaje paso sin dificultad, fue hasta divertido. Ron, el pelirrojo, había intentado convertir a su rata a un color dorado pero solo había logrado quemarle la cola. Harry, que tenía una enorme cantidad de monedas, nos había comprado casi el carrito entero de dulces. Las ranas de chocolate que se movían me habían sacado un buen susto. Conseguimos varias cartas y Harry, que decidía empezar una colección, me regalo unas tantas para que yo también comenzara a hacerlo. Me quedé con Morgana y el Rey Salomón.

Un chico distraído paso preguntando por su sapo. Cuando nos negamos pareció que habíamos hecho lo contrario puesto, una chica bastante rara regreso casi exigiéndonos por ella. Interrumpió a Ron en su encantamiento y después de eso hicimos las presentaciones. Ron y yo juramos aprendernos bien el nombre de Hermione Granger para evitarla a toda costa.

En un principio me había asustado por la reacción que tendrían mis futuros compañeros ante mi o mi situación pero había sido todo lo contario. Inclusive habían encontrado fascinante que mis padres fueran muggles. Que es como llamaban a los no magos, a los humanos sin poderes mágicos. Los normales, y a los cuales ya no pertenecía.

Estuvimos a punto de llegar a la escuela sin estar listo si no hubiera sido porque Hermione nos advirtió que nos cambiáramos. Nos cambiamos esperando encontrar nuestra cabina sola pero Hermione seguía ahí. Nos explicaron a Harry y a mi cómo funcionan las casas. Hermione nos aseguro que la profesora nos explicaría todo cuando llegáramos pero aun así nos pusieron al tanto. Harry necesitó la información más que yo. Yo había estado preparándome leyendo mi libro de Historia de Hogwarts. Mi padre me aseguro que estaría orgulloso de mí me quedara en la casa que fuera. Me había dicho que no tenia duda alguna de que me quedaría en Gryffindor aunque aposte contra él a que me quedaría en Ravenclaw. Me gustaba más su uniforme.

Hagrid nos volvió a recibir al llegar a nuestro destino. Los de primer año viajamos en lancha hasta el colegio. Ron casi se hace del baño por el miedo que le causo Hagrid pero yo casi le sigo por la emoción. El castillo lucia realmente hermoso bajo la luz tenue de la luna. Papá moriría cuando le contara esto.

Ver a tanto chico en tanta lancha me hizo sentir un poco decepcionada. Hagrid nos había asegurado ser especiales por ser magos pero no entendía como seria eso posible habiendo tantos magos. Tantos le quitaban el chiste. Si no había logrado resaltar con mis compañeros humanos mucho menos iba a lograrlo aquí. Harry trato de animarme pero solo le pude corresponder con una leve sonrisa.

Entramos por un misterioso túnel debajo de lo que era el castillo. Hagrid nos advirtió, primero, tener cuidado con la cabeza, después tener cuidado al bajar. Alguien claramente paso por alto esto pues se escucho el chasquido del agua al tragar a alguien.

La profesora Mcgonagall, la directora de Gryffindor, nos había recibido cerca de la entrada al gran comedor. Nos retuvo un tiempo en un salón apartado en lo que preparaba el lugar para la selección. Todo mundo entro en un estado de pánico al no saber que era lo que nos esperaba para ser seleccionados. Hermione repasaba todos los hechizos que sabía y se preguntaba cual sería más útil, Ron temblaba inútilmente, Harry me miraba igual de asustado, no sabíamos nada. Después de tortuosos minutos la Profesora nos dirigió a través del castillo hasta el comedor.

Varios chicos se habían espantado, incluyéndome, cuando las pinturas de los cuadros nos miraban curiosos y algunos hasta nos hablaban. Me había dado cuenta de que se movían pero nunca pensé que serian capaces de mantener una conversación de ajedrez con algún alumno. Como quien no quiere la cosa, la hora de entrar al comedor llego. Las masas enormes de alumnos nos vieron con ojos resplandecientes, llenos de curiosidad, alegría y unos que otros, de burla. Mi cara cambio conforme avanzábamos, de pálida, a rosa pálido, a rojiza a color tomate maduro. Un enorme niño grandulón que estaba caminando a mi lado soltó unas grandes carcajadas haciendo que voltearan a vernos todavía más alumnos. Le metí un puñetazo en su enorme brazo enojada.

¿De que te ríes? – pregunte molesta. Se volvió a reír al ver mi ceño fruncido.

De tu cara, por supuesto. – Me molesto de sobre manera. Estaba a punto de pegarle cuando exclamo un "¡Auch!" Estire la cabeza hacia adelante para ver que lo había provocado. Una pequeña niña me sonrió.

Lamento lo de Emmett, nunca se sabe comportar. – Su enorme sonrisa me dejo ver sus blancos dientes. Sus ojos demostraban alegría a montón. Definitivamente eran hermanos. Levante una ceja cuando los examine. Ambos tenían el cabello de color negro como la tinta solo que él en pequeños y desordenados risos mientras que ella en la lacias puntas que deban hacia diferentes direcciones. Sus ojos eran claros como el caramelo derretido y tenían la misma sonrisa juguetona. Su complexión era más variada. Era ella pequeña y muy delgada, con rasgos rectos pero muy finos. Como un duendecillo. Su hermano era corpulento, amedrentador y enorme. Era alto y a pesar de tener mi edad ya tenía sus músculos marcados. Daba grandes zancadas y la chica parecía estar bailando hacia adelante. Me reía al ver el contraste.- Soy Alice, Alice Brandon. – estiro su mano hacia mí y la tome tímidamente. La sacudió con mucho entusiasmo y demasiada fuerza.

Isabella Marie Swan, me gusta que me llame Marie – les dije tomando las manos de ambos. Ya me habían presentado a Emmett después de todo. Me sentía aliviada de otra forma. No era la única con nombre raro y anticuado aquí.

Nos habíamos detenido enfrente de la mesa de maestros. Le sonreí al profesor Dumbledore y este solo inclino levemente la cabeza hacia mí. Bueno, todos se emocionaban de forma diferente.

Vaya, que miedo… Esa cosa tiene ojos y boca- susurro Emmett asustado. En ese momento la voz de mi padre me acaricio los oídos "Nunca debemos juzgar un libro por su portada". Emmett podía lucir amenazador pero él era el que se sentía amenazado, y por un sombrero… Di un respingo cuando escuche al sombrero hablar.- ¡Y habla! – grito aun más asustado. El comedor entero exploto en carcajadas. Emmett se puso a temblar cuando el sombrero lo miro.

Para peor sorpresa del grandulón de Emmett, el sombrero se puso a cantarnos. Su cara no tenía precio, estaba a punto de desmayarse. Alice miraba interesada el artefacto mágico y antes de que acabara de cantar el trozo de tela, Alice rezaba las características de Hufflepuff. Supongo que era la casa en la que deseaba estar.

Están en orden de acuerdo a la forma en la que llegaron….- Dijo distraída la maestra. De repente se giro a mirarnos. Tomo una lista entre sus manos dejando al sombrero en el banco y la estiro.- Cuando los llame, deberán ponerse el sombrero y sentarse en el taburete para que los seleccionen. – pronunció en voz fuerte y clara la profesora Mcgonagall. Emmett tenía cara de querer tirarse al suelo y ponerse a llorar.- De acuerdo a lo que el sombrero encuentre de las características ya mencionadas en ustedes serán asignados. El sombrero nunca se equivoca, eso se los aseguro. – Varios alumnos rieron con ella. – Comencemos ¡Abbott, Hannah!– llamó.

Una niña rubia de trenzas salió temblando al igual que Emmett. El sombrero le cubrió los ojos y más pronto que tarde grito.

¡HUFFLEPUFF!

La mesa de la casa a la que se dirigió estallo en aplausos y el fantasma del monje, que habíamos visto en el cuarto donde nos detuvieron, aplaudió y vitoreo contento.

¡Black, Emma!- llamo Mcgonagall.

Alice ahogo un gritito. Se tapó la boca con una de sus manitas cuando varios chicos volteamos a verla. Un zumbido se elevó una octava mas, como si se estuvieran pasando chisme entre sí. Era similar al canto de los grillos solo que a una potencia más elevada.

De la nada apareció una chica a mi lado. Le dio un cariñoso puñetazo a Emmett en el hombro. -Tranquilo chico, es solo un sombrero. – Nos dijo con voz angelical, le dedico un guiño a Emmett.

La chica era linda. Cabello negro oscuro igual al de Alice solo que largo, casi llegando hasta su cintura. Las cortinas de cabellos caían a sus lados y no tenían una descripción justa. Era entre una lacio despeinado o unos chinos poco marcados. Tenía el copete hacia tras ajustado con una diadema dorada que contrastaba con el negro del uniforme y su pelo. Sus mejillas y el puente de su nariz estaban repletos de pequeñitas pecas y sonreía como si esto fuera algo de todos los días. Antes de ponerse el sombrero se amarro el cabello en una colita de caballo, sacando una liga de su tobillo. Lo cual nos dejo ver que traía zapatillas negras y no zapatos como ordenaba el reglamento. La profesora no le dijo nada. Supuse que la mayoría de los chicos no sabrían de donde provenían ese tipo de zapatos, después de todo eran de muggles. Sus labios eran de un rojo intenso y sus ojos eran como… ¿verdes grisáceos?, cosa que nunca había visto antes. Me gire a ver a Harry pero sus ojos eran de otro tono, un verde más apagado. Emma se subió al banco y levanto un poco la cabeza. Apenas y la profesora acomodo el sombrero cuando este ya había gritado

¡SLYTHERIN!

Emma hizo un puchero volteando a ver a la profesora, esta le sonrió. Emma se encogió de hombros y salto fuera del banco. Una ola de aplausos y ovaciones se escucharon desde la mesas de la casa en la que acababa de ser asignada. Una vez que avanzo hacia la mesa pude distinguir que su pelo lucia húmedo y resplandeciente, entonces caí en la cuenta.

Emma había sido la chica descuidada que se había caído al agua.

¡Black, Jacob! – Grito la maestra. Un chico bastante guapo avanzó hacia ella. Tenía el pelo largo y estaba recogido en una coleta. Su piel era de un tono rojizo y tenía una mirada pesada. Su ojos era hermosos, de un negro intenso. Algo que te dejaba en claro que no era alguien con quien te podías meter. Nos dedico una enorme sonrisa y no pude evitar regresarla. Había sido como si todo estuviera bien, de un momento al otro, al mirarlo, deje de sentir nervios. Me sentí llena de confianza.

¡GRYFFINDOR!

Di un respingo, ¿acaso este chico no era hermano de Emma? Los dos se apellidaban Black por lo tanto… Ambos eran hermosos, aunque de piel diferente. Lindos ojos, aunque de tonos distintos. El grito de la profesora me saco de mis pensamientos.

¡Brandon, Emmett! – Pensé que Emmett tardaría mucho en salir pero casi que se pasa el banco, el duendecillo iba empujándole la espalda mientras que Emmett gritaba "No" y temblaba muerto de miedo. Fue una imagen bastante graciosa y todos reímos. A Emmett lo mandaron corriendo a Hufflepuff. Creo que hasta lloro de emoción por estar lejos de esa cosa tenebrosa que lo espantaba.

¡Brandon Alice! – El duendecillo subió casi bailando y se sentó muy alegre. Me pregunte si alguna vez se le borraría esa enorme sonrisa del rostro.

¡HUFFLEPUFF! Su sonrisa se hizo aun más grande y salió hecha un borrón hacia su mesa. Tal vez no.

¡Cheney, Ben! - Tomo muchísimo menos que con cualquier otro.

¡RAVENCLAW! Las ovaciones y aplausos explotaron en su mesa. Estaban felices de recibir un alumno nuevo.

¡Clearwater, Seth! – llamo la profesora. Le coloco el sombrero y este abrió la extraña línea que tenía como boca y grito

¡RAVENCLAW!

De nuevo la casa exploto en aplausos. Dos chicos seguidos.

¡Rosalie Malfoy! – Una chica rubia y de despampanante cuerpo se sentó en el banco. A pesar de tener once años ya se vestía como una chica de 16. Había acomodado su chaleco más abajo y dejo los botones abiertos de su playera. Mostrando un poco de su busto. Su falda estaba uno o dos centímetros más arriba que las otras chicas. Hice una mueca, Rosalie no sería alguien con quien pudiera llevarme bien. Le guiño un ojo al chico rubio de la mesa de Slytherin. Draco Malfoy, el idiota que haba molestado a Ron en la entrada. Su hermano tenía que ser.

¡SLYTHERIN!

Saque todo el aire aliviada. Definitivamente no terminaría ahí.

Así fue como todos estuvieron portando el sombrero y siendo asignados a sus casa. La fila que habíamos formado iba disminuyendo notablemente. Hermione y Harry se acomodaron en la mesa de Gryffindor. Ernest, Emily, Sam, y así pasaron los nombres hasta que llegaron a los que me interesaban, o casi.

¡Isabella Swan!- grito la maestra Mcgonagall y sentí como todo el calor abandonaba mi cuerpo y se iba hasta la punta de mis pies. Trague saliva. No le tenía miedo al sombrero. Le tenía miedo a caerme enfrente de todos mis compañeros, de que dar en Slytherin, de no ser buena bruja, de que el sombrero me rechazar…- ¿Isabella?- pregunto por mi ya que no me había movido. No tenía pensado hacerlo. Me dieron un empujón hacia adelante y la profesora sonrió. Hecha un manojo de nervios me senté en el banco. A penas y me había tocado el cabello cuando el sombrero grito el nombre de mi casa.

¡GRYFFINDOR! Diablos, le debía dinero a Charlie.

Me fui a sentar a mi mesa. Estaba hecha un tomate cuando todos mis compañeros me recibieron entre aplausos y gritos. Jacob estaba al lado contrario al que me senté. Me siguió sonriendo y no paro de aplaudir hasta que estuve sentada. Me gire temerosa de ver quien se sentaba a un lado mío. Un joven rubio extendió su mano hacia mí. Sus ojos azules me miraron felices y sacudí un poco más confiada su mano.

Jasper Whitlock, segundo año. – Se presento. Su voz tenía un tono alegre a pesar de ser seria. Una pequeña sonrisita teníamos los dos.

Me gusta que me llamen Marie.- Le aclare ya que ya me habían presentado ante toda la escuela.

¡Ángela Weber! – Una niña tímida se acerco a ella temerosa. Estaba temblando de los nervios y ni siquiera se atrevió a levantar la mirada hacia los alumnos que próximamente serian sus compañeros. Se acomodo sus lentes empujándolos con un solo dedo por el puente de su nariz y miro a la profesora Mcgonagall.

¡HUFFLEPUFF! Gritó el sombrero. Se bajo del banco aliviada.

En un momento, de la nada, los gemelos le arrojaron piedritas a Jasper. Este miro los objetos lanzados ceñudo pero no volteo. Me miro confundido pero le señale a los chicos. Asintió con la cabeza cuando miro en su dirección, parecía acostumbrado a esto.

Hey, Whitlock. – Lo llamaron divertidos- ¿Ya viste la cara de Diggory? O de plano estas muy guapo o ya se volvió loco del aburrimiento.- Se burlaron.

Jasper giro bruscamente la mirada hacia la mesa de corbatas en tonalidades amarillas. Un chico bastante, pero que digo, un perfecto adonis miraba en nuestra dirección. Al principio pensé que miraba a Jasper enojado o tal vez estaba concentrado en algo más pero luego intente probar lo contrario. Empuje a Jasper hacia el lado contrario a donde yo estaba y su mirada no se movió. Jasper se dio cuenta de lo que estaba haciendo y me miro sonriendo. Me sonroje porque entendí sus insinuaciones. Negué con la cabeza. Debía de estar ciego como para fijarse en mí, una niña común y corriente de once años. Jasper me dio un leve empujoncito en dirección opuesta a la que yo lo había hecho con él pero tampoco me siguió con la mirada. Frunció el ceño y miro sobre su hombro. Imite su acción y esta vez no me sorprendió. El tal chico Diggory tenía su mirada fija en otra chica de la escuela, y de nuevo ingreso. Emma Black sonreía y charlaba animadamente con Rosalie, la rubia súper modelo. A cual fuera la que estaba viendo no me sorprendida. Ambas parecía princesas, hermosas y atractivas.

Jasper rio y volvió a mirar a los gemelos- Son las chicas de allá tras par de idiotas.-

Quise echar un vistazo a sus caras pero la profesora llamo mi atención.

Jasper miraba atento hacia la misma mesa de Diggory. Tenía la mirada clavada en la pequeñita. Levante una ceja. ¿Acaso a Jasper le gustaba el duendecillo hiperactivo? Escuche provenir de él un leve y casi inaudible suspiro. Definitivo, le gustaba. Jasper estuvo peor que Diggory ya que además de seguirla con la mirada estaba llenando la mesa con baba. Reí de él pero pareció no notarlo. Lo deje meterse en sus pensamientos mientras veía a los últimos tres chicos del grupo. Uno de ellos me llamo la atención aunque en realidad solo fue su pelo. Un extraño color cobrizo que parecía haber acabado de levantarse de la almohada, estaba todo despeinado. Quise hundir mis dedos dentro de él…

Y por último, ¡Edward Cullen!-

El chico de cabello llamativo subió en el banco. Saque el aire de golpe cuando mire su hermoso rostro. Si Diggory me había parecido un dios griego a ese chico no sabía ni cómo llamarlo. Compararlo sería lo mismo a comparar una bella mariposa con un gusano rastrero. Su belleza era superior por muchas razones y por muchos niveles. De un momento a otro sus largas pestañas me llamaron la atención. Me quedé atrapada al asomarme a sus ojos. Mi corazón comenzó a latir como loco dentro de mi pecho y sentí como mis huesos se volvían esponjosos y me costaba trabajo respirar bien. Esas esmeraldas que tenia por pupilas eran tan hermosas, tan lindas, había algo en ellas que me hacia adicta. Quería poder seguir viéndolas, quería poder nunca mirar hacia otro lado. Me hacían odiar a sus finos parpados por alejarme de su imagen al pestañear.

El sombrero seleccionador dejo que su boca se transformaba en una línea recta. Aun siendo un pedazo de tela formado, y teniendo líneas que marcaban sus facciones pude ver que estaba contrariado. Como si estuviera evaluando un mundo de opciones. Parecía no saber a dónde acomodar al ladrón de mi corazón…

Difícil, a decir verdad difícil… Muchacho es impresionan…. Vaya, enigmático… ¡Enigmático y brillante!

¡RAVENCLAW! – Una ola de aclamación estallo en la mesa de su casa. Aplaudimos como si se nos fuera la vida en ello, o al menos así fue mi esfuerzo. Me alegró que el comedor entero aplaudiera lleno de emoción. Todos gritaban y aplaudían festejando por el comienzo de un año nuevo, yo aplaudía por haber encontrado a mi dueño…


Mmm... ¿Que les pareció? ¿Les gusto?