A TU LADO PARA SIEMPRE

Todos los derechos son…de alguien que no soy yo xD este fic está creado sólo con fines de entretenimiento y porque tenía que sacarlo de mi cabeza, tentativamente tendrá un capitulo más pero me temo que tal vez se alargue ;). Betty Jawn, esto es para ti amore.


John Watson corría desesperado para llegar a St. Barts, se había quedado dormido cuando estudiaba para el examen de hoy, era inconcebible, un error como aquel podría interferir en sus planes de convertirse en Médico Militar, eso nunca, debía llegar a como diera lugar, estaba más que preparado para el examen. Sus pies se tambalearon y casi cae al suelo cuando de un callejón salió disparado un gato negro perseguido por un perro del mismo color.

John se detuvo a recuperar el aliento mientras seguía con la mirada a los animales quienes ahora cruzaban la calle sin importarles la presencia de coches, el ágil gato saltó el capó de un auto que frenó y chirrió las llantas, el perro sólo lo esquivó y siguió persiguiendo al indefenso gato hasta atraparlo al llegar a la calle contraria, todo porque otro perro color de color crema le cerró el paso como si de una emboscada se tratara. Desde la esquina contraria, John podía escuchar los maullidos que lanzaba el gato y los gruñidos de los perros bravucones, la escuela estaba a una esquina y sólo faltaban cinco minutos, pero aquel gato estaba sufriendo un injusto ataque.

John cruzó la calle y comenzó a ahuyentar a gritos y patadas a los perros, estos estaban reacios a soltar a su presa y hasta intentaron morder a John pero este no se dejó intimidar y al final ahuyentó a los agresores quienes dejaron a su víctima con varias lesiones sangrantes y tambaleando para intentar ponerse de pie. El chico se acercó al gato y este le siseó en advertencia, estaba malherido pero aún así se negaba a que un extraño lo tocase.

-Tranquilo voy a ayudarte, por favor.- John acercó lentamente una mano y el felino lo observó con ojos desconfiados, siseó bajo.

-¿Quieres morir aquí? Mira que por salvarte he dejado pasar algo…-se detuvo al darse cuenta que estaba comenzando a discutir con una criatura que no entendía ni una palabra de lo que decía, o eso creyó porque el gato negro caminó dos pasos hacia su mano y se derrumbó encima de ella, desmayado.


John regresaba a su casa agotado y con la camisa llena con la sangre que había fluido horas antes de las heridas de su ahora protegido, había llegado al hospital veterinario justo a tiempo para salvarle la vida y luego de esperar horas en las que no sabría si el felino sobreviviría, regresaba en taxi con el gato negro durmiendo entre sus brazos. Subió a su habitación. Agradecía que su madre y su hermana Harry se hayan ido unos días con sus tíos porque si no tendría que dar largas explicaciones. Sus sábanas más gruesas las extendió a un costado de la cama y ahí depositó suavemente al gato quien aún estaba bajo el poder de algún anestésico.

Se metió al baño dispuesto a tomar una ducha, en sus pantaloncillos tintineó un sonido metálico, metió su mano para sacar un sofisticado collar de piel azul con una plaquita escrita que decía "Sherlock", al reverso de ésta decía "Victor Trevor xxx-xxxx" más tarde se encargaría de localizar al aparente dueño del gato.

A la mañana siguiente ya tenía planeado qué decir a los profesores como disculpa, pero aun así sabía que tendría que presentar un examen extraordinario, lo que ahora le preocupaba era que iba a dejar a Sherlock sólo en su casa. El gato lucia mareado, los medicamentos habían sido bastante fuertes y no había probado bocado, y ahora que lo pensaba… ¿Qué comían los gatos?

Su teléfono sonó, era Molly.

-John, hoy vas a venir, ¿Estás enfermo?

-No, no te preocupes si iré y… ¿Molly tú tienes gatos cierto?

-Sip, Toby… ¿Por?

-Ahh, y ¿Qué come?

John fue rápido a comprar el alimento en lata que Molly le había recomendado, lo sirvió animadamente y lo puso enfrente del gato que lo veía sin emoción. Sherlock se acercó con sigilo y olisqueó el alimento, dio media vuelta y volvió a tumbarse en las sábanas.

-No has comido nada, anda, necesitas fuerza para recuperarte.- el gato pareció bufar sonoramente pero no se movió de su sitio.

-Vamos sólo un poco.- John acercó su mano al lomo del felino y este se movió algo brusco y le siseó, luego volvió a desplomarse pesadamente, aún le fallaban sus fuerzas.

-¿Ves? Ni fuerza tienes para defenderte, ahh pero que hago, estoy hablando con un gato que no entiende nada de lo que digo, llegaré tarde de nuevo si no me apuro y tú eres un malagradecido.- John se incorporó y se sorprendió al notar que el gato lo veía fijamente, era la primera vez que reparaba en sus ojos, los enigmáticos ojos del gato parecían poseer diferentes tonalidades que si no fuera por la bruma del cansancio estaría seguro que brillarían como una gema.

-Mira, me voy, estamos en exámenes y no tardaré, por favor come algo y no destruyas mi habitación.- John sabía lo tonto que era hablar con el gato pero aún así no había podido dejar de hacerlo.

Al finalizar el examen, John se había lanzado a su apartamento pero en el camino se encontró con Mike quien lo invitó a ver un partido de rugbi, el rubio se había negado pero la insistencia era demasiada y al final aceptó. El juego estaba asombroso y las animadoras eran una fuerte distracción por lo que John olvidó por completo que había un gato en recuperación en su apartamento y que debía llamar a su dueño para informarle, cuando recordó, ya comenzaba a oscurecer y ni tiempo le dio de despedirse de Mike quien sólo lo vio desaparecer corriendo en la calle. Una enorme luna llena comenzó su lento ascenso pero John no podía detenerse a admirarla, Sherlock podría haber hecho destrozos en su cuarto, podría haberse abierto sus heridas, la culpa lo carcomía. Llegó sudoroso a su habitación y pudo ver en el suelo una enorme masa negra moverse con marcados espasmos, la luz de la luna llena iluminaba su habitación y John estaba demasiado asustado por lo que estaba viendo como para encender la luz. La masa negra comenzó a crecer, el denso pelaje fue sustituido por una piel blanca y tersa, las patas en brazos y piernas y la cara felina en un apuesto y varonil rostro, el último atisbo del pelaje quedó en el cabello que ahora dejaba ver unos marcados risos y…en otro lado que John daba gracias a la oscuridad por no poder ver bien. El gato negro ahora era un apuesto chico como de la edad de John. El rubio estaba aterrorizado, pudo sentir como una mirada de odio se dirigía hacia él.

-Dijiste que no tardarías.- dijo el ex felino con voz grave y rasposa, John estaba demasiado impactado como para articular palabra.- dijiste que no tardarías y tardaste, todos los humanos, son unos mentirosos.


-Creo que lo amo señora luna.- un pequeño gato le hablaba a una luna llena que se alzaba desafiante en el cielo nocturno de Londres, Sherlock, un gato de 4 meses se encontraba sentado en la ventana del apartamento que compartía con su joven dueño Victor.

-Lo único que recuerdo es a él y sé que debí tener antes una madre, es obvio, pero ahora lo tengo a él, me cuida y está pendiente de mí, pero siempre trae a esas chicas que me aplastan diciéndome que soy lindo, es normal que las rasguñe aunque luego él se enoje conmigo.- la luna sólo le devolvía su brillo, y el pequeño felino siguió con su aparente conversación unilateral.

-¿Cómo que no sé qué es el amor? Claro que sé…es…es…el me cuida y….yo lo quiero ¿Ehh? ¿Amor maternal dices? Él no es mi mami.- Sherlock siseó.- quiero estar con él para siempre quiero ser un humano por favor.- la luna pareció darle alguna respuesta negativa ya que Sherlock comenzó a maullar en un evidente llanto gatuno.- ¿Por qué? ¿Por qué mi vida ha de ser corta? Así no puedo seguirlo.

-Sherlock ¿Qué haces trepado en la ventana?-el apuesto joven levanto al gatito y lo acunó entre sus brazos.- ¿Estás llorando?- el gatito maulló como dándole una respuesta negativa y el chico comenzó a reír.- ven te serviré tu comida.

Sherlock comenzó a abrir sus ojos, había tenido ese sueño de nuevo y la cálida sensación que tenía cada vez que soñaba ese recuerdo se desvaneció dejándole el mismo sentimiento que lo acompañaba siempre. Dolor. Ahora que comenzaba a despertar también tenía otra clase de dolor, un dolor físico por todo su cuerpo, se llevó una mano al rostro y…espera ¿Mano? Miró ambas manos y luego su cuerpo, que ahora parecía estar cubierto por esas telas que los humanos llaman ropa.

-Ya…ya despertaste….- el chico rubio estaba de pie, aun se notaba el asombro en su rostro pero ahora que lo analizaba, el joven en su cama era…hermoso. Pero antes era un gato y ahora…

-Puedo oír tus pensamientos desde aquí, es molesto.- dijo Sherlock con el tono de voz de enfado.

-¿También puedes leer la mente?- la voz de John era de sorpresa, Sherlock rodó los ojos.

-¡Por supuesto que no! No soy un… ¿Cómo le llaman ustedes?...Adivino…no soy eso.- hizo afán de levantarse de la cama pero cayó de rodillas a un costado de la cama. John se apresuró a ayudarlo y Sherlock simuló un siseo felino que a John le hizo tanta gracia que explotó a carcajadas.

-Tú, joder, realmente eres un gato.-John ayudó a sentar en la cama a un ofendido Sherlock.

-Aún estas muy agotado del ataque de ayer, es mejor que descanses…no sé qué rayos está pasando pero me lo explicarás.- John se dirigió a la cocina y ahora Sherlock había cambiado su expresión por una de incredulidad. El chico rubio estaba demasiado afectado anoche, pero ahora, parecía estar divertido por la situación. Cuando sucedió su transformación el ex felino creyó que lo iban a echar a patadas pero en vez de eso, John le prestó ropa y su cama ¿Qué clase de humano era ese?

-Preparé unos huevos revueltos pero… no sé si comas eso… aún tengo otra lata de comida de gato… no sé qué quieras comer.- el humano había regresado de la cocina e interrumpió sus pensamientos.

-No como.-hizo un infantil puchero y John le respondió con una sonrisa que desconcertó a Sherlock.

-Sé que eres un gato inteligente y no tengo que decirte el por qué debes de comer, mientras más rápido te recuperes más rápido podrás volver… a tu casa…

-No tengo casa.

-¿Cómo? ¿Pero.- el rubio desvió la mirada hacia la mesita de noche en donde había dejado asentado el collar perteneciente a Sherlock, éste lo siguió con la mirada y al ver el objeto tuvo una repentina explosión de ira, aventó el collar al suelo de un manotazo y volvió a sisear.

-¡No tengo casa, y él no es mi dueño!- el chico de risos comenzó a respirar rápido y a volver intentar levantarse.

-¡Ey no! ¡Vas a volver a lastimarte!- John no quiso que su voz sonara muy ruda pero parecía haber surtido efecto porque Sherlock detuvo sus intentos de escape y volvió a la cama, sus ojos denotaban asombro.

-Parece como si estuvieras preocupado por mi.-dijo el joven en la cama y el rubio se puso de varias tonalidades.

-Lo… algún día seré médico, es… es un impulso de ayudar que… no puedo evitar.-ahora con la luz del día podía ver los ojos de Sherlock y…eran tan hermosos como su receptor.

-Eres un humano raro.-el ex felino desvió la mirada pero ahora una de las comisuras de sus labios se levantaban en una semi-sonrisa.

-Bueno, tampoco eres un gato muy normal que digamos.-Sherlock se volteó ofendido pero al toparse con la sonrisa risueña del rubio no pudo evitar sonreír de verdad.

-Hoy no iré a clases, yo… necesito saber qué es esto, por qué te pasó esto ¿Podrías contármelo?-el chico de cabello azabache pareció pensar un momento pero luego alzo la mirada y asintió con la cabeza.

Hasta aquí por el momento, ¿Dudas comentarios? ¿Qué les gustaría que pase?