CAPITULO I
LA EXTRAÑA NOTICIA
ADVERTENCIA: Este Fic es una continuación de mi otro Fic de Rurouni Kenshin "La Saga de Osaka"; les recomiendo leer primero "La Saga de Osaka" antes de leer esta historia, pues de no ser así puede que no entiendan algunos datos o acontecimientos aquí mencionados.
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- Manami: Saben – Comenzó a decir girándose hacía los demás. – Creo que todos deberíamos de seguir el ejemplo de Himura.
- Kenshin¿Mi ejemplo? – Preguntó, algo extrañado.
- Manami: Nosotros cuatro en algún momento hemos tenido que matar a una persona con nuestras espadas. – Comenzó a decirles con una expresión seria en el rostro. – Aunque las razones y las victimas fueran diferentes, el acto fue el mismo. – De inmediato, su rostro se volvió a iluminar con esa sonrisa tan común en ella – Ahora Himura se ha hecho la promesa de nunca más matar a alguien con su espada, y yo haré lo mismo.
Estas palabras por parte de la joven sorprendieron mucho a los tres. Pero en el fondo no podían evitar el hecho que después de todo lo que había pasado, ellos también pensaban así.
- Yosuke¿Hablas enserio?
- Manami: Así es. – Manami tomó su espada con su mano izquierda, apuntando con la empuñadura hacía los demás – De ahora en adelante, ni una persona más será victima de mi arma¿qué me dicen?
- Hirokazu: Me parece bien. – Respondió Hirokazu sonrisa, e hizo lo mismo, chocando el mango de su arma con el de Manami. – ¿Qué hay de ti Muro?
- Yosuke: Pero… - Comenzó a balbucear, como buscando algo para zafarse de ello – ¿Y si una banda de ladrones nos atacan… o un asesino despiadado nos quisiera matar? – Los tres lo miraban fijamente, esperando a que cediera por su cuenta – ¿Y si estamos en peligro eminente, totalmente heridos, y un sujeto esta a punto de matarnos, y la única forma de salvarnos es matarlo!... Ha, esta bien. De todos modos no soy un asesino.
Yosuke hizo lo mismo que los otros, acercando su espada a las demás. Kenshin, al ver la actitud de sus amigos, no pudo evitar que en su rostro se dibujara una sonrisa. Este acto trajo consigo una reacción de asombro para todos.
- Manami¡Himura¡Estas sonriendo!
- Hirokazu¿No te estarás ablandando?
- Kenshin: No, nada de eso… - Kenshin, siguiendo el ejemplo, tomó su espada y la acercó, de tal manera que las cuatro se encontraban juntas. – Será agradable contar con un poco de compañía en este viaje.
Los cuatro se separaron y dirigieron su mirada hacía el camino frente a ellos. En sol apenas estaba saliendo, marcando así el comienzo de ese día y de este largo viaje.
- Manami: Este es el primer paso de los Cuatro Rurounis amigos míos…
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(Diez Años Después)
20 de Diciembre de 1878
El frío invierno se acercaba cada vez más al Japón; aún en las calles de Tokio se pueden ver los charcos de agua, causador por la nevada que de esa tarde, la primera nevada de muchas que vendrían en esta temporada. Sin embargo, nadie estaba preparado y nadie sabría que a partir de esta noche de invierno, las vidas de muchas personas cambiarían.
Un viento frío corre esta noche, haciendo que las hojas de los árboles se muevan de un lado a otro, como bailando al ritmo de la ventisca. De pronto, de entre las sombras que rodean a la ciudad, surge un carruaje de color negro, jalado por cuatro caballos, que se mueve rápidamente, pasando sus ruedas por las calles encharcadas de agua. El vehículo llega al frente del gran portón de una Mansión, donde lo están esperando. A un lado del carruaje, se para un hombre de estatura baja, algo gordo y vestido con un saco y sombrero negro, además de una bufanda gris que le cubre el cuello.
La puerta del carruaje se abre y de esté baja un hombre de estatura media, cabellos castaños con un peinado levantado, piel blanca y vestido con un traje de aspecto militar o policíaco, con un saco negro encima de esté. El hombre que se encontraba frente a la mansión se acercó al carruaje con mucha cautela, mientras sujetaba su sombrero para que no se lo llevara el viento.
Hombre: Me alegro de que por fin llegará señor Takamura.
El hombre vestido de traje militar levantó su mirada, mostrando unos ojos en un tono castaño muy claro que parecían resplandecer en la noche. Su mirada y la expresión de su rostro eran demasiado frías; en su cintura, llevaba una espada guardada en su funda.
Hombre¿Le parece si entramos? – Le propuso mientras caminaba hacia el frente.
Hirokazu: Esta bien.
Los dos atravesaron el portón de la entrada, caminando por el largo jardín hasta la entrada de la gran casa. Mientras caminaban, el hombre del sombrero negro hablaba sobre la casa, su historia y demás.
Hombre: Es una mansión muy especiosa y con gran número de cuartos. Su diseño es totalmente al estilo Europeo, una de las primeras hechas con esta arquitectura en Japón. El antiguo propietario fue un hombre de nombre "Kanryu Takeda", un traficante de opio que trabaja en esta ciudad. Sin embargo, cuando esté fue encarcelado la Mansión quedó en manos del Gobierno.
Hirokazu: Ya había escuchado algo al respecto.
Cuando ya estaban ante la puerta de madera, sacó de entre sus ropas una pequeña llave, abriendo la puerta principal. Detrás de la puerta se encontraba un largo corredor, que por la falta de luz, se veía totalmente oscuro. Luego había un recibidor, y más al fondo unas escaleras que llevaban al segundo piso. El militar dio uno pasos al frente, colocándose frente a las escaleras. Con su vista recorrió toda la habitación, como analizándola.
Hirokazu: Servirá. – Dijo de pronto. Luego, sacó de su saco unos papeles y se los entrego al hombre que lo acompañaba. – Esa es la orden, a partir de ahora yo seré propietario de esta mansión por tiempo indefinido. Mañana en la noche se llevará acabo la fiesta en honor al señor Hirobumi Ito en este lugar.
Hombre: Como usted diga señor Takamura Hirokazu...
21 de Diciembre de 1878
Es una vez más de mañana en el Dojo Kamiya. Ya han pasado alrededor de dos meses desde Kenshin y sus compañeros regresaron de Osaka, dos meses desde la última vez que tuvieron que intervenir en un combate. Durante ese tiempo, las cosas siguieron con más tranquilidad y en paz, como habían sido desde antes de que partieran. Esta mañana en especial, como siempre, Yahiko se encontraba limpiando los pisos con un trapo de color blanco, mientras Kenshin tendía la ropa en el jardín. Sin embargo, Kaoru no se veía por ningún lado.
Yahiko: No es justo¿por qué nosotros debemos trabajar mientras Kaoru se queda durmiendo?
Kenshin: Yahiko, tú sabes que Kaoru se ha sentido muy cansada en estos día. Lo mejor es dejarla dormir.
Yahiko¿Y el estar cansada le da derecho a comer de esa manera, de por sí no tenemos dinero para comida y ella come como ballena.
De repente, algo golpeó justo en la cabeza al joven de cabellos de punta, dejándolo casi inconsciente. Detrás de Yahiko, aparece la figura de su maestra, vestida con las ropas con al que habitualmente duerme y su cabello suelto.
Kaoru¡¿Quién dijiste que come como ballena! – Le gritó la maestra Kendo totalmente enojada.
Kenshin: Kaoru, no te enfades... – Le dijo el espadachín con su habitual sonrisa.
Kaoru¿Cómo de que no me enfade, no es justo que este niño le falte el respeto así a sus mayores y menos a su maestra.
Yahiko: Oye tranquilízate – Le respondió mientras se sostenía la cabeza por el golpe – No es para tanto, yo siempre te falto el respeto, no seas tan enojona.
Kaoru¡¡Eres un Malagradecido!
Kaoru tomó una espada de bambú y comenzó a perseguir a Yahiko por toda la casa para alcanzarlo y tratar de golpearlo, todavía más fuerte que la primera vez. Mientras tanto, Kenshin simplemente suspiraba y continuaba con su trabajo. En eso, Sanosuke entra a la casa y se acerca a donde esta Kenshin.
Kenshin: Buenos días Sano.
Sanosuke¿Por qué hay tanto alboroto? – Preguntó el recién llegado mientras seguía con su vista a Kaoru que perseguía aún a Yahiko.
Kenshin: Es Kaoru persiguiendo a Yahiko otra vez, últimamente se esta volviendo costumbre.
En ese momento se escuchan los ruidos de varios golpes consecutivos, como los de una espada de bambú golpeando la cabeza de un pequeño practicante de Kendo de cabellos de punta, posiblemente de nombre Yahiko. Una vez terminado el castigo, Kaoru se acerca a donde están Kenshin y Sanosuke, con la espada de bambú rota en su mano derecha y con la otra mano arrastrando a su joven alumno por la tierra, quien se encuentra semimuerto, para luego dejarlo tirado.
Kenshin¡Ahora si lo mataste! – Dijo en cuanto lo vio.
Sanosuke: Oye Kaoru no creo que esa forma de actuar sea muy saludable.
Kaoru¿Acaso estas criticando mis métodos para disciplinar a mi alumno?
Sanosuke: Yo me refería a tu dieta, parece que te has dado unos pases con la cena¿verdad?
Ante los comentarios de Sanosuke, la maestra de Kendo volteó su vista hacía abajo para ver su abdomen, que se encontraba ligeramente más grande que en otras ocasiones.
Kenshin: La verdad es que si ha esta comiendo mucho. – Mencionó el chico pelirrojo con una risa.
Sanosuke: Eso lo apuesto¿No deberías dejar un poco para la comida de la próxima semana? – Mencionó él en un tono de burla.
Sanosuke y Kenshin comenzaron a reír a carcajadas, pensando que se estaban riendo con Kaoru, y no de ella. Sin embargo, en lugar de reír, lo que se veía en los ojos de la maestra de Kendo era una gran furia. Después de unos instantes, lo único que se escuchó fue un gran estruendo que retumbo en toda la casa. Lo siguiente que vemos es a Kaoru entrando al interior del Dojo con pasos lentos, dejando a sus espaldas a un Yahiko tirado en el suelo inconsciente, a un Sanosuke prácticamente enterrando en la tierra y a un Kenshin estampado en una de las paredes del jardín.
Minutos después, Kenshin, Sanosuke y Yahiko están sentados en el comedor, con marcas de golpes en sus cuerpos y las cabezas bajas.
Yahiko: No se puedo hablar con esa mujer. – Mencionó algo enojado.
Sanosuke: Yo solo le estaba haciendo un comentario, no es mi culpa que haya subido de peso.
Kenshin: No se enojen con Kaoru, últimamente ha estado muy extraña. Duerme mucho, come mucho...
Yahiko: Y se enfada mucho, no olvides eso. – Lo interrumpió el joven.
Sanosuke: No sé que le pase, pero talvez sea bueno que Megumi la revisara para ver si todo esta bien.
Kenshin¿Acaso crees que este enferma?
Sanosuke¿Cómo voy a saberlo, no soy doctor, por eso hay que llevarla con Megumi.
En ese momento, Kaoru entra a la habitación, lo que hace que todos se sienten derecho y no digan ni una sola palabra. Todo estaba en silencio al tiempo que ella los mira, uno por uno; sabe que algo están tramando.
Kaoru¿Qué esta pasando? – Les preguntó de golpe – ¿De qué estaban hablando antes de que llegará?
Kenshin: Bueno Kaoru – Le comenzó a responder algo nervioso – Estábamos pensando que talvez sería buena idea que Megumi te revisará.
Kaoru¿Qué me revise¿de que estas hablando, no estoy enferma.
Yahiko: Talvez no de todo el cuerpo, pero de la cabeza...
Kaoru¿Qué dijiste?
Kenshin: Kaoru, es solo para asegurarnos de que no te pasa nada malo.
Kaoru: No me pasa nada malo, además hay muchas cosas que hacer en el Dojo el día de hoy, no tengo tiempo para ir a ver a nadie...
Kenshin: Pero…
Kaoru: Si quieren que vaya a ver a Megumi, tendrán que llevarme arrastrando.
Kenshin y sus los otros se vieron las caras el uno al otro al momento en que Kaoru hizo este último comentario.
Unos segundos después, vemos a Sanosuke saliendo aprisa del Dojo, con Kaoru bajo su brazo derecho, como cuando estuvo cargando a Yumi en la Guarida de Shishio.
Kaoru¡¡Bájame tonto¿qué crees que estas haciendo? – Le gritaba mientras trataba de zafarse.
Kenshin: No te preocupes Kaoru, nosotros nos encargaremos del todo los del Dojo.
Yahiko: Diviértete con Megumi.
Kaoru¡¿Divertirme, pero si parece que me están secuestrando¡¡BAJAME!
Un tren de pasajeros se acercaba a la estación del tren en Tokio. Cuando esté llega a su destino, se detiene de pronto. Cuando la gran máquina de transporte se encuentra completamente quieta, los pasajeros comienzan a bajar de los vagones uno detrás del otro. Sin embargo, en uno de ellos, se encuentra un joven vestido con un traje azul con un sombrero largo hecho de paja en su cabeza, durmiendo en su asiento muy tranquilo. El acomodador, al verlo, se le acerca para despertarlo.
Acomodador: Oye jovencito – le comienza a decir mientras lo mueve – Ya llegamos a Tokio¿no bajas aquí?
El joven se despertó al escuchar la voz del acomodador. Lentamente acercó su mano izquierda a su sombrero, quitándoselo de golpe. Su cabello era en un tono entre castaño y rubio, corto, y sus ojos eran grandes y cafés. Cuando ya estuvo totalmente despierto, volteó a ver al hombre que estaba a su lado y le sonrió.
: Sí, gracias. – Le respondió mientras se ponía de pie.
El joven se levanto de su asiento y alzó la mano hacía la parte del equipaje sobre él, tomando de esté lugar algo que sorprendió al acomodador: una espada japonesa enfundad en su vaina.
: Con su permiso, debo ver a un amigo. – Sin decir nada más, el joven camino hacía la salida, bajando del vagón.
Mientras tanto, en el consultorio de Megumi, está se encuentra curándole una herida a un hombre en su brazo derecho, colocándole una venda de color blanco en esta.
Megumi: Ya limpié la herida y detuve la hemorragia, solo intente no moverlo mucho y si la herida no cierra venga a verme.
Hombre: Gracias doctora. – Le agradeció mientras se ponía de pie.
El hombre salió del consultorio, pero en cuanto él salió, se comenzaron a escuchar los gritos y quejas de una mujer, que se acercaban poco a poco. De repente, frente a la doctora, aparecieron Sanosuke y Kaoru, quien aún esta siendo cargada por Sanosuke. Cuando llegaron, el peleador la tomó, la bajó y la colocó en una silla.
Sanosuke: Al fin... – Dijo al tiempo que daba un largo suspiro.
Megumi: Debí suponer que eran ustedes¿qué los trae por aquí?
Sanosuke: Queremos que revises a Kaoru y que la ayudes.
Kaoru: Esto es una tontería, no tengo nada.
Megumi miró detenidamente a su paciente de arriba abajo, como estudiándola, para luego dar un comentario no muy agradable.
Megumi: Si quieres bajar de peso lo que tienes que hacer es ejercicio y dejar de comer tanto.
Kaoru¡¿Qué!
Sanosuke: No es eso. Kenshin y Yahiko dicen que últimamente se la lleva durmiendo, come mucho y se pone irritable.
Megumi¿Sueño¿Hambre¿Irritabilidad?
Kaoru: No puedo creerlo¿cuándo entenderán que no tengo nada?
Megumi: Bueno¿qué te parece si te revisamos, solo para estar seguros.
En el Dojo Kamiya, mientras Sanosuke y Kaoru estaban en el consultorio, Yahiko y Kenshin se encontraban trabajando en los quehaceres. Kenshin se encontraba en la banqueta barriendo, mientras Yahiko acababa de terminar de limpiar los pisos. Una vez que el joven espadachín terminó su tarea, Yahiko salió a donde estaba su amigo.
Yahiko: Kenshin, y acabé con los pisos.
Kenshin: Muy Bien Yahiko¿podrías ver si la ropa ya esta seca?
Yahiko: Esta bien, de todas formas parece que va a comenzar a nevar.
Kenshin¿Nevar?
Yahiko entro de vuelta, dejando a Kenshin sólo. El samurai levantó su mirada al cielo, viendo todas las nubes que lo cubrían por completo. En efecto, parecía que comenzaría a nevar dentro de poco. La nieve trae muchos recuerdos a la mente de Kenshin.
Kenshin: Ese día también nevaba... –Se dijo así mismo sin quitar sus ojos del cielo.
Mientras Megumi revisaba a Kaoru, Sanosuke se encontraba sentado en una silla afuera, esperando. Sano levantó su mirada hacía el cielo y también se da cuenta de que esta apunto de nevar.
Sanosuke: Esté día ha estado muy oscuro.
En ese momento, Kaoru sale de la habitación, con una expresión de enojo en la cara. La joven camina hacía donde esta Sanosuke, sin voltear a verlo.
Sanosuke: Oye¿cómo te fue?
Kaoru: No lo sé, Megumi no me ha dicho nada, de seguro es porque sabe que no tengo nada.
En eso, Megumi hace acto de presencia frente a Kaoru y Sanosuke. En su rostro había una extraña expresión, una combinación de tristeza y talvez sorpresa.
Sanosuke¿y bueno? – Le preguntó impaciente mientras se ponía de pie.
Megumi¿Y bueno qué? – Respondió levantando la cabeza.
Sanosuke¿Qué tiene Kaoru?
Al oír la respuesta, Megumi dio un largo un suspiro. Su expresión no se veía bien, parecía que algo le preocupaba. Kaoru pareció asustarse al momento de ver esa reacción en ella¿Estará enferma de verdad?
Megumi: Kaoru, tú te encuentras perfectamente bien – La contestó volteando a verla – la verdad estas muy sana.
Sanosuke¿En serio?
Kaoru¿Lo ves? – Mencionó la maestra algo más tranquila – Se los dije, si me hicieran más caso no perderíamos tanto tiempo.
Sanosuke: Pero...
Kaoru: Pero nada, ya escuchaste a Megumi, estoy muy sana.
Megumi: Claro, estas muy sana… considerando.
Kaoru¿Considerando? – Preguntó algo extrañada al escucharla.
Sanosuke¿Considerando qué?
Kaoru: Considerando que... estás embarazada.
Esas palabras fueron como un relámpago que atravesaba su cabeza para Kaoru. Ella y Sanosuke pusieron una expresión de enorme sorpresa y por varios segundos, se quedaron sin habla.
Sanosuke¡¿Emba... ra... zada! – Alcanzó a decir el peleador.
De pronto, Kaoru volvió rápidamente a la realidad, regresando así su mal temperamento para comenzar a reclamarle por lo que acaba de decir.
Kaoru¡¡¿Es acaso una broma¡Tú estas mintiendo!
Megumi¿Por qué mentiría en algo como eso? – Le dijo mientras colocaba uno de sus dedos sobre la frente de la enojada Kaoru.
Kaoru: no lo sé, pero eso debe de ser, es una tontería...
Megumi: Escúchame bien, tu menstruación se ha retrasado más de dos meses, te sientes cansada, sientes antojos, estas irritable, y además estas más...
Kaoru¡Ni siquiera lo menciones!
Megumi: Es obvio que estas embarazada, cualquiera se daría cuenta de ello.
Sanosuke¿Entonces Kaoru tendrá un bebé¿Pero entonces Ken...?
Kaoru¡Olvídalo! – Le gritó - ¡Esto es una tontería¡no te creo nada, vamonos Sanosuke...
Kaoru tomó a Sanosuke de su traje. Esta vez era ella quien lo arrastraba para sal ir de ahí.
Sanosuke: Espera... suéltame... – Le decía mientras ella lo jalaba, dejando sola a Megumi por unos instantes.
Megumi¡No lo puedo creer! – Se decía así misma mientras bajaba la mirada y daba un largo suspiro.
Kaoru y Sanosuke se encontraban caminando de regreso al Dojo. Sanosuke caminaba detrás de la aún enojada Kaoru, mientras gritaba al aire reclamo tras reclamo.
Kaoru: Va a ver¿y se hace llamar doctora, eso es totalmente imposible.
Sanosuke¿Y enserio es imposible¿acaso tú y Kenshin no...?
Kaoru¡¡Ni siquiera lo pienses! – Le respondió girándose hacía él.
Sanosuke: Bueno, pero¿y no?
Kaoru se sonrojo ante la pregunta un tanto enigmática. Se dio rápidamente la vuelta, mientras él la miraba con cara de extrañado, aunque también de miedo pues no sabía ahora con que regaño le saldría. Entonces, Kaoru se giró lentamente hacía su acompañante, y con una voz tímida, comenzó a hablar.
Kaoru: Sano, por favor, prométeme que no le dirás nada de esto a Kenshin.
Sanosuke¿Cómo?
Kaoru: Aún no creo eso de que estoy embarazada, necesito tiempo para meditarlo, y no quiero que la cabeza de Kenshin se llené con ideas. Quiero esperar el momento justo.
Sanosuke¡Kaoru...!
Kaoru¡¿Lo prometes si o no! – Le volvió a preguntar, cambiando su expresión de nuevo a una forma ruda.
Sanosuke: Esta bien, no te enfades... no le diré nada a nadie.
Kaoru: Gracias.
Sin decir nada más, Kaoru siguió caminando hacía su casa. Sanosuke se quedó unos momentos atrás, pensando en lo que acababa de pasar.
Sanosuke: Ahora tengo que guardar demasiados secretos...
Un coco de nievo cayó lentamente frente a la cara de Sanosuke. Al verlo, se voltea hacía arriba y ve como poco a poco, la nieve comienza a caer.
En el Dojo, Kenshin se encontraba de pie frente a la puerta con la mirada baja, como si estuviera esperando a que Kaoru regresara. Algo lo molestaba muy en el fondo, pero no estaba seguro de que era.
Kenshin: "Cuando estuve en Osaka, estuve pensando mucho en Tomoe." – Pensaba el Destajador – "Sin embargo, también pensaba mucho en Kaoru, pues esta estaba en manos de Hijikata. Tomoe y Kaoru son muy diferentes, pero el sentimiento que tenía cuando fui a rescatarlas… fue casi el mismo. No pude darle una vida tranquila a ella, tampoco lo podré hacer con Kaoru, no mientras Hirokazu siga rondando en el Japón. Manami¿Ahora que hago?"
En ese instante, algo lo saca de sus pensamientos: los pasos de una persona se acercan a donde esta él. Rápidamente, Kenshin voltea hacía su derecha, para ver de quien se trata. Su rostro se llena de asombro al verlo.
Joven: Hola Himura. – Lo saludo el extraño con una sonrisa.
Kenshin¡Yosuke! – Dijó en cuanto lo vió.
Era un joven vestido con un traje azul, con un sombrero largo hecho de paja en su cabeza, cabello en un tono entre castaño y rubio, corto, y sus ojos eran grandes y cafés, además de una gran sonrisa en su rostro y una espada enfundad en su mano izquierda. Ambos se vieron el uno al otro, como esperando a que alguien dijera algo. De pronto, la expresión del recién llegado cambio drásticamente, transformándose a una mirada seria.
Joven: Himura... tenemos que hablar... – Dijo por último.
Kenshin puso una vez más una expresión seria, igual a la de él. Parecía saber no solo quien era ese joven, si no porque estaba ahí.
Kenshin: Esta bien.
Kenshin caminó hacía el joven y junto con esté, se alejaron del Dojo.
Al mismo tiempo, un hombre alto, de cabello negro corto, piel blanca y ojos azules, se encuentra caminando en las calles de Tokio. Se encuentra vestido con un traje militar gris y una capa negra que cubre su ropa, además de una espada de samurai que lleva consigo en la cintura. Parece estar como disfrazado como para no llamar la atención.
Sobre el techo de una casa, se encuentra una figura oscura, la figura de una persona vestida con un traje al estilo ninja, completamente de negro, con una máscara que le cubre completamente la cara. Se encuentra viendo toda la ciudad, como vigilándola.
En la Mansión Kanryu, Hirokazu se encuentra parado frente la ventana de su oficina viendo hacía afuera como comienza a caer la nieve.
Hirokazu: Bien, parece que los actores principales han llegado – Se decía así mismo con una sonrisa en el rostro – Creo que es momento de levantar el telón.
