Los personajes no me pertenecen. Sólo dejo que mi imaginación vaya más allá... Espero que os guste.


CAPÍTULO I.

Los rayos del sol atravesaban la ventana, creando claridad en la desordenada habitación en la que, dormida en un futón, una chica estiraba sus brazos mientras susurraba: "Naruto, Sasuke... no me abandonéis". Hacía ya tres años que sus delirios oníricos no le dejaban descansar. Cada vez que Sakura cerraba sus ojos veía a sus dos amigos. Se le venían a la mente los recuerdos de ellos, cada misión que compartió con ellos, la admiración que sentía hacia Kakashi, su antiguo maestro, la amistad hacia Naruto y el amor incondicional hacia Sasuke. No tenía claro si sus sentimientos hacia el Uchiha seguían siendo iguales que al principio, pero de lo que si estaba segura era de que quería salvarle de la oscuridad: aquella que le impregnaba el alma y la razón.

Una voz despertó a Sakura. Su madre le avisó para que bajara a desayunar. Sakura se desperezó mientras sus ojos se dirigían hacia Jato, su sable, el regalo que su padre le hizo cuando entró en la academia. Se levantó ágil, de un salto, se vistió y cogió los kunais y shurikens. Dirigió su mirada a la foto que tenía de Kakashi, Naruto, Sasuke y ella, y su corazón se encogió al pensar en sus compañeros. Desde que no les veía había cambiado: no se volvió a dejar el pelo largo, como le gustaba a Sasuke, y su antiguo vestido rojo, que había sido reemplazado por uno negro, permaneció al fondo del armario.

El olor a comida inundaba toda la casa. La señora Haruno servía el desayuno a su marido y tomó asiento junto a él. Antes de que su madre pudiera darle un grito, Sakura bajo las escaleras y apareció en la cocina. Cogió una bola de arroz y se la tragó.

—Llego tarde. Adiós. —dijo antes de salir por la puerta sin darles tiempo a sus padres de contestarle.

Ellos observaron como se marchaba. No les agradaba que Sakura pasara tanto tiempo fuera de casa, pero en el fondo se enorgullecían al ver que en los últimos dos años y medio, su hija había madurado convirtiéndose en una poderosa chuunin. Por otro lado, el excesivo celo que ponía Sakura en su entrenamiento les preocupaba; parecía que lo utilizaba para tener la mente ocupada y no pensar en algo que la hacía infeliz.

Tenía bastante prisa, se había retrasado más de lo normal y hoy se iba a reunir con la Hokage, su maestra desde que sus dos compañeros se marcharan de Konoha. No había un solo instante en el que no pensara en ellos, rememorando el rechazo de Sasuke y la continua humillación a la que él la sometía. Las calles se iban llenando de aldeanos que se dirigían a sus quehaceres cotidianos. El dependiente de ramen la saludó mientras cargaba una caja, ella le devolvió el saludo con una dulce sonrisa y no pudo evitar pensar en la de veces que había ido con Naruto a comer allí.

Tsunade la esperaba sentada en su despacho. Los montones de papeles se amontonaban en la habitación. En el suelo se encontraban dos botellas de sake vacías. Al entrar Sakura, se sobresaltó y se levantó de la silla. Sakura le recriminó el haber pasado allí la noche, salió y le trajo un té para la resaca. La Godaime se lo agradeció y le hizo tomar asiento.

—Sakura, tus progresos son cada vez mayores —dijo orgullosa Tsunade.

En el tiempo que llevaban juntas Sakura se había convertido en una kounichi bastante más poderosa de lo que Tsunade habría pensado. Su notable mejora en los jutsus curativos era algo que a Tsunade le reconfortaba, porque sabía que se debía al gran esfuerzo realizado por Sakura en los últimos años. Era ese afán de Sakura por mejorar lo que la convenció para entrenarla y lo que le hizo darse cuenta de que llegaría a ser una gran sanadora; aquel día en el hospital se dio cuenta de lo que valía la chica. Era una alumna inteligente, aprendía rápido y su manejo con el chakra era sobresaliente.

—Estás preparada para presentarte a juunin el mes que viene —añadió la Hokage visiblemente divertida al ver la expresión ilusionada de Sakura—. Te seguiré entrenando y Kakashi también lo hará.

En ese momento la Hokage hizo una significativa pausa esperando una reacción por parte de su alumna. Ésta tras unos breves momentos exclamó sorprendida:

— ¿Pero Kakashi no tiene misiones de ANBU? Tengo entendido que desde que Naruto y Sasuke se fueron se volvió a meter en el cuerpo —Sakura estaba sorprendida, pero sonreía para si misma al ver que Tsunade la consideraba apta para presentarse al examen.

—Ya no, ha vuelto a dejarlo desde que su compañero Shiruga murió en una misión —confesó la Hokage—. Parece que la muerte acompaña a tu maestro —inquirió con pesar.

Se hizo un incómodo silencio. Sakura no sabía que había querido decir Tsunade con aquella enigmática frase. Conocía a Kakashi, pero nunca llegó a conocer más allá de su máscara y hacia tanto tiempo que no le veía como a sus antiguos compañeros.

—Acompáñame a ver a los Hyuuga. Tengo que ir a revisar a Hyuuga Hiashi —la invitó Tsunade.

De camino a la mansión de los Hyuuga, Sakura se sentía empequeñecida ante la presencia de la Hokage. Esa mujer emanaba poder y sin saber muy bien como expresarlo sentía que tanto ella como los que estaban a su alrededor eran débiles en comparación con la poderosa Tsunade. De cualquier forma, se trataba de la legendaria Sannin y era normal que se considerara claramente inferior a ella; se tranquilizó a si misma considerando este pensamiento como algo evidente. Por otra parte le resultaba agradable que una mujer fuera tan poderosa, puesto que en el fondo le hacia confiar en sus propias posibilidades. "Algún día seré tan poderosa como ella", pensó Sakura. Nuevamente un sentimiento de nimiedad se apoderó de ella: "¿Qué digo? ¿Cómo pretendo compararme con Tsunade?" Estaba embebida en sus pensamientos cuando la mansión de los Hyuuga se presentó majestuosamente ante ellas.

La mansión era mucho más grande que cualquier casa que Sakura hubiera visto en la aldea. La casa de los Hyuuga era mucho más ostentosa de lo que ella jamás se hubiera imaginado, pero sin embargo se notaba su claro arraigo histórico en la aldea por su tradicional diseño, así como por lo arcaico de su ornamentación.

Tsunade se acercó a la puerta, agarró con firmeza la aldaba y golpeó la puerta con seguridad. Al momento apareció el criado de los Hyuuga, que al abrir la puerta y ver a la mismísima Hokage hizo una reverencia con la que llegó a tocar el suelo con la frente. Sakura no pudo evitar sonreír ante la exagerada muestra de respeto por parte del anciano. "Me pregunto si será tan servicial con todo el mundo", pensó divertida Sakura.

—Vengo a ver al señor Hyuuga. —dijo Tsunade interrumpiendo la ceremonial reverencia del criado.

Éste, claramente impresionado por la presencia de la Hokage, se levantó de inmediato y dándose la vuelta indicó: Síganme.

El camino que hicieron junto al anciano se le asemejó a Sakura como un laberinto más que a una casa. La enormidad de la residencia Hyuuga era algo que no se llegaba a estimar en su totalidad desde el exterior: la cantidad de habitaciones, pasillos, trampillas y demás recursos para despistar a un posible enemigo era algo que sólo se podía apreciar estando en el interior de la mansión. Tras un breve recorrido que a Sakura se le hizo eterno, llegaron a un enorme jardín interior con un estanque y árboles frutales a su alrededor. En las cercanías del estanque pudo distinguir a Neji, Hinata y al que creía que era su padre, pues en realidad nunca lo había conocido.

El criado hizo un ademán con la mano que ellas entendieron al instante, quedándose en donde estaban. El anciano se acercó a su señor para anunciarle la visita, a lo que éste asintió. Al girarse hacia ellas, éstas avanzaron hacia los Hyuuga. Al ver a la Hokage todos agacharon la cabeza en una respetuosa reverencia, gesto que ellas correspondieron. Tsunade aún no estaba acostumbra a estas formalidades, pero le gustaba que le mostraran respeto ante su alumna.

— Buenos días Tsunade. —habló el señor Hyuuga—. Nos honras con tu visita, aunque te esperaba. Si no me equivoco tú debes ser la alumna de Tsunade. Tengo entendido que tus habilidades con los jutsus curativos son prodigiosas.

Ante ese comentario Sakura se sonrojó. No estaba habituada a esos halagos y menos por parte del jefe de la familia más poderosa de Konoha.

—Ésta es mi alumna, Haruno Sakura, y sus habilidades son motivo de orgullo para mí. Si nos disculpáis, tengo temas que tratar con el señor Hyuuga.

Sakura vio alejarse a su maestra y pensó: "¿Y ahora qué hago? ¿Para esto he venido?". Una voz interrumpió sus pensamientos.

—Debes de ser muy poderosa para que Tsunade hable tan bien de ti —dijo Hinata con la timidez que la caracterizaba—. Me gustaría tener esas habilidades.

—Eres demasiado humilde Hinata —contestó Sakura—. Yo no tengo tu técnica de línea sucesoria y eso si que no se puede aprender.

—Pero eso no tiene mérito —replicó con dulzura Hinata—. Yo he nacido así y eso no tiene nada que ver con mi entrenamiento. De hecho si no fuera por mi byakugan no tendría ninguna habilidad.

—Estoy segura de que tienes muchas más habilidades de lo que dices.

Sakura por un momento meditó sobre la falta de seguridad de Hinata: le recordaba a ella antes de empezar su entrenamiento con la Hokage. Se fijó en Neji, que daba una desagradable sensación de indiferencia hacia su prima. ¿Cómo era posible que un genio como él no se molestara en mostrar a Hinata que sus habilidades iban más allá de su byakugan? ¿Cómo podía ella tener tan poca confianza en si misma, cuando pertenecía al clan más poderoso de Konoha? Ella habría pagado lo que fuera por haber nacido con una técnica de línea sucesoria, pero no había tenido esa suerte y tenía que compensar ese hecho con entrenamiento duro, tan duro que no muchas personas podrían soportarlo. En ese momento volvió a recordar a sus compañeros: ¿habrían mejorado mucho en todo este tiempo? Esta pregunta le torturaba, porque ella había entrenado muy duro y tenía el presentimiento de que seguía muy por debajo del nivel de Naruto o Sasuke.

Tsunade volvió acompañada de Hiashi. Sakura notó una leve preocupación en el rostro de su maestra: era raro verla así. En ese momento tuvo el presentimiento de que algo sucedía. Se despidieron de los Hyuuga y el criado les acompañó hacia la salida. Los ojos de Tsunade estaban idos, estaba sumida en sus pensamientos y ni siquiera hablaba.

—Tsunade ¿le pasa algo a Hiashi? La veo preocupada —interrogó la joven.

—No te preocupes. Ya te lo contaré en otra ocasión.

Cuando iba a replicarle escuchó su nombre desde lo lejos, la voz le era familiar. Se giró rápidamente y se encontró con Naruto y Jiraiya. Su boca esbozó una sonrisa. Naruto se abalanzó hacia ella abrazándola con tanta fuerza que la derribó.

—Te he echado mucho de menos Sakura —gritaba Naruto entusiasmado—. Estas muy "cambiada" —dijo Naruto en un tono que a Sakura le pareció irreverente, al fin y al cabo hacia tres años que no se veían.

—Me parece estupendo Naruto, pero ¿podrías quitarte de encima?

Se incorporaron ambos y entonces Sakura se permitió sonreír por un momento. Por muy brusco que fuera, Naruto seguía siendo uno de sus mejores amigos. El Gennin había cambiado: ahora era más alto, y había desarrollado una musculación considerable durante el tiempo que había pasado.

—Parece que has crecido algo —dijo Sakura sin poder ocultar su sorpresa. Al advertir la expresión de Sakura, Naruto sonrió enseñando todos sus dientes.

—He entrenado muy duro durante este tiempo. Estoy deseando enseñarte las técnicas nuevas que he aprendido.

—No te creas que yo he estado descansando —respondió Sakura con la seguridad que le daba el entrenamiento recibido en los últimos años—. Ahora mismo tengo cosas que hacer. ¿Qué te parece si vamos a comer ramen esta noche a...?.

—Me encantaría —respondió Naruto con una visible expresión de felicidad.

—Pues hasta esta noche —Y sin decir más, Sakura se giró y se puso al lado de Tsunade.

Tsunade saludó a Naruto y a Jiraiya. Y se despidió de ellos excusándose en el trabajo. Sakura se alegraba de ver a Naruto, se le notaba más maduro, pero tenía ligeras sospechas sobre las técnicas que le había enseñado Jiraiya. Conocía bastante la reputación del Sannin, era bien conocido que era el escritor de come come paradise, novelas eróticas que leía Kakashi. Tenía ganas de que llegara la noche para hablar largo y tendido con Naruto, pero ahora mismo había otros asuntos que debía atender, como el extraño asunto que se traían entre manos Hiashi y Tsunade: estaba dispuesta a investigar a fondo sobre el misterio. Le conmovió la manera en que Hinata había intentado entablar una conversación con ella: era una niña muy dulce, pero se tenía muy poca estima. Se prometió a si misma buscar la amistad de Hinata. Nunca la había visto con otras amigas. Al menos ella contaba con Ino, aunque desde que ésta se había emparejado con Akimichi Chouji no la veía demasiado. De una cosa si estaba segura, tenía que mejorar mucho más para ir a rescatar a Sasuke. No le importaba el precio que tuviera que pagar. Incluso llegó a plantearse irse de Konoha para seguir a Sasuke: siempre que ese pensamiento se le venía a la mente, recurría a pensar en que sería un estorbo para el Uchiha.

Sakura iba siguiendo a Tsunade como un robot, no se fijaba por dónde caminaba, el encuentro con Naruto le había emocionado, pero al mismo tiempo le había hecho recordar más a Sasuke. Si tuviera el coraje de Naruto, no habría dudado ni por un instante en recoger sus cosas y marcharse de la villa para seguir a su único amor, o al menos eso era lo que creía. Todos estos años había pensado en Sasuke y se había olvidado de otra cosa que no fuera él. Se sentía despreciable, en su interior sabía que ese amor no correspondido era un capricho de niña, pero aunque eso fuera cierto, tenía la necesidad de salvarlo. No iba a permitir que Orochimaru se saliera con la suya. Además contaba con la ayuda de su amigo, Naruto. Había jurado no volver a llorar más y hacerse más fuerte. Todo lo que había conseguido en los últimos años se lo debía a Tsunade: no había ninguna meta fácil. Todo requería un esfuerzo, y desde luego ella se había esforzado muchísimo.

Poco a poco se fueron acercando a las esculturas de los Hokages, no sabía cual era el motivo para que Tsunade se dirigiera allí, era extraño. Detuvo sus pensamientos para fijarse en la nueva escultura de la Godaime. Los rostros de los Hokage se mostraban apacibles, bajo el calor del astro rey, insensibles al hormigueo de los habitantes de la villa, entre pasado y presente. Tsunade se paró en seco y contemplándose a si misma comenzó a hablar:

—Nunca quise ser Hokage —no miró atrás, sabía que su alumna escucharía todo lo que ella dijese—. Jamás lo deseé. A pesar de ser la nieta de uno de ellos, amaba a mi abuelo como también amé a mi hermano y a mi novio. No tenía esa necesidad de desear ser Hokage, pues mi hermano lo anhelaba y sabía que valía para desempeñar el cargo. Como símbolo de mi confianza le regalé el collar que antes perteneció a nuestro abuelo. Cuando murió por culpa de la guerra no me lo perdoné: se podría haber salvado si hubiera más ninjas médicos. En ese momento me puse a estudiar todo lo referente a los jutsus médicos, noté que tenía una gran habilidad para estos jutsus y que eran eficaces en las misiones. Fue entonces cuando pedí que más ninjas estudiaran los jutsus curativos, así se conseguiría salvar más vidas, y que en cada grupo de ninjas hubiera uno que manejara esos jutsus. Me dijeron que no era el momento para aprender esos jutsus, que estábamos en guerra y había que actuar con rapidez. Fue entonces cuando conocí a mi primer y único amor. Pensábamos casarnos cuando acabara la guerra, pero el destino me lo arrebató de repente. No pude hacer nada por salvarle a pesar de intentarlo con todas mis fuerzas. Él, como mi hermano, también quería ser Hokage. No le importaba dar su vida para salvar a los demás. También le regalé el colgante que perteneció a mi abuelo y más tarde a mi hermano menor. Llegué a la conclusión que todas aquellas personas que se sacrificaban tanto para convertirse en Hokage terminarían muriendo, que era una ilusión absurda, ser Hokage para morir. Naruto me recuerda a ellos dos —continuó—. A veces pienso que no merezco ser Hokage, hay otras personas que tienen esa ilusión como te dije antes. Naruto es un chico especial, pero no sé si es por el hecho de poseer el Kyubi o por su afán de superarse, todo lo que se proponga lo conseguirá.

Sakura se sorprendió. "¿Qué hacía Tsunade revelándole con tanta naturalidad la verdadera naturaleza del poder de Naruto? ¿Acaso se habría dado cuenta que ella lo sabía? No, imposible. Siempre fui muy cuidadosa con los pergaminos..."

—No sé a que viene esa expresión de sorpresa en tu rostro —interrumpió Tsunade los pensamientos de Sakura—. ¿Acaso crees que soy tan ingenua de no darme cuenta que ya lo sabías? ¡No sé qué piensas de mi, soy la Hokage y una legendaria Sannin, no lo soy porque sí! —Tsunade la miró interrogante, esperando una explicación por parte de su alumna.

—Lo siento Tsunade —se disculpó inclinando la cabeza—. Jamás pensé en burlarme de esa forma. No quiero que pienses que quise entrenar contigo para registrar toda la información secreta. La verdad es otra. Lo hice porque necesitaba saber información acerca de Orochimaru, quiero rescatar a Sasuke —confesó.

— ¿No te das cuenta Sakura? — espetó—. Él se marchó de la villa en busca de venganza, la sangre de su hermano tiene que ser derramada por él. Aunque eso le lleve a irse con un traidor. Dalo por perdido, no regresará hasta que no haya cumplido con su cometido.

—No puedo dejar de pensar en él —reveló con una mano en el corazón—. Es injusto. ¿No deberías darle otra oportunidad? Sé que está mal abandonar la villa y atacar a Naruto: son actos que no se pueden justificar. Creo que está perdido, se siente solo y necesita nuestra ayuda, necesita una Konoha que lo recoja en su regazo.

—Puede ser, no somos nadie para juzgar —contraatacó Tsunade, ante la sinceridad de Sakura. Notaba que la joven estaba profundamente enamorada del chico. Tenía que abrirle los ojos como fuera—. No le tenderé la mano gratuitamente, antes tendrá que demostrar su valía como ninja de Konoha.

—Eso quiere decir... —la boca de Sakura se contrajo con una dulce sonrisa—. ¿Entonces me mandarás a rescatarlo junto con Naruto?

—No he dicho eso. Simplemente si algún día regresa por su propio pie, tendrá esa oportunidad que tú exiges por él. Date cuenta de lo siguiente: No volverá hasta que no haya matado a su hermano con sus propias manos. Él ya eligió, olvídate de él. ¿No te das cuenta de que quieres ir a la cueva del lobo? —le reprochó—. Te intento advertir Sakura. No te hagas ilusiones con Sasuke.

—No me perdonaré si le pasa algo a Sasuke. Sé que en el fondo él nos echa de menos, no son ilusiones, son mis sentimientos. Tienes que mandarnos a buscarlo, es una promesa que hice con Naruto —pidió.

— Recuerdo muy bien cuando Naruto regresó de esa misión, fue una misión suicida, pero no teníamos bastantes ninjas a disposición y tuve que recurrir los gennins. Me arrepentí bastante, casi pierden la vida y Neji estuvo a punto de quedarse en quirófano… No fue una decisión muy acertada, pero al menos lo intentamos y por fortuna nadie salió herido. Respeto tu promesa, pero ahora mismo no tenemos nada para empezar a buscarlo. Te pido que esperes, no seas impaciente, céntrate en tu entrenamiento y en las próximas misiones que están por venir. No te adelantes, por favor. Tendrás que quedarte, si te quedas te juro que te haré más fuerte, es una orden.

El aire fresco de fuera olía a las flores de cerezo. El silencio era incómodo. Sakura se sentía ansiosa, no sabía como expresar sus sentimientos, pero a la vez se sentía feliz por el mero hecho de que Tsunade la comprendía. Deseaba rescatarle y estaba segura de que cumpliría su objetivo con la ayuda de Naruto. Su interior se lo decía, era una intuición. No, no podía quedarse así, con el fracaso de no haberlo intentado. Miró sus pies, un poco sucios de la caminata desde la casa Hyuuga hasta las figuras colosales de los Hokages.

Dio una patada a una roca que salió volando por lo aires. Pensó en lo que Tsunade le intentaba decir, sabía que tenía razón.

—No deberías golpear lo que no se puede defender. Entiendo como te sientes —repuso Tsunade—. Te pido un poco de paciencia. Eres mi kounichi más leal, en la que más confío, por eso he dejado que todos estos años recogieras la información que te hacía falta. Ahora te pido que guardes silencio y sigas leal a la villa, se avecinan tiempos difíciles y tú eres de los ninjas más valioso que tiene Konoha.

—Pero sólo queda medio año para que Orochimaru se intente apoderar del cuerpo de Sasuke —replicó angustiada—. Si no hacemos algo pronto, Sasuke morirá.

—Entiendo tu preocupación. Ahora hay otros asuntos de mayor prioridad —advirtió secamente Tsunade—. Cuando sea el momento te enterarás. Necesito tener a la mayoría de los ninjas aquí en la villa, no es nada bueno lo que se avecina. Te prometo que cuando esto acabe podréis ir a rescatar a Sasuke.

—Gracias maestra —inclinó la cabeza como muestra de respeto. No pudo evitar sentirse nerviosa y excitada ante la perspectiva de volver a ver pronto a Sasuke. De repente un extraño pensamiento invadió su mente: el relato de Tsunade, su juventud, las guerras... el estado en que volvió cuando acabó de hablar con Hiashi; todo formaba una cadena, sin querer le había revelado que Konoha estaba amenazada y la guerra se aproximaba. "¿Qué era lo que Hyuuga Hiashi le había dicho?, ¿Acaso Hiashi le había advertido a Tsunade acerca de una posible guerra?". Estaba decidida a preguntarle a Tsunade.

—No hace falta que te lo confirme. Lo has averiguado tú sola —como si Tsunade fuera capaz de leer la mente de Sakura, siguió hablando—. No te diré los detalles de mi conversación con Hiashi, por dos razones: la primera, estaría muy mal por mi parte el ir comentando lo que me dicen otras personas, y la segunda, no puedo dar una noticia de la que aún no estoy segura.

Sakura se quedó estupefacta y pensativa. Sabía que Tsunade tenía muchas habilidades, pero ni siquiera llegó a imaginar, que una de ellas fuera la de leer la mente. No sabía si seguir admirándola o enfurecerse con ella. Le daba coraje no poder formular las preguntas, pero más aún cuando no le respondían lo que quería. Le había dado una respuesta ambigua, esa era la manera en que Tsunade le contestaba. Afortunadamente, se consideraba a sí misma inteligente y estaba segura de que podría resolver cualquier enigma con facilidad.

Tsunade se dio la vuelta y empezó a alejarse por el mismo camino por el que anduvieron juntas una hora antes. Sakura se quedó frente a las colosales esculturas, pensando en todo lo que había hablado con Tsunade. Parecía irónico. Justo cuando pensaba marcharse de la villa para rescatar a Sasuke, venía Tsunade pidiéndole que no lo hiciera, que una guerra estaba a punto de comenzar. La joven deseaba irse, pero en el fondo sabía que tenía un gran compromiso con la villa. Antes no le hubiera importado abandonarla junto a Sasuke, pero éste la humilló y despreció con sus crueles palabras. En el fondo sabía que se lo dijo para impedir que ella cometiera la misma estupidez que él. Siempre supo que Sasuke la apreciaba a pesar de todo. Recordó las veces en que había puesto en peligro su propia vida por protegerla, al igual que Naruto, y también rememoró el día en que consumido por el sello maldito, fue capaz de matar a un ninja del sonido por haberle atacado a ella. Estaba tan concentrada recordando los momentos vividos con el Uchiha, que no se dio cuenta de que había alguien detrás de ella.

—Buenos días Sakura.

Antes de girarse reconoció la voz de Temari, de la villa de la Arena. Se llevó un susto tremendo. No esperaba encontrarse a nadie.

—Hola Temari. ¿Cómo estás? Hacía bastante tiempo que no recibíamos ninguna visita de la Arena.

—Vengo de parte del Kazekage. Iba a ir a ver a Tsunade, pero al verte aquí sola quise saludarte —ante el silencio de Sakura siguió hablando—. No quiero preocuparte. Estoy segura de que habéis recibido algunas amenazas por parte de la Akatsuki —Temari había fruncido el ceño.

— ¿Así que se trataba de la Akatsuki? —su mirada se perdió hacia la villa que, rodeada entre las murallas, se vislumbraba en el horizonte, por debajo del cauce del río—. Supongo que Gaara estará haciendo bien su trabajo —añadió para quitarle importancia a su pregunta anterior.

—No sabía que la Hokage había guardado silencio al respecto —se disculpó por hablar de más—. Si, mi hermano es un estupendo Kazekage. Cambió mucho gracias a Naruto. Me sorprendió mucho que quisiera ser Kazekage.

—La gente cambia —respondió Sakura—. Y más cuando conocen a Naruto y son tan parecidos a él. No es fácil la vida que ha llevado Naruto, creo que su caso es muy similar al de Gaara.

—Supongo que si. Siempre sentí lástima por mi hermano —reconoció. Al ver la sorpresa en los ojos de Sakura supo que otra vez había hablado de más, esos asuntos eran suyos y no podría expresarlo con alguien de otra villa y menos fuera de su ámbito familiar —Debo irme.

—Espera. Antes de que te vayas, quisiera preguntarte algo ¿Sientes lástima de tu hermano, pero no te paras a pensar, que quizás tú no le hayas tendido la mano cuando él la necesitaba a pesar de su carácter? —supo que había dado en el clavo. No sólo poseía una capacidad intelectual, sino que también se fijaba en los detalles e intentaba analizar a las personas—. Sé que no me incumbe, pero he aprendido a preocuparme por los demás. A Naruto nadie le tendió la mano, incluso yo fui muy injusta con él, sólo quería apartarme de su lado.

— ¡Es sorprendente, Sakura psicoanalizándome! —exclamó irónica—. ¿Qué sabrás tú de los demás cuando siempre te preocupaste de una sola persona? —esa pregunta le había molestado. No esperaba esa impertinencia por parte de Sakura.

—Discúlpame si te he ofendido. No es mi intención. Sólo quiero entablar una amistad contigo, somos aliadas. Quiero ayudarte en todo lo que haga falta—quería ser su amiga. No sabía de qué forma acercase a la joven para entablar una amistad. Tenía curiosidad por saber el pasado de Gaara. "¿Cómo es que Gaara tenía tanto chakra, de donde sacaba esa cantidad, y sobretodo, qué era ese monstruo que provenía del joven, que ella vio por unos instantes antes de perder el conocimiento cuando Orochimaru mató al tercer Hokage?". No podía evitar interrogarse sobre eso, quería averiguarlo.

—No necesito tu ayuda. Gracias por el ofrecimiento. Lo tendré en cuenta. —La kounichi de la arena no estaba preparada para responder a eso, todavía era demasiado pronto. Tenía razón Sakura, pero ahora no estaba dispuesta a admitirlo. No daría su brazo a torcer tan pronto, antes necesitaba pruebas fiables de que la mano que le tendían era segura y no una falacia.

—Al menos déjame acompañarte hasta la villa.

No necesitó una respuesta. Se pusieron en marcha. Sakura no paraba de darle vueltas a lo que Temari había dicho: si era cierto que se trataba de la Akatsuki, temía por la vida de Naruto. Sabía que Naruto tenía un gran valor para ellos sólo por poseer el Kyubi. "¿Para qué querían el monstruo que Naruto llevaba en su interior? Y lo más importante, ¿Qué ganarían teniendo a Naruto con ellos?, porque el zorro de nueve colas estaba en el interior de Naruto, por lo tanto es él quien lo controla", esas preguntas se formulaba Sakura mientras caminaban por el sendero que conducía a la gran puerta de Konoha.

Su interior revivía una y otra vez los sucesos acaecidos aquella noche, como si pudiera cambiar lo ocurrido. Lo guardaba con recelo, en lo más profundo de su ser. No se atrevía a compartir la aflicción que sentía desde aquel día, ni siquiera con su mejor amiga Ino. Recapituló en su mente las últimas palabras que le dedicó el Uchiha: "gracias Sakura". No quiso indagar más, su cerebro no paraba de proyectarle la imagen del joven. Lo recordaba con su melena larga y negra, no llevaba el protector de su frente, y el pelo le caía hacia delante; sus ojos mostraban decisión y al mismo tiempo inseguridad, y su sharigan brilló en la oscuridad: rojo y sediento de sangre.

Sin darse cuenta llegaron a la oficina de la Hokage. Sakura se despidió de Temari, aunque apenas habían conversado en el camino. Anduvo en busca de Naruto. Una ligera brisa proveniente del oeste zarandeaba su corta melena rosa. Sakura alzó el rostro, disfrutando del contacto frío en su piel acalorada. La arena era arrastrada por pequeñas ráfagas de viento, acumulándose en sus sandalias. Ante aquel panorama sintió que le invadía una paz; aspiró profundamente, relajando el cuerpo. Se hallaba jubilosa, armoniosa, los nervios se extendían con rapidez, ansiosa de tener cerca a su amigo de nuevo.

Cuando al fin Sakura llegó a la casa de Naruto ya había oscurecido del todo, pero el joven se encontraba esperándola en la puerta, deseoso de comer ramen. Estaba cansada y hambrienta; las emociones del día le habían agotado. Naruto la abrazó más efusivamente que antes, se le veía risueño y eso le conmovió, y ella le rodeo con sus brazos fuertemente.

— ¡Qué ganas tenía de volver a verte! —exclamó radiante—. Tenemos tanto de que hablar.

—Tienes razón Sakura. Vamos al Ichiruka a comer ramen.

El camino se hizo corto, a pesar de estar a una distancia considerable de la vivienda de Naruto, pero el ir compartiendo las vivencias de cada uno les mantuvo entretenidos. Se sentaron y pidieron ramen para comer. Naruto no comía, engullía; parecía que no había probado bocado alguno en estos años de entrenamiento. Sakura se demoraba en cada movimiento que el joven hacía, quería guardarlos como si de un tesoro se tratara, anheló tanto su compañía que el tenerlo allí era sumamente gratificante. Observó que el alborotado pelo de Naruto seguía igual, lo llevaba un poco más largo y su mirada era alegre.

—Sakura —la voz de Naruto la devolvió a la realidad—. ¿Por qué me miras tanto? Te noto extraña.

—Simplemente quería grabarte en mi memoria. ¡Has crecido tanto Naruto! Pero sigues siendo el mismo niño que zarpó, como un barco a la deriva, a la búsqueda de nuevas técnicas y de crecer como ninja y persona —cabizbaja y tras una fugaz pausa, continuó—. ¡Te he echado tanto de menos! —confesó—. No sabes la zozobra que tenía. No he dejado de pensar en todos estos años en Sasuke y en ti. Me preguntaba ¿Estarán bien Sasuke y Naruto?

—Yo también te echaba de menos Sakura. Estaba deseoso de que llegara este momento. He trabajado mucho, como te prometí. No eres la única que ha sufrido en todo este tiempo. El sufrimiento es mutuo. También me preguntaba si todos estabais bien y sobretodo cómo está Sasuke. No he olvidado la promesa que te hice —sus ojos azules buscaron desesperados los ojos verdes de la chica. Necesitaba ver alguna reacción por parte de ella, ya fuera pesadumbre o alegría. Quería indagar más allá de las palabras. Tras un breve intervalo de tiempo, prosiguió—. Tengo la intención de rescatarlo ahora que he regresado. Lo traeré aunque sea a rastras.

—No eres el único que se propone hacerlo, Naruto —interrumpió. Agarró su vaso, la fuerza lo hizo añicos. Naruto la miró con los ojos desorbitados, esperando una explicación por parte de su amiga—. No he entrenado todos estos años para convertirme en chuunin, que en este momento carece de sentido para mi. No, no ha sido esa la razón. Quiero salvar a Sasuke y demostrarle todo lo que he mejorado, quiero que me reconozca y valore como un ninja de Konoha, que luche de igual a igual. No sabes lo ultrajada que me sentí cuando no pude detenerlo...

—Sakura.

Naruto estaba siendo participe de sus sentimientos. Jamás concibió la idea de contárselo a su compañero, del equipo siete, y amigo; no sabía el por qué. Lo que si tenía claro, es que necesitaba desahogarse con alguien y el momento lo requería. No era justa la manera en que la joven trató a Naruto y, con el paso del tiempo, lo había llegado a apreciar: procuraría enmendar ese error.

Sakura salió del Ichiruka, seguido de cerca por Naruto. Se encaminaban hacia la casa de Sakura.

—No quiero compasión por tu parte, sólo pido tu apoyo —exigió—. Debemos rescatar a Sasuke antes de que Orochimaru se apodere de su cuerpo.

— ¿Cómo sabes lo que pretende Orochimaru? —se puso una mano en la cabeza—. Yo no te dije nada.

—Cierto. —Ciñó los brazos al cuerpo, tragando saliva; habría querido que Naruto se lo hubiera contado y no haber husmeado los pergaminos de Tsunade. Se volvió para mirarle, sus ojos estaban brillantes—. No creas que sólo he estado entrenando todos estos años con Tsunade. Ahora mismo no podemos abandonar la villa. No puedo decirte nada. Lo pospondremos para después del examen de chuunin y juunin —susurró al percatarse de que había alguien ahí. Seguramente se tratara de un chuunin haciendo su turno de vigilancia.

— ¿Por qué hablas tan flojito Sakura? ¡Casi no me entero de lo que dices! —exclamó molestó.

Sakura le golpeó en la cabeza, provocándole un enorme chichón. Estaba segura de que ese "alguien" les estaba intentado espiar. No era habitual que quien hiciera la guardia se llevara media hora siguiéndoles. Naruto seguía tan despistado como siempre, no se percató de que intentaban oír la conversación.

—Es hora de irme Naruto. Ya hablaremos mañana, que hoy es muy tarde.

—Déjame que te acompañe Sakura —se ofreció galante. Ante la negación de ella, le insistió una vez más.

—No me pasará nada. Además mi casa está a la vuelta de la esquina —agitando su mano se despidió de Naruto.

Ansiaba tumbarse en la cama y cerrar los párpados. El día había sido muy agitado: la visita a la casa Hyuuga, el reencuentro con Naruto, incluso la sensación de sentirse acechada. Esto último había sido lo más extraño del día, nunca se había sentido observada, siempre era ella la que observaba a la gente. Estaba convencida de que conocía a esa persona, y de que la había seguido hasta su casa. No sabía hasta que punto podía ser una amenaza o si sencillamente se trataba de imaginaciones suyas causadas por el cansancio de un día agotador. Lo más chocante fue que al girarse había desaparecido, sin dejar rastro; si hubiera sido un vigilante no tendría sentido ocultarse de ese modo.

"Tengo tantas ganas de verte", pensó Sakura antes de quedarse dormida.


Notas de la escritora: Me procedido a la relectura del primer capítulo, he hecho unas cuantas modificaciones. En general el argumento es el mismo, simplemente he modificado unas cuantas frases del final. Siento mucho la demora, pero es que no tengo mucho tiempo. En breve seguiré con la historia, cuando me relea todos los capítulos. Lo siento.