Y finalmente el día del baile llegó. Esa mañana del viernes desperté como en cualquier otra. Mamá nos llevó al instituto a mí y a Kurt, quien era uno de los más ansiosos por esta noche. Al llegar, nos dirigimos cada uno hacia nuestra clase correspondiente. Como era de costumbre desde que ambos se cambiaron de Dalton a McKinley, Blaine lo estaba esperando en la puerta. Para ser sincero, estoy muy contento de que Kurt haya encontrado a alguien por fin. Se los ve muy felices juntos, y a ninguno de los dos parece importarle la homofóbica opinión de cierta gente.
Quinn ya me había reservado un lugar al lado suyo en el salón de Español. Me senté allí y la saludé con un beso en la mejilla. No me agrada demasiado mostrar mucho cariño físico entre nosotros en público. Quizás eso es para no herir a Rachel más de lo que ya lo hago. Rachel, últimamente había estado pensando en ella bastante más de lo normal desde que me enteré que iría al baile con Sam. Más específicamente con Sam y Mercedes como amigos, pero por alguna desconocida razón lo que me molestaba era que vaya con él. No creo que sean celos, pues, hace ya un gran tiempo que las cosas entre ella y yo habían terminado. Pero algo me olía mal cada vez que la veía hablando con él.
- Hola futuro rey del baile. - me recibió con entusiasmo mi... novia.
- Hola... - repliqué con una sonrisa que se esforzaba en ocultar mi incomodidad. Porque lo cierto es, que el tema baile ya me tenía cansado. Quinn no hablaba de otra cosa más que de eso, y yo por mi parte deseaba que ya fuese esta noche para que todo aquello terminara.
- Ya conseguí turno en la peluquería, de ahí estaré saliendo a las 7. La limusina pasará por tu casa a las 8:15, pero tienes que estar listo a las 8. Luego me buscará a mí, que ya habré tenido más de una hora para prepararme. Finn, ¿estás escuchándome?
Si ella no hubiese levantado la voz, no habría salido de la galaxia de mis pensamientos. Y todo porque Rachel había llegado, y se había sentado junto a Sam. Parloteaban sin parar y él no dejaba de hacerla reír a carcajadas. Una de las maravillas de mi vida solía ser verla reír, pues ese era mi cargo. Yo, y nadie más que yo, la alegraba como yo lo hacía. Pero aparentemente aquello había quedado en el pasado. Sí, la extraño muchísimo. Y sí, debo reconocerlo, muero de celos tanto como en los viejos tiempos con St. James. Pero se que debo frenar estos sentimientos. Ahora Quinn es mi novia, y la quiero. La quiero pero... ¿la amo?
- Finn! - insistió.
- ¡¿Sí? - pregunté exaltado.
- ¿Podrías repetirme lo que te estuve diciendo?
- Eh... ¿que esta noche esté preparado a tiempo? - adiviné.
- Hmm... - profirió ella. - Como sea, ya llegó el Sr. Schues así que préstale atención a él aunque sea pues no me gustaría que me viesen salir con un chico con bajas notas.
Y así es siempre. Su mayor interés y preocupación es la reputación y la popularidad. Pero ella es una buena persona, eso seguro.
- Buen día chicos, les voy a entregar a cada pareja un diálogo en español para que practiquen e interpreten. - anunció el profesor.
A Quinn y a mí nos tocó una estúpida conversación entre dos amigos que discutían entre salir al cine o al teatro. Comenzamos a practicarlo, Quinn corrigiendo todo el tiempo mi pronunciación.
- Bueno, a ver... Rachel y Sam, pasen al frente ya que están tan divertidos. - los invitó.
Los dos se levantaron sonriendo como si se estuviesen aguantando la risa, y se pararon al lado del Sr. Schues.
- ¡Vamos! ¿Qué esperan? Empiecen! - los alentó.
Sam acomodó su voz, se arrodilló y le agarró la mano a Rachel que no dejaba de sonreír. Noté que Quinn los miraba con extrañeza, y por un momento me pregunté si no se habrá sentido igual que yo. Es decir, Sam solía ser su novio antes que... ella lo engañase conmigo.
- Mi querida Florencia. - comenzó él fingiendo una voz caballerosa. Un terrible actor, a decir verdad. - Estos días junto a ti han sido los mejores de mi vida. Eres la mujer más bella y talentosa que he conocido, y así me enamoraste. Por eso y por más, he decidido que quiero pasar el resto de mi vida contigo. ¿Serías mi esposa?
Rachel no había dejado de sonreír ni un momento y ahora los ojos le brillaban. Quinn puso cara de asco cuando ella empezó a hablar, en cambio yo... sonreí. Pronunciaba el idioma a la perfección, y junto a su dulce voz parecía una princesita hispana.
- Oh Eduardo, ¿cómo decirle que no al único hombre que me ha hecho mujer? Tú me haces sonreír como nadie lo hace, me haces feliz. Es por eso que te amo, ¡y claro que me casaría contigo!
Dicho ésto, Rachel se agachó y lo abrazó fuerte. Él le devolvió el abrazo y le susurró algo al oído. El profesor comenzó a aplaudir y el resto de la clase lo imitó, Quinn y yo de mala gana. Enseguida la campana sonó y todos salieron del aula, Rachel y Sam juntos.
- Vamos Finn? Tenemos Historia. - me llamó Quinn.
- Eh... La verdad es que no me siento muy bien así que pensaba ir a la enfermería a que me revisen. - le mentí, y ella me miró con cara de pocos amigos.
- ¿Te acompaño? - sugirió.
- No hace falta, gracias. No quiero arruinar tu asistencia perfecta.
- Eso ya se arruinó cuando nos dio mono, ¿recuerdas?
- Sí, claro. Igual, ve a clase tranquila por favor. Te alcanzo más tarde, ¿sí?
Ella giró los ojos y se fue. Yo no me sentía mal físicamente en absoluto, sólo necesitaba un poco de aire así que decidí salir al campo de juego.
Para mi total sorpresa me encontré con Jesse St. James en los pasillos hablando a solas con Rachel. ¿Qué hacía ese idiota de vuelta en el instituto? O peor aún, ¿por qué Rachel le estaría hablando después de todo lo que éste le hizo?
Jesse le dio un beso en la mejilla y se retiró por la puerta de salida. Ella lo miró alejarse y luego se volteó para encontrarse, sin esperarlo, cara a cara con mi anatomía.
- Finn! - exclamó con los ojos como platos.
- Rach... - pronuncié sonriendo por el simple hecho de la poca distancia que nos separaba.
- Qué... ¿qué es lo que haces aquí? - tartamudeó nerviosa. - ¿No deberías estar en clase?
- Lo mismo te pregunto...
- ¿¡Hace cuánto estás aquí!
- Lo suficiente como para verte hablar con ese imbécil...
- Oh... Te refieres a Jesse. Sí, me lo crucé mientras iba a Historia.
- ¿No te habías ido de la clase con Sam?
- ¡¿Y tu cómo sabes tanto?- preguntó cruzando sus brazos sobre su pecho.
- Eh... Yo sólo los vi.
- Bueno, él se fue a clase como tú deberías haber hecho apenas me frené a saludar a Jesse.
- Y... ¿Quién de los dos es tu novio? - le pregunté al juntar las agallas. Ella me miró perpleja por un momento con la boca abierta hasta que por fin una palabra se dignó a salir de allí.
- Ninguno, Finn. Saludé a Jesse por educación, y sabes perfectamente que Sam es sólo mi amigo.
- Un muy reciente y cercano amigo...
- Suficiente Finn! No tengo por qué estar dándote explicaciones.
- ¿Ah no?
- ¡Por supuesto que no! Tu novia es Quinn, ¿por qué no te vas con ella?
- Sólo... sólo dime qué hacía Jesse aquí.
- Vino a ofrecer su ayuda para los bailes nacionales. Por si no sabías, él ya no está más en Vocal Adrenaline. Y además... - miró el suelo por unos instantes. - me pidió disculpas.
- ¡Me imagino que no se las habrás aceptado! - exclamé.
- Lo imaginas mal, Finn. Yo sí se perdonar.
Auch, me tiró una gran indirecta.
- Rach, él se portó muy mal contigo...
- Y quién no lo hace Finn? Todos aquí no hacen más que lastimarme, menos algunas pocas excepciones.
- ¿Como Sam?
- Sí, como Sam. Finn, si algo te importo deberías respetar que yo esté con quien yo quiera. Es mi derecho.
- ¡Claro que me importas! - vi como sus ojos comenzaban a humedecerse. - Sólo quiero cuidarte...
- Gracias, pero puedo cuidarme solita.
Y así se fue, llorando y ofendida. Definitivamente cada vez que ella sufre, yo sufro el doble.