Disclaimer: Okita Sougo y Kagura pertenecen al Gorila, si fueran míos ya tendrían mil hijos(?)

N/A: Drabbles porque a penas y me queda tiempo para respirar pero realmente quería participar este año; para los prompts de cada día, usaré los que vi en Tumblr. Sé que llevo mucho tiempo sin actualizar mis otras historias Okikagu, pero ustedes no quieren leer excusas, lo sé. Todavía tardarán, si las siguen les prometo que no las abandonaré sólo les pido un poquito de paciencia, el día que menos esperen habrán nuevos capítulos.

(Sí, el título es una referencia a Aggretsuko, pero es que me encantó xD)


OKIKAGU WEEK - DAY ONE

"Ningún hombre será el mejor si no tiene fuego en la sangre". —Enzo Ferrari

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Día uno: "Rojo"

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Kagura ladeó una malévola sonrisa, de esas que eran acompañadas por un sonidito estridente desde su garganta y las palmas de sus manos friccionando entre sí.

Sougo supo entonces, que estaba jodido.

—Escúchame china —balbuceó trastabillando hacia atrás, sus brazos estaban alzados en una pose tan defensiva como ridícula, sus párpados estaban expandidos en puro pánico y una gota de sudor recorría su frente, humedeciendo su flequillo—. Tú no quieres hacer esto, de verdad.

La pelirroja relamió sus labios, un gesto que por primera vez Okita encontraba aterrador. Porque era su sangre la que estaba limpiando de su boca, y aun podía ver una mancha roja en la comisura izquierda. Llevó una de sus manos hasta su mejilla izquierda, que ardía y la sentía palpitar, sus dedos se impregnaron del líquido carmesí y al verlos pintados de ese color, le entraron unas repentinas náuseas.

—Oh, claro que sí quiero —replicó Kagura, y sin dejar de avanzar hacia él hasta arrinconarlo en la puerta de su habitación en el shinsengumi tomó ambas muñecas del policía y las aferró con fuerza—. ¿Desde cuándo eres tan cobarde? ¿Le temes a la sangre? ¿Qué clase de sádico farsante eres?

Sougo pasó saliva, por supuesto que él no le temía a la sangre. Pero estamos hablando de que Kagura parecía un chupasangre ansiosa por lamer la herida en su mejilla y succionar toda su alma por ahí. Ahora no le parecía tan descabellado: su piel era tan blanca como una hoja de papel y le hacía daño la luz solar. Vamos, que eso de ser un extraterrestre yato era pura mentira: Kagura era un maldito vampiro.

—¿P-Por qué quieres hacerlo? —quiso cometer seppuku por su tonto tartamudeo, y realmente quiso hacerlo al ver los orbes azules de Kagura centellear en emoción, eran como dos grandes y redondas canicas dignas de una completa desquiciada—. ¿Es por tu sangre? ¿Quieres asesinarme?

—¿Lo estás dudando? —se burló.

Sougo blanqueó los ojos. En sí, la situación era ridícula, luego de un fuerte entrenamiento con Yamazaki, el muy desgraciado que quería seguir los pasos de Silvester Stalone le había dado una paliza. Pero no, no era porque fuera Rambozaki, no. Era un perverso plan de Kagura el distraerlo con un corto qipao rojo escarlata para que Zaki pudiese cogerlo de saco de boxeo y ella disfrutar de su maldita desgracia. Okita Sougo no podría lastimar en serio a su subordinado, pero esperaba que estuviese preparado para recibir la tortura del siglo, porque definitivamente, eso no se iba a quedar así.

—Pensé que te fascinaba la sangre... —murmuró Kagura, olfateando el rostro del policía. Acción que él encontró increíblemente extraña—, el color...

—No Kagura —resopló. No podía defenderse, no porque no quisiera, si no porque la muy sádica se había encargado de romperle los dos brazos y hacerlo sangrar en el proceso—, lo detesto.

Kagura se quedó estática unos instantes observando los irises carmesí del policía, parecían estar en otro plano: muy muy lejos.

¿En qué estaba pensando?

—¿Por qué? —cuestionó con genuino interés—. ¿Qué te ha hecho el rojo a ti?

Soltó una risita irónica en el momento en el que su alma regresó al cuerpo. Sus ojos brillaban y sus finas cejas los enmarcaban en esa expresión tan socarrona que Kagura en seriamente aborrecía.

—El rojo te queda horrible, la verdad.

Kagura levantó la barbilla del policía obligándolo a mirarla a los ojos. Esbozó una pequeña sonrisa llena de comprensión y simpatía que muy rara vez sentía por él y lo entendió todo al ver sus acuosos ojos evadirla con recelo.

Ella sabía, el color rojo le traía recuerdos muy dolorosos.

—Oh vamos, no me queda tan mal —jugueteó con voz infantil—. Estoy segura que el color rojo te gusta, sobre todo si es en la lenc...

Sougo se liberó apresurado y cubrió los labios manchados de sangre de la pelirroja.

—Estás loca, no tienes idea de como animar a las personas —la apartó de su camino con sus extremidades heridas y se acomodó en el futon, tomó el rojo recipiente de la salsa tabasco entre sus manos y suspiró.

Esa maldita china, pensó que realmente sabía joderlo y reconfortarlo en partes iguales al sentir las yemas de sus dedos limpiar el sudor que escapó de sus ojos y luego recoger el resto de sangre y curar su malherido rostro.

Luego, tomó una taza de arroz y empezó a rociar la salsa en cantidades exageradas sólo para conseguir una reacción en el hombre, que tan pronto como notó la locura que estaba haciendo le arrebató el bote de las manos.

—¿Qué te pasa? ¡Ni te gusta la salsa!

Ella se encogió de hombros y con los palillos entre sus finos dedos llevó la salsa con un poco de arroz hasta su boca, su rostro enrojeció como su vestido y empezó a toser de forma escandalosa. Luego, tomó otra porción, esa vez con mucho menos de arroz y la embutió en la boca del policía.

—No me gusta, pero estoy segura de que te matará —carcajeó como maníaca a la vez que Sougo alcanzaba a ver la luz al final del tunel por la monstruosa cantidad de esa salsa roja que ella le había hecho tragar.

¿Por qué Kagura le recordaba tanto a su hermana cuando actuaba así?

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N/A: Esto no pretendía ser así en un principio, ¡lo juro! xDDDD

Espero que les haya gustado, porque a mi como que me deprimió.

—Septiembre 3 de 2018—