Sip, lo sé... debo muchos fics, sobre todo 'Honor', pero... no me pude aguantar de hacer este u,u. Como sea, espero que se de su agrado, y que los disfruten tanto como yo lo escribí. Es que creo que ando con la inspiración, porque creo que hasta en un rato más, publicaré, si el tiempo y la inspiración quieren, otro fic xD, si de Frozen.
Como sea... ¡Disfruten la lectura!
Disclaimer:Frozen NO me pertenece, sino a Disney y sus afiliados.
Frío
Por E. Waters.
Capítulo I
Las cosas no habían sido del todo fáciles para Elsa; si bien, su imagen de a poco se arreglaba, desde el asunto de la extradición del duque de Weselton, y del destierro del príncipe Hans de las Islas del Sur, aún algunos le llamaban, no con sin cierto miedo, 'La reina de hielo'.
—¡Eeelsa!
La mujer posó sus intensos ojos azul hielo, sobre la delgada, pero bien proporcionada, figura de Anna, quien sin previo avisa se agarró del cuello de su hermana.
—Anna. —dijo la aludida, desprendiendo un poco a la otra chica de su figura. —Debo trabajar, nos vemos al rato.
—¡Trabajo, trabajo, trabajo! —la muchacha hizo unan especie de puchero en su pecoso rostro. —¡Desde que sacaron a Hans y a Weselton de aquí, lo único que haces es trabajar!
—Anna. —habló otra vez Elsa, mirando muy seria a la joven. —Soy la reina de Arendelle, obviamente debo trabajar mucho, todo para el bienestar del reino, ¿entiendes? —y dicho esto, la reina sacó un cobrizo mechón de pelo, del rostro de la menor de las hermanas.
Al sentir el contacto de su hermana, a Anna le recorrió un helado escalofrío por su espina dorsal. Desde que todo había sucedido, hace algo más de dos o tres semanas, que el contacto entre ambas se habían incrementado.
—Sí, pero…
—¿Pero qué?
—Prometiste pasar más tiempo conmigo.
—Y lo haré, Anna, lo haré.
—Entonces, ¿mi habitación, a las ocho? —besó entonces la mejilla de su hermana mayor, y antes de que ésta pudiese rebatirle algo, salió corriendo por el pasillo.
Elsa se tocó con su mano derecha, la mejilla besada por Anna, y sin quererlo uno tono rosáceo apareció en su blanquísima piel, como sintiendo un ligero cosquilleo.
Elsa estaba preocupada, y no sólo preocupada por el bienestar de su pueblo, sino de su relación entre ella y su hermana menor.
La verdad de las cosas, es que la reina no tendría de por qué preocuparse, puesto que todo anda aparentemente, de maravillas, sino fuese por ese cosquilleo que nacía desde su vientre, recorriendo su estómago al llegar a su pecho, cuando la veía o tenían contacto físico.
¿Por qué…?
Eso era lo que Elsa continuamente se repetía, mientras colocaba el cello real de la dinastía de Arendelle, en un importante documento de alianza mercantil, entre su reino y uno de sus tantos reinos vecinos.
—¿Reina, algo le sucede?
—No, Gunther, es sólo que…—la joven caviló un poco. Gunther de Viriond, era por así decirlo, su más íntimo consejero. — No, nada, mucho trabajo.
—Sí, es verdad. —respondió el chico, de profundos ojos miel. —Pero si me permite decírselo, reina, su administración hasta ahora ha sido excelente.
—Gracias, Gunhter. —algo parecido a una sonrisa, apareció en la cara de la chica. —Puedes retirarte.
Una vez que el joven se retiró de su oficina, Elsa volvió a concentrarse en uno de sus tantos documentos. Realmente, lejos de hastiarle, le gustaba su trabajo; era como si hubiese nacido con el don de reinar, y además la distraía…
La distraía de Anna.
Era raro. Si bien, lo que más que amaba en este mundo era su hermana menor, por contrario que pudiese suceder, quería alejarla de ella.
No quería hacerle daño.
No sientas, ¡no sientas!
Se decía ella constantemente en su cabeza. Pero, ¿cómo negar algo innegable? No, no sabía precisamente si por lo que sentía por Anna era algo más de un amor fraternal, pero lo que sí sabía era que temía dañarle.
¿Y si sólo estaba confundida, por años y años de no tener contacto alguno por ella? Sí, eso sonaba lógico… fríamente lógico.
Pensando eso de manera cómoda, la reina volvió a prestar atención a su trabajo. Estuvo un buen rato escribiendo, firmando y escribiendo otra vez, hasta que posó su mirada en el reloj que había en su pared, descubriendo que eran cinco para las ocho.
No, no quería ir donde Anna, aún cuando cada célula de su cuerpo clamaba por tener algo de contacto con ella.
Aún así, Elsa siempre cumplía su palabra, por lo cual dejó todo muy ordenado en su escritorio, y antes que diese las ocho, salió de su oficina privada, en dirección hacia la alcoba de su hermana.
Una vez que estuvo frente a la puerta de la habitación de Anna, tocó suavemente con sus nudillos la puerta misma.
—¡Pase!
Escuchó decir Elsa a Anna, por lo cual ella abrió la puerta, encontrándose con la joven vestida en camisón… un camisón que dejaba traslucir ligeramente, el resto de su figura.
Por un momento, la reina no supo muy bien qué decir, hasta que fue la propia Anna quien se acercó a ella, le agarró con suavidad de su muñeca, y la condujo hacia el interior del cuarto, llevándola hasta su cama.
Haciendo un pequeño gesto con la mano, la princesa le indicó a Elsa, que se sentase junto a ella.
—¡Pensé por un momento, que tú no vendrías!
—Yo siempre cumplo lo que prometo, Anna.
Dicho esto, una pequeña sonrisa apareció en el pecoso rostro de la muchacha.
—Lo sé… ¿Qué quieres hacer? —preguntó entonces la chica. —¡Ah! ¿Recuerdas, Elsa, cuando éramos pequeñas, y leías para mí?
—Claro que sí. —y esta vez, Elsa sonrío.
—¿Podrías…?
Aun manteniendo su sonrisa, la mayor de ambas jóvenes asintió con la cabeza.
—¿Qué quieres que te lea, Anna?
—¡Este! —exclamó la chica, sacando un viejo libro de su estantería. —¿Lo recuerdas, nuestro favorito?
—Por supuesto que sí.
Siendo así, las dos chicas se acomodaron en la cama de Anna, quien se recostó en el hombro de su hermana mayor. Aunque Elsa como primera reacción, la rechazó, años y años sin tener contacto físico, finalmente la aceptó.
Elsa entonces, comenzó a leer, y cuando ya estaba casi en el final, sintió el cuerpo de su hermana como un peso muerto sobre ella, respirando de forma pausada, en un ligero ronquido.
La reina miró con cariño a la joven, así que dejó un libro a un lado, y cuando iba sacar el cuero de Anna del suyo, escuchó la voz de esta misma hablarle.
—Mmm… No, Elsa, no te vayas.
Y sintió como la chica se aferraba de su brazo. Sin embargo, era demasiado para Elsa; estaba demasiado cerca de Anna, demasiado cerca de la casi desnuda figura de Anna, como para estar tranquila.
No sientas, ¡no sientas!
Era lo que la reina se repetía constantemente. Sí, era cierto, era verdad que era sumamente doloroso deshacerse de la encantadora figura de su hermana… ¡De su hermana!
Finalmente, su fría cabeza pudo más, y de la manera más delicada que pudo, ella dejó la durmiente figura de Anna sobre su cama, y la arropó. Sin poder aguantarse, besó con suavidad la frente de ella. Nada más que eso.
Nada más que eso.
De esta forma, Elsa se dirigió a su alcoba, en donde ingresó, se puso rápidamente el camisón, y se arropó hasta el cuello.
—Anna…—susurró la muchacha, cerrando sus ojos, pensando en su hermana menor.
Cuando despertó, lo hizo sintiendo un poco de humedad en la entrepierna.
—Maldición, otra vez no, —dijo la chica, a regaña dieses
Y es que desde que todo volvió a la 'normalidad', que tenía sueños con su hermana, sí, ese tipo de sueños.
Dio un respingo.
Otra vez, la duda asaltó en su cabeza… ¿Por qué…?
Para su suerte, tenía todo el día atiborrado de reuniones, lo que hizo que pudiese distraerse, y dejar de pensar al menos en breves instantes, sobre su hermana.
Sin embargo, entre hora y hora, tuvo un rato libre, y sabiendo que su hermana le gustaba pasearse por los jardines del palacio, supuso que podría encontrarla allí y darle una grata sorpresa
Ella necesitaba ver a Anna.
Con una radiante sonrisa en su rostro, la reina se dirigió hacia los jardines, y cuando logró encontrar la figura de su hermana, algo la dejó helada.
Allí estaba, su Anna, besuqueándose con Krsitoff.
Algo se revolvió en su estómago. Algo no muy agradable, cabe decirlo.
Empuñó con fuerza ambas manos, y echa casi una furia regresó hacia las dependencias del palacio, y sin quererlo, dejó todo el camino lleno de hielo. ¿Acaso alguien se daría cuenta? Pero a Elsa no le importaba, al menos por ahora.
No sientas, ¡no sientas!
Se encerró entonces en su escritorio.
¿Por qué se sorprendía tanto? O sea, había sido Kristoff quién había salvado a Anna, después de todo, era obvio que ella estaba encantada de él, de su salvador.
Al revés de ella. Elsa no había salvado a Anna, Anna había arriesgado a su vida para salvar a Elsa.
—Mierda, Anna. —soltó la reina, manejándose las sienes en el acto.
De repente, alguien tocó la puerta.
—Pasa, Gunther. —dijo ella, puesto que sólo le tenía permitido a Gunther entrar a su despacho, todo debido a su puesto.
—¿Gunther?
Elsa alzó su mirada, pero en vez de encontrarse con los ojos miel del chico, se encontró con los verdosos de la misma Anna.
—Oh, Anna… eres tú.
—¿Qué? ¿Acaso esperabas a Gunther? —dijo ella, alzando molesta una ceja.
—Sí… ¡digo, no! —respondió rápidamente la joven. —Es sólo que él me debía unos informes, y bueno…—Elsa divagó un poco. —La cosa es que no te esperaba aquí, Anna… ¿no qué estabas con Kristoff?
—Ah, sí… pero tuvo que trabajar, ya sabes, como tiene ese rango…—comenzó a decir la joven de cabellos cobrizos, caminando hacia su hermana. —Así que decidí pasar por aquí.
—¿Soy una especie de reemplazante de Kristoff, entonces?
—¡Claro qué no!
Elsa quiso soltar un suspiro, pero siempre escueta, siempre digna, siempre fría, no lo hizo. En vez de ello, fijó sus ojos sobre la figura de Anna, y se preguntó qué cómo era posible que pudiese existir alguien con tal inocente belleza.
—Bueno… cómo sea, Anna, aún me falta al menos dos horas para que termine todo este papeleo.
—¿Te veo en mi alcoba?
—Claro.
—Pero esta vez, te quedas toda la noche. —y dicho esto, la muchacha le guiñó un ojo a su hermana mayor.
Cuando Anna estaba saliendo de la habitación, justo se topó con Gunther, quien traía muchos pergaminos sobre sus brazos.
La chica le dedicó una mirada de profundo desprecio, y salió de allí no sin antes pasar a llevar adrede al joven.
—¿Le pasa algo a la princesa Anna?
—No lo sé, Gunther, realmente no lo sé.
Y es que en verdad, Elsa no sabía.
Como el día anterior, la joven finalizó su trabajo cerca de las ocho. Recordó entonces, cuando su hermana le dijo que pasara la noche con ella, lo que hizo que otra vez un suave rubor, cubriese el pálido rostro de Elsa.
—Supongo, que con ello querrá decir, que dormiré allí…—pensó la reina, yendo primero a su habitación, para ponerse el camisón.
Ya cuando lo hizo, la joven se dirigió hacia la alcoba de su hermana. Repitiendo lo mismo de ayer, tocó la puerta con los nudillos, y cuando escuchó un 'Pase', Elsa se permitió entrar en el cuarto.
Y allí estaba Anna, más bella que nunca, sentada sobre su cama.
—¿Leeremos?
—Claro que sí, Anna.
La muchacha mayor, leyó hasta cuando su hermana se quedó otra vez dormida, bien agarrada en su brazo.
Delicada, muy delicadamente, la joven acostó a su hermana en su cama, pero recordando su promesa, la muchacha de cabellos rubios platinados, se recostó al lado de ella.
No sientas, ¡no sientas!
Pero fue cuando la chica rodeó con fuerza la cintura de su hermana mayor.
Y aunque Elsa no era una chica en plena adolescencia, sintió como todas sus hormonas, como un reprimido deseo, comenzaban a activarse.
La joven trató de alejarse de su hermana, de su agarre, de su aroma, ese peculiar que sólo ella desprendía, y por sobre todo el suave contacto con su tersa piel.
—Uhm… Elsa.
Y con sólo escuchar su dulce voz, Elsa pensó que su cordura se perdía. ¿Cómo estaría toda la noche, eludiendo el todo lo que compendia a su hermana Anna? No lo sabía, realmente no.
Sin embargo, no rompería su promesa.
Se acurrucó al extremo de la cama de Anna, deshaciendo el agarre de la muchacha sobre su cintura, antes que perdiera el control, antes que hiciera cualquier estupidez, de la cual más tarde se arrepintiera.
Al día siguiente, Anna despertó, pero aún se podía percibir como había algo de la frialdad del cuerpo de Elsa, sobre su cama. La joven se acercó hacia donde su hermana se había recostado.
La reina, como era esperable, se había levantado muy temprano debido a todas las numerosas actividades que le esperaban.
Aún así, Anna sonreía; ya se estaba a acercando de a poco a su hermana mayor, y con eso su felicidad.
Pero había algo más allí… algo que ella no sabía muy bien qué era, pero que hacía sentir dar un brinco su corazón, cuando su mirada se topaba con la de Elsa.
¿Qué sería…?
¡Ya sabes, un review hace a un fanfic y a su autora feliz (:!
