¡Yo soy tu Amiga Invisible Kathy Kawaiii! ^^ Espero poder cumplir con tus expectativas y darte un muy buen regalo de Navidad algo atrasado. Este fanfic de dos capítulos corresponde a tu deseo número... ¡Dos!

2. Un cuento mágico en el que Kyoko sea la princesa en apuros y nuestro apuesto Ren todo un caballero.

Así que aquí te presento mi pequeño cuento de hadas. Y como alguien famoso, del que no recuerdo el nombre, dijo una vez: La magia sólo la encuentran aquellos que la buscan. Cabe aclarar que Skip Beat! no es de mi propiedad sino de Yoshiki Nakamura y que yo escribo fanfics ambientados en su maravilloso mundo sin ánimos de lucro.


― Buenos días Mogami-sama ¿Ha dormido bien?

Kyoko abrió sus ojos ambarinos y sonrió de foroma soñolienta a su donzella que con mucho cuidado estaba corriendo las cortinas para dejar entrar a los débiles y jugetones rayos de sol.

― Sí, muchas gracias ―contestó con un bostezo.

La chica se quedó un rato tendida en la cama y se desperezó.

― Tomoyo-chan, abre la ventana por favor. Hoy hace un día hermoso.

Y así era, para ser invierno el sol brillaba espléndido en el cielo y no había ninguna nube De lejos se oía el canto de los pájaros y cuando inspiró profundo olió el aroma a pan recién hecho. Eso la hizo decidir levantarse, retiró las sábanas y se levantó. Abrió su armario y sacó la bata blanca de encaje blanco y bajó a desayunar. Mientras se servía los huevos y el bacon dio gracias a Dios por tener una constitución que le impedía engordar y un trabajo que la hacía ir de arriba para abajo constantemente. Acabó de desayunar y permitió que su sirviente, ama de llaves y cocinera le retirara el plato. Se levantó y subió a su habitación para vestirse, ese día decidió ponerse un vestido rosa con detalles marrones muy sencillo y de corte imperio. Al ser domingo no tenía que ir a trabajar a la tienda pero al ser la jefa y una adicta a su trabajo siempre acababa trayéndose trabajo a casa.

Bajó a su pequeño estudio que estaba en la parte de atrás de la casa y con grandes ventanales que daban al jardín. Se sentó en su vieja y cómoda mecedora y se puso a bordar. No se dio cuenta de cuanto tiempo había estado enfrascada en su tarea hasta que escuchó como llamaban insistentemente en la puerta. Kyoko levantó la cabeza y frunció el ceño, era una mujer soltera de veinticinco años, sin parientes vivos cercanos y sólo dos amigas, dos amigas que hoy domingo por la tarde la estaban esperando en la cafetería LoveME. ¡Ay madre! pensó dejando a un lado su trabajo y poniéndose rápidamente de pie.

― ¡Mouko-san! ¡Amamiya-san! ¡Lo siento mucho! ―Exclamó mientras se dirigía a la puerta.

― ¡Abre la puerta Kyoko! ―Chilló Mouko-san en respuesta―. ¡Hace frío!

Kyoko ni corta ni perezosa hizo lo que su amiga le pidió.

― Kyoko-san ¿Qué estabas haciendo que te olvidaste de nosotras? ―Pregunto Amamiya-san mientras se quitaba el abrigo negro que le había regalado Kyoko para Navidades.

— Trabajando, seguro ―Intervino Mouko-san mientras se quitaba los guantes.

— ¿Nanokura-sama ha vuelto a pedirte que le renueves el guardaropa? ―Indagó Amamiya Chiori dirigiéndose con paso firme y seguro al estudio de su amiga.

― Sí ―suspiró cansada Kyoko después de pedir que le trajeran té para tres―. Es una de mis mejores clientes pero es que a veces... Es que es una... ―Dijo la chica mientras su cara se volvía roja debido a la rabia.

― Es una bruja ―finalizó por ella Kotonami Kanae mientras se alisaba los pliegues de su vestido.

― ¡Mouko-san! A los clientes no se les insulta ―la regañó Kyoko algo escandalizada por la sinceridad de su amiga.

— Cuando describes a alguien no lo estás insultando Mogami-san ―explicó Chiori mientras hacía ver que se quitaba una mota de polvo de la falda del vestido―. Nanokura-sama es una bruja y no se la insulta cuando se dice que ella es una bruja.

— Tu problema es que eres demasiado buena Kyoko ―comentó Kanae con un suspiro de resignación.

— Si quieres puedo ponerla como villana en mi próxima novela ― sugirió completamente seria Amamiya-san.

— ¡No! Eso podría afectar horriblemente a tu carrera como escritora ―dijo Kyoko apurándose a servir el té a sus inesperadas invitadas―. No quiero que hagas nada que pueda poner en peligro tu trabajo. Ni tú ni Mouko-san.

— Pero Kyoko ―continuó insistiendo Kanae―. No puedes seguir dejando que esa bruja te trate así.

— Sí, sí que puedo ―afirmó la chica―. Y voy a seguir sin hacer nada, ella es la prometida de Shoutaro...

— Aún no han anunciado su compromiso Kyoko... ―La interrumpió Amamiya que se calló al ver fijamente la cara de su amiga.

— Que no haya sido anunciado no significa que no vaya a llevarse a cabo. Ya cometí el error de confiar una vez en Shoutaro y me falló. Perdí mucho, muchísimo más, que mi virtud. Además, les debo a los Fuwa mi casa y mi empleo.

— Eres la mejor costurera de esta ciudad y si me apuras del reino ―dijo orgullosa Kanae―. Has diseñado vestidos para la mismísima reina hada y para todas las mujeres importantes del reino y algunas más allá del reino. Es verdad que el puesto en la mercería de Madame Gaudet lo conseguiste gracias a sus influencias ¡Pero cuando la vieja murió te dejó a ti la tienda!

— ¡Exacto! ―Apoyó Amamiya―. Es sólo cuestión de tiempo que la reina te reclame para que seas su modista personal. Además se rumorea que el príncipe heredero está buscando esposa... ¡Y tu eres una baronesa!

― Aprecio sinceramente vuestros ánimos ―Kyoko hizo una pausa para beber un poco de té―. Pero yo no soy una hija legítima, por no decir que soy mujer, mi madre nunca se casó y nadie sabe quien es mi padre. Por mucho que mi abuelo fuera un barón y un gran comerciante yo no puedo reclamar nada de eso como mío. Y la reina hada no recibió ese vestido como mío, sino como el de Madame Gaudet.

― Pues eso es una mierda ―declaró derrotada Kotonami Kanae.

― ¡Kotonami Kanae! ―Exclamó Amamiya-san divertida―. No puedo creer que hayas dicho lo has dicho.

― Oh, cállate ―contestó la aludida mientras intentaba ocultar una sonrisa detrás de su taza de té.

― Me pregunto qué diría Ogata-san al enterarse de que su soprano favorita canta e interpreta a Carmen con esa boca tan sucia ―metió baza Amamiya-san.

— Ni se te ocurra ―desafió la joven soprano con la barbilla bien alzada―. O le diré a la dueña de tu periódico que quieres poner a Nanokura-sama en tu próxima historia como una bruja berrugosa y arrugada.

— Yo soy la dueña de mi periódico tonta ―replicó Chiori a Kanae tirándole una galleta para el té haciendo reír a Kyoko y que ésta se olvidara de todos sus problemas.

Si le preguntaban a ella no había tenido una infancia feliz, pero tampoco infeliz. Había fluido como fluye el agua por un arroyo, rápido, sin pausa y nada magnífico. Hasta que llegó Fuwa Sho, para enseñarle a vivir y lo que era morir en el más puro éxtasis.

oOo

― Kuon, como heredero del reino debes de buscarte una esposa y casarte con ella lo antes posible y darme nietos ―retumbó la voz de Hizuri Kuu, sumo monarca del reino, por el comedor dónde acababa de ingresar.

— No ―fue toda la respuesta que recibió de su primogénito.

— ¡Julliena! ¡Habla con tu hijo! ―Dijo Hizuri Kuu mientras se sentaba esperando a que le sirvieran el desayuno.

— ¿Con mi hijo? ―Preguntó enfadada su esposa―. ¿Por qué siempre que te peleas con él es solo mi hijo? Traerlo a este mundo fue trabajo de los dos. No te pases o te demostraré que yo sola no puedo traer hijos al mundo.

— ¿¡Pero es que tu no quieres nietos!? ―La interrogó el rey antes de empezar a devorar toda la comida que se le ponía por delante.

— Claro que quiero nietos ―contestó Julliena Hizuri comiendo más calmadamente que su marido―. Pero Kuon nos los dará cuando él esté preparado y no cuando tu quieras.

— Pues pienso obligarle ―habló determinado Hizuri Kuu―. Soy el rey, y mi palabra es la ley ¡Kuon te ordeno que te cases y tengas hijos!

— No ―siguió en sus trece el futuro rey.

— ¡Tu lo has querido! ―Exclamó furioso el rey Kuu―. ¡Te desheredo! ¡A partir de hoy no te reconozco como mi hijo ni heredero de la corona!

— Querido ―intervino su mujer dándole un puntapié por debajo de la mesa―. No digas tonterías, Kuon es tu único heredero y algún día será rey.

— No lo será, acabo de desheredarlo ¿No lo has oído? Y no podéis decir nada que me haga cambiar de opinión ―sentenció el sumo monarca recostándose contra su silla pensando que había derrotado a su hijo.

— Está bien ―habló pausadamente Hizuri Kuon mirando a la cara a su padre―. Le enviaré una carta a Fuwa-san tan rápido como pueda diciéndole que él es el nuevo sucesor del trono.

— ¡Vuelves a ser mi heredero! ―Se retractó rápidamente su padre―. Y que no se hable más del tema.

El joven sonrió y se fue del comedor no sin antes besar a su madre en la frente. Adoraba a su padre pero tenía ganas de matarlo cuando insistía tanto en que le diera nietos. Aún tenían mucha vida por delante, a lo mejor su madre daba a luz a otro varón o a una hermosa princesa. Sólo coincidía en una cosa con su padre, antes muerto que entregarle la corona a aquel incompetente de Fuwa Shoutaro.

― ¡Kuon-sama! ―Escuchó como una voz de adolescente lo llamaba.

— Buenos días María-san ―saludó él a la joven haciendo una perfecta reverencia.

— Buenos días Kuon-sama ―contestó la chica haciendo una reverencia en respuesta―.¿Puedo preguntar a dónde va tan temprano por la mañana?

― Me dirijo a la ciudad, hay un par de asuntos legales que requieren mi atención y...

― Primo, eso no me interesa para nada ―lo cortó Takarada María mientras le daba un fuerte abrazo.

― ¿Y qué haces tú por aquí? ―Cuestionó Ren divertido abrazando a su prima en respuesta.

― He venido a ver a la tía Julliena, quiero convencerla de que venga a la mercería de Kyouko-san ―explicó María que se había separado de su primo y se estaba mirando en un espejo de mano comprobando que todo siguiera en su sitio.

— No entiendo qué tiene Kyouko-san de especial para que vayas tanto a su mercería ―respondió el adulto divertido.

— ¡Claro que no! Eres hombre, no puedes apreciar la belleza de los vestidos que hace. Además, es muy hermosa, no de una forma clásica pero es muy bonita. A parte es atenta, simpática, agradable, tiene una oscuridad enorme dentro de ella... ¡Ojalá fuera mi onee-sama! ―Chilló María poniéndose toda roja de la vergüenza.

— ¿Y mi pobre madre qué pinta en todo esto? Ella tiene una modista muy buena a su servicio...

— Una modista vieja, arrugada y que no ve tres en un burro. Eso es lo que tiene la tía ―María habló indignada―. Mi tía es hermosa y joven, se merece vestidos a su altura.

— ¿Estás segura de que una novata como Kyoko-san podrá afrontar el reto de vestir a la reina? ―Cuestionó Kuon divertido.

— ¡Pues claro pedazo de troll! ¿Quieres que nos apostemos algo? ―Retó la adolescente.

— Sorpréndeme ―aceptó el reto el heredero de Hizuri Kuu.

— No he podido evitar escuchar la discusión que has tenido antes con el tío Kuu ―la joven sonrió al ver la mueca que curvaba la cara de su primo―. Le he pedido a Kyoko-san que le haga un moderno vestido de baile a la tía. Algo único, con finas telas y piedras preciosas, para que luzca en el próximo baile real que se organice. Si la tía lo aprueba tú deberás organizar el próximo baile real invitando a todas y cada una de las damas solteras que habitan el país y pueden recibir una invitación a un baile de la realeza.

— ¡¿Estás loca?! ―Exclamó asustado Kuon―. ¡Esas locas se pensarán que busco esposa!

— Primo ―dijo la heredera Takarada decepcionada y negando con la cabeza―. Nunca pensé que fueras tan cobarde. Es un bailecito de nada. Sólo vas a tener que bailar con unas cuantas, escucharlas reír tontamente, evitar las trampas casamenteras de sus madres y brindar con sus padres. Nada que no puedas manejar ―finalizó dándole un golpecito en el hombro para animarlo.

— ¿Nada que no pueda manejar eh? ―Susurró pensativo Hizuri Kuon―. Está bien, si Kyoko-san hace que mi madre quiera comprarse un nuevo vestido de baile, y todo un nuevo guardarropa, yo le organizaré un baile para que lo luzca, y no sólo eso. Haré un evento que durará una semana en el que conoceré a cada doncella casadera del reino y para finalizar celebraré un baile en el que mi madre lucirá su preciado vestido y bailaré, hablaré y brindaré con quien quiera mi padre.

— Acabas de cavar tu propia tumba Hizuri Kuon ―sentenció divertida Takarada María mientras estrechaba la mano de su primo sellando el pacto.

— Pero te lo advierto, sino lo consigues deberás ir a la ópera e invitar a los Fuwa a tu palco ―sonrió él al ver la mueca de disgusto de su prima.

— Trato hecho ―aceptó la menor mientras hacía una reverencia―. Príncipe empezad a pensar sobre qué color serán los manteles a la hora del té ―lo picó dándose la vuelta para marcharse.

— ¡Y tú piensa qué vestido de noche llevarás!

Kuon adoraba a su prima, de hecho su única prima, hija de la difunta hermana de su madre, pero estaba muy equivocada si pensaba que su madre iba a comprarse un vestido de baile a la moda. Negó con la cabeza divertido y se dirigió a los establos, Yashiro-san lo estaba esperando y él odiaba que lo sermoneara por no ser puntual. Hacía un muy buen día, hoy cogería el caballo y daría un paseo por el parque antes de reunirse con su mejor amigo.

oOo

Kyoko odiaba a Fuwa Shoutaro, con toda su alma. No entendía como una vez había llegado a amarlo incondicionalmente y a darle todo lo que una mujer podía dar a un hombre. Ahora, sentada delante de él no le parecía más que un hombre engreído y superficial. Cualidades que lo hacían ver como un ogro sin modales y con la cara llena de pus y los dientes amarillos.

— Kyoko ¿Me estás escuchando? —dijo el heredero de los Fuwa con una sonrisa de superioridad curvando sus labios.

— Te he escuchado perfectamente Shoutaro —respondió la joven de forma cortante.

— Perfecto —siguió con su discurso el joven—. Te espero en mi casa a las doce.

— No —se plantó Kyoko irguiéndose en el asiento y apretando con fuerza las manos encima de su regazo.

— ¿No? —El castaño puso cara de incredulidad al escuchar la negativa.

— No —se reafirmó en su posición la modista frunciendo los labios.

— ¿Es que quieres que te destroce el negocio? —Dijo Sho con una sonrisa de superioridad curvando sus labios—. Todo lo que tienes Kyoko es gracias a mí y a mi familia. Deberías sentirte agradecida que sólo te pida que te abras de piernas a cambio de una casa y un trabajo decentes. Otros pedirían más, mucho más.

— Otros no pedirían nada —susurró la joven intentando no llorar de la impotencia que estaba sintiendo.

— Otros no te darían nada —puntualizó el chico inclinándose hacia delante y adoptando una pose amenazante—. Deberías estar agradecida que alguien quiera acostarse contigo. Eres tan poco refinada y tu belleza es tan... vulgar.

— Entonces te libero del suplicio de tener que acostarte conmigo no asistiendo a la cita —las últimas palabras las dijo atropelladamente ya que eso que le proponían no era para nada una cita.

— Nunca he dicho que no disfrutara acostándome contigo ¿Sabes? Es la única cosa que me gusta de ti, lo apasionada que eres en la cama...

Kyoko aprovechando que el carruaje se había detenido le dio una cachetada al hombre y se apresuró a abrir la puerta y salió corriendo. No se detuvo a ver si el adulto la seguía, lo más seguro es que fuera que sí, pero por nada del mundo quería volver a meterse dentro del carruaje con él. Ya la habían metido a la fuerza cuando había salido de su casa y no quería que volvieran a hacerlo. Sujetó bien el bolso entre sus manos y se alzó unos centímetros la falda para que al correr no le molestara.

Pasó entremedio de todo lo que pudo intentando que así la perdieran de vista y no se lo pensó dos veces cuando decidió internarse en el parque para esconderse detrás de algún arbusto frondoso el resto del día y si era posible de su vida. Y ella que pensaba que podría llegar a vestir a la realeza... María-chan había sido muy considerada al prometerle traer a su tía, pero al paso que iba en vez de ser catapultada a la fama sería catapultada a la calle. Miró hacia atrás y vio como Sho entraba en el parque, se giró rápidamente y con el corazón en un puño intentó correr más rápido. Estúpido Sho, estúpido amor adolescente, estúpidas enaguas, estúpidos ricos que iban de paseo en sus caballos carísimos...

— ¡Señorita cuidado!

Con las prisas Kyoko no se había dado cuenta de que se había cruzado en el camino de un jinete y su caballo y en medio de toda la confusión que creó acabó por caerse al suelo y el caballo casi le da un buen pisotón. El jinete a duras penas logró controlarlo y cuando lo hizo se preocupó de la chica que casi atropella.

— ¿Está usted bien?

Kyoko alzó la cabeza para mirar al hombre que había controlado a su caballo con mano firme y era lo suficientemente educado y caballeroso como para preocuparse de la causante de todo aquel lío.

—Lo siento... —consiguió articular la modista antes de perderse en los ojos verdes de su salvador.

— Lo importante es que usted se encuentre bien —dijo el hombre palpándole la cabeza buscando posibles heridas—. Bien, parece que no se ha dado ningún golpe de gravedad en la cabeza ¿Puede ponerse de pie?

Kyoko asintió ya que estaba atontada por la caída y por la belleza del hombre. Una voz en su cabeza le chillaba que ya había caído una vez en las garras de un hombre atractivo, del que estaba huyendo en esos momentos, y otra estaba formulando la idea que si te rescatan desconocidos tan guapos y encantadores como ese no estaba tan mal ser una damisela en apuros y si quedaba en la calle podría dedicarse profesionalmente.

—Parece que estás perfectamente —comentó el hombre con una sonrisa de alivio en su rostro.

— Tú si que eres perfecto —no pudo controlarse de decir la chica haciendo que su salvador la mirara confundido, divertido y curioso—. Eres apuesto y con un gran corazón, dispuesto a ayudar a una mujer que está huyendo de un terrible ogro y que ha provocado tantas molestias a la gente que viene al parque a pasear tranquilamente. Ni el mismísimo príncipe de las hadas puede compararse a ti —sentenció Mogami Kyoko que miraba a su salvador con ojos soñadores y su cabeza estaba interpretando una melodía a la altura de su fantasiosa descripción.

— Tienes una gran imaginación —logró decir el adulto después de reírse.

La modista pensó que era una risa muy pura, no indicaba superioridad, ni maldad, ni que se estaba riendo de ella. Simplemente que estaba contento y le parecía gracioso que lo compararan con el príncipe de las hadas y el heredero del reino.

—Me llamo Kuon —se presentó él haciendo una pequeña reverencia.

— ¿Te llamas Corn? —Preguntó la joven inclinando la cabeza curiosa hacia un lado—. Es un nombre muy extraño.

— En realidad es...

— ¡Fuwa-san la encontré! ¡Está aquí! —Vociferó un hombre tan grande como un armario que se estaba dirigiendo amenazadoramente hacía dónde se encontraba Kyoko.

— Oh no... —susurró la chica asustada—. Yo... ¡Tengo que marcharme! —Se apresuró a decir mirando alternativamente a Corn y al hombre-armario—. ¡Ha sido un placer conocerle!

— ¿Ese hombre te está molestando? —indagó el adulto mirando retadoramente hacía dónde la joven miraba con miedo.

— Sí. No... Bueno sí pero no. Es un empleado —explicó rápidamente—. De quien huyo es de su señor.

— No te preocupes —la tranquilizó él mirándola a los ojos y con una sonrisa que consiguió derretirle el cerebro—. Eres una damisela en apuros y qué clase de canalla sería sino te salvara.

Todo lo que pasó después sucedió a una velocidad vertiginosa, el desconocido la subió a su caballo, que resultó ser un unicornio y un pegaso a la vez, un pegornio. Ella llevaba puesto un delicado vestido blanco y una corona hecha de flores. Corn llevaba una enorme rosa roja entre sus dientes, una ondeante capa del mismo color y una armadura dorada. Se subió a su pegornio y lo azuzó para que volara. Asomó la cabeza por encima del hombro de su príncipe y vio como el matón que la perseguía se convirtió en un armario y Sho tomaba la apariencia de una serpiente de lengua bífida llena de arrugas y verrugas, con una mata de pelo grasiento y castaño en la cabeza y que escupía espuma.

— Bella desconocida, no sé quién eres pero tu increíble belleza me ha abrumado como una ola y estoy profundamente enamorado de ti —Corn hizo un movimiento con sus manos y utilizando la magia creó un hermoso anillo lleno de piedras preciosas—. No puedo vivir un instante más sin ti, hazme el honor de convertirte en mi esposa. Sino te casas conmigo me moriré de pena y de colesterol por no parar de comer pasteles y chocolate.

— No está bien que una dama acepte una proposición tan rápido pero ¡Siempre he querido un perrito hecho de nubes y del color del arcoiris! Así que... ¡Sí quiero! —aceptó dejando que su prometido le pusiera el anillo en el dedo anular.

— Si mi puchungo quiere un perro hecho de nubes y del color del arcoiris eso tendrá —chasqueó los dedos y una nube tomó la forma de un perro con el pelaje de de las diferentes tonalidades del arcoiris que Kyoko se apresuró a coger entre sus brazos—. Y ahora —añadió cogiéndola protectoramente de la cintura y acercándola a él—. Besémonos apasionadamente mientras montamos este animal que no tiene ningún sentido biológicamente y surca el cielo llevándonos a la grupa sin ningún tipo de seguridad y totalmente imposible según las leyes de la física.

Y la besó y en mitad de ese beso Kyoko sintió que se despertaba.

oOo

La joven actriz de LME y exmiembro de la sección LoveME abrió completamente los ojos y se quedó mirando el techo intentando recordar dónde estaba.

— Ni siquiera durmiendo puedo ser una persona normal —murmuró disgustada consigo misma—. ¡Pero el cachorro era tan adorable! —No pudo evitar exclamar con los ojos brillantes de la emoción.

— ¿Qué cachorro? —Preguntó entre bostezo y bostezo Tsuruga Ren.

Kyoko giró su cabeza y vio como el hombre al que amaba se acababa de despertar y como siempre lo primero que hizo fue darle un rápido beso en los labios. Hecho que hizo sonreír al actor y abrir un soñoliento ojo.

— ¿Qué has soñado esta vez? —Ren nunca se aburría de esa faceta tan infantil de Kyoko, incluso en sueños pensaba en hadas y otras criaturas mágicas.

La joven negó lentamente con la cabeza y sonrió mientras acariciaba cariñosamente la mejilla de su novio y mejor amigo.

—Sólo te diré una cosa Corn. Eres tú el único que puede salvarme.


Aquí os dejo el primer capítulo que espero que no os haya sabido a poco y que a Kathy Kawaiii le haya gustado y no se lamente de que yo sea su Amiga Invisible x'D Nos leemos pronto (un día [ojalá]). Si te ha gustado tanto que te ha extasiado o te a disgustado tanto que has querido cortarme los dedos para que deje de escribir puedes dejarme un hermoso review :3 Feliz y próspero año nuevo ^^