1º Ron

Ronald Weasley se encontraba tumbado en su cama. Pensaba en tantas cosas y en nada a la vez. Ya habían quedado atrás los largos (y peligrosos) años de escuela en Hogwarts, parecía tan lejano el curso que le convirtió finalmente en un respetado auror, y sobre todo ya había quedado muy borrada la relación que había mantenido con Hermione Granger. Su primer amor.

Era doloroso pensar en ella, habían salido juntos durante cerca de dos años, pero finalmente sus senderos se habían separaron sin que pudiesen hacer nada por evitarlo. Se querían, ninguno lo había dudado ni por un instante, pero tras que el mismísimo ministro de magia le ofreciese a Hermione un buen puesto de trabajo en Bulgaria, la cosa cambió, y el pelirrojo fue incapaz de pedirle que se quedase a su lado.

De eso ya habían pasado cuatro interminables años. Ron había cambiado mucho, tanto física como mentalmente. Su trabajo como auror le había curtido. Su espalda había ensanchado y sus brazos formado músculo que sin ser demasiado marcados se hacían muy atractivos a la vista. Su pelo, del mismo rojo intenso que el de toda su familia, siempre estaba despeinado, y en su mirar aguamarina se podía leer que no era completamente feliz.

Era un muchacho muy apuesto, y no tenía problemas para obtener citas con las muchachas más hermosas del ministerio, sin embargo se encontraba vacío. Había perdido la cuenta de con cuantas chicas había quedado y generalmente olvidaba sus caras demasiado rápido pues ninguna resultaba ser lo que él esperaba.

Su incondicional Harry se armaba de paciencia y escuchaba las excusas que ponía el pelirrojo para no salir dos veces con la misma chica, sin embargo, era muy consciente de que Ron tan solo buscaba tiempo, en el que irremediablemente esperaba a que Hermione volviese. Pero Harry no creía que Hermione fuese a volver. Se habían escrito muchas veces y ella lo había dejado demasiado claro desde la primera carta "Nada de hablar de Ron", no entendía la razón, pero tenía que respetarla.

En secreto, la mente de Ron anhelaba marcharse de Inglaterra para expandir su trabajo en la peligrosa África donde había señaladas varias zonas de cuarentena, por la cantidad de magos oscuros que había, sin embargo, permanecía anclado a la Madriguera esperando que ella regresase. No entendía porque ella no le había escrito ni una sola carta desde que se fue, porque ignoró las que él mismo había redactado, pero quería verla. Lo necesitaba. Saber que había sido de su vida, si se había vuelto a enamorar, si alguna vez le extrañó…

Alguien llamó a la puerta, sacando a Ron de sus pensamientos. Molly Weasley apreció sonriendo a su hijo. Vestía una elegante túnica y había peinado su cabello con mucho cuidado.

- ¿seguías tumbado?- musitó con voz cansada - Más vale que te arregles deprisa, Harry no tardará en llegar y eres el único que falta.

Ron se incorporó de la cama y rascándose distraídamente la sien caminó hacia su armario.

- ¿La camisa blanca o la azul? - preguntó distraído.

- La azul, cielo - aclaró con afecto la señora Weasley - entona con tus ojos… ¿Crees que se lo pedirá hoy? - dejó caer como si nada.

Ron miró a su madre y no pudo evitar sonreír. Lucía tan emocionada.

- No lo sé- dijo encogiéndose de hombros - Harry no me ha dicho el porque de la cena… puede ser…

Molly anhelaba que Harry y Ginny se casasen. Desde la muerta de Fred se había vuelto muy impulsiva y pensaba que las cosas no tenían porque esperar demasiado. Ron era feliz por su hermana y su amigo, pero en el fondo sabía que si estos se casaban, él se quedaría un poco más solo, sería el único hijo en la Madriguera y Ginny, su hermanita pequeña dejaría de estar bajo su cuidado.

- Date prisa - volvió a sentenciar Molly marchándose en esta ocasión del cuarto.

Ron comenzó a abotonar la camisa y se miró al espejo. En verdad la camisa le quedaba muy bien. Intentó aplastarse el pelo con las manos para peinarlo, pero tras pocos intentos desistió y salió del dormitorio.

En la cocina, Fleur ayudaba a la señora Weasley a colocar la mesa, mientras Bill y George hablaban sobre las últimas novedades de los Sortilegios Weasley. Ginny, permanecía sentada en silencio. Miró a su hermano al entrar y se levantó a abrazarle.

- Estamos mimosas hoy - sentenció Ron alegremente

Te has puesto la camisa que te regale - apreció Ginny

Mama dice que es la que mejor me queda - aseguró el pelirrojo
- Si te viera Lavender Brown - aseguró el señor Weasley - se quedaría asombrada…

te tiene en un pedestal…

En ese momento la puerta se abrió y una cabellera morena entró distraída, sonrió al ver a todos los Weasley y luego se acercó hacía Ginny para depositarla un beso en los labios.

- Odio que tengas la tarde libre - aseguró mirando a Ron - Shacklebolt ha dicho que no te volverá a dar un día libre en años… Mundungus esta haciendo de nuevo de las suyas…

Ron soltó una risita y se encogió de hombros.

- Mañana será otro día y me encargaré de él… hoy no.
- Venga, sentaos todos - se apresuró la señora Weasley - o la comida se enfriará.

Los Weasley y Harry disfrutaron de una velada muy armoniosa. La cena era deliciosa y el ambiente inmejorable. Pero en cierto momento de la noche, Ginny se aclaró la garganta y pidiendo silencio comenzó a hablar.

- Tenemos que contaros una cosa muy importante… la verdad es que no sé como decirlo…

Harry la estrechó la mano con fuerza y la sonrió.

- Somos aún jóvenes, pero estamos seguros de lo que sentimos… no vemos más motivos para retrasar lo predecible.

Fleur se tapó la boca de la sorpresa y George le miró con los ojos como platos.

- Eso no vale - dijo fingiendo enfado - se supone que tenías que pedírselo delante de todos, no que nos enteremos después de la sorpresa.

Molly estalló en lágrimas y corrió a abrazar a su hija con fuerza. La calma de la cocina se convirtió en una fiesta. Las felicitaciones y los abrazos no dejaron de sucederse. Fleur y Molly se emocionaron aun más cuando Ginny les enseñó el elegante anillo. Ron no tenía palabras. Era feliz, verdaderamente feliz. Tan solo abrazó a su amigo, sobraban las palabras. Y entonces ella le vio, visiblemente emocionado y se acercó a él.

- Siempre seré tu hermana pequeña y siempre necesitaré que me cuides.

Ron sonrió agradecido. Les envidiaba, de forma sana, pero mucho. Él también quería ser feliz y él tambien anhelaba formar una familia. Algún día…

- ¿Cgeeis que Hegmione vendgra paga la boda? Cgreo que es un acontecimiento lo bastante especial paga haceglo… - soltó Fleur sin pensar en nada.

El resto de la sala se quedó callada y todos miraron a Ron, que pareció darse cuenta un segundo después que todo el mundo lo que Fleur acababa de decir. Y ella tenía la razón… ¿vendría Hermione a Londres para la boda de su mejor amigo?