AUTOESTIMA

No era muy usual en él demostrar tristeza o desesperanza; sin embargo, en esos momentos se hallaba abatido, dado que Iwaizumi le había dedicado unas sutiles y bellas palabras con las que ejemplificaba su molestia por la personalidad de su castaño favorito (antes de sacarlo a patadas de su dormitorio, claro).

Así fue como Tooru se retiró a un parque, donde se encontró a uno de los delincuentes que más le fastidiaban la existencia.

—¿Qué te pasa? ¿Acaso te comió la lengua el gato? —Kuroo se apresuró a sentarse a un lado.

—Sabes, ayer tuve un sueño…

—¿Húmedo? —le sonrió con sarna.

—En el que te engrapaba los dedos a la cara —dijo con molestia y sin dirigirle la mirada—. ¿Me preguntaba qué tan legal serí…?

—¿Iwaizumi otra vez? —interrumpió. Podía ser conocido por molestar y sacar de quicio a la gente, pero Tetsuro también poseía cierta sensibilidad.

Oikawa asintió. Bokuto se hizo presente a la distancia pero el azabache le indicó con señas de maño que se acercara mientras continuaba hablando con el armador.

—Bueno, ya sabes, tal vez hay gente que te… quiere, pero no tienen la oportunidad de expresarlo.

—¿Lo dices por experiencia? —se dignó a levantar el rostro.

Kotaro soltó una carcajada pequeña al escuchar eso.

—Claro que n… —pero Kuroo se apresuró a taparle la boca y casi asfixiarlo en el proceso antes de responder.

—Sí. Haces que a la gente se le mezclen sus emociones —se apiadó del pobre búho y lo soltó para que volara, mas nunca dejó de hablar con el castaño—, eres algo así como un político fusionado con un mago.

El armador se animó. Debía ser porque, en efecto, podía producir tanto admiración como odio en las personas. El capitán de Nekoma tenía razón, ¿por qué se abatía tanto? Era ridículo.

—Exacto, una mutación entre una rata y un conejo —añadió el de cabello bicolor cuando recuperó el aliento.

—No me refería al aspecto negativo, hermano.

—Vamos, es Oikawa. ¿Acaso tiene algo positivo en su personalidad?

Alguna cosa en el pecho de Tooru hizo «crack» ante esas palabras. ¿Qué clase de honesta brutalidad era esa? Se aseguraría de cobrárselas a Kotaro cuando se sintiera mejor.

Luego de eso, los jugadores de Fukurodani y Nekoma intentaron darle consejos amorosos y al día siguiente, los puso en práctica durante su entrenamiento.

Desde entonces Iwaizumi no lo deja hablar con otros capitanes a excepción de Sawamura.